Zoé Valdés's Blog, page 3228
October 23, 2010
Empezaron las vacaciones, se acabaron, perdón, recesaron, las huelgas en Francia.
Francia es el país de las vacaciones y de las huelgas. Cuando no están de vacaciones, están de huelgas. Así es el comunismo francés con Chanel número 5. En este país el pueblo manifesta de izquierda, pero vota de derechas. Sólo que hay darse un salto de las urnas a la calle, y viceversa.
Hoy empezaron las vacaciones, y enseguida se normalizaron las calles. Los huelguistas se fueron a Cuba con sus ahorros, porque ellos no se van a Haití a emplear sus economías en aliviarles el hambre a los niños. No, ellos se largan a Cuba, a gastarse su dinero en putas castristas que luego traerán a Francia como grandes representantes de la cultura del pueblo, ellos se gastan el dinero con el castrismo, ese gran parque temático. Es como ir a Disneyworld, pero del comunismo.
La ley sobre las reformas de las pensiones fue votada ayer en Francia, porque lo que se discutía en las calles era que las jubilaciones no se extendiera de los 60 años a los 62. Sí. Como mismo están leyendo, o sea, lo que se defendía en las calles era no trabajar dos años más. Las revindicaciones todas, en este país, son para ganar más dinero. Lo que me parece muy bien, hasta ahí. Pero yo, con la vagancia y el abuso masticándose los impuestos que pagamos la clase media, es con lo que no puedo.
Pero ya los franceses están hartos, los pocos cuerdos que quedan.
Los estudiantes estaban en la calle, porque no querían que "mon papy prenne mon boulot". Le zumba, traducción: "que mi abuelo no me coja mi trabajo". O sea, al trabajar hasta los 62 años, el abuelo podría ocupar la plaza del nieto como trabajador. Esto no creo yo que salga de la cabeza de un estudiante, esto tiene que salir del coco de un tarado comunista de la CGT.
Se acabaron las huelgas, pero no se inquieten, no se ha acabado nada. Sólo estamos en la pausa vacacional. Al regreso, habrá más huelgas. Y entre tanto, el país a la deriva, con el futuro en ascuas, al tener ya varias generaciones que no estudian, que sólo piensan en vacaciones o en huelgas, y se reservan para ellas. Y con un gobierno, que se dice de centro derecha, pero que actúa de izquierda-comunista, xenofobia incluida, que les hace la pala.
Zoé Valdés.
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Still Going Strong – Aquí sigo con fuerza. Exposición de Gina Pellón en Miami.
Gran exposición de la pintora cubana Gina Pellón, en Cernuda Arte, Miami. Vernissage el 5 de noviembre, en presencia de la artista. Una gran ocasión de conocer a una maestra, a una gloria de Cuba, y de apreciar su magistral obra.
La expo se titula Still Going Strong – Aquí sigo con fuerza, y en la portada del catálogo de lujo publicado por la galería, hay un evidente homenaje a las Damas de Blanco, Me consta, porque soy amiga de la pintora, y he visto pintar ese cuadro, entre los otros que aparecen en el catálogo, y me ha confesado que tiene previsto hacer una exposición inspirada en las Damas de Blanco, dado que ella participó en el homenaje que le dimos, la Ciudad de París y yo, a estas mujeres cubanas.
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"Castro a mystifié les intellectuels français". Jacobo Machover.
Una entrevista que está causando muchísimo revuelo en París. Publicada por L'Express.
Aquí el pdf: l'Express_Cuba
Agradecimientos a Jacobo Machover.
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October 22, 2010
Cara de comebolas bien administrada. Por Esteban Fernández.
por Esteban Fernández
CARA DE COMEBOLAS BIEN ADMINISTRADA ©
La mejor demostración de inteligencia de un ser humano es lograr que todos lo consideren bruto. Eso me lo enseñó mi padre desde que yo era un muchachito. Me dijo: "Aquí nunca trates de parecer brillante, ni pícaro, ni pasarte de vivo. Si consigues tener una cara de ingenuo bien administrada tú verás lo bien que te va a ir en la vida"…
Eso vino a colación cuando yo tenía ocho o nueve años y las amas de casas de mi barrio comenzaron a pedirme que les hiciera mandados. Me decían "Esteban de Jesús, por favor ve a la bodega de Márquez y tráeme esto, ve a la quincalla de Adea y tráeme esto otro" Hasta que la madre de un amiguito mío me pidió que le trajera una caja de Kotex, eso me produjo tremenda pena y fui a consultar con mi papá el problema que tenía.
El viejo riéndose me dijo: "Estebita lo que pasa es que tú eres muy eficiente y te has convertido en un mandadero profesional. Tienes que hacerte el torpe y cuando te pidan una cosa les traes otra y quédate con el cambio" A la semana de seguir ese sabio consejo todas las vecinas se abstuvieron de pedirme que les hiciera ninguna diligencia.
Algunos maridos con experiencia son expertos en ese difícil arte de hacerse los chivos locos. Llegan al extremo de intentar lucir retardados mentales. El esposo joven y novato comete inicialmente muchos fallos. La recién casada dulcemente le dice: "Mi amor, ¿puedes fregar los platos hoy?" Ahí mismo el marido, sin corcovear, se esmera en que los platos queden resplandecientes. ¡Tremendo error que posiblemente le cueste muchos años de fregadera de platos! En lo personal yo jamás en mi vida he fregado un plato sin que venga una mujer atrás a regañarme y a decirme: "Déjame eso a mí que a la legua se ve que fregando platos tu no te ganas ni para el chicle"…
En los empleos pasa lo mismo: mientras más rápido y eficaz usted realiza su labor ¡más trabajo le cae encima!. Cuando yo comencé como Manager de una casa de cambio de cheques tenía tres empleados ayudándome. Pasaron 14 años y trabajaba tan duro que el dueño me dejó solito al frente del negocio. Pasé más trabajo que un forro de catre por lucir extremadamente competente.
¿A ustedes nunca les han dicho?: "Oye, te voy a presentar a Evaristo, pero ten cuidado con él que es hacha y machete, se le escapó a Tamakún por debajo del turbante, es una fiera, si te pones a comer bola te tumba"… Es decir, que la fama de vivaracho que arrastra Evaristo lo perjudica hasta antes de conocerlo… Al mentecato siempre lo recibimos con lástima, con confianza y descuido, y siempre es el que nos pasa con una aplanadora por encima…
Recuerdo que en la primera casa en que yo viví me las quise dar de jardinero y el césped me quedaba bastante bien y por lo tanto me tuve que disparar como cinco años cortando hierba. Mientras tanto mi amigo Varona el primer día que se dispuso a realizar esa labor se llevó un dedo del pie con la podadora y eso fue remedio santo para él.
Aquí en este país pasa lo mismo con el Inglés. La mejor forma de comenzar una conversación con un norteamericano es haciéndonos los tontos diciéndole: "I'm sorry I don't know English very well"… Y ahí mismo el americano se desvive en ayudarnos y en comprendernos.
A los únicos que yo no he logrado convencer de que soy simplemente un inocente escritor es a los aparatos de inteligencia de Cuba. Debido a una serie de actividades previas ellos me tienen archivado como un terrorista peligroso y testarudamente insisten en creer que esto de emborronar cuartillas es simplemente un tape.
Díganme la verdad: si yo trato de hacerles creer que yo soy un tremendo intelectual con dos títulos universitarios- uno de Harvard y otro de Yale- ustedes piensan que mis columnas periodísticas no están a la altura de mis conocimientos e intelecto. Pero si están claros en que yo soy un humilde guajirito de Güines, con cara de "yo no fui", entonces me aplauden y piensan: "El pobre bastante hace"…
(Gentileza del autor).
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Chilenos, ayúdennos a hacer un túnel Habana-Cayo Hueso…
Gracias a La Voz de Cuba Libre.
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Guillermo Fariñas, un premio "cantado". Por Iván García.
En El Mundo. Y en Desde La Habana.
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Fariñas le cogió el gusto a las huelgas de hambre. Por Tania Quintero.
En Desde La Habana.
A partir de ahora para mí está la disidencia, y la bichidisidencia.
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Mi amante la novela.
MI AMANTE LA NOVELA.
Zoé Valdés.
El título de esta serie de conferencias me sorprendió: El amor en los tiempos de la novela, en claro homenaje a Gabriel García Márquez, puesto que el amor siempre ha estado presente en la novela y en cualquier representación artística, en todas sus formas, incluida la del desamor, mucho antes de que Gabriel García Márquez ni siquiera pensara en nacer –uso aquí una forma muy poco racional, aunque de filosofía callejera del argot cubano, que indica un suceso inconcebible, y pongo el siguiente ejemplo, en voz de una madre que le reprocha alguna travesura a su hijo: "¡No me lo niegues, no lo niegues, tú lo hiciste, mira que yo te conozco a ti antes de que tú pensaras en nacer!". Raro, porque en verdad una madre no puedo conocer a su hijo antes del nacimiento, y mucho menos un hijo puede pensar en nacer antes del nacimiento propio. Pero el idioma español tiene sus farsas y teatralidades que la razón desconoce, mucho antes de nacer, por supuesto, el argot cubano.
El título de las conferencias también pudo haber sido: El amor no tiene quien le escriba, ya que vamos de homenaje a García Márquez, y siguiendo la rima del primero. Lo que me parecería más adecuado, porque mucho ha variado el trato del amor en la escritura. Más bien el amor se ha alejado, o lo han alejado de las novelas; del mismo que de las sociedades en las que vivimos, donde el tema del amor puro apenas existe, si no es convoyado con vampiros, negocios bancarios o burdeles –¿no resulta acaso una redundancia?-, ángeles y demonios, guerras y terrorismo.
Aparte de los autores clásicos de las novelas de amor, los más conocidos -a mí que siempre me ha gustado El amor en los tiempos del cólera-, me han influenciado, más que García Márquez, del que no reconozco ninguna influencia literaria, aun cuando lo aprecie literariamente en algunos de sus libros, otros autores como es el caso del teatro de Federico García Lorca, de la obra de un Virgilio Piñera, de un Lino Novás Calvo, de Carlos Montenegro, de Guillermo Cabrera Infante, de aquellos diálogos cruzados de La Casa Verde, Conversación en la catedral, de Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa, y para irme más atrás, de aquellas autoras del siglo XIX, una Madame de Stäel, o una romanticísima George Sand.
Mis lecturas de François Rabelais, de Gustave Flaubert, de Victor Hugo, de Charles Baudelaire (por cierto, uno de los detractores de George Sand), de Honoré de Balzac, y de Elsa Triolet, así como de Alberto Moravia, de Georges Bataille, y la apreciación de la magnífica obra, literaria y pictórica, de los surrealistas, pongo como ejemplo a Henri Michaux y a René Char, entre otros, conformaron un gusto por el amor libre dentro de mundos encadenados, o amores ahogados por sociedades totalitarias, que es en definitiva lo que me tocó a mí como experiencia personal y de lo que pude ser testigo y víctima. Aunque debo dejar claro que yo no escribo literatura de testimonio ni de mensaje, porque cuando escribo no me creo que estoy en un tribunal y mucho menos en la oficina de correos.
Desde que empecé a escribir poesía, sólo he escrito sobre el amor, aún cuando estuviera hablando de un gato que atraviesa los tejados de una vetusta casona en La Habana Vieja. Toda mi poesía, a la que yo llamé erónimos, por tratar los temas eróticos con ironía, y sonetos infieles (cuando escribía sonetos, yo era muy joven), no ha tratado de otra cosa que no sea del amor.
En la novela me ocurrió lo mismo. No sólo Sangre azul, mi primera novela, cuenta las peripecias amorosas de una adolescente en La Habana de los años ochenta, en medio de un ambiente sórdido-cultural-castrocomunista, quien sólo admite ser una irreal y renuncia a aceptar absolutamente todo lo que tenga que ver con los espacios reales del realismo socialista castrista (pasado por agua, pero realismo socialista al fin); además de su tema, fue una novela escrita por amor. Yo quería demostrarle a la persona que más amaba, al que yo creía en aquel momento que era el hombre de mi vida, à tout jamais, que yo era una verdadera escritora, una novelista, para más desgracia. El reto me ha perseguido a todo lo largo de mi existencia. Aun cuando ya aquel hombre dejó de ser el hombre de mi vida para transformarse, casi, en el hombre de mi muerte; y haber llegado a la conclusión que, de manera más práctica, el hombre de tu vida es aquel que te deja escribir en paz las novelas que tú has querido imaginar, luego de haber vivido libremente, sobre todo dentro de tu mente.
Marcel Proust dijo aquello de que "la vida es una novela", y esa es una de las grandes verdades a las que se aferra el novelista, una especie de clave, o de llave, que nos abre la puerta hacia los laberintos de la escritura prosística, que es la prosaica. Sólo que no todo el mundo es Odette, ni Swann, que se amaron en la indecisión de la diferencia de clases sociales, y en el nerviosismo asmático de la vasta memoria del autor. Marcel Proust escribió siete tomos en absoluto trance amoroso, en la última frase murió. También James Joyce tenía una manera muy simbólica de observar la vida y el amor, porque no hay vida sin amor, y añado en ese simbolismo del padecimiento social amoroso a Samuel Beckett, así como a Milán Kundera, Gilbert Keith Chesterton, y Sándor Márai; con todos ellos he convivido, y de ellos he bebido, el licor que sólo hace efecto cuando se ha empantanado natoso en las profundidades del conocimiento.
No creo que mi obra novelística haya crecido sin la lectura tenebrosa de Carson McCullers y de William Faulkner. Ahora recuerdo que Reinaldo Arenas opinaba lo siguiente en uno de sus últimos artículos: "En realidad, hace más de veinte años que García Márquez debió comparecer ante los tribunales norteamericanos por haber plagiado incesantemente a William Faulkner. Pero los norteamericanos tienen tan mala memoria que seguramente no recuerdan quién es Faulkner. En cuanto a la pobre 'inteligencia' yanqui, padece tan profundamente el síndrome de la culpa que prefiere desechar el original 'imperialista' y leer una versión colombiana del mismo, versión que es además populista, y menos compleja". Lo escribe un autor que concibió una de las más complejas historias de amor que se haya escrito nunca, en Otra vez el mar, autor de Celestino antes del alba, la verdadera primera novela del realismo mágico, escrita muy anterior a Cien años de soledad. Un autor enamorado de la literatura. Y eso fue lo que mamé en Faulkner y en McCullers, la savia enamorada de la descripción.
El tema del amor en la novela se amplía, complejizándose, precisamente cuando las autoras del XIX empezaron a contar lo que en sus salones y tertulias literarias se decía alto y claro, y en las calles se rumoraba, preferiblemente por los hombres, y lo que ocurría después de esos encuentros, en salones más reservados y durante furtivas aventuras. La novela devino maison close, la llave secreta escondida entre los guantes femeninos. La novela se erotizó y dejó de ser mero exceso de lamentos. El deseo afloró.
Yo no soy de las que piensa que existe una novela femenina y una novela masculina. De hecho, nada impidió que Gustave Flaubert escribiera Madame Bovary, y que declarara luego que "Madame Bovary, c'est moi", y que por otro lado, Marguerite Yourcenar escribiera Memorias de Adriano, situándose en la piel de un emperador, o mucho antes, Alexis o el Tratado del inútil combate, colocándose en la posición de un hombre que acaba de huir de su mujer dejándole una carta donde le comunica su bisexualidad u homosexualidad. Justamente, en El amor en los tiempos del cólera, el autor no distingue predilección por uno de los dos en la pareja de enamorados, y es que se trata de una novela de amor, donde el amor está personificado por una pareja, y por la memoria afectiva, que en las novelas de amor resulta la más eficiente de las Celestinas. Pero es una novela asexual, sin sexo, sin deseo.
Yo soy de las que cree en El cuarto propio de Virginia Woolf, un cuarto donde almacenamos experiencias vividas y leídas. Sexo y deseo, erotización y placer.
Una novela no se define por el género del autor, una novela debería definirse por su propuesta del deseo y del amor, la presencia del cuerpo y su relación de deseo amoroso con el otro deberían ser los rasgos distintivos de una historia. Mientras más deseo y más amor haya en una historia que se cuenta con mayor fluidez el idioma se revela y se rebela, en todo el esplendor de su riqueza. Y si se ha dicho que el francés es el idioma del amor, el español es el del deseo. Lo que ha sido altamente probado por Miguel de Cervantes y Saavedra, y Manuel Mújica Láinez, por Luis de Góngora y Francisco de Quevedo, por Sor Juana Inés de la Cruz, Octavio Paz, y Jorge Luis Borges, más padres que maestros de todo escritor que aspire única y exclusivamente a extraer sensaciones de cada palabra que escriba.
Las protagonistas de mis historias todas tienen un denominador común, todas aman, sin pedir reclamar más que eso, que las dejen amar, en contextos sociales revueltos, revolucionarios, y totalitarios. El amor les duele del mismo modo que sus cuerpos cuando enferman. Se afiebran de deseo del mismo modo que la temperatura las abrasa a causa de la enfermedad real, cruda, mortal.
El amor sin límites es lo que me mueve a la escritura. Yo no escribo solamente para que me amen. Yo escribo para descubrir cada día el amor, y si esto no ocurre al borde de la almohada, al menos que pueda suceder en la blancura deseosa de la página, que reclama con gemidos lujuriosos, una caricia escrita. Yo escribo para amar. Que me amen resulta demasiado egoísta, amar es más generoso.
Yocandra en La nada cotidiana y en El todo cotidiano, de reciente publicación en Planeta, es una mezcla de Yocasta y Casandra. Es el nombre derivado de su creador: un hombre. Ella aprende con el tacto, a través de las pulsiones corporales del deseo, reacciona carnal y precisa en sus transgresiones porque su cuerpo late con amor. Yocandra es una resistente, una gladiadora solitaria, en medio de un mundo donde se acabaron las artes amatorias, donde Ovidio no tendría cabida, amar no está de moda; "se acabó el querer", así reza la canción tan popular en la Cuba de los ochenta, de la agrupación musical Los Van Van. Yocandra busca la salvación en el amor, su estrategia para la fuga se ampara dela pasión como táctica.
Mirarse a los ojos es como dispararse un misil, concluye uno de los personajes.
El amor en los tiempos de la novela empezó por un beso y casi va decayendo con un trompón que parte el cuello, y deja a la amada sangrando, y al amante convertido en asesino, maltratador de género –que no sé ni lo que quiere decir en el lenguaje de los políticos.
Es el caso de la protagonista de Querido primer novio, una novela en la que Dánae, la protagonista, es maltratada a diario por su marido, que asegura amarla tanto que no puede vivir sin golpearla, y ella lo ama tan enloquecidamente, que no puede resistir sin el trastazo en la chola (cabeza). Hasta el día en que se acuerda de cómo amaba ella en la infancia, de cómo amaba la tierra, de cómo debió huir del asfalto para refugiarse en la naturaleza, y de cómo encontró en el campo cubano una forma de amar, inocente, sexual, libre, en los brazos de otra niña. Una niña que la salvará, con su silueta potente, dual en el recuerdo, acunada y crecida con la melodía de la madre tierra, rebelde en el transcurso de la herencia, que ya es la Historia dentro de la historia, de una isla que quiso construir el paraíso y creó el infierno.
En Lobas de mar, una novela mitad de aventuras y mitad mentira histórica, cuento la vida de dos mujeres piratas que fueron las que sellaron la historia de la piratería en El Caribe, tal como se vivía a finales del siglo XVII, Mary Read, y Anne Bonny. Y por supuesto, su relación amorosa que devino enredo de ménage à trois, aliñada con la presencioa del pirata Calico Jack.
Lo que me atrajo de estas dos mujeres fue, sin duda alguna, sus trágicas infancias, que la condujeron a la búsqueda del amor a todo costo, de diversas maneras, por diferentes caminos. Mary Read, la más pobre, fue la que acogió el amor adulto como un compromiso exclusivamente artístico: el amor reconocido como arte. Anne Bonny, de familia rica, pero cuya vida se deshizo a los trece años cuando se vio obligada de asesinar a una persona allegada, concibe el amor estrictamente como una vía para el enriquecimiento material.
Sin embargo, cuando estas dos mujeres se encuentran, vestidas de piratas dentro de la embarcación, creyendo cada una que la otra es un hombre, se entregan apasionadamente a una de las más misteriosas aventuras amorosas que el Caribe haya parido. Aun cuando se enteran de que ambas son mujeres, y que Calico Jack se introduce entre ellas, ambas seguirán amándose sabiendo que su amor tiene algo de excepcional, que se trata de una obra de arte. Poseen la certeza de que nunca antes y nunca después existirá un amor como el de ellas, mujeres piratas, mujeres con el cuerpo lleno de cicatrices. Las del alma, sin embargo, ardían más severamente.
No voy a declararles que la literatura es sólo amor, que la novela es puro amor, la novela también es horror, evasión; la novela es todo, porque la vida es todo. Lo que sucede es que el amor posee diversos rostros: el de la pasión, el del deseo, el de la traición, el de la ternura, el del compromiso, y todas esa caras llevan capas de maquillaje a su vez, los diversos colorines que el contexto en el que se mueven propone teñir los sentimientos, sus mutaciones. La narración novelada, así como la poética, es dolor, angustia, enmascaramiento, dulce muerte, renacimiento, o resurrección, adversidad. Lo demás es cuento. Lo demás es sólo cuento.
En la novela hay una entrega amorosa inevitable, y también una entrega plácida, lúcida, plena y trágica. Es por la razón por la que el misterio más inasible no está encerrado o escondido en religión alguna, vuela libre en la literatura. Lo difícil es atraparlo en pleno vuelo, porque la novela es ese pájaro, jamás en reposo. Un pájaro que se manifesta, mutado, a través de los novelistas con un extraño y seductor canto. Juan Abreu hizo, sin proponérselo, una paralelismo de la novela como ecuación, como confesión dentro de la novela, con su obra El Pájaro.
No hay una de mis novelas en que yo no haya dejado de decir todo de mí, tanto, que ya no sé qué parte de mí fui yo verdaderamente, y cuál nunca he sido. Y ahí radica el erotizamiento del deseo. No hay nada más parecido al orgasmo que esos momentos en que el novelista está escribiendo olvidado de lo que le rodea, cuando tu cuerpo se separa de su alma durante unos lentísimos segundos, y puedes observar carne y espíritu separadamente, desde ese trono en forma de beso que te facilita el poder ser Dios.
Zoé Valdés.
21 de octubre del 2010.
Conferencia en el Instituto Cervantes de Belgrado.
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October 21, 2010
Moratinos vuelve a llorar.
Guillermo Fariñas, Premio Sajarov.
Guillermo Fariñas ganó el Premio Sajarov. Y yo voy a decir lo que pienso porque vivo en un país libre y he aprendido hace mucho rato a ser libre.
Ya lo había escrito en La Ficción Fidel, el Premio Sajarov ya es una gran guarrería, ya le habían dado el premio a unos cuantos mentirosos, pero así es el mundo en el que nos tocó echarnos la vida.
Los periódicos hablan del periodista Fariñas obviando al militar, al que, mientras torturaban a Reinaldo Arenas en una cárcel, a él lo ascendían y condecoraban en Moscú, al coronel de la guerra de Angola, que le escribió recientemente una carta a Raúl Castro de coronel a general. Han premiado al que hizo una huelga de hambre asistida por el gobierno cubano, mientras unos cuantos niños no tenían ni qué comer, ni recibían atención médica, sólo para reclamar que se deportaran a los verdaderos periodistas de la Primavera Negra del 2003, y lo consiguió. Y cuando lo consiguió declaró que había que reconocer que "el gobierno cubano" había cambiado, positivamente, firmando luego la Carta de los 74, la carta más entreguista de la historia de Cuba.
No me extraña, una parte de la" nueva disidencia cubana" ha encontrado una manera de vivir del estrellato, de salir a diario en la prensa internacional para decir tonterías tales como que el embargo es malo, los Estados Unidos son malos, y el gobierno raulista está mejorando porque deporta presos políticos con el apoyo del Opus Dei. Y los presos políticos, por educación, se ven en la obligatoriedad de aceptarlo y de agradecer. Sólo han cambiado de espacio, siguen viviendo en la misma miseria moral que los asediaba y encarcelaba y dentro de las trampas de políticos, los que ganan haciéndose los héroes.
No pregunten más por qué ha durado tanto el castrismo: por cosas como éstas, por macherías como éstas. Los mismos que me reprochan que yo haya trabajado 5 años en la UNASCO, y en el ICAIC, durante 5, por contrata, y que reprochan a Guillermo Cabrera Infante que haya sido diplomático y lo que haya sido, entre otras estupideces (sin verse ellos en un espejo, claro está), aprueban y aplauden esta farsa de mal gusto.
Los anteriores ganadores del Sajarov, Osvaldo Payá Sardiñas y las Damas de Blanco, lo merecían, incluso con sus defectos y contradicciones, Fariñas está muy lejos de llegar a la estatura del hombre que da nombre al premio, y ni siquiera a la estatura de sus antecesores.
Pero así vamos. eso es lo que trajo el barco: fraude y puro teatro termundocastrista.
Por cierto, está comprobado que se come mejor en Cuba bajo una huelga de hambre asistida por el gobierno, que con la carta de racionamiento.
Ah, y ahórrense lo de radical. Lo soy, ¿se enteran ahora? Frente a las dictaduras y sus marionetas sólo se puede ser recontrarradical.
Zoé Valdés.
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