Roma soy yo: La verdadera historia de Julio César (Julio César, #1)
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Cowards die many times before their deaths; The valiant never taste of death but once.
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praecones, esto es, funcionarios de justicia, esclavas, esclavos,
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atrienses, legionarios, oficiales romanos, oficiales pónticos, ajustadores de clepsidras, ciudadanos romanos anónimos, etcétera.
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Se sienten con derecho a todo y por encima de los ciudadanos, del pueblo de Roma, y también por encima de los socii, nuestros aliados en Italia.
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hijo mío, sólo tu familia desciende directamente de Julo, del hijo de Eneas, sólo tú eres sangre de la sangre de Venus y Marte. Sólo tú eres especial. Sólo tú, mi pequeño. Sólo tú.
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Ojalá seas, entonces, tan fuerte como Marte, tan victorioso como Venus.
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Recuérdalo siempre, hijo mío: Roma eres tú.
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un pequeño grupo de familias aristocráticas, reunidas en torno al Senado, acumulaban terrenos y dinero año tras año, mientras que a la inmensa mayoría de los habitantes de Roma y a los campesinos de las poblaciones vecinas apenas se les invitaba a aquel descomunal festín de riqueza y poder: las tierras quedaban en manos de unos pocos senadores latifundistas, a la par que el oro y la plata y los esclavos terminaban también en manos de aquellas mismas familias patricias senatoriales.
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senatus consultum ultimum,
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Roma estaba partida en tres: populares, optimates y socii. Apareció entonces un joven romano, patricio de origen, pero sensible a las reclamaciones de los populares y de los socii, que se percató de que había un cuarto grupo en liza, al que nadie prestaba atención aún: los provinciales, los habitantes de las nuevas provincias que Roma iba anexionándose desde Hispania hasta Grecia y Macedonia, desde los Alpes hasta África.
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De hecho, muy pocos repararon en él hasta un juicio que tuvo lugar en el año 77 a. C., donde este hombre aceptó intervenir como fiscal acusador, pese a su juventud.
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corruptio
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Sólo un loco o un iluso podía aceptar ejercer la acusación en semejantes circunstancias.
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Se trata más bien de unirnos a los que mandan o alejarnos de ellos, pero nunca, ¿me oyes, Cayo?, nunca enfrentarse a los senadores optimates.
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aceptas, te masacrarán en el juicio, primero, y luego te asesinarán en cualquier calle oscura o a plena luz del día en el foro. No sería la primera vez.
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te estarías enfrentando a Cota, a tu propio tío, al hermano de tu madre, a quien Dolabela ya ha contratado como defensor. ¿Es eso lo que quieres? ¿Obligar a tu madre a que se vea forzada a decidir, a elegir entre su propio hermano o su hijo?
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ha perpetrado crímenes horribles, delitos aún más execrables en un senador que debería dar ejemplo con su comportamiento; crímenes, a fin de cuentas, por los que debería pagar un alto precio.
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No eres lo bastante fuerte para enfrentarte a tu tío Cota y a Hortensio, que tienen mucha experiencia como abogados defensores; y a los jueces, que estarán comprados, sobornados, con toda seguridad —opuso Labieno con sentido común.
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La compra de jueces era habitual en Roma cuando el acusado era un senador poderoso y rico.
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Y el dinero era el que ganaba siempre en los juicios en Roma.
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Era como si aquella matrona hubiera querido forjar en su joven hijo un líder nato, alguien que no se detuviera ante nada y ante nadie.
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Sólo alguien que no temió a Sila en el pasado será capaz de enfrentarse a Dolabela y su dinero, sus artimañas y su crueldad presentes.
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La diosa Fortuna estuvo contigo entonces, aunque no creo que sea inteligente vivir de nuevo al límite y que tengas que averiguar si los dioses, una vez más, van a salvarte o a abandonarte.
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las guerras contra Yugurta en África y contra los cimbrios y teutones en el norte, le gustaba aquella mujer con la que se había desposado su cuñado.
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Violencia contra violencia, eso es cierto, pero el Senado es siempre más fuerte si se trata de violencia
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En tiempos de traiciones políticas constantes, encontrar una casa donde poder hablar con sosiego, donde ser escuchado y sentirse apoyado, era un bálsamo que Mario apreciaba sobremanera.
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generó resquemor en el Senado, pero también entre los socii
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de nuestras ciudades aliadas en Italia, pues
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consideraban que los terrenos al norte del Po...
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—Pero cuando el Senado emite un senatus consultum ultimum suele encomendar a alguien la ejecución de lo que se ordena en ese decreto, ¿no es así?
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Más allá de la cuestión moral de promover un asesinato, porque, además, es un error en este pulso brutal: Saturnino y Glaucia interpretan que el Senado está vencido, cuando yo creo que simplemente está midiendo sus tiempos, calculando cómo y cuándo contraatacar para volver a hacerse con el poder completo, situando en el tribunado de la plebe y en la pretura a hombres de su confianza que no promuevan estos repartos de tierras, riqueza o derechos y así, por fin, aislarme del todo antes de asestarme el golpe definitivo.
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si sigo al lado de Saturnino y Glaucia y los protejo, o si me paso al bando de los optimates y doy cumplimiento al senatus consultum ultimum.
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Y por eso estoy aquí, porque lo que decida va a afectar a toda mi familia y vosotros, desde que me casé con Julia, sois también mi familia.
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La has tomado, por eso estás aquí. Has venido a advertirnos.
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Gracias, Mario —dijo Cayo Julio César padre—. Por pensar en nosotros.
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Y no sólo eso: voy a negociar hasta que les conmuten la pena de muerte por el exilio. Lo del juicio es sólo para ganar tiempo.
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Preveo que el Senado va a recuperar todo el terreno perdido estos últimos años de dominio del propio Mario, Saturnino, Glaucia y otros populares.
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Y se explicó, pues en la explicación estaba el divertimento—:
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Arx Tarpeia Capitolii proxima.
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La venganza no es cuestión de prisa. Es cuestión de determinación, de espera y de asestar un único y certero golpe en el momento adecuado. Ni un segundo antes, ni un segundo después.
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En una lucha cuerpo a cuerpo contra veteranos, terminarían cediendo. Se retiró unos pasos.
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Los socii —respondió Cota, y bebió un trago antes de explayarse—: Todos, desde siempre, desde los Gracos, han intentado cambiar las cosas promoviendo una redistribución de la riqueza concentrados en el enfrentamiento entre la plebe y el Senado, pero las ciudades aliadas y su reivindicación del derecho de ciudadanía romana será lo que lo desestabilice todo, lo que puede inclinar el fiel de la balanza en el favor de unos o de otros.
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solium
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Cicerón no se ha alineado aún ni con los optimates que protegen a Dolabela, ni con los populares que se enfrentaron a su terrible jefe Sila, como hizo mi tío o como sigue haciendo Sertorio en Hispania.
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Era cierto que había estado poco hábil en la forma de expresarse y que se había trabado más de una vez en su discurso, pero no había dejado de aportar todos los datos que habían preparado la noche anterior.
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Los nombres de los tribunos de la plebe en rebelión contra el Senado no merecían hueco en la memoria, según la mente fría y dura de Metelo.
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Más cerca, a su izquierda, se hallaba su contrincante inesperado en aquella divinatio: Marco Tulio Cicerón y, junto a él, el viejo griego Arquias, su maestro en oratoria.
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Quinto Cecilio Metelo hijo,
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César lo observaba con atención: su contrincante dominaba la escena, no sólo eran sus palabras, era la forma de moverse por la sala, los silencios medidos, las pausas, la mirada.
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macedonios,
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