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«Leer es siempre un traslado, un viaje, un irse para encontrarse. Leer, aun siendo un acto comúnmente sedentario, nos vuelve a nuestra condición de nómadas».
que llevaba la experiencia del vivir hacia la nada del olvido».
La experiencia les ha enseñado que solo viaja la gente peligrosa: soldados, mercenarios y traficantes de esclavos.
Era el secreto mejor guardado de la corte egipcia. El Señor de las Dos Tierras, uno de los hombres más poderosos del momento, daría la vida (la de otros, claro; siempre es así con los reyes) por conseguir todos los libros del mundo para su Gran Biblioteca de Alejandría.
Con cada libro vuelvo al punto de partida y al corazón agitado de todas las primeras veces.
En el fondo, no es tan diferente de todas esas cosas que empezamos a hacer antes de saber hacerlas: hablar otro idioma, conducir, ser madre. Vivir.
su estoicismo,
¿cómo mantener diferenciado el esqueleto de los datos bajo el músculo y la sangre de la imaginación?
Pero yo pienso que todos, desde los grandes libros de fotografía hasta esos viejos ejemplares de bolsillo encolados que siempre intentan cerrarse como si fueran mejillones, hacen más acogedora la casa.
Umberto Eco, pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras. Una vez inventados, no se puede hacer nada mejor.
museo de la caducidad,
las ficciones que inventamos para dar sentido al caos y sobrevivir en él;
los conocimientos verdaderos, falsos y siempre provisionales que vamos arañando en la roca dura de nuestra ignorancia.
Pero sospecho que, al buscar el rastro de todos los libros como si fueran piezas de un tesoro disperso, estaban poniendo, sin saberlo, los cimientos de nuestro mundo.
la capital del sexo y la palabra.
Su problema es que solo han hablado de ella desde el bando enemigo.
o la angustia por el paso del tiempo.
Viajeros que regresan de la ciudad me cuentan que la ciudad cosmopolita y sensual ha emigrado a la memoria de los libros.
El atlas es el extenso muro donde el conquistador inscribió una y otra vez su recuerdo.
En el atlas de las percepciones y los prejuicios geográficos, Macedonia ocupaba la periferia del mundo civilizado. Probablemente, pocos egipcios sabían situar en el mapa la patria de su próximo rey.
el triunfo es un pasaporte al que nadie pone objeciones.
La pasión del coleccionista de libros se parece a la del viajero. Toda biblioteca es un viaje; todo libro es un pasaporte sin caducidad.
En un mundo caótico, adquirir libros es un acto de equilibrio al filo del abismo.
ideal mestizo
curiosa mezcla de violencia y deseos fraternales.
Todas las energías se consumen en la búsqueda y el desciframiento.
tanto conocimiento posible, tantos relatos con los que experimentar el miedo y el deleite de vivir.
El junco de papiro hunde sus raíces en las aguas del Nilo.
el lenguaje encontró finalmente su hogar en la materia viva. El primer libro de la historia nació cuando las palabras, apenas aire escrito, encontraron cobijo en la médula de una planta acuática. Y, frente a sus antepasados inertes y rígidos, el libro fue desde el principio un objeto flexible, ligero, preparado para el viaje y la aventura.
Un esfuerzo por unir los pedazos dispersos del universo hasta formar un conjunto dotado de sentido.
Esa primitiva globalización se llamó «helenismo».
la sensación de estar desplazados, de vivir perdidos en un universo demasiado grande,
Se desarrolló el individualismo; se agudizó la sensación de soledad.
El pensamiento estoico, que se impuso durante todo el helenismo y la época imperial romana, enseñaba a evitar el sufrimiento a través de la serenidad, la ausencia
porque el ejercicio del pensamiento y la educación podían entenderse como actos metafóricos y luminosos de culto a las nueve diosas.
Su obra sobre los autómatas es considerada un temprano precedente de la robótica.
La Biblioteca ocupaba un lugar esencial en aquella pequeña ciudad de sabios. Pocas veces en la historia se ha hecho un esfuerzo parecido, consciente y deliberado, por reunir en un único lugar a la mentes más brillantes de la época.
memoria del saber anterior, a los susurros del pasado con los que aprende...
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el símbolo de una época dorada de la ciencia.
las rutas de la memoria.
Leer construye una comunicación íntima, una soledad sonora que a los ángeles les resulta sorprendente
para crear tus propios universos. Esta libertad individual, la tuya, es una
independiente frente al pensamiento tutelado, y se ha logrado paso a paso a lo largo del tiempo.
sino que se ha escapado a otro mundo más libre y fluido elegido por él,
Este diálogo silencioso entre tú y yo, libre y secreto, es una asombrosa invención.
Quizá fue la primera biblioteca pública realmente abierta a ricos y pobres; élites y desfavorecidos; libres y esclavos.
Biblioteca de Alejandría. Nacida como un sueño —el deseo de albergar todos los saberes conocidos—, terminó adquiriendo proporciones de leyenda.
«Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y que cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre».
Siempre me emociona estar en los lugares donde algo comienza; en los territorios de las primeras cosas.
una aleación de ideas antiguas e inquietudes contemporáneas.

