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July 29 - September 29, 2023
“[l]a probable colaboración del crimen organizado con la policía de Iguala en este ataque ha contribuido a oscurecer la naturaleza específicamente política de este crimen”.
aguardamos ahora una literatura con la misma voluntad crítica de someter a juicio la violencia de Estado.
Para encubrir el crimen, el gobernador del estado trama la renuncia forzada y la eventual desaparición del alcalde. Y para retomar el control del consternado Remadrín, el gobernador ordena la ocupación militar de las calles. Contingentes de soldados bloquean los caminos e impiden la entrada de alimentos.
porque el caso de Ayotzinapa se inscribe en el monopolio de la violencia legítima e ilegítima que el Estado mexicano ha ejercido invariablemente a pesar de las discontinuidades políticas entre sus gobiernos,
La ausencia de una estrategia federal facilitó la creación de regiones en las que estructuras de poder locales asumieron el control de la economía clandestina con alianzas mafiosas entre gobernadores, procuradurías estatales y empresarios en estados como Tamaulipas, Chihuahua, Michoacán, y desde luego, Guerrero.
la historia concreta de una localidad atrapada en un conflicto armado en el que participan políticos, militares, empresarios y traficantes, pero que continúa narrándose bajo la imprecisa épica de la “guerra de cárteles”.
en “el proceso de neutralización y despolitización” actual “el capitalismo demócrata liberal se ha impuesto como la única solución racional al problema de organización de las sociedades modernas”.
En México, el despolitizado régimen de representación adoptado por la mayoría de las narconarrativas continúa estando epistemológicamente basado en la matriz discursiva oficial que el sociólogo Luis Astorga detectó hace casi veinte años durante la era del Estado soberano del PRI.
Como en la novela de Sada, quedará en cambio la compleja red de criminalidad que enmarca al narco dentro del Estado y la sociedad civil, entre políticos, empresarios y policías, es decir, en la clara superficie de nuestra compartida esfera pública.
Esperemos que en alguna parte de México alguien haya por fin comenzado a narrar nuestra nueva realidad.
la máquina presidencial del PRI sometió durante siete décadas a generaciones enteras de narcotraficantes. No se trató de una relación de complicidad o de tolerancia, sino de una total subordinación del crimen organizado al poder político. Con la derrota del PRI en la elección presidencial de 2000, el Estado policial pasó a ser un Estado securitario. Y mientras Bolaño escribía, el país ya se despeñaba hacia un nuevo poder político fragmentado con la consolidación del neoliberalismo como principio de gobierno. Entre sus muchos aciertos, 2666 da cuenta de esa fragmentación del poder.
El periodismo en México se ha esforzado en documentar la crónica de las víctimas; ahora falta el nombre de los victimarios.
Como los superhéroes, los narcos carecen de currículum; sólo tienen leyenda. Desconocemos a sus pares en los Estados Unidos. En México son ubicuos e intangibles. Lo mismo da que se encuentren en un presidio de máxima seguridad o en una mansión con jacuzzi de concha nácar, pues no dejan de operar. Curiosamente, la negación de la violencia ha dado paso a un temor muy informado. Para certificar que los capos son los “otros”, seres casi extraterrestres, memorizamos sus exóticos alias e inventariamos sus dietas de corazón de jaguar con pólvora o langostinos espolvoreados con tamarindo y cocaína.
La primera tesis señala que casi todo enunciado de conocimiento sobre el narco es el resultado de un monopolio discursivo detentado por el Estado mexicano.
La segunda tesis deconstruye la mitología del narco y reescribe su historia como la historia del Estado disciplinando a las organizaciones criminales.
el narco en México no sólo no antagoniza con el Estado, sino que es en realidad el resultado de una operación política y judicial dirigida desde el mismo Estado que estructura y a la vez limita el mercado ilícito de estupefacientes.
el 2000. El narco aparece en la novela como una incipiente amenaza que corre libre de las ataduras del gobierno federal y que ahora debe pactar con los emergentes poderes fácticos de los estados del norte del país.
Arrecife se agrega para advertir que tras el Apocalipsis nacional de más de 121,000 homicidios atribuidos al “narco”, ese otro fantasma inventado por el Estado, sólo es posible sobrevivir reproduciendo los vectores de violencia como producto exótico de nuestros tianguis internacionales, junto al mezcal, el petróleo y las telenovelas, cuyas estrellas ahora decoran con su rubia compañía a nuestra delictiva pero muy fotogénica clase política.
la paraestatal clandestina que fue el narcotráfico en México hasta la presidencia de Carlos Salinas de Gortari.
Justificando el más sangriento programa de biopolítica concebido en la historia moderna de México, Calderón propulsó la narrativa oficial que aseguraba que el país estaba en manos de peligrosos cárteles de la droga mucho más preocupados en aniquilarse entre sí que en seguir generando las insondables ganancias que los han llevado a las listas de millonarios de la revista Forbes.
El narcotráfico parece menos grave si result...
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Durante seis años, el presidente Felipe Calderón insistió en una lógica de combate con bandos, líneas de fuego, tropas leales y enemigas, donde el gobierno quedaba fuera del problema y combatía a los otros [...] La realidad es distinta: el narcotráfico forma parte de la sociedad. Ver a los capos como alienígenas que almuerzan el hígado de un delator, coleccionan jirafas de ...
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para entender el problema del narco, propone volver la mirada hacia el Estado y sus políticas antidrogas, las cuales, como la insólita aporía de la Revolución Institucional, son en realidad políticas prodrogas, es decir, a favor de su control, su redituable sometimiento.
da forma narrativa al nuevo orden político pos-Pri de Ciudad Juárez y el triunfo del narco local, ahora regulado por las élites políticas estatales y sus brazos policiacos;
no es fácil localizar proyectos narrativos que se distancien de la narrativa oficial que describe al “narco” como la sempiterna lucha de cárteles y sus capos exóticos.
Este futuro está basado en los ricos haciéndose más ricos, los pobres haciéndose más pobres, y el crecimiento industrial produciendo pobreza más rápido que la riqueza que distribuye.
la investigadora Molly Molloy contrapone información estadística más precisa para concluir que el feminicidio de Ciudad Juárez es “un mito” discursivo: De los casi cuatrocientos casos documentados en los archivos de Esther Chávez [una de las principales activistas locales] entre 1990 y 2005, alrededor de tres cuartas partes de los casos fueron violencia doméstica, y los casos fueron esencialmente resueltos. Es decir, el asesino fue identificado como un conocido o pareja doméstica o pariente de la víctima. Sólo alrededor de cien fueron casos completamente irresueltos. Éstos son los casos que
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Cuando desde lo literario se articulan formas de representación que reproducen el estereotipo de la joven mujer victimizada inevitablemente desaparecen las condiciones más significativas del fenómeno: el desempleo, la extrema desigualdad económica, la vulnerabilidad de las instituciones, la corrupción institucional.

