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Kindle Notes & Highlights
by
David Brooks
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April 16 - May 24, 2025
El acompañamiento a menudo implica una entrega de poder que es hermosa de contemplar. Un maestro podría ofrecer las respuestas, pero quiere acompañar a sus alumnos mientras descubren cómo resolver un problema. Un directivo podría dar órdenes, pero a veces el liderazgo significa ayudar a los empleados a convertirse en dueños de su propia tarea.
El terapeuta Irvin Yalom pidió una vez a una de sus pacientes que escribiera un resumen de cada sesión de terapia grupal que realizaban juntos. Cuando leyó sus reportes, Yalom se dio cuenta de que ella experimentaba cada sesión de manera por completo diferente a él. Ni siquiera escuchaba las ideas supuestamente brillantes que Yalom creía que estaba compartiendo con el grupo. En cambio, notaba los pequeños actos personales: la forma en que una persona elogiaba la ropa de otra, la manera en que alguien se disculpaba por llegar tarde.7 En otras palabras, podemos estar juntos en el mismo evento,
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sistema visual construye el mundo tomando lo que ya sabes y aplicándolo a la escena que tienes delante. Tu mente una y otra vez se hace preguntas como: “¿A qué se parece esto?” y “La última vez que estuve en esta situación, ¿qué vi entonces?”. Tu mente proyecta una serie de modelos de lo que espera ver. Luego, los ojos revisan para informar si estás viendo lo que la mente esperaba. En otras palabras, ver no es un proceso pasivo de recibir datos; es un proceso activo de predicción y corrección.
Si vamos a convertirnos en iluminadores, primero debemos hacer preguntas y buscar respuestas. Necesitamos preguntar: ¿Qué te parece esto? ¿Ves la misma situación que yo veo? Entonces debemos preguntarnos: ¿Cuáles son las experiencias y creencias que te hacen verlo de esa manera? Por ejemplo, podría preguntar: ¿Qué te pasó en la infancia que te hace seguir viendo el mundo desde el punto de vista de un extraño? ¿Qué tiene tu vida hogareña que hace que celebrar fiestas y organizar cenas sea tan importante para ti? Odias pedir favores. ¿Por qué es un problema para ti? Pareces tenerlo todo y, sin
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Mucha gente piensa que un buen conversador es alguien que puede contar historias divertidas. Es un narrador, pero no un conversador. Mucha gente piensa que un buen conversador es alguien que puede ofrecer conocimientos penetrantes sobre una variedad de temas. Eso es un conferencista, pero no un conversador. Un buen conversador es un maestro en fomentar el intercambio bidireccional.
Una buena conversación te incita a tener pensamientos que nunca antes habías tenido. Una buena conversación empieza en un lugar y termina en otro.
Vas a aplicar lo que algunos expertos llaman el método SLANT (por sus siglas en inglés): siéntate, inclínate hacia delante, haz preguntas, asiente con la cabeza, sigue al hablante. Escucha con tus ojos. Eso es prestar atención al cien por ciento.
La escucha activa, por otro lado, es una invitación a expresar. Una forma de pensarlo es a través de la metáfora de la hospitalidad. Cuando escuchas, eres como el anfitrión de una cena. Has preparado el escenario. Estás irradiando calidez hacia tus invitados, mostrando lo feliz que eres de estar con ellos, acercándolos a donde quieren ir. Cuando hablas, eres como un invitado a una cena. Estás trayendo regalos.
Para iniciar una conversación, encuentra aquello a lo que la otra persona está más apegada.
Los buenos conversadores piden historias sobre eventos o experiencias específicas y luego van aún más lejos.
una partera no está ahí para marcar el rumbo con ideas sino para recibir y desarrollar las ideas que la otra persona está elaborando.
Pero aprender a hacer las preguntas correctas también es una aptitud vital en el repertorio de un buen conversador.
David contrata bien porque está muy concentrado. Lo primero que busca cuando contrata a alguien es, dice, el “talento extremo”. Él define esto de manera estricta. No quiere a alguien que diga que le encanta enseñar en general; quiere escuchar a alguien identificar la tarea docente específica en la que se destaca:
En segundo lugar, David busca un “espíritu de generosidad”. ¿Será esta persona amable con los demás? Una forma en la que intenta discernir el carácter de una persona es con lo que él llama la técnica de “llévame al pasado”. David descubre que cuando se pregunta a las personas sobre su vida, tienden a comenzar en el medio: con su carrera. Entonces él preguntará: “Llévame al momento en que naciste”.
Niobe Way es una educadora que un día enseñaba a niños de octavo grado cómo realizar entrevistas. Ella se convirtió en su primer sujeto de entrevista y les dijo que podían preguntarle cualquier cosa. Así fue una de esas entrevistas: ESTUDIANTE A: ¿Estás casada? WAY: No. ESTUDIANTE B: ¿Estás divorciada? WAY: Sí. ESTUDIANTE C: ¿Aún lo amas? WAY: (Profundo suspiro.) ESTUDIANTE D: ¿Sabe él que todavía lo amas? ¿Lo sabe? WAY: (Lágrimas en sus ojos.) ESTUDIANTE E: ¿Lo saben tus hijos? Los niños no tienen miedo de hacer preguntas directas. Pero en algún momento durante la niñez o la adolescencia
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He aprendido que a veces las preguntas sencillas son las mejores.
El peor tipo de preguntas son aquellas que no implican una cesión de poder, que evalúan: ¿Dónde fuiste a la universidad? ¿En qué vecindario vives? ¿A qué te dedicas? Implican: “Estoy a punto de juzgarte”.
Las preguntas cerradas también son malas preguntas. En lugar de ceder poder, quien pregunta está imponiendo un límite a cómo se puede responder la pregunta. Por ejemplo, si mencionas a tu madre y te pregunto: “¿Eras cercano?”, entonces he limitado la descripción de tu relación con tu madre al marco cercano/distante. Es mejor preguntar: “¿Cómo está tu madre?”. Eso le da a quien responde la libertad de ir tan profundo o tan superficial como quiera.