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Y en la Francia de 1793, la Asamblea Nacional revolucionaria confiscó a la monarquía el palacio del Louvre con todas sus obras de arte para convertirlo en un museo. Fue un nuevo símbolo radical.
la Revolución francesa expropió la historia a los aristócratas.
En 1870, un grupo de empresarios fundó el Metropolitan de Nueva York;
el MoMA sería el primer museo privado de arte moderno.
Los museos han sido llamados «las catedrales del siglo XXI».
Se esconde aquí una atractiva paradoja: que todos podamos amar el pasado es un hecho profundamente revolucionario.
Inventados hace cinco mil años, los libros de los que estamos hablando, en realidad los antepasados de los libros —y de las tabletas—, eran tablillas de arcilla. En las riberas de los ríos de Mesopotamia no había juncos de papiro, y escaseaban otros materiales como la piedra, la madera o la piel, pero la arcilla era abundante. Por eso los sumerios empezaron a escribir sobre la tierra que sostenía sus pasos. Conseguían
El agua borraba las letras escritas sobre el barro pero, a cambio, el fuego, que ha sido verdugo de tantos libros, cocía las tablillas de arcilla igual que un horno de alfarero, haciéndolas más duraderas.
Además revela un gran avance teórico: la conciencia de la unidad de la colección como logro y como aspiración.
«Lugar de cuidado del alma».
la biblioteca como clínica del alma—,
Egipto enterró a sus viejos dioses, con los que convivía desde hacía milenios. Y, con sus dioses, sus objetos de culto y el lenguaje mismo.
Ese trozo de piedra sería universalmente conocido tiempo después con el nombre de piedra de Rosetta.
Por eso, los lingüistas intuyeron enseguida que el fragmento griego de la piedra de Rosetta abriría las puertas del idioma perdido del antiguo Egipto.
El nombre de Ptolomeo fue la llave que abrió la cerradura. Después de siglos de sigilo, los papiros y los monumentos egipcios volvieron a hablar.
El disco es una piedra de Rosetta universal y portátil, un acto de resistencia frente al olvido irrevocable de las palabras.
La invención del libro es la historia de una batalla contra el tiempo para mejorar los aspectos tangibles y prácticos —la duración, el precio, la resistencia, la ligereza— del soporte físico de los textos.
El resultado de ese largo proceso de elaboración eran láminas suaves, delgadas, aprovechables por ambas caras para la escritura y, sobre todo —esa es la clave—, duraderas.
el rastro de una fe ancestral en el aura de las palabras.
Indirectamente, es también una reflexión sobre la naturaleza de los libros: extensiones de la memoria,
los únicos testigos —imperfectos, ambiguos pero insustituibles— de los tiempos y los lugares adonde no llega el recuerdo vivo.
27
El susurro de los libros, pensé, es distinto en cada época.
pero la memoria siempre se aferra a la primera vez.
como hermanos gemelos rechazados, la piel herida y la sangre —la barbarie que acecha en los ángulos ciegos de la civilización—. Preferimos ignorar que el progreso y la belleza incluyen dolor y violencia. En
Inaugurada en 1444, fue, tras la destrucción de sus antepasadas helenísticas y romanas, la primera biblioteca pública del continente.
ser griego dejó de ser un asunto de nacimiento o de genética; tenía mucho más que ver con amar los poemas homéricos.
La Odisea es la primera representación literaria de la nostalgia, que convive, sin demasiados conflictos, con el espíritu de navegación y aventura.
Esa sabiduría nos susurra que la humilde, imperfecta y efímera vida humana merece la pena, a pesar de sus limitaciones y sus desgracias, aunque la juventud se esfume, la carne se vuelva flácida y acabemos arrastrando los pies.
Pero no había ningún afán de autoría: los poetas amaban la herencia del pasado y no veían razones para ser originales si la versión tradicional era bella.
¿Fue Homero ese personaje en el umbral de dos universos?
Homero: un bardo analfabeto de tiempos remotos; el responsable de la versión definitiva de la Ilíada y de la Odisea; un poeta que les dio un último toque; un copista aplicado que firmó el manuscrito con su nombre; o un editor seducido por esa estrafalaria invención de los libros, aire escrito.
No deja de fascinarme que un autor tan trascendente para nuestra cultura...
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después he aprendido que todos los paraísos son así, humildes y transitorios—.
En su esfuerzo por perpetuarse, los habitantes del mundo oral se dieron cuenta de que el lenguaje rítmico es más fácil de recordar, y en alas de ese descubrimiento nació la poesía.
son la espina dorsal de nuestra cultura.
y el vocabulario se volvió más abstracto.
Para referirse a su labor intelectual, Aristóteles eligió la palabra theoría y el verbo correspondiente theoreîn, que en griego aluden al acto de mirar algo.
la lectura, es decir, cuando podemos ver las palabras, y reflexionar despacio sobre ellas, en lugar de solo oírlas pronunciar en el veloz río del discurso.
Un Nobel para la oralidad. Qué antiguo puede llegar a ser el futuro.
después invenciones (primero las cuentas; a continuación los cuentos).
partir del modelo fenicio, él inventó, para su lengua griega, el primer alfabeto de la historia sin ambigüedades —tan preciso como una partitura—. Comenzó por adaptar en torno a quince signos fenicios consonánticos en su mismo orden, con un nombre parecido (aleph, bet, gimel… se convirtieron en «alfa», «beta», «gamma»...).
El alfabeto sacó la escritura fuera de la atmósfera cerrada de los almacenes de palacio, y la hizo bailar, beber y sucumbir al deseo.
Las versiones escritas de los libros eran solo un seguro contra el olvido.
Los textos más antiguos servían como partituras musicales del lenguaje, que solo los especialistas —autores e intérpretes— usaban y leían.
«La palabra escrita parece hablar contigo como si fuera inteligente, pero si le preguntas algo, porque deseas saber más, sigue repitiéndote lo mismo una y otra vez.
Internet está cambiando el uso de la memoria y la mecánica misma del saber.
La gran ironía de todo este asunto es que Platón explicó el menosprecio del maestro por los libros en un libro, conservando así sus críticas contra la escritura para nosotros, sus lectores futuros.
«De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio y el telescopio son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación».
De hecho, a lo largo de la historia, se han salvado la una a la otra: las letras resguardan el pasado; y la memoria, los libros perseguidos.

