Pablo Poveda's Blog, page 10
September 26, 2021
Abrumado
Quiero regresar al hábito de escribir un poco cada día. Se lo leí a Dean Wesley Smith un día e hice mía la idea. El problema es que no siempre la pongo en práctica. Han sido unos meses muy duros. Cuando vives de tus palabras, la presión en el ambiente es distinta a cuando otras cosas te pagan las facturas. En mi caso, he aprendido una gran lección.
Esta noche he soñado con un final de novela de Maldonado. El subconsciente me manda señales para que despache a la familia Coves y vuelva a patear las calles de Madrid. La escena era simple: Maldonado, con su Barbour, conducía un viejo BMW hasta un desfiladero. Ahí sacaba el botín, que era un maletín lleno de billetes, y una ventisca hacía volar el dinero. A pesar de la fortuna, Maldonado seguía siendo pobre. No estaba mal para un final de novela, pero me hubiera gustado saber algo sobre el caso -que es la chicha de la historia-. La calle vuelve a ser lo que era dos años antes. Había olvidado el ritmo frenético de la ciudad, el tráfico de las avenidas, el rugido de la noche.
Será cosa mía, pero noto cómo la alegría se contagia y hace más bonitas las sonrisas de la gente.
Cuanto más me acerco a la realidad presente, más me alejo de la virtual. Cada día que pasa, me abruma un poco más estar al día con todo. Podcasts, novedades literarias, mensajes de Whatsapp, correos electrónicos, artículos en la web… La televisión lleva apagada más de un mes y la última serie que vi, fue antes del verano.
Y no me importa.
Supongo que he recuperado algo que creía perdido.
La entrada Abrumado se publicó primero en Pablo Poveda.
September 21, 2021
Atrofiado
Me dije que tenía que volver. Me resulta difícil aceptar que ya estamos entrando en el final de algo, del mes de septiembre, de un proyecto que iba para unas semanas -y que se convirtieron en meses-, del propio verano… pero es así.
Me dije que tenía que retomar algunos hábitos prepandémicos para cubrir el vacío que han dejado aquellos de los que ya me he deshecho. Y en ello estoy.
Me impuse un alejamiento de las distracciones durante unas semanas, al menos, hasta que terminara la novela pendiente y me hiciera cargo de los proyectos que giraban a mi alrededor. Quite las notificaciones del teléfono, eliminé las aplicaciones que me conectaban con lo virtual y vi cómo los correos se acumulaban en la bandeja de entrada. No lo eché de menos y me alegra que así fuera.
Me apliqué la ley de Pareto en la que el veinte por ciento de mi tiempo en línea debía cubrir las necesidades de ese ochenta restante. Y me temo que así seguirá. Hace unos años tenía muchas cosas que sacar de dentro. Ahora siento que las palabras llegan más despacio, como una marea baja que se aproxima a la orilla de la playa.
Poco a poco, uno se desprende de viejas pieles, se olvida de algunas cosas, huye de la atención y se enamora de la intimidad. Los días no son tan largos como me gustaría. Si por mí fuera, aún seguiría en esa coctelería del barrio viendo desde la barra cómo servían mi Glenfiddich con ginger ale. Si por mí fuera, existiría un disco de jazz para cada atardecer.
Escribo estas palabras atrofiado, como un motor de coche que arranca después de un letargo. He pasado el verano escribiendo, pero también reescribiendo. Pero escribo, al fin y al cabo, que es lo que importa, y estoy bien, que es de lo que se trata.
Sigo pensando que lo mejor está por llegar.
La entrada Atrofiado se publicó primero en Pablo Poveda.
August 21, 2021
Llegando a la bajada
Sin darme cuenta parece que agosto encara su recta final. Escribo estas líneas antes de llevar el coche a lavar, hacer los recados del sábado y regresar a la escritura. Ayer derribé el muro psicológico de las siete mil quinientas palabras. Hacía tiempo que no llegaba a esa forma, pero correr me ha enseñado a que todo es mental. El proyecto en el que trabajo toma cada vez más forma. He pasado el umbral de las cien mil palabras y me enfrento a la resolución del primer borrador. Luego habrá que echarle horas y horas armando el rompecabezas en el que me he metido. Los libros tan largos sacan lo mejor y lo peor de mí. Creo que éste merece la pena. No espero nada de él y a la vez tengo grandes expectativas puestas en su salida. Pero he aprendido a que existe un factor determinante que está fuera de mi alcance, por mucha intención que le ponga.
El viejo iMac murió hace unos días y decidió no mover el disco duro. Perdí algo de tiempo, pero tuve que acondicionar mi escritorio al viejo portátil (otro Macbook de 2010). Por suerte lo tenía todo guardado en copias de seguridad. Lo bueno de usar Linux es que lo arranca hasta un viejo Seat 850. Algún día hablaré de cómo y por qué nunca he comprado un ordenador. Es una historia curiosa, nada más.
El verano entra en pendiente. Esta semana he descubierto una lista de música para escribir que me está salvando las tardes. Y casi se me olvida que termina el plazo de participación en el Premio Amazon, en el que participo con El Último Adiós.
No puedo esperar a ver qué nos trae la bajada del año.
La entrada Llegando a la bajada se publicó primero en Pablo Poveda.
August 12, 2021
Caballo de apuestas
No creo que exista -para mí- mayor satisfacción que la de trabajar en algo que supera tus propios límites. A principios de verano me adentré en un varios proyectos a la vez.
Dos de ellos verán la luz pronto y el tercero lo hará en 2022.
De los dos primeros, uno es una novela. Tal vez, el borrador más largo que habré escrito hasta la fecha -que no el libro, porque habrá mucha tela que cortar-. Una historia compleja que llevaba dentro en la que me he atrevido a romper con todo y con todos, saltándome las reglas -mis reglas-, entregándome a técnicas desconocidas, regresando a viejas ediciones impresas de papel y peleándome con un abanico de elementos que se mueven como un péndulo. Así y todo, sé que estoy ante mi mejor trabajo, al menos, personalmente hablando. Luego, los comentarios de los lectores decidirán. Habrá quien esté conmigo y también quien opine que no es así, y ambos puntos de vista son aceptados. La única opinión que no valoro es la de quien no me lee o no me compra (me piratea).
Por tanto, estos días, alcanzando el ecuador del borrador, llego a una reflexión. ¿Considero que es mi mejor obra por el sacrificio o tiempo invertido? ¿O pienso que es mi mejor obra por la propia complejidad de la historia?
A nivel personal (y sólo personal) sucede que a más tiempo invertido, mayor recompensa al finalizar. Esto implica involucrarse más en el proyecto, convivir con la historia, ser parte de ella y sentir hasta el perfume de los personajes.
A nivel monetario, la experiencia me ha demostrado que esta regla no se aplica. Mayor esfuerzo no significa mayor recompensa. Existen muchos factores y destrezas que determinan la recompensa y el esfuerzo, sin muchos de estos, sólo sirve para seguir puliendo el diamante.
Y esto se aplica a cualquier área de nuestras vidas.
Soy de los que pone toda la carne en el asador cada vez que me siento a escribir, pero también de los que reconoce que unas obras me han costado más esfuerzo que otras y que algunas de esas que se han escrito casi solas, se han vendido tres veces más que el resto.
¿La razón? Es simple.
Cada día malo, sale algo bueno de ti. Cada día sin inspiración, escribes sin presión y dejas un párrafo para la historia, una idea potente, una escena sublime o una pepita de oro que encontrarás durante la revisión. La cuestión es avanzar, seguir ahí, aunque no tengas ganas, aunque te veas en un callejón sin salida. Porque así me siento cada vez que empiezo una historia, con sus subidas y bajadas, con los días en los que nada tiene sentido. Y sigo porque ya no tengo miedo y sé que el fracaso significa no llegar a la meta. Si he planeado mal o me doy cuenta de que he improvisado demasiado cuando llego a la mitad, retrocedo -aunque me duela-, corto, limpio y empiezo de nuevo.
Sé que con esta historia estoy forjando la última herradura de un caballo de carreras que pronto estará listo para correr.
Lo dejo por escrito en este blog, como siempre he hecho, para regresar a esta entrada dentro de unos años.
La entrada Caballo de apuestas se publicó primero en Pablo Poveda.
August 3, 2021
Libros que leeré este verano
Ahora que he terminado de leer El Padrino de Mario Puzo (¡Madre mía, qué libro!), me pongo con las lecturas pendientes que tenía para este año. Mi idea es leerlas durante el verano, aunque sé que se alargará hasta finales de año. Leo a diario y soy muy lento haciéndolo. No soy de los que termina todo lo que compra, pues el tiempo vale más que unos cuantos euros. Si el libro me gusta, lo termino. Si no lo hace, lo dejo a medias y no hago ningún drama. Por otro lado, quienes me seguís estáis a la espera de que dé noticias sobre lo próximo que sacaré. Por fortuna o por desgracia, la novela que llevo entre manos es tan larga (la más larga que he escrito hasta la fecha y ni siquiera diviso el final) que no publicaré nada nuevo hasta septiembre-octubre (lo siento). Será un punto de inflexión en mi carrera, sobre todo para mí. La historia pone fin a una etapa muy personal y estoy experimentando con un estilo nuevo. Después de varios cambios en mi vida privada, me he metido de lleno en esta historia (que esperaba a ser escrita desde hacía meses) y he decidido romper con lo establecido anteriormente.
Por esa razón, os dejo una lista con las obras de grandes compañeros que tengo esperando en mi Kindle. A algunos ya los he leído anteriormente y con otros me lanzo por primera vez (pero los comentarios de otros lectores han sido muy positivos).
Espero que las disfrutéis:
Inmemorian de Ismael Santiago
La Madre de Todas las Ciencias de Cristina Grela
Los Robles de Enrique de la Cruz
Entre Bambalinas de Luis A. Santamaría
El Tapicero de Wisconsin de Jordi Rocandio
La música de los huesos de Nagore Suárez
Aprovechando la lectura, quienes tengáis cuenta de Amazon Prime (y mientras preparo mi próximo proyecto) podéis disfrutar de algunos de mis libros completamente GRATIS, si no lo habéis hecho todavía.
Si no tienes cuenta Prime, puedes usar la promoción de suscripción gratuita de Kindle Unlimited durante 30 días (no te cobrarán, pero cancélala antes de que termine el periodo de prueba) y disfrutar de todos mis libros también.
Los títulos para Prime son los siguientes:
El misterio de la familia FonsecaRojoFalsa Identidad (de Dana Laine)PerseguidoPor otro lado, en oferta con precio reducido están:
Odio (la primera entrega de Don)Pack Rojo 1-3 (Rojo, Traición, Venganza)La entrada Libros que leeré este verano se publicó primero en Pablo Poveda.
July 30, 2021
El arte de no hacer, de no ser y de no existir
Regreso al blog porque no me gusta que pase mucho tiempo entre dos entradas. Este espacio es como mi casa, lleva abierto desde 2015 y sé que hay quien se interesa, con más o con menos entusiasmo, en leer lo que escribo.
Está siendo un verano atípico, gratificante -me gustaría decir que tranquilo, pero no es así- y muy productivo. He decidido quedarme en Madrid por cientos de razones, pero sobre todo porque es la ciudad donde vivo, donde está mi vida, mi ocio, mi apartamento y mi taller, donde puedo escribir con paz absoluta. Existen muchas razones para huir de Madrid, pero yo no las tengo. Este verano también es atípico porque, a pesar del éxodo vacacional, las terrazas están llenas de sonrisas, llenas de turistas por las calles y llenas de una esencia que se fue durante un largo episodio y que parecemos haber olvidado. Iluso de mí que pensaba que eso de reservar una mesa para cualquier encuentro, era algo excepcional por la crisis. No ha sido así.
Este mes de julio me ha dado por escribir y bien fuerte. Lo que a principios de año empezó como una idea, hoy son más de trescientas páginas de las que sólo tengo el principio. Detesto hablar del trabajo inacabado y no me gusta generar expectativas de algo que ni siquiera sé si verá la luz. Es un texto bruto, sin precisión todavía, pero con unas entrañas muy interesantes. Lo estoy pasando en grande poniendo vida y fin a una etapa literaria, con rumbo pero sin reglas, dejándome llevar -esta vez, sí- por una brújula interior que rompe cada una de las normas básicas que tanto se repiten en los manuales de escritura. Pienso en mí y en quien lo va a leer. Lo demás, me importa un cuerno. Cuando llegue el momento oportuno, lo sabréis todo.
Que le jodan a los críticos. Aquellos que no pueden hacer, enseñan. Aquellos que no pueden enseñar, critican – JA Konrath.
Paseo por la ciudad, cruzando de norte a sur, de este a oeste. Disfruto con la amalgama de gentes, ya no por las clases que ocupan sino por las vidas que tienen. No juzgo, no critico. Cada uno hace (hacemos) lo que puede, lo que le apetece y lo que le permite la existencia. Y está bien así. Todas las hormigas trabajan, pero cada una a su ritmo. Todos dan vueltas a sus problemas y todos creen que son lo más importante en este mundo. Mi problema es terminar el verano con todos los deberes hechos, que no son pocos. Por tanto, ni siquiera creo que se le pueda llamar problema, aunque me abrume al pensar en ello. Estoy preparando algo muy interesante para quienes escriben o quieren escribir y alcanzar lectores. Tampoco puedo hablar de ello (no es un libro), pero lo anunciaré cuando llegue la fecha.
Ayer, Cristina Grela (su blog es de visita obligada) hablaba sobre regalías en Amazon y tomarse esto en serio. Cristina tiene una explicación muy lúcida que diferencia entre la afición, la pasión y la profesión. Y entiende muy bien las reglas del juego. En este mundillo de vanidades, culpables -los demás, siempre, claro- y frustraciones -ve tú a saber por qué-, es difícil encontrar razonamientos como el suyo.
Hay que disfrutar la vida, lo que hacemos y lo que somos, de la mejor manera posible.
Por último, mientras continúo con esta obra magna que a veces me encierra en casa entre páginas de otros libros, y otras veces me traslada al delirio conversacional de las terrazas, con sus rizos dorados, sus pieles morenas del sol marbellí, las copas de vino blanco y las tablas de ibéricos. Sigo con mi bloqueo hacia las redes, el bloqueo a saber de desconocidos y el placer de dejar los mensajes en visto, sin intención de responderlos. Más que una cuestión de dejadez, es un ejercicio de salud mental. Regresar poco a poco al presente, a la despreocupación de ser un habitante más en esta jungla de cemento y al gozo de darle explicaciones únicamente a mi perro. Alejarme de los juicios que no aportan y de los chascarrillos innecesarios (esto incluye a los medios de comunicación). Me interesa la gente viva, la gente se toma los días con sentido del humor, pase lo que pase. La gente que dice que hoy no ha podido ser, pero que mañana lo volverá a intentar de nuevo, a ver qué tal. Me gusta que a mi entorno le vaya bien, que esté contento, que es lo que importa, aunque no me interesen los motivos de su felicidad. Para oír el runrún de las derrotas de terceros, ya saboreo las mías. No me atrae el pesimismo ni la apología al fracaso. El mundo que habitamos es hostil por naturaleza -guste o no- y en la universidad ya tuve bastante con leer a Pessoa en su día.
Así que el correo es el único medio que sigue activo. Tiene sus tiempos, sus pausas y siempre puede esperar unas horas.
Esto me recuerda que enviaré una carta a la lista de lectores la próxima semana (puedes suscribirte aquí y empezar a leer Caballero).
También que tenéis en oferta una serie de lecturas para estos meses estivales.
Disfrutad el verano, de su arte de no hacer, de no ser, de no existir (para nadie más que vosotros), aunque sea por un ratito.
La entrada El arte de no hacer, de no ser y de no existir se publicó primero en Pablo Poveda.
July 1, 2021
Cuatro reglas para el verano
El calor ha llegado oficialmente para quedarse y eso significa varias cosas: la ciudad se vaciará a partir del próximo sábado, mis niveles de productividad descenderán y dormir por la noche resultará más complicado de lo habitual. Por suerte, como buen levantino, tengo una serie de reglas que me ayudan a disfrutar de un periodo que cada año que pasa se vuelve más extraño, mágico y desconcertante.
La primera regla es alejarme, en general, de todo: de las Redes, de las personas, de las noticias. El verano aminora la sensación de velocidad, pero no los días. Recuerdo cuando era pequeño y algunos años me quedaba en la ciudad. Nunca pasaba nada. Todo sucedía junto al mar. Hoy sigue siendo así, pero ya no quiero formar parte de ello. No me interesan las conversaciones relativas al verano, a las vacaciones, al «¿dónde has estado todo este tiempo?». No me interesa el escapismo de oficina porque, simplemente, no convivo en una. Prefiero el mar en septiembre, el interior cuando el sol abrasa y la ciudad cuando nadie me puede oír.
Por supuesto, reviso el correo y echo un vistazo rápido para seguir «conectado», pero vivo sumergido en las lecturas, en las terrazas, en los largos paseos y en quien vive la misma realidad que yo.
La segunda regla es disfrutar de lo estático. Mientras las vacaciones corren rápido y la espera para alcanzarlas es soporífera, opto por disfrutar del momento estático en el que todos los días parecen los mismos para trabajar las ideas futuras con calma, trazando cada línea sin la presión de las fechas, rodeado de árboles y asfalto en lugar de personas que caminan con paso firme a la oficina. Una de las claves para alcanzar lo que deseamos en esta vida, es la planificación. Planificar sobre escrito, con determinación. La sensación de soledad genera un sentimiento de pausa que me ayuda a profundizar en el camino que determinará el resto del año.
La tercera regla es darte unos cuantos caprichos sin pensar demasiado en ello: cenar en tu lugar favorito con compañía o a solas, dormir sin despertador, leer durante horas, dejar los correos electrónicos sin responder, mantener el ordenador apagado durante días. Sacar tiempo para esa lista de libros y devorarlos de una, sin pensar en lo demás. Hace años que puedo hacer lo que me da la gana a diario, pero sólo me recompenso cuando termino lo que llevo entre manos. Vivo bajo unas normas (otras), fijas a un sistema que me hace feliz y mantiene (casi siempre) mis mañanas en equilibrio. Ser dueño de tu tiempo es un privilegio, pero termina asfixiándote si no sabes qué hacer con él. Por eso, cuando llega el verano, cuando nadie me ve y el teclado descansa sobre el escritorio, recorro la tarde hasta esa marisquería de turno en la que nunca tienen mesa o donde ya estuve y ahora busco el silencio, probar cosas fuera de menú. Me subo al coche y recorro la meseta sin prisa, deteniéndome el tiempo que sea necesario en una de esas ventas de carretera que ven las horas pasar. Disfruto de las vistas de Madrid en una terraza de hotel con un cava bien frío y preguntarte dónde están todos.
La cuarta regla es no pensar en las reglas anteriores. Que están ahí, que pueden servirte, pero el verano también te puede traer una situación inesperada y acabes tomando el sol en la cubierta de un barco, a millas de la costa, o bajo una sombrilla a escasos metros de la playa. En mi caso, no sería la primera vez que diera un giro y las tres reglas anteriores quedaran a un lado para hacerle hueco al misterio, a lo desconocido y al abanico de posibilidades que puede llegar a plantear una simple llamada, un insignificante viaje o un encuentro accidental en la calle.
En verano, todo tiene su porqué y también está permitido descorchar una botella en un balcón, si la ocasión lo merece. En verano el cielo sonríe para ti y tú das gracias por seguir con vida.
Bendigo todos esos agostos de mi vida, alejados de la multitud, que quedaron entre botellas vacías, sábanas blancas, cuerpos sensuales y perfumes que uno prueba por primera vez.
¿Y sobre escribir? ¿No hay ninguna regla?
No. Intento escribir a diario, lo que sea. El verano pasado no pulsé una tecla. Los anteriores me vi más fuerte. Y este siento que las ganas regresan a mis dedos. No tengo prisa, no tengo presión, sólo tengo un puñado de reglas que me guiarán en caso de necesitarlas. El resto me es indiferente.
La entrada Cuatro reglas para el verano se publicó primero en Pablo Poveda.
June 21, 2021
Lecturas de verano
El verano ya está aquí y con él las vacaciones, un periodo para descansar, leer, ponerse al día con las amistades o desconectar de ellas. En mi caso, tengo por delante unos meses de muchos quehaceres, además de afrontar los retos que el propio año ya da, pero ya estoy haciendo hueco a las lecturas atrasadas que pienso devorar.
Aprovechando la lectura, quienes tengáis cuenta de Amazon Prime (y mientras preparo mi próximo proyecto) podéis disfrutar de algunos de mis libros completamente GRATIS, si no lo habéis hecho todavía.
Estos títulos son los siguientes:
El misterio de la familia FonsecaRojoFalsa Identidad (de Dana Laine)PerseguidoUna selección perfecta para conocer diferentes personajes de mis novelas, sin contar con Caballero (que también la tenéis gratuita en este enlace) y adentraros de lleno en el resto de sus secuelas si os gustan.
Aprovecho que el ritmo baja y que el calor estival nos ralentiza para hacer una pausa y alejarme una temporada de las redes sociales y de la actividad virtual hasta que termine el Premio Literario Amazon 2021 (al cual me presento con El Último Adiós).
Estaré pendiente del correo, de los mensajes que me hagáis llegar y del Grupo Privado de Lectores. Hay momentos en los que conviene tomar distancia del entorno para aclarar las ideas y éste es uno de ellos. Pronto podré hablar de lo que se avecina. Mientras tanto, todo el apoyo a Caballero en su última aventura. ¿Quién sabe? Tal vez éste sea su momento.
Brindo por vosotros.
La entrada Lecturas de verano se publicó primero en Pablo Poveda.
June 9, 2021
Certezas
Suben las temperaturas, los rayos de sol se cuelan por el balcón y el asfalto hasta volverse blando. Un whisky con Sprite (a falta de soda) bien frío a mediodía, con la ventana abierta, la música de Bill Evans de fondo y el claxon de los conductores molestos que suena en la calle. Un trago por esa oficina que no volveré a pisar, por ese jefe amargado de chaqueta y corbata que me enseñó que aquel no era mi sitio (ni el de nadie con dos dedos de frente), por el metro al que no me subiré y por ese tren que dejaré marchar una vez más.
Algunos días nos despertamos con dudas y otros con la calma de haber hecho las cosas bien. Hace mucho tiempo que duermo tranquilo, que sólo lo importante me atormenta cuando toca. Nunca doy nada por sentado ni tampoco espero nada de nadie, pero hoy es uno de esos días en los que me he levantado con la certeza de que he venido a quedarme. No está escrito en ninguna parte, más bien lo digo yo pero, ¿acaso está en manos de alguien más? La suerte, el fracaso, aquello que se escapa de las manos… Bailar con el azar es otro de mis talentos y, aunque se me dé bastante mal, lo llevo muy bien.
Estos días me recupero de las últimas páginas y permito que la inspiración regrese a mis letras. Tengo la idea, pero aún estoy completando la paleta de colores que pienso utilizar. Un hiato corto, pero necesario, después de varios años sin freno. No son vacaciones y tampoco me voy porque siempre he estado. La vida se trata de eso, de pausar, respirar profundo y mirar en ambas direcciones antes de cruzar al lado de lo desconocido, de lo nuevo, al escenario donde sale la impostura, nos hacemos pequeños y nos enfrentamos a los demonios.
Y mientras todo eso ocurre, economizo las palabras, espero con el vaso en la mano, brindo por vosotros y aguardo al momento en el que retire la tela y os muestre la obra.
La entrada Certezas se publicó primero en Pablo Poveda.
June 3, 2021
Un respiro
Parece que la ciudad vuelve a respirar, ya sea por la llegada de un verano adelantado o porque parece que empezamos a salir de un letargo con forma de pesadilla. No necesito ver las sonrisas para sentirlas. No necesito ver el cielo rojizo para saber que está ahí.
Me adentro en un fin de semana de desconexión con la tranquilidad de haber finiquitado el trabajo de los últimos meses y con la incertidumbre de un futuro que bulle dentro de mí. Auguro un verano caluroso en la ciudad, en el barrio, lleno de trabajo, de ideas a las que dar forma como un orfebre y de una ansiada tranquilidad que persigo desde hace tiempo.
El significado vacacional está tan lejos en mis pensamientos como aquellos días en los que el cielo era gris y teclear era la única vía de escape. Sigo siendo el mismo aunque más viejo y más pausado, y eso permite saborear los momentos de otra manera.
Estos días la cerveza sabe mejor en la plaza, con la brisa cálida y la buena compañía. Los largos paseos me ayudan a sentirme presente, alejado de la pantalla, del teclado y del ruido. Las lecturas llenan ese vacío de inspiración en el sofá, en busca de nuevos párrafos, de nuevas historias que contar. No regreso porque nunca me he ido, pero lo cierto es que es el momento perfecto para dejar que mis personajes tomen el relevo y hablen por mí. De nuevo, la mesa llena de Aperol Spritz, de anécdotas mundanas y ajenas que completan el día a día. Un poco de queso curado, un vino blanco y un plato de aceitunas. Los diarios nos bombardean con malas noticias a diario, pero vivo agradecido porque estoy rodeado (virtual y físicamente) de gente maravillosa. Sólo hay que pararse y mirar a nuestro alrededor. Un correo, un Skype, un mensaje de Whatsapp, un desayuno sencillo. No necesito mucho para alcanzar ese estado que anhelamos en más de una ocasión.
Hemos, estamos y seguiremos pasando por un periodo extraño que, sin duda, marcará el resto de nuestros días de un modo u otro pero, pese a todo, hay que seguir dando gracias por mantenernos fieles y por regalar esa sonrisa que, aunque no se vea, sigue dando sentido a lo que hacemos.
Brindo por vosotros, por el nuevo libro y por la cantidad de folios que aún quedan por escribir.
Feliz fin de semana.
La entrada Un respiro se publicó primero en Pablo Poveda.