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by
Ariel Ávila
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May 10 - May 18, 2019
Zona de Distensión del Caguán. En una buena parte de las regiones las Farc-EP intentaron posicionarse como alternativa de poder y en varias regiones del país modificaron las relaciones de poder. Así, las Farc-EP en algunos casos iniciaron negociaciones con la clase política tradicional de estas zonas y en otros intentaron modificar las relaciones de poder en estas mismas regiones.
Por esas mismas fechas los paramilitares llevaron a cabo una estrategia, ya no de destrucción del Estado, sino de copamiento y alianza, que llevaría al fenómeno de la parapolítica. Así comenzó Colombia a convertirse a nivel nacional en un régimen más o menos democrático, con elecciones regulares y autoridades constantes.
dictaduras y autoritarismos subnacionales.
El abstencionismo promovido por las Farc-EP llegó a ser tan fuerte que en municipios con más de 50 mil habitantes solo votaban 200 personas; los ejemplos más claros fueron en el Putumayo, el Guaviare y algunas zonas del Caquetá.
En abril comenzaron a secuestrar alcaldes para obligarlos a seguir los lineamientos de las Farc.
Los secuestros políticos del año 2000 mandaban mensajes a las élites políticas del país, pero no fueron tan sangrientos como en el año de 1997.
La mayoría de los secuestrados políticos eran liberados días después.
La tercera zona de ofensiva se dio en el departamento de Cundinamarca. La ciudad de Bogotá para 1999 se encontraba rodeada por 9 frentes guerrilleros, ellos eran los frentes 53, 55, 22, 42, 54 y el frente 65 creado en 1997. Además se encontraban los frentes móviles Policarpa Salavarrieta, Abelardo Romero y Manuel Beltrán y las Columnas Joaquín Ballén y Che Guevara creadas en 1999. En el año 2000 se creó la columna Vladimir Steven.
El Caquetá siempre fue considerado un departamento de dominio guerrillero, pero en realidad fue el norte del Caquetá el que estuvo bajo dominio guerrillero, mientras que el sur –desde la década del ochenta del siglo XX– ha mantenido presencia paramilitar.
La hipótesis en este punto es que no solo durante años el modelo paramilitar fue legal en Colombia e impulsado en gran parte por entes oficiales, sino que además su legalización durante la década del noventa fue un premio a los criminales que colaboraron en la muerte de Escobar.
Al mismo tiempo, desde 1983 el narcotráfico comenzó activamente a participar en la promoción y asistencia de estos grupos, y ante la “guerra sucia” desatada contra líderes sociales y de izquierda fueron ilegalizados bajo la presidencia de Virgilio Barco.
Con el inicio de la persecución de Escobar, y en particular con la creación de los Pepes y los 12 del patíbulo, se instauró un fenómeno bastante recurrente en el establecimiento, que en términos esenciales significó que sectores del Estado se apoyaron en la ilegalidad para mantener e incrementar el poder político y económico.
Así, una vez muerto Escobar, el premio a los Pepes fue la legalización de sus ejércitos, mediante las Convivir. Personajes como Mikey Ramírez logró ser jefe de las Convivir en el Carmen de Bolívar. Castaño, Mancuso, todos ellos expepes, legalizaron sus ejércitos y reinsertaron sus vidas en lo que se creía era la legalidad:
La creación de las Convivir legalizó gran parte de estos grupos y permitió a narcotraficantes administrar el paramilitarismo a su antojo.
La mayor parte de las fuentes concuerdan en concluir que los grupos paramilitares han sido responsables en los últimos años del mayor número de desapariciones forzadas y del mayor número de violaciones al derecho a la vida ocurridas en Colombia. De acuerdo con las estadísticas
En febrero de 1995, el comandante de la policía en Aguachica afirmó que el grupo paramilitar que presuntamente era responsable de la masacre estaba directamente patrocinado por las Fuerzas Militares y, en particular, por el comandante de la base militar local, mayor Jorge Alberto Lázaro Vergel.
El método más utilizado por los grupos paramilitares, como ya era costumbre, fueron las masacres.
Con ello no solo aplicaban la estrategia de campo arrasado e intentaban crear bases de apoyo, sino que además producían grandes desplazamientos de población de estas zonas, que más tarde serían dedicadas a la palmicultura, ganadería y explotación minera.
Cuando se comparan el número de sitios donde operaban las Convivir y los jefes de las mismas, las coincidencias son bastante dicientes.
Es de anotar, que la ofensiva paramilitar en Antioquia durante esta primera etapa se centró contra la población civil y no contra los grupos guerrilleros, en términos esenciales se abonó el camino para lo que sería la ofensiva de 1997.
crearon grupos privados de seguridad que según ellos les servían para enfrentarse a los grupos guerrilleros que ejercían bastante presión en la zona, y además garantizaban el control poblacional sobre los mineros, evitando que estos se organizaran
En todo caso los grupos paramilitares tenían tres formas de actuar. Las masacres, los desplazamientos y asesinatos selectivos. Estos fueron sus repertorios de violencia más comunes. Además, la presencia paramilitar se hizo fuerte allí donde existía algún tipo de renta pública o privada. De ahí que los territorios mineros, petroleros y ganaderos fueron los focos de su desarrollo.
En Antioquia las AUC con las AUCC no entraron directamente a combatir a la guerrilla, aunque lo hicieron en mayor medida que en el resto del país. Particularmente se dedicaron al castigo sistemático de la población civil.
Como se observa a pesar de la fuerte confrontación, el aumento del homicidio, las masacres y el desplazamiento que provocó la expansión paramilitar la persecución de la fuerza pública fue bastante baja.
Incluso, en los municipios de presencia guerrillera donde la tasa de homicidio era baja, debido a cierto control histórico, estos comenzaron a aumentar con la penetración paramilitar, casi todos ellos con una tasa baja pero empeorando en el aumento de los homicidios. San Carlos e Ituango hacen parte de dicha expansión.
A la vez, los municipios del Urabá antioqueño comenzaron a descender en la tasa de homicidio, luego de la violenta guerra que se había vivido los años anteriores. Aunque, aún faltaba bastante violencia por ocurrir en esta región del país. Es decir, para el año 2000 y 2001 la expansión paramilitar se había detenido; ya comenzaba el proceso de consolidación.
Como se venía presentando hubo un aumento de la presencia paramilitar de más de 100 municipios entre 1999 y el año 2000.
La segunda zona en ser objeto de la ofensiva paramilitar fue la costa Atlántica.
Ahora bien, debe decirse que los paramilitares también secuestraron políticos, los asesinaron, pero hubo prácticas que caracterizaron los diferentes GAI.
El 23 de mayo, Marlin María de la Ossa, estudiante de la Universidad de Córdoba, fue asesinada antes de llegar a su casa. Su nombre se encontraba en una lista divulgada por las Autodefensas de Córdoba y Urabá (ACCU),
Fue tanta la barbarie paramilitar, que en septiembre del año 2000 los paramilitares incendiaron más de 75 casas en cinco veredas de Ituango, Antioquia.
Toda la avanzada paramilitar fue un río de sangre, que el país no vio por el sofisma de la Zona de Distensión.
El ELN se fortaleció en los territorios de explotación minera y petrolera que se caracterizaron por algún grado de cualificación política de estas comunidades, incluso, las comunidades campesinas en las cuales el ELN ejercía influencia mantenían algún tipo de organización social estable,
Sin embargo, la ofensiva paramilitar aniquiló, entre 1999 y el año 2002, el 80 % de las estructuras del ELN, como lo veremos más adelante.
El Frente de Guerra Norte, con eje urbano en la ciudad de Barranquilla, fue el tercero en importancia, pero el primero en ser desmantelado por la presión paramilitar.
En la región del Magdalena Medio y en general en todo el departamento, el secuestro fue una herramienta que aplicaron los grupos guerrilleros de forma generalizada. Entre 1992 y el 2000 se realizaron 1.669 secuestros en el Magdalena Medio, de los cuales 1.048 fueron adjudicados a las guerrillas.
En segundo lugar, vale la pena observar que el aumento en el número de desplazados que se da durante 1997-2001 coincide a su vez con la llegada de la expansión paramilitar al departamento, la cual se evidencia con el aumento del número de municipios en disputa durante 1997-200.
octubre de 1998 se produjo el hecho que acarreó mayores costos para esta guerrilla, cuando integrantes de la compañía Cimarrón del frente José Antonio Galán dinamitaron un tramo del leoducto Central de Colombia, ubicado a 34 kilómetros de Segovia, ocasionando el derrame de petróleo por el río Pocuné, muy cerca de la población de Machuca. Al paso del caudal, una chispa originó una explosión que causó la muerte en medio del fuego de 84 personas, la mitad de ellas niños. Otras 30 quedaron heridas. En un principio, el ELN culpó al Ejército de prender el fuego, pero ante la presión nacional e
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El ELN no se puede medir únicamente de forma militar, como si se podía hacer con las Farc-EP. Desde el año 2003, el ELN comenzó un proceso que denominó resistencia pasiva. Con el objetivo de preservar el aparato armado e incrementar el trabajo político.
La estrategia de boicot electoral, en el caso del ELN, asestó un duro golpe a sus bases sociales, pues las bases de esta guerrilla tenían formación política con aspiración electoral. Por ende, su decisión llevó a un desencanto con la guerrilla, y sumado a la arremetida paramilitar, rápidamente el ELN perdió zonas urbanas importantes. Al final del periodo de estudio, en el 2003, este grupo guerrillero había salido de sus zonas históricas y había perdido influencia en organizaciones sociales. Mapa 29.
Durante todo el proceso de investigación se concluye que mientras el país pensaba y debatía sobre los diálogos del Caguán, sobre el terreno, el paramilitarismo se expandió. Es decir, si de algo se debe
acusar a Pastrana no es de entregarle el país a las Farc-EP sino al paramilitarismo.
La segunda conclusión es que, si la Política de Seguridad Democrática fue contra las Farc-EP, la ofensiva paramilitar castigó al ELN, lo derrotó
de forma estratégica. Pero no fue una derrota en campo de batalla, el paramilitarismo destruyó toda base social organizada en grandes zonas del país. La guerra del paramilitarismo no fue contra las guerrillas, sino contra la sociedad. Sindicalistas, líderes agrarios, defensores de derechos humanos, cayeron en esas masacres. A esto es lo que se llama homogenización política: la oposición y el disenso eran castigados con la muerte.
La cuarta conclusión deja ver una relación complicada e histórica de las guerrillas del ELN y las Farc.
Sin embargo, para el año 2001, la situación cambió. Las Farc y el ELN debieron unirse y hacer operaciones militares conjuntas para atacar las bases paramilitares, dos de ellas sobre el campamento general de las AUC, donde se encontraba Carlos Castaño.
la estrategia paramilitar para copar el territorio era siempre la misma y con grados altos de sevicia. Era la estrategia de campo arrasado.
Lo primero que hacían, cuando llegaban a un territorio, era hacer una masacre. Centenares se hicieron en el periodo de estudio. Ahí causaban el primer desplazamiento, que generalmente era masivo y desocupaban veredas o corregimientos completos. Luego, hacían una segunda incursión, con lista en mano, y se cometían asesinatos selectivos de líderes de las comunidades. La mayoría de esas ejecuciones eran públicas.
Todo esto se hizo ante los ojos de la fuerza pública colombiana.
Todos los actores de la guerra secuestraron, pero las guerrillas tuvieron la cuota más importante. Además, fueron los que inauguraron las famosas pescas milagrosas, que fue la práctica más degradada del secuestro.