Detrás de la guerra en Colombia (Ensayo) (Spanish Edition)
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Esta es una de las razones que explica por qué la magnitud de la violencia en Colombia con tanto silencio y poco conocimiento en sectores urbanos. Mientras que las dictaduras argentina y chilena se dedicaron a perseguir a la clase media-alta educada, en Colombia se persiguió, asesinó y masacró los sectores más excluidos.
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una violencia mayoritariamente rural que no tocó las grandes ciudades del país, donde aún hoy se desconoce la magnitud de la tragedia.
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se detectó que fueron los políticos los que buscaron a las AUC (Panamá América, 2009).
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Fueron una serie de outsider, sobre todo, nuevos ricos emergentes que se habían beneficiado con el proceso de privatización del Estado y la economía ilegal del narcotráfico.
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Cuando el poder político de estas élites estaba consolidado se dio la desmovilización paramilitar. Es algo así como si la violencia hubiera jugado un papel, pero cuando no fue necesaria se le aisló.
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El primer bloque de las autodefensas en desmovilizarse fue el Cacique Nutibara, al mando de alias don Berna, el 25 de noviembre de 2003.
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Por otra parte, las profundas grietas existentes en el interior de las AUC evidenciaban ya una imposibilidad de control de estructuras por parte de los líderes negociadores, lo que demuestra que la unidad con la cual las AUC quisieron presentarse para legitimar su negociación no era más que una ilusión estratégica para acceder a la impunidad ofrecida por el Gobierno.
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En este sentido, la tensión entre las facciones de los paramilitares por el negocio del narcotráfico terminó con la muerte de Carlos Castaño, histórico vocero de la ultraderecha armada (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013).
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De manera paralela, las múltiples violaciones al cese de hostilidades –que realmente nunca existió– y las abiertas confrontaciones por el poder territorial, minaron la confianza en el proceso de desmovilización por parte de la comunidad internacional y de un amplio sector de la sociedad colombiana, que incluso llegó a cuestionar la legitimidad de una mesa de negociación entre un Estado patrocinador del paramilitarismo y los paramilitares.
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Una parte importante de esa gran cifra de desmovilizados se rearmaron en los territorios en los que habían delinquido y se unieron a quienes no se habían desmovilizado. Por otra parte, solo se entregaron 18.002 armas, siendo la relación de armas combatientes de 0.56.
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la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara, primer bloque desmovilizado, había sido una farsa debido a que la mitad de desmovilizados no eran paramilitares.
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fueron identificadas serias violaciones a los compromisos de desmovilización por parte de las AUC, entre las que se cuentan rearmes de estructuras, reductos no desmovilizados y nuevos reclutamientos, especialmente en la zona en donde operaba el desmovilizado Bloque Norte al mando de Jorge 40 y en algunos departamentos de influencia del Bloque Central Bolívar.
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El pronto rearme al que hace alusión MAPP/OEA evidencia lo que en realidad sucedió con el proceso de desmovilización paramilitar, esto es, que nunca existió una coordinación unificada de las AUC que pudiera negociar con el Gobierno.
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También, es claro que el Gobierno se empecinó en mostrar resultados que no existían a través de elevadas cifras de desmovilizados que, al parecer, contenían delincuentes comunes,
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Álvaro Uribe, en su ingenuidad, dejó pasar por su puerta un fraude de dimensiones enormes que se aprovechó de su “voluntad de paz” o existía una suerte de complicidad entre los altos mandos del gobierno debido a la estrecha relación entre el paramilitarismo, la política, la acumulación de tierra y el narcotráfico.
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En conclusión, el proceso de desmovilización paramilitar fue fallido y plagado de irregularidades de todo tipo. Pero sin lugar a dudas redujo los índices de violencia.
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De la misma forma, la proporción de desmovilizados de las AUC que hacen parte de estos grupos podría estar cercana al 17
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Ernesto Báez, uno de los jefes del Bloque Central Bolívar, le había dicho a Luis Carlos Restrepo, en ese momento alto comisionado de Paz, que cerca del 80 % de los mandos medios habían quedado por fuera del proceso. Tal
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a inicios de 2006, nacieron en la costa Pacífica nariñense las denominadas Águilas Negras,
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Lo anterior es concordante con la idea de que en Nariño la desmovilización tuvo un efecto muy limitado, pues cerca del 50 % de los desmovilizados del Frente Libertadores del Sur retomaron las armas.
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Se podría decir que “… la designación gubernamental –Bacrim– tiene cierta remembranza a la de “bandoleros”, utilizada por los gobiernos del Frente Nacional para nombrar a los grupos de levantados en armas que no se desmovilizaron hacia finales de los años 50 del siglo pasado.
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El nombre de Bacrim tenía más una connotación política, que una intención de describir la realidad. El Gobierno buscaba destruir el concepto de paramilitarismo y, sobre todo, borrar a cualquier costo todo posible indicio de relaciones entre agentes estatales y estos grupos. Además, esperaba no darle una connotación política a estos grupos. Es decir, no darles estatus de beligerancia y, ante todo, borrar la imagen de grupos ilegales de dimensión nacional. Entre 2006 y 2008 lo que se dio fue un proceso de reconfiguración criminal en las zonas.
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las estructuras del ELN y su trabajo político se concentraron en zonas donde el movimiento obrero y social era fuerte, zonas donde además, también era fuerte el empresariado rural y empresarios de tipo semiurbano regionales,
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La segunda razón es que el trabajo político urbano es mucho más visible y esto causó pánico en la clase política tradicional.
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La tercera razón es que la zona donde nació el ELN en el departamento de Santander, fue rápidamente copada por los nuevos ricos. Es decir, narcos
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la presencia del ELN resultaba incómoda para estas estructuras nacientes.
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obviamente el ELN al resistirse a la economía del narcotráfico vivía del secuestro y las extorsiones, lo que significó que varios ganaderos llevaran paramilitares
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la arremetida paramilitar no se concentró contra el ELN sino contra la base social de este grupo y las organizaciones sociales que enmarcaban la izquierda.
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Por un lado, la utilización de amenazas, asesinatos selectivos y masacres contra la población donde existía influencia guerrillera.
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la resistencia del ELN a los cultivos de coca trajo cierto descontento por parte de los colonos, quienes veían en la coca una posibilidad de subsistencia. De hecho, una vez el ELN salió de varias zonas de Antioquia, los cultivos de uso ilícito se incrementaron.
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La negativa del ELN, durante este periodo o hasta el 2012, de permitir cultivos ilícitos y alejarse del negocio del narcotráfico lo llevó al marginamiento militar y económico,
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Ahora bien, en términos generales no solo se trató de un marginamiento económico y militar, sino también político, ya que la siembra de coca no siempre fue obligada por los grupos armados. En muchas zonas los campesinos libremente decidían sembrarla y se asociaban con aquellos que cuidaban sus cultivos y colaboraban en la comercialización.
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En la década del noventa, el campesino cocalero se convirtió en la base social de los grupos armados que se involucraron en el tema.
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año 2002, cuando las negociaciones de paz del Caguán llegaron a su fin y las Farc-EP desplazaron cantidades importantes de tropa a esos departamentos, inmediatamente se produjo una petición por parte de las Farc-EP de los territorios ocupados por el ELN. Estos últimos no accedieron y desde ese momento comenzaron los roces.
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Llegó a ser tan imponente el dominio del ELN en Arauca, que uno de sus máximos comandantes fue capturado por la fuerza pública, y luego en un operativo de película fue liberado de la cárcel por parte de las fuerzas especiales del ELN.
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En segundo lugar, con la evidencia empírica recogida se puede afirmar que los grupos paramilitares más que ejércitos contrainsurgentes, se conformaron como grupos de castigo colectivo hacia la población civil y grupos privados de seguridad al mando de políticos y empresarios.
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la violencia paramilitar transformó el mapa político, el mapa de la propiedad y de la producción en grandes regiones del país. Si bien el paramilitarismo cumplía labores contrainsurgentes, los enfrentamientos con los grupos guerrilleros fueron bastante bajos comparados con los índices de violencia ejercidos contra la población. Es decir, las funciones de contrainsurgencia eran una labor secundaria.
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Por ejemplo, para el año 2002 siete estructuras del grupo guerrillero rodeaban Bogotá, e incluso para ese mismo año se presentaron acciones armadas en el municipio de La Calera,
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Por último, la guerrilla del ELN asumió una posición de resistencia pasiva, evitando al máximo cualquier tipo de confrontación militar con la fuerza pública.
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Pero tal vez lo que se observa a lo largo del texto es que el conflicto logró sobrevivir con una escalada de violencia sin precedentes, gracias a los inmensos recursos de las economías ilegales.
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EP y el ELN operaron hasta el 2016 en 281 municipios de un total de 1.122 que tiene el país, es decir, cerca del 25 % de las municipalidades. Las Farc-EP en 242 municipios y el ELN en 99,
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Igualmente, en 190 de los 281 municipios hay presencia de economías de guerra, ya sean cultivos de coca, laboratorios de clorhidrato de cocaína, minería criminal o contrabando.
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La negociación de paz con las Farc-EP significó un importante paso para el fin de la violencia política, pero los retos en materia de seguridad seguirán siendo altos.
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el gobierno de Álvaro Uribe intentó vender la idea de que la guerra ya había sido ganada y solo faltaba un pequeño empujón. Efectivamente, la muerte de dos comandantes de las Farc, la estrategia de contención y la Operación Jaque, habían creado la idea de que la derrota de las Farc era posible. En la vida real no era cierto, las Farc habían comenzado un proceso de adaptación, en sus zonas históricas comenzaban a hacer ofensivas, pero a nivel urbano se creía en la derrota de la guerrilla.
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El objetivo era llevar el combate a la retaguardia de las guerrillas a la vez que los hacían retroceder del centro del país. Es decir, les aplicaron dos tipos de guerra.
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De hecho, como se verá más adelante, las Farc-EP intentaron en 11 ocasiones volver al centro del país y las 11 veces fracasaron.
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El objetivo era preservar el capital privado, y mantener a las Farc-EP como en una frontera, alejados de los centros de producción, que no fueran visibles para nadie.
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Plan Consolidación (Mora, 2010). Sobre el papel este plan buscaba redireccionar los esfuerzos del Estado hacia una transformación de las zonas intervenidas, de manera que no solo las Fuerzas Armadas llegasen allí con un planteamiento estratégico de desmantelamiento de la logística de los grupos armados, sino que permitiesen la entrada de diferentes instituciones en favor de generar la sinergia necesaria para la solución de las insuficiencias sociales de las poblaciones allí presentes.
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La idea era crear Estado en las zonas de presencia guerrillera, y el eje articulador era la coordinación institucional.
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porque los militares siempre administraron este plan y la parte civil nunca tomó el liderazgo, ni la iniciativa con las comunidades. En la vida real el Plan fue un fracaso en poco tiempo.