Andrés Accorsi's Blog, page 54

April 7, 2020

OTRO DEJA-VU

A falta de ideas más ingeniosas, sigo jugando al déja-vu, a tratar de que esta nueva entrada se parezca lo más posible a las del 26/03 y 01/04.Así es como empiezo con el tercer y último tomo de Spirit of Wonder, estas recopilaciones de historias cortas realizadas por Kenji Tsuruta en la primera mitad de los ´90. Y acá el autor ya derrapa por completo. El tomo incluye sólo tres historias y se acaba el tema de los elencos rotativos: ahora todo pasa por un elenco estable integrado por dos personajes que ya habían aparecido anteriormente, a los que se suma una chica llamada China, que será la protagonista casi excluyente de estas últimas 144 páginas. Las peripecias científicas pasan a un tercer plano y las historias giran en torno a cómo China se vincula con el resto de los personajes. Hay muchísimo desarrollo para esta joven irascible y volátil, y también hay excusas muy chotas para que se desnude y luzca un cuerpo perfecto. Este tercer tramo de Spirit of Wonder es un manga romántico con algo (poquito) de acción y algo (no tanto) de comedia. No están más la mayoría de los elementos que hicieron atractivos (dentro de todo) a las historias de los tomos anteriores, y si antes yo señalaba cierta falta de idoneidad para los guiones por parte de Tsuruta, en este tramo ya estamos hablando de un guionista casi indigente, que ni siquiera se puede dar el lujo de desaprovechar buenos argumentos, porque ahora no los tiene. Realmente se me hizo difícil llegar al final del tomo, atravesar semejante maraña de situaciones ridículas, caprichosas, trilladas o simplemente mal planteadas o mal resueltas. Menos mal que el dibujo sigue siendo maravilloso, hipnótico, generoso en texturas, detalles, matices, con un trazo elegante, versátil, con la belleza como rasgo principal, como condición que emparenta a rostros, cuerpos y paisajes. Este nivel de dibujo, combinado con guiones de aceptables para arriba, constituiría un hito en la historia del Noveno Arte muy difícil de superar e incluso de explicar. Pero bueno, Tsuruta tuvo mala suerte con los guionistas, le tocó él mismo. Mi consejo es que captures un tomito de Spirit of Wonder, lo atesores por los dibujos, y sólo si sentís que no es suficiente le entres a los otros dos. Y no, no tengo otro tomo de Ant-Man para reseñar, porque creo que no hay más. Peeeero, tenía sin leer el Vol.1 de FF de Matt Fraction y Mike Allred, con las historias que van entre el libro reseñado el 29/05/14 y el reseñado el 25/08/15. Me faltaba un tomo en el medio, lo conseguí (hace ya mucho tiempo) y mal y tarde, lo leí. ¿Cómo engancha esto con la “consigna” del déja-vu? Como se ve claramente en la portada, Ant-Man es uno de los protagonistas de esta serie, probablemente el mejor tratado por Fraction en estos episodios.Pero el equilibrio está muy bien logrado: hay momentos fuertes para Medusa, un episodio protagonizado casi en soledad por She-Hulk (un reencuentro romántico con el ídolo Wyatt Wingfoot) y una secuencia en la que el guionista se juega entero para que le tomemos cariño a Darla Deering, la chica de 19 años que “se calza la pilcha” de The Thing. Y también hay muchos personajes secundarios, algunos (como Bentley-23) muuuuy interesantes, y unos cuantos villanos de los clásicos enemigos de los Fantastic Four titulares. Fraction y Allred paran en la cancha un equipo repleto de figuras y salen a divertirse, a tirar magia. Cero especulación, cero línea de cinco, cero mediocampo más poblado que las morgues de New York. Acá hay alegría, magia, sorpresa, algún que otro misterio, algo de desarrollo de personajes (no tanto, pareciera que Fraction sabía que su etapa en FF iba a ser corta y que prácticamente todo lo que plantea en esta serie se iba a barrer rápidamente abajo de la alfombra), y un bolonki muy atractivo, que crece hacia la resolución que ya vimos hace mil años en el segundo y último TPB de la serie. Ojalá todos los comics tuvieran esta frescura en los diálogos, en los planteos argumentales y en la interacción entre los personajes.Por supuesto si el guión fuera lamentable, esto igual brillaría en cualquier biblioteca gracias a los magníficos dibujos de Mike Allred, que derrochan imaginación, onda, dinamismo, y sobre todo amor por los personajes. Obviamente en Silver Surfer va a volver a subir la vara y FF empalidecerá frente a la siguiente cátedra del maestro. Pero esto está realmente muy, muy bien. El único episodio que no dibuja Allred va a manos de Joe Quiñones, también, un toquecito por debajo de lo que vimos en su maravillosa etapa al frente de Howard the Duck. Nada de qué quejarse, obviamente, ya que tanto Allred como Quiñones están más que capacitados para emocionar al lector incluso laburando a media máquina, y acá ninguno de los dos parece estar guardándose nada. Simplemente en sus siguientes trabajos la rompieron aún más.
Y ahora sí, no tengo más material ni de Kenji Tsuruta ni de Ant-Man para armar otro posteo clonado de los anteriores. Veremos con qué me sorprendo a mí mismo en los próximos días. Ni bien tenga leídos un par de libritos más, los comentamos acá en el blog.
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Published on April 07, 2020 18:11

April 4, 2020

SABADO DE ENCIERRO

Hoy no pisé la calle en todo el día, me quiero matar. Pero bueno, es lo que nos toca. Vamos con las reseñas, que para eso estamos.Hoy me toca ser sumamente injusto con un libro glorioso, nacido para reparar abyectas injusticias. Injusto porque lo voy a reseñar así nomás, sintéticamente, como si fuera uno más de tantos, cuando en realidad es una gema única. En 1998, Glénat armó un Frankenstein maravilloso llamado Héroes Modernos. ¿Qué tiene adentro? Tres obras distintas, compuestas por historias cortas, de la dupla integrada por el escritor y periodista Ignacio Vidal-Folch y el asombroso historietista Miguel Gallardo. Bajo este título genérico se agrupan casi 150 páginas realizadas por este tándem entre principios de los ´80 y mediados de los ´90.La primera parte está dedicada a las historias de Pepito Magefesa y otros pastiches posmodernos, breves historietas en las que Vidal-Folch y Gallardo juegan a satirizar géneros, desde las artes plásticas a las telenovelas, y por supuesto se ceban mal en su mirada ácida y desangelada hacia la historieta clásica, sobre todo la de los diarios de EEUU. Originalmente estas historias aparecieron en los primeros números de la gloriosa revista Cairo, y se reeditaron alguna vez en un tomo llamado “Pepito Magefesa y otras historias”, que está descatalogado hace décadas y nunca pude conseguir. Imaginate mi alegría cuando me cayó este libro. La segunda parte compila todas las historias cortas de Perico Carambola, una versión noventosa, más adulta y más sacada, de un personaje clásico del comic humorístico español que fue El Reporter Tribulete. Esto ya lo había sacado Glénat unos años antes, en formato revista. Obviamente en libro me gusta más. Las historias son alucinantes, el dibujo de Gallardo es excelso, los diálogos, las situaciones, todo es una combinación brillante entre delirio y mala leche. Y el tramo final, el más breve, abarca las historias cortas de Roberto España y Manolín (que también habían aparecido en formato revista), una serie en la que Vidal-Folch y Gallardo (a esta altura ya un camaleón, un Metamorpho del dibujo) se mimetizan con los autores de Roberto Alcázar y Pedrín, una serie emblemática del comic español de la época post-Guerra Civil, famoso por bajar una línea muy derechosa, muy alineada (o alienada) con la época más sanguinaria de la dictadura de Francisco Franco. Vidal-Folch y Gallardo invierten la carga ideológica y ponen a estos clones de Roberto Alcázar y Pedrín a predicar la democracia y la corrección política con resultados hilarantes. Una verdadera genialidad que –me da la sensación- en su momento pasó un poco desapercibida.Soy muy fan de Miguel Gallardo, lo sigo a muerte desde mediados de los ´80 y ya había leído en revistas TODO el material de Héroes Modernos. Pero me hizo muy feliz reencontarme con estos personajes y volver a cagarme de risa como la primera vez. Me vengo a Argentina, con una grata sorpresa editada en nuestro país a fines de 2019: Rancat Año Uno. En la superficie, parece la enésima historieta de superhéroes, en este caso a cargo de autores argentinos que tratan de imitar la estética yanki. Y algo de eso hay, pero a) está muy bien logrado, escrito por Matts (que si no me equivoco es Matías Timarchi), dibujado por Germán Erramouspe y coloreado por Ramón Bunge a un nivel que no tiene nada que envidiarle al de cualquier producto del mainstream de EEUU, y b) también hay algo más, un filo, una mala leche, una habilidad para llevar al límite la temática del justiciero urbano, que no es tan frecuente en el comic yanki de chabones enmascarados que se cagan a trompadas.Hasta ahora las historietas de superhéroes argentinos que publicaba Capitán Ediciones eran ambientadas en nuestro país y aptas para todo público. Rancat, por el contrario, está claramente ambientada en EEUU (los personajes incluso se tratan de tú) y tiene montones de elementos no aptos para todo público, desde un nivel de violencia desolador, hasta sexo, corrupción policial zarpada, una red de prostitución infantil o un protagonista (no me animo a ponerle el rótulo de “héroe”) que le da a la falopa. La onda sórdida y grim´n gritty funciona muy bien, el dibujo de Erramouspe es excelente y si no se luce más es porque hay páginas donde Matts se va un poco de mambo con la cantidad de texto.Al final de la historia más larga hay una más breve, también escrita por Matts y dibujada como los dioses por Facundo Percio, capo absoluto. Y lo mejor es el postre: ocho paginitas, una historia menor, apenas una anécdota, con muy buenos dibujos de Rafael Ortiz y un guionazo de Mauro Mantella, con unos diálogos brillantes. Esto que hace Mantella con Rancat no sólo levanta la temperatura del libro y del personaje, sino que echa por tierra el intento de presentarlo como un héroe yanki. Sólo un argentino puede escribir una historia así, plantearla y resolverla de esa manera, con ese timing, esa mirada, esa impronta. Al final no sé si me hice muy fan de Rancat (me cuesta empatizar con un justiciero urbano sacado, violento y bastante amoral), pero esa última historieta me pareció excelente de verdad.
Nada más, por hoy. Diviértanse como puedan, que nos quedan muchos días de encierro por delante.
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Published on April 04, 2020 19:57

April 1, 2020

FIGURITAS REPETIDAS

En estos tiempos en que los días se parecen tanto entre sí, se me ocurrió clonar la entrada del jueves pasado, con dos lecturas que no sólo se parecen mucho, sino que continúan directamente de las de ese día.Empiezo con el Vol.2 de Spirit of Wonder, con más historias cortas realizadas durante la década del ´90 por Kenji Tsuruta. Acá tenemos una novedad interesante y es que, si bien cada historia es autoconclusiva, Tsuruta se reserva el derecho de retomar a algunos personajes para nuevas historias. En este tomo regresa Maiko, la chica del batiscafo a la que vimos en el Vol.1, y además hay dos historias (la primera y la última) protagonizadas por el mismo elenco de personajes. El resto, va más o menos para el mismo lado. Historias costumbristas, a veces más bien románticas, con elementos científicos que pueden virar hacia lo fantástico. Y conflictos muy light, a los que invariablemente les falta fuerza. La historia mejor planteada, con la premisa más atrapante, es la más larga: 33 páginas… de las cuales Tsuruta desperdicia la mitad con escenas que no le aportan nada a la trama. O sea que ni con mejores ideas para los argumentos logramos vencer el principal obstáculo que tiene Spirit of Wonder, que es la impericia de Tsuruta a la hora de escribir los guiones. Me encanta cómo Tsuruta plasma esa fascinación que tiene por lo europeo, y por la labor científica de las últimas décadas del Siglo XIX. No es algo frecuente en los autores de manga, y acá se disfruta un montón. También me gusta que un tipo que maneja con tanta perfección la figura femenina no caiga en la tentación de estar todo el tiempo mostrando chicas en bolas, o con la menor cantidad de ropa posible. Acá vemos chicas en ropa interior y trajes de baño, pero no más de las imprescindibles, y no en poses de fan service, con angulaciones forzadas para que se luzcan más los culos y las tetas. En realidad, a nivel visual TODO este manga es perfecto. Tsuruta (ya lo dije) es un distinto, un virtuoso, un dibujante exquisito, elegante, original, creativo, capaz de emocionar con su línea a un monolito de piedra o a un economista neoliberal. Y si bien no conecto con su forma de encarar los relatos, sigo hipnotizado con sus mangas porque como dibujante me parece demasiado genial. Me queda para la próxima el tercer y último librito de esta serie. Y retomo también el Ant-Man de Nick Spencer y Ramón Rosanas, con este segundo TPB, que también sigue la línea del anterior: desarrollo de personajes a pleno, excelentes diálogos, dosis exactas de acción y machaca y ese bienvenido tono de comedia que nos hace sentir a Scott Lang como un personaje cercano, casi un amigo. Desde la primera viñeta, Spencer nos convence de que este no es el típico superhéroe guacho-pistola que se las sabe todas y resuelve todo sin despeinarse. Scott tiene más problemas que Medio Oriente y transpira grosso la camiseta, a veces para rescatar un empate. Y lo hace con buena onda, con picardía, a veces con trampa… “argentinescamente”, si se me permite el horrible neologismo. Este vez Spencer no logra gambetear (como en el tomo pasado) la breve trayectoria de Cassie Lang como superheroína, pero es un elemento de escasísimo peso en las tramas, casi un comentario al margen para cumplir. Felizmente, la caracterización de Cassie es tan buena, que no necesita salir a a repartir trompadas para convertirse en un personaje fundamental para la serie.Everybody Loves Team-Ups es un tomo con varios momentos conmovedores, pensados para emocionar al lector nuevo y para satisfacer al fan clásico de Ant-Man que lo sigue desde fines de los ´70. El desfile de héroes y villanos invitados no cesa, los chistes son realmente graciosos y funciona muy bien el “romance” entre Scott y Beetle (un personaje creado al voleo por Ed Brubaker al que Spencer le dio chapa y carnadura en Superior Foes of Spider-Man). Creo que no hay más Ant-Man de Spencer fuera de estos dos tomos, pero ojalá me equivoque.El dibujo de Rosanas, de nuevo, me pareció muy competente. Una muy buena base clásica, tipo Barry Kitson, con cositas de Ty Templeton en la línea y de Kevin Maguire en las expresiones faciales. Esta vez hay muchas menos páginas con chotocientas viñetas microscópicas, así que la labor de Rosanas se luce un poco más.
Y esto es todo, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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Published on April 01, 2020 18:22

March 29, 2020

¿DOMINGO? YA NI SÉ QUÉ DIA ES…

Tengo la sensación de que se está terminando Marzo, pero ya no me acuerdo bien qué día es. Un delirio total.Arranco una nueva tandita de reseñas y lo hago en España, a mediados de los ´90, cuando Pablo Velarde regresa de una larga estadía en Nueva Zelanda y empieza a insertarse en los medios gráficos de la Madre Patria. Todavía falta para que se haga conocido en el under y para que se incorpore a las páginas de El Jueves, pero el talentoso historietista oriundo de Sevilla empieza a publicar en el suplemento infantil del diario El Mundo. Allí crea su primer personaje importante: Quintín Lerroux, quien protagonizará primero media página y más tarde una página completa con historietas repletas de humor cotidiano. Todavía lejos del estilo que le conocemos hoy, este Velarde primerizo está muy influenciado por un lado por André Franquin, y por el otro por dos referentes de las tiras humorísticas de los diarios de EEUU: los gloriosos Bill Watterson y Jeff MacNelly. La combinación entre esas dos escuelas da por resultado un dibujo exquisito, preciso, expresivo, dinámico, algo tan perfecto que es casi imposible asociarlo a un autor de 30 ó 31 años que nunca había dibujado historietas a nivel profesional. Y cuando en vez de media página Velarde tiene una página completa, el dibujo mejora todavía más, se juega mucho más en la distribución de las viñetas, ensaya cuadros más grandes, con más detalles en los fondos,  sin descuidar el equilibrio perfecto entre masas negras y espacios blancos.Se ve todo tan bien, tan sólido, tan lindo, que ni tiene sentido hablar de los guiones. Son chistes, sí, bastante clásicos, algunos incluso trillados, nada muy distinto de cualquier otra comedia costumbrista protagonizada por un treintañero loser que prefiere hacer huevo en su casa antes que laburar. En estas 43 páginas hay un par que me hicieron reir y unos cuantos que no, pero posta, cuando el dibujo despliega la magia que despliega acá Velarde, no tiene sentido hablar de los guiones. Además, cuando nos encontramos con este crack (el 23/03/11) ya lo vimos romperla toda en la comedia costumbrista, con personajes logradísimos, y una bajada de línea mucho más filosa que en Quintín Lerroux que (recordemos) aparecía en un medio apuntado a los chicos. Qué injusticia que en Sudamérica prácticamente no haya fans de Pablo Velarde… Me vengo a Argentina, año 2017, cuando se edita en nuestro país Esquilache en Xibalbá, una obra solista de Quique Alcatena en la que el prócer visita la América joven, más precisamente Centroamérica… por supuesto con cero rigor histórico. Esta es la versión alcateniana de la Centroamérica recién conquistada por los españoles, con criaturas, templos y palacios imposibles, con mitos, misterios y leyendas que se van a convertir en el núcleo de estas aventuras. A nivel argumental, Esquilache en Xibalbá adolesce de una cierta falta de dirección. No hay un conflicto grosso que se va desarrollando para explotar en las últimas páginas del libro, no hay personajes fuertes a los que vemos crecer y superar obstáculos cada vez más jodidos, no está ese clima de epopeya de casi todas las obras de Quique junto a Eduardo Mazzitelli, ni el clima de pastiche de género rayano en lo festivo de Dr. Paradox o Dugong y Manatí. Esquilache en Xibalbá es una de Alcatena y Mazzitelli sin Mazzitelli. Le falta armazón, sustento, y por supuesto esos textos demoledores que sólo un guionista de la talla de Mazzitelli puede conjurar.Zafa con las ideas, que están muy buenas, con el atractivo de la ambientación (son pocas las obras de Alcatena ambientadas en América), con algunas historias (e historias dentro de las historias) que logran recrear esa alquimia de “aventura con contenido reflexivo, poético y filosófico” que tienen las grandes obras de la dupla con Mazzitelli, y lógicamente con la belleza y la fuerza del dibujo, que es el rubro en el que Quique no falla nunca. Como suele suceder con las historietas de este monstruo, Esquilache en Xibalbá te va a dejar babeando como un subnormal aunque el guión no te atrape en absoluto. Estas páginas desbordan de esa potencia visual, esa imaginación y esa precisión en la ejecución digan de un orfebre, que hacen que cualquier cosa dibujada por Alcatena resulte hipnótica a los ojos de cualquier fan de la imagen.
Y nada más, por hoy. Seguimos lejos de los amigos, algunos de sus novias o novios, otros de la familia… pero ámbitos como este nos ayudan a sentirnos más cerca.
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Published on March 29, 2020 18:32

March 26, 2020

AHORA SÍ, RESEÑAS

Bueno, hoy cero chamuyo y vamos al grano con las reseñas de los últimos libritos que leí.Yo creía que Spirit of Wonder era una obra extensa de Kenji Tsuruta, caprichosamente dividida en tres tomitos por Glénat para la edición española. Bueno, no. En realidad es el título genérico con el que Tsuruta agrupó un montón de historias cortas autoconclusivas, en las que no se repiten personajes ni requieren ser leídas en ningún orden en particular. El primer librito de la edición española ofrece cuatro historias cortas, de las cuales la primera y la segunda me gustaron mucho más que la tercera y la cuarta. Lo que vincula a las cuatro historias es que combinan elementos de las aventuras “de género” (científicos que desarrollan inventos imposibles, búsqueda del tesoro, viajes en el tiempo, viajes al espacio) con climas intimistas, donde tienen mucho peso los vínculos, cierta sensación de nostalgia y a veces incluso una impronta romántica, sin llegar a ser shojo ni mucho menos. Tsuruta propone una mirada distinta acerca de estos tópicos que generalmente vinculamos a una aventura más física, más trepidante, al conjugar estos elementos con relatos mucho más pausados, más atravesados por el costumbrismo, más “bajados a tierra”.Lo peor que tiene Spirit of Wonder es que muchas veces el autor no llega a darle fuerza dramática a los conflictos. No los plantea como algo heavy, donde hay muchísimo en juego, como si tratara de eludir intencionalmente la potencial importancia de lo que están por hacer los personajes. Y como en sus otras obras (ya vimos varias acá en el blog) tiene algún momento en el que la narrativa se torna un poco confusa. Lo mejor, lejos, es el dibujo. Es lo que me hace volver una y otra vez a las obras de este mangaka. La elegancia, la expresividad, la versatilidad, la belleza en estado puro que te manda Tsuruta en cada página es realmente impresionante. La segunda historieta (mi favorita) tiene páginas que parecen de Horacio Altuna, o una versión japonesa y muy sofisticada de Horacio Altuna. Yo creo que hasta los coordinadores de la edición española se dieron cuenta de eso, porque eligieron para globos y textos una tipografía que se parece mucho al rotulado del maestro argentino. Tengo los dos tomitos que completan la colección, así que pronto volveremos a babearnos con el virtuosismo de Kenji Tsuruta. Salto a EEUU, año 2015, cuando Nick Spencer y Ramón Rosanas relanzan a Ant-Man en una serie cuyos primeros cinco episodios reúne este TPB. Como le pasó a tantos personajes de Marvel, acá a Scott Lang se lo llevan casi de prepo muy para el lado de las películas de Marvel Studios. La trama no se parece a la de las pelis, pero la caracterización sí, y el clima de comedia familiar mezclado con robos imposibles también. De hecho, Spencer se hace cargo de que Cassie (la hija de Scott) tiene partículas Pym en la sangre, pero no hace la más mínima mención a su (breve) carrera como superheroína, seguida de una muerte y una resurrección. También la define como una chica de 14 años, mientras que para el momento de la muerte (en la saga Avengers: The Children Crusade) ya parecía tener 17 años, si no 18. Minucias nerdas aparte, esta saguita de Ant-Man es muy divertida. Spencer sacrifica un poco de ritmo para meter MUCHISIMO diálogo, pero está muy bien escrito, con mucha gracia, mucho ingenio y buenos chistes. Obviamente la (breve) vuelta de Darren Cross es fan service para los espectadores del primer film de Ant-Man, pero el guionista le encuentra la vuelta para hacerla funcionar. Hay un buen equilibrio entre desarrollo de personajes, comedia y machaca superheroica, así que da mucho más para entrarle al segundo TPB que para quejarse. Sobre todo si (como yo) sos fan del Scott Lang de los comics y además bancás a muerte las dos películas.El dibujo de Ramón Rosanas me gustó muchísimo. Es como un upgrade de Barry Kitson, con ese trazo fino y sintético que tan bien le queda a Ty Templeton y algunas expresiones faciales inspiradas en la magia de Kevin Maguire, máximo especialista en esa materia. Rosanas pilotea con aplomo unas cuantas páginas de ocho o nueve cuadros donde sólo vemos gente hablando (mucho), no se complica en la narrativa y no recurre a suplentes porque no llega a cumplir las entregas. La verdad que leer un TPB de Marvel con más de 100 páginas dibujadas (¡y entintadas!) por una misma persona es un bonus track digno de agradecerse. Tengo otro TPB de Ant-Man sin leer, así que pronto vamos por más.
Nada más, por hoy. Sigan ahí, en sus casas, que cuando se termine la cuarentena hacemos una juntada en algún lado para abrazarnos y toquetearnos como corresponde ;)
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Published on March 26, 2020 10:02

March 25, 2020

MIERCOLES DE ABURRIMIENTO

Estoy tan al pedo que me puse a contar cuántos comic-books tengo. Posta, así de aburrido estaba. Conté sólo los comic-books de editoriales yankis, dejé afuera los de editoriales latinoamericanas y europeas. Tampoco conté los DC Comics Presents 100-Page Spectacular, ¿se acuerdan? Aquellos hermosos “TPBs para pobres”, de los que reseñé unos cuantos acá en el blog. También dejé afuera los magazines, por supuesto los prestiges (esos los tengo en la base de datos de libros) y tampoco sumé los comic-books yankis que ya tengo en libros y tengo separados para vender o canjear por otras cosas.Me encontré con cosas locas, como que me faltan un  annual de Batman Adventures, un número de Hulk y uno de Nexus que yo creí que tenía, o que tengo repetido el one-shot de The Maxx con Gen13, porque tenía un ejemplar calzado en el paquete donde va toda la colección de The Maxx y otro en el paquete con los one-shots de WildStorm. Después, todo bien, está todo bastante ordenado, no hay paquetes con comics expuestos a la humedad ni a ningún otro riesgo. Fui muy feliz toqueteando todas esas revistas a las que no veía hace siglos, me colgué mirando algunas portadas fastuosas que me volvieron a impactar como el primer día, comics que tengo desde hace 35 años, que me compré en aquel viaje a EEUU del que conté algunas boludeces el 24/20/12… Muchos recuerdos copados. Ah, no dije cuántos comic-books conté: 5485. No está mal, sin pensamos que en los últimos… 15 años me dediqué casi exclusivamente a comprar libros. Compré comic-books, obvio, pero muy pocos. Creo que fueron más las revistitas que tenía y cambié por TPBs que las que compré, en estos años. Seguro que en 2001 tenía muchas más revistas, pero unas cuantas las hice guita en 2002, cuando pegó fuerte la crisis. De ahí en más, compré básicamente comic-books que me cerraban colecciones ya empezadas, o material que no existía en TPBs, por lo menos en el momento en que lo compré. Ahora me convencieron de hacer un Whakoom, que es como un programa que te ayuda a catalogar tu colección en un sitio web. Voy lento, capaz que se termina la cuarentena antes de que yo termine de subir a Whakoom todo lo que encontré en este “censo comiquero”. ¿Para qué me va a servir tener toda esa data catalogada y organizada? Ni idea, ya me voy a enterar cuando esté más canchero en el manejo de esta herramienta. ¿Qué me gustaría a mí? Que el programa (o alguien muy genial) me informara qué de todo lo que tengo en revistas existe en libros y qué no, como para ayudarme en mi cruzada por seguir reemplazando comic-books por TPBs. Ahí me voy a dar cuenta de que una buena parte de esas 5485 revistitas traen material que nunca se recopiló en libros, o que sí se recopiló, pero en libros que están descatalogados, o que valen fortunas imposibles de pagar. Lo más horrendo seguro son esas colecciones que están parcialmente reeditadas en libros. Tipo… Legion of Super-Heroes, ponele, que se reedita para el orto, con años y años de bache entre tomo y tomo, con etapas que sólo están en hardcover, otras que sólo están en blanco y negro… un desastre. Ahí me hacen temblar en mi convicción de pasar toda la colección a libros, porque me quedaría un esperpento mutante, un Frankenstein de formatos incluso con revistitas que no puedo largar porque no se reeditaron nunca. Pero después, hay un amplio porcentaje de las revistitas que se pueden ir hoy mismo, si alguien me dice “tomá los TPBs que recopilan estas mismas historietas”. Si eso se concreta, tendré que ver dónde carajo meto los libros, no? Porque las revistas las tengo en paquetes adentro de cajas adentro de placares. Pero los libros no van en cajas, van en bibliotecas y no encuentro muchos más lugares para poner bibliotecas. De hecho tengo varios pilones de libros, ya casi nuevas columnas del edificio donde vivo, que nunca encontraron un lugar en las bibliotecas que tengo. Por eso tampoco los tengo ingresados a la base de datos de libros. Entre esas torres malignas y los libros que tengo sin leer, esperando su turno, debe haber unos… 500 o 600. Que sumados a los 4150 que tengo ingresados a la base de datos y acomodados en las bibliotecas, superan los 4700. O sea que no estoy tan lejos de tener más libros que comic-books. Y después está todo el material que jamás conté: comic-books de Europa y Latinoamérica, magazines de EEUU, revistas de antología de 10 o 12 países distintos, fanzines… ¿Cuántos tendré de esos? ¿1.000, 1.500? Por ahí debe andar la cosa, a ojo de buen cubero. Me parece que el Whakoom permite catalogar también revistas españolas, así que cuando termine con los comic-books, las voy a ingresar. De paso las cuento y chequeo bien qué números me faltan de las que tengo incompletas.Uh, perdón… Me re-cebé con esto y no hablé ni una palabra de los libros que tengo leídos. Nada, mañana posteo las reseñas. Gracias totales, y si algun@ usa Whakoom y me quiere seguir, estoy como Andrés Accorsi.


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Published on March 25, 2020 19:37

March 22, 2020

FALSA VISPERA DE FERIADO

Supuestamente mañana lunes es feriado, pero cuando llevamos varios días de cuarentena obligatoria y aislamiento, ya todos los días son igual de feriados. O sea que en vez de estar planificando una salida nocturna típica de víspera de feriado, estoy en casa tan al pedo como todos estos días previos (y los que vendrán). Aprovecho para reseñar un par de libritos que leí en estos días.En 2004 se recopilaron en un hermoso libro llamado Bellas Artes un montón de chistes de Rep centrados en artistas plásticos, escultores, dibujantes e historietistas. De las pinturas rupestres hasta nuestros días, Rep satiriza el mundo del arte en viñetas repletas de ingenio, en las que asume riesgos importantes, como el de reproducir en su estilo muchísimos cuadros famosos. Lo que más me gustó es eso, esos ejercicios de mímesis en los que Rep recrea imágenes que ya vimos mil veces, y no sólo las hace 100% reconocibles sino que siempre logra filtrar su estilo personal, que se combina muy bien con el de los distintos artistas a los que parodia/ homenajea.También aparecen muchos artistas caricaturizados, y ahí el autor sale airoso de otro desafío que es el de lograr la resemblanza con la persona real sin que el trazo deje de ser claramente humorístico. Esto es algo que Rep logró con creces en la recordada serie Los Alfonsín, pero que después no retomó en obras posteriores. Así que fue otra grata sorpresa, ver que no perdió para nada la mano para caricaturizar personas reales. De especial interés me resultó el capítulo dedicado a los chistes con historietistas y personajes de historieta, en los que Rep juega con el Yellow Kid, Krazy Kat, Patoruzú, La Mujer Sentada, Mickey Mouse, Robert Crumb, Quino y el Viejo Breccia, entre otro íconos. El libro (editado por Sudamericana) es muy grande, y no me va a ser fácil encontrarle un lugar razonable para guardarlo en la biblioteca. Seguramente esto mismo se podría haber disfrutado igual en un tamaño más chico. Pero el contenido amerita, sin ninguna duda, comprar el libro y atesorarlo, más allá de cualquier “pero” que pueda generar la elección del formato. Me voy a EEUU, año 2008, cuando Dark Horse publica B.P.R.D. 1946, una saga protagonizada por el Profesor Trevor Bruttenholm en la época en la que el Bureau era una organización muy incipiente y Hellboy todavía era muy chiquito como para andar viviendo locas aventuras por distintos lugares del planeta. Mike Mignola y Joshua Dysart co-escriben un guión muy oscuro, donde el horror tiene muchísimo preso en la trama. Estamos en una Berlín recientemente arrebatada de las manos de Adolf Hitler por rusos y yankis, que ahora se reparten la otrora capital del Tercer Reich y empiezan a descubrir planes muy jodidos que los nazis no lograron llevar a cabo. En este caso, Bruttenholm pacta una alianza con las fuerzas soviéticas (lideradas por Varvara, el mejor personaje de la saga) para investigar lo que pudo haber sido el Proyecto Vampir Sturm, una macabra operación que consistió en inyectarle sangre de vampiros a los internos de un manicomio para luego lanzarlos contra EEUU. Por supuesto Bruttenholm y los suyos evitarán que esto se concrete, no sin antes soportar cuantiosas pérdidas, sucumbir ante el miedo a lo inexplicable y rosquear con demonios y otras criaturas de dudosa profilaxis. Se podría haber contado lo mismo en cuatro episodios en vez de cinco, pero en general el guión está bien logrado, crea tensión, le da chapa a los personajes correctos y recrea muy bien la época, ese momento en el que –ya sin los nazis de por medio- los EEUU y la URSS empiezan a plantear cómo va a ser la segunda mitad del Siglo XX.El dibujante elegido para esta saga (Vol.9 de la serie del B.P.R.D.) fue Paul Azaceta, a quien me había cruzado alguna vez en alguna antología, pero de quien no tenía obras más extensas. Azaceta se zarpa un poco con el uso de fotos retocadas para los fondos y tiene un trazo sintético, grueso, que le queda bien a una historia de terror. Es como un John Paul Leon con mucho menos detalle, y con momentos que me hicieron recordar a dibujantes argentinos como Jorge Zaffino, Gustavo Trigo, los trabajos más oscuros de Leopoldo Durañona… o incluso a dibujantes italianos de Dylan Dog. Los demonios y los chimpancés tienen –lógicamente- mucho de la estética de Mignola, y el color (a cargo de Nick Filardi) abusa un poco de los tonos oscuros sobre todo en los tres primeros episodios. No está mal. Si sos fan del B.P.R.D., o si siempre quisiste ver al Profe Bruttemholm calzarse la pilcha de héroe protagónico de una saga, o si lo ves barato, entrale con confianza.
Y hasta acá llegamos, por hoy. Ni bien tenga leídos un par de libritos más, habrá un nuevo posteo acá en el blog.
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Published on March 22, 2020 19:11

March 19, 2020

JUEVES DE MAS AISLAMIENTO

Mientras colapsan las economías mundiales y empezamos a pensar si no será hora de cagarnos en todo lo que hasta ahora era intocable, yo sigo acá en casa, leyendo tranqui, sin pegarme grandes atracones de historietas.En Febrero prometí más Alcatena para Marzo, y acá estoy, con el segundo recopilatorio de Dr. Paradox, el comic que Quique realiza de manera intermitente para el sitio Totem Comics desde 2012. Dr. Paradox tiene el atractivo de poder verlo a Alcatena a todo color, jugando de manera muy libre, muy genuina, en un campo donde se mueve con enorme comodidad, que es el de los superhéroes. El tomito incluye dos historias largas (bah, de 24 páginas) y un par de historias muy cortitas. Una de ellas (la de El Topo) tiene los dibujos que más me gustaron en todo el libro, pero a nivel argumental son bastante menores.En este sentido (el del argumento) me sorprendió muy favorablemente la primera aventura, la de los Mellizos Paradox, que a priori me parecía una cosa medio naïf, casi pavota, pero con el correr de las páginas fue cobrando un espesor dramático que, combinado con el clima festivo, le permitió a Alcatena redondear una muy buena historia. La segunda, la de los velocistas, me parece que se queda en el impacto de ver a Quique diseñar los trajes de 25 personajes con los mismos poderes y el mismo esquema de colores, sin repetirse y sin clonar a los velocistas que ya existen en otras editoriales. Claramente, a nivel visual esto es fascinante, en parte por lo que decíamos en la reseña del primer librito (31/03/19): Alcatena despliega con su característica generosidad una estética que se parece poco a la que vemos en sus obras para el mercado italiano. La magia del trazo es la misma, pero todo lo demás es distinto, y habla con elocuencia de la versatilidad de un creador cuya imaginación no se puede acotar a una sóla forma de contar historias. ¿Por qué no me emociono más con Dr. Paradox? Porque Quique va al extremo en su vocación de homenaje a los comics de superhéroes de la Silver Age (especialmente de DC), apuntados a chicos de 9 años, con ideas más bizarras que consistentes y con personajes más estrambóticos que profundos. En una de las historias, Alcatena echa mano a otro recurso bien de la Silver Age: romper los niveles de realidad y que de pronto el Dr. Paradox pueda dialogar con su autor. Acá incluso se hace cargo de que los personajes hablan en un castellano neutro medio ridículo, heredado de las pésimas traducciones con que los editores mexicanos de los ´60 mancillaban los comics provenientes de EEUU. Incluso con estos “peros”, no tengo dudas de que Dr. Paradox en el País de las Maravillas es un lindísimo libro para flashear con las ideas más limadas y los dibujos más espectaculares del inmenso Quique Alcatena. Salto a Francia, año 2018, cuando se publica Un Cowboy en París, el que hasta ahora es el último álbum de Lucky Luke, y se convierte en el comic más vendido de ese año en idioma francés. Hacía mucho que no leía aventuras nuevas de Lucky Luke, de hecho la muerte de Morris (año 2001) para acá debo haber leído… menos de cuatro álbumes. Pero volví gracias a la edición argentina de Un Cowboy…, apuntalada por la visita a Buenos Aires de Jul, el guionista hoy a cargo de esta serie ya eterna. Un Cowboy en París me pareció genial, brillante de punta a punta, comparable a los mejores álbumes de la etapa clásica (la de Morris y René Goscinny, obviamente). La premisa es tan buena que no podés creer cómo no se le ocurrió antes a ningún otro guionista. Ya sólo con el contrapunto entre yankis y franceses te podés hacer un festín en materia de chistes. Pero Jul no se queda con eso y saca momentos cómicos y guiños perfectos de todas partes, hasta de situaciones de candente actualidad como el muro en la frontera que separa a México de EEUU. Todo el álbum está repleto de juegos anacrónicos en los que el año 1883 dialoga con épocas posteriores de un modo muy gracioso, digno –reitero- del maestro Goscinny. También hay una aventura, un conflicto que impulsa a la trama hacia adelante, pero no es muy relevante, en parte porque uno ya sabe cómo va a terminar la historia. El villano, encargado de motorizar el conflicto, no tiene gran peso en la obra pero por lo menos está bien construído, con personalidad y con gracia como para ser él también generador de buenos chistes. Y finalmente, una mención al dibujo de Achdé, perfectamente mimetizado con el Morris de la mejor época. Posta, para la segunda página ya me había olvidado de que no estaba leyendo un álbum de Morris, sino de uno de sus seguidores. La onda del maestro está intacta en todos los rubros, desde el color hasta las expresiones faciales y corporales de los personajes. Lo único que se perdió de la época clásica es el pucho que colgaba siempre del labio de Lucky Luke, ahora astutamente reemplazado por una pajita. Me cebé muy mal con Un Cowboy en París, al punto de querer conseguir HOY La Tierra Prometida, el otro álbum de Lucky Luke a cargo de esta misma dupla.Nada más, por hoy. Si se aburren mucho en casa, lean historietas, o reseñas de las de los 10 primeros años del blog. Gracias y hasta pronto.

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Published on March 19, 2020 07:46

March 16, 2020

LUNES DE AISLAMIENTO

Nada más fácil para los comiqueros que quedarnos solos, sin pisar la calle, durante días y días. Sobre todo cuando tenés un pilón grosero de libros sin leer e infinitas revistas para releer.Arranco en 2016, cuando se empieza a recopilar I Hate Fairyland, una notable creación del mestro Skottie Young, que hace la clásica: armarse una hinchada nutrida y fiel en los títulos de Marvel y después abrir su kiosquito creator-owned en Image. Ya veremos más adelante algunos laburos de Young para la Casa de las Ideas, pero ahora me sumerjo en esta aventura delirante, cuyo ritmo no da tregua, pensada para atraparte en un in crescendo de situaciones cada vez más extremas, más impactantes y más cómicas.Skottie Young parte de una premisa brillante, pero no se queda con eso. Por el contrario, sube la apuesta episodio a episodio y para el final de este primer tomo I Hate Fairyland alcanza un nivel inverosímil. Si alguna vez te divertiste con lo que los yankis llaman “cartoon violence” (explosiones, cañonazos, hachazos, espadazos y caídas abismales infligidas o sufridas por personajes fantásticos en clave de humor pasado de rosca), acá vas a encontrar eso mismo en su máxima expresión. I Hate Fairyland además es la más redonda, la más lograda, la mejor pensada de todas las parodias a los clásicos relatos de “nena del mundo real recorre un mundo de fantasía”. Los personajes, los paisajes, la acción, todo está dibujado como los fuckin´dioses por un Young inspiradísimo, exagerado al límite, dinámico y plástico como los mejores dibujos animados, pero con trucos de narrativa que sólo se pueden hacer en la historieta, y –por si faltara algo- muy bien complementado por la paleta de colores de Jean-Francois Beaulieu.Esto es mejor que un comic para adultos. Es un comic recontra-mala leche, jodido como enema de chimichurri, oscuro y perverso como un vómito de Adrián Ventura, que gráficamente parece un comic para chicos y que corre serios riesgos de terminar en las manos de inocentes criaturitas a las que I Hate Fairyland les va a pulverizar las neuronas. Obviamente quiero YA el Vol.2, que nunca vi en ningún lado. Acepto donaciones. Me vengo a Argentina, año 2019, para leer la continuación de un librito reseñado el 15/01/19. Esta segunda entrega de Proyecto Tifón abre con una historia de 22 páginas en la que Rodolfo Santullo nos muestra a dos superhéroes, Alto Voltaje y Heka, en acción y no mucho más. La machaca no deja mucho espacio para desarrollar a los protagonistas (mucho menos a los antagonistas) ni para que estos terminen de dilucidar cómo enganchan los combates que les toca pelear en el “big picture”. Los diálogos (generalmente el punto fuerte de los guiones de Santullo) no brillan como en la entrega anterior, mientras que el dibujo de Daniel Mendoza me pareció muy sólido, muy atractivo. Sin dudas el mejor trabajo de este dibujante al que ya nos cruzamos otras veces acá en el blog, potenciado además por Exequiel Roel en el coloreado digital.La segunda historieta será la que haga el esfuerzo de encajar esto que nos contó Santullo con la saga global, con ese peligro creciente que obliga a los distintos superhéroes argentinos a organizarse y trabajar en equipo. Este tramo está escrito por Fede Sartori (también correcto, sin descollar) y dibujado por Santi Baquín, que cumple muy con lo justo. Me imagino esas páginas en blanco y negro y me muero del aburrimiento.Y después hay dos historias cortitas: una de apenas tres páginas (escritas por Santullo y con hermosos dibujos de Nico Di Mattia) y una de 10, en la que Maxi Coronel retoma la historia del Capitán Barato, se mete un poco más en la psiquis de uno de los villanos de la saga y le da mucha chapa a Nico, quien se convertirá en E-404, un nuevo justiciero decidido a bancar los trapos en este momento jodido, en el que ya cayeron varios de los héroes que se presentaron en las entregas anteriores. Este tramo final está bastante bien dibujado por Osmar Petroli, que abusa un poquito de los primeros planos y los planos detalle, pero dentro de todo la hace llevadera.Tengo un problema para emocionarme con esta saga y es que no conozco lo suficiente a los personajes como para que me generen algún impacto sus supuestas muertes, resurrecciones, victorias o derrotas. Me siento como si estuviera viendo futbol alemán: entiendo el juego, me doy cuenta de que están jugando bien, pero no conozco a los jugadores, no soy hincha de ningún equipo, no le tengo bronca a ningún árbitro ni a ningún D.T., y cuando canta la hinchada no entiendo una chota. Lo miro, me parece un producto muy profesional, muy competente, pero no logro que me despierte la más mínima pasión. Por ahí hubiese estado bueno sacudir grosso el status quo de este universo una vez que los lectores estuviéramos más familiarizados con cada uno de los héroes y heroínas, como para que cada golpe pegara más fuerte. De todos modos, me imagino que los fans de los superhéroes transplantados a nuestro país deben flashear fuerte con esta aventura, por su ambición, por su escala y porque se nota que está muy bien planificada y muy bien coordinada, para abrirle el juego a varios personajes y varios autores y que todos se conjuguen de manera armónica, prolija, consistente.
Nada más, por hoy. Ni bien tenga leídos un par de libros más, nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog.
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Published on March 16, 2020 18:40

March 12, 2020

JUEVES EN BLANCO Y NEGRO

Mientras el mundo es diezmado por una pandemia que parece inventada por Ra´s al Ghul, yo sigo acumulando lecturas, como para que no falten las reseñas acá en el blog.El Club del Suicidio es un manga que el maestro Usamaru Furuya serializó en 2001, levemente basado en las premisas de un largometraje de Sion Sono. Más tarde, en 2008, Furuya retocó bastante ese manga y esa segunda versión se convirtió en la oficial, la posta. Por algún motivo indescifrable, hubo que esperar hasta 2015 para que se publicara en castellano (gracias, Milky Way) y acá estamos, finalmente.El Club del Suicidio es una Obra Maestra, no tengo ninguna duda. Si creés que ya leiste demasiados mangas de chicas adolescentes que van a la secundaria, te aseguro que ninguno te va a perturbar tanto como este. De verdad, pocas veces me encontré con un manga tan bien escrito, con tanto cuidado en el guión. Acá hay un trabajo formidable de Furuya para no estirar con boludeces, no irse por las ramas, trabajar bien a fondo a cada personaje, no meter chistes ni situaciones pavotas que alteren el clima sórdido y ominoso de la obray sobre todo para generar tensión en el lector. Furuya retuerce la trama y el vínculo entre las dos protagonistas a límites insospechados, para atrapar al lector, para meterlo adentro de esta especie de conjura macabra a la que cualquier adulto podría confundir con un juego, con una boludez más de las muchas que hacen las chicas de 14-15 años en plena Edad del Pavo. Cuando te das cuenta de que la cosa va en serio, ya se puso mucho más heavy de lo que uno podía imaginar sobre todo si leés este manga antes de haber leído Lychee Light Club (yo lo reseñé el 25/04/13), que es posterior a la primera versíon de El Club del Suicidio.No quiero spoilear nada del argumento, porque está todo jugado a la sorpresa, a que suceda lo imprevisto. Pero hay que ser muy genio para que se te ocurran las cosas que hace Furuya en este manga, eso te lo garantizo. El dibujo es muy eficaz, muy sobrio. Furuya no intenta hacer gala de ningún tipo de virtuosismo, no sexualiza de más a las protagonistas, cuida el verosímil a más no poder, trabaja desde lo visual ese clima del que hablaba yo hace un par de párrafos y juega a enfatizar las masas de negro en los momentos más espesos y a eliminarlas por completo en los más “espirituales”. Un manga brillante, de punta a punta, y un gran punto de entrada para l@s que todavía no se engancharon con la obra de esta bestia del Noveno Arte. Tengo otro broli de Usamaru Furuya en el pilón del aguante, así que este año seguramente volveremos a visitarlo. La editorial rosarina Rabdomantes sigue rescatando todo el material del gran guionista Mauro Mantella, y en 2019 fue el turno de Bizancio, el John Constantine argentino creado por Mantella en 2004 para la revista Bastión. El Bizancio Integral reúne todas las historias de este personaje, que paso a escudriñar.La primera tiene apenas 14 páginas y es muy, muy buena. La idea, la forma en que está desarrollada, y sobre todo los diálogos son puntos muy altos. El dibujo de Juanmar, si bien no está mal, va para un lado distinto de del guión. Seguramente se ajustaría mejor a otro tipo de historia. La Pulenta, lo mejor lejos, es la historia más larga: Punta Baja. Acá además de buenas ideas y diálogos recontra-filosos tenemos un misterio bien elaborado, desarrollo de personajes, dilemas morales y un clima tipo Twin Peaks de pueblito perdido en la Loma del Orto donde pasan cosas escabrosas, jodidas de explicar. Punta Baja re-da para un largometraje, además. Lástima el dibujo de Sergio Monjes, bastante rudimentario, con un par de imágenes potentes, de verdadero impacto, y muchas resueltas sin la menor onda. Monjes también dibuja una historia muy cortita titulada “Círculo”, que no está nada mal.De ahí nos vamos a “Nuevos Monstruos”, una historia muy truculenta, también con excelentes diálogos, bien dibujada por Alberto Aprea. Y después, el derrape grosso, bien hasta el fondo. “Fuga y Misterio” es una historieta indescifrable, en la que aparecen en roles mínimos un montón de personajes de otros comics nacionales (Carlitos, Animal Urbano, Sónoman, Python, Doméstico, Bruno Helmet, etc.) y Bizancio cumple un rol que podría haber cumplido cualquier otro personaje. Esto parece ser un capítulo de una saga mucho mayor, que no recuerdo haber leído nunca. El dibujo está a cargo de los Silva Bros., clones eficientes de los típicos dibujantes del mainstream estadounidense. Y la última historieta es todavía más rara: 14 páginas de un diálogo entre Bizancio y Carlitos, en el que no pasa nada. Los diálogos se refieren a algo que está por suceder, que quizás sea ese team-up entre un montón de personajes argentinos que vimos el 25/05/15, en el Vol.5 de la Antología de Héroes Argentinos. Lo cual es raro, porque es un guión de Toni Torres, en el que Mantella no mojó para nada. Ni idea, la verdad. Acá vuelve Sergio Monjes, un poco mejor que en Punta Baja.Obviamente, como fan talibán de John Constantine, banco grosso a Marcos Bizancio y quiero ver más aventuras suyas narradas por Mantella. Y no sé si a sus lectores, pero Mantella se debe A SI MISMO una saguita de Bizancio dibujada por un autor de primera línea. Un Juan Ferreyra, un Leo Manco, por ahí un Fernando Baldó, o el propio Diego Yapur que se mandó una portada gloriosa para este recopilatorio… Me imagino a Bizancio dibujado por muchos grossos y babeo mal.
Nada más, por hoy. La seguimos pronto. Y tranqui, que no cunda el pánico: si no nos exterminó el macrismo, la pandemia tiene poquísimas chances de exterminarnos.
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Published on March 12, 2020 09:40

Andrés Accorsi's Blog

Andrés Accorsi
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