“—Buenos días. ¿Interrumpo algo? —saludó la abogada.
—Joder... —murmuró entre dientes Thomas—. No me lo puedo creer.
—¿Has venido sola? —preguntó Olivia, saludándola con dos besos.
—No, Max está abajo renegando y aparcando.
—Oh, ¿de verdad? ¿Y va a subir? Lo digo porque me encantaría conocerlo y que me firmara un autógrafo y que...
—Creo que alguien se está poniendo celoso...
—Pongámonos a trabajar —dijo el novio celoso.
—No te pongas así, pichurri —canturreó Olivia para molestarlo.
—Empecemos, por favor —insistió Thomas señalando los asientos.”
―
Noe Casado,
Treinta noches con Olivia