Zoé Valdés's Blog, page 2894
December 8, 2011
Ángeles González Sinde, ministra socialista del gobierno de Zapatero, su viaje a Moscú y una habitación de 1.180 euros la noche.
Darsi Ferrer convoca a Marcha por los Derechos Humanos en Cuba.
Calle Neptuno bloqueada en La Habana por la policía. Por Martha Beatriz Roque.
Homenaje en Miami a Mike Porcel. Videos de promoción. Entrevistó Joaquín Gálvez.
Ya yo lo había anunciado en este blog.
—

—

—

—
Mike Porcel fue uno de los artistas elegidos por mí para el proyecto Censuré a Cuba editado por mí y por Ricardo Vega en un disco en Francia, también publiqué un libro de poetas prohibidos y un DVD de cineastas prohibidos.

Cliquee en la imagen
En este blog también presenté en su momento el último disco de Mike Porcel: Intactvs. Me alegra mucho este homenaje tan merecido. Gracias a todos, en especial a Mike Porcel y a José Abreu Felippe.
Filed under: Música Tagged: Joaquín Gálvez, Miami, Mike Porcel

De desempleados, vendedores de helados, graduados universitarios e indignados.
DE DESEMPLEADOS, VENDEDORES DE HELADOS, GRADUADOS UNIVERSITARIOS E INDIGNADOS.
Zoé Valdés.
En Europa, los jóvenes aprenden muy temprano lo que significa trabajar, que no tiene de ninguna manera un significado oneroso. Trabajar en lo que sea siempre que sea honrado, y procure ganancias, por supuesto. Desde la escuela primaria los maestros inician a los niños en la faena cotidiana, en la tarea del trabajo, de distintas maneras, depende de las iniciativas que tenga el profesor. Mi hija tuvo una extraordinaria maestra de italiano, que a la edad de nueve años decidió llevar a toda la clase a Roma, no sólo a ver los museos, sino principalmente a vivir con una familia de pizzeros que tenían una auvergne u hotel para estudiantes donde los niños verían y aprenderían cómo se trabaja la masa de la pizza, y cómo se hacen las pastas, y la harían ellos con sus propias manos, en los hornos de los dueños. No recuerdo que ningún padre haya puesto el grito en el cielo, más bien todos estaban embulladísimos con la iniciativa de la maestra, y así, de ese modo, cuando sus hijos comieran pizza conocerían que ese plato no sale de la nada, sino del trabajo y del sudor de unos brazos, y de los condimentos de un maestro de cocina, y de un trabajo colectivo y familiar.
Desde la edad de once o doce años he visto al hijo de uno de los carniceros de mi barrio ayudar a su padre en la carnicería, pesa y despacha muy bien envuelta la carne, su padre le da una paga, dinero de bolsillo, a cambio de esa ayuda. También llevo años yendo a un restaurant italiano llamado Caruso, en mi barrio siempre, el adolescente de la familia –hoy ya es un hombrecito de unos 18 años- desde hace un buen tiempo ha trabajado haciendo horas extras en la cocina del restaurante, y en la medida en que ha ido creciendo también ha ido atendiendo las mesas y sirviendo a los comensales; hoy en día, junto con su padre, lleva el restaurante, y estudia en la universidad.
La mayoría de los jóvenes en Europa y en Estados Unidos trabajan y estudian al mismo tiempo en la universidad. Muchos de ellos trabajan vendiendo hamburguesas, cuidando viejos o niños, de vendedores, limpiando casas, de lo que sea… No veo a ninguno descontento por hacer semejante trabajo, al contrario. En la chocolatería cerca de mi casa trabaja toda la familia, y en épocas navideñas también arma las cajitas el hijo, enfermo mental, quien además trabaja en el foyer donde vive junto a otras personas enfermas como él.
A la edad de diez años, mi hija fue con otra amiga a pedir trabajo en una galería, yo me puse muy brava, y hasta regañé a la mujer que, antes de que yo la llamara para ponerla nueva, ni corta ni perezosa, la puso a rellenar invitaciones por diez euros la hora. Después comprendí cuán útil había sido esa breve experiencia para ella. Además ha sido vendedora en las broncanteries con sus amigas, ha hecho de babysitter, y ha servido en la galería de sus padres en los días de vernissage. Se ha apuntado sola en la alcaldía para hacer trabajos durante las vacaciones, para de esa forma contar con un dinero extra.
Una amiga de ella, Louise, que es una joven brillante, empezó a leer con tres años y ahora está haciendo el prépa en Hypocagne que es de las mejores escuelas para preparar a estudiantes universitarios en Letras, su padre trabaja en Le Monde y su madre es Directora bibliotecaria en el Beaubourg, pues Louise vende helados en la heladería judía de la Ile Saint-Louis. Solamente porque es amiga de mi hija he ido en varias ocasiones a comprarle el helado más desabrido del mundo, tanto he ido que ya el dueño, muy simpático, me regala el helado. Louise estudia duro y trabaja como heladera –pese a la posición cómoda de sus padres- para ganarse su dinero extra. ¿Hay algo oneroso en ser heladero? Para nada, al contrario, en los tiempos que corren, donde el desempleo aumenta debido a la crisis mundial, y la gente se indigna por no tener trabajos, hay que sentirse feliz de poder ser aceptado como vendedor de helados, o como vendedor de lo que sea en cualquier comercio.
Pero esto no solo sucede con los jóvenes. Los exiliados cubanos tenemos miles de historias que contar, en este país cuidé niños, limpié casas, traduje textos aburridísimos, hice otros tantos trabajos, hasta vendí ron en las esquinas de Barbès-Rochechouart y fui ebanista… Javier de Castromori, a quien muchos conocen a través de sus blogs, trabajó igual que yo y durante mucho más tiempo que yo haciendo lo mismo, hasta que se empató con un trabajo en la radio, en radio Nova, y luego fue vendedor y gerente de una prestigiosa tienda italiana, además de dar clases, y de dedicar buena parte de su tiempo a Cuba, y ahora es codueño de su propio negocio en Almería: una chocolatería. Mi hermano, Gustavo Valdés, graduado de fotografía en la Escuela de Fotografía de Nueva York, ha tenido no sé cuántos trabajos, aparte de los de curador de galerías, de dueño de galería, de llevar años trabajando en un hospital, de estudiar medicina (se gradúa en mayo), y de diseñar revistas, invitaciones catálogos para prestigiosas firmas, es el diseñador de Ars Atelier City, es él quien se mete todo ese trabajo solo. Aquí nadie se cuestiona la edad para estudiar, ni si los estudios irán a terminar y tampoco si habrá que estar a expensas de que el gobierno te tendría que situar en un trabajo. Aquí se estudia siempre porque mientras más estudios hagas más alto sería tu salario, si tienes la dicha de tener trabajo.
Cuando se termina la universidad, normalmente ya el estudiante se ha planteado como objetivos buscar empleo en ciertos sitios de los que se ha ido informando y hasta ha ido visitando, e igual también ha conseguido trabajar en puestos bajos en ese mismo sitio de sus sueños, como sirviendo el café o algo por el estilo, para empaparse de cómo se trabaja en ese lugar que él ha escogido, con la intención de que algún día lo escojan a él para un puesto relevante en caso de que dé la talla.
Debido a esto supongo que una gran cantidad de graduados de informática salen de la universidad con un proyecto en mente que podrán hacer si han reunido dinero de sus antiguos trabajos para abrir ellos mismos sus propios negocios, o en el caso que deseen adherir a una empresa ya existente, pues allí irán a aplicar bajo condiciones expuestas por la empresa y con sus propias condiciones, su alto nivel profesional o de performance, que es lo que ellos deben venderle a la empresa. Pero hay otros que prefieren tomarse dos años para viajar, y lo hacen, trabajando en los diferentes países a los que viajan. Es lo que hizo el hijo de una de mis mejores amigas. Nacido en París, se fue a estudiar arquitectura en Berlín, ahora trabaja en Nueva York, y luego continuará los estudios, mientras tanto se entrena en una oficina de arquitectura en Manhattan, con un trabajo medio. Es admirable. Su hija también estudia, en Berlín, es fotógrafa, hace unas semanas expuso en París, ahora expone en Berlín, mientras ella viaja con su madre por el sur de la India. Otros dos amigos han escrito libros desde la cocina de un restaurante, y otro ha filmado documentales en las horas que le quedan libres después de cerrar el bar en el que trabaja en Valencia.
Aquí nadie piensa en premios, sólo en trabajo, los premios si vienen, bienvenidos sean, tanto mejor. El gobierno no es responsable de ninguno de ellos, ellos solos son responsables de su destino. Y saben que el trabajo para conseguir lo que desean requiere de esfuerzos máximos. Es la razón por la que hay tantos indignados de verdad en el mundo, y no airados de pacotilla, no de librito, porque son personas que se han esforzado toda su vida, que han trabajado en diversos trabajos, bajos o altos, para llegar a tener lo que tienen, y porque aspiran a más, lo que no es ningún delito en ninguna parte.
Cuando se ha vivido en el comunismo, y luego en el capitalismo, uno puede darse cuenta de las grandísimas diferencias, y al instante uno capta –si es inteligente, tenaz, y trabajador- que en estos países hay que esforzarse como se han esforzado todos, que hay que trabajar duro, y limpiar culos si hace falta, y hacer lo que sea y lo que haga falta para aspirar siempre a más. El que huye de eso porque cree que en el comunismo se vive mejor, y que todo se lo merecen y que ellos sí que no limpiarán culos, y que el gobierno debe hacerse cargo de ellos, comete un error en el mejor de los casos, en el peor de los casos no es una persona honesta, es, para decirlo en buen cubano, un bicho, un pícaro, un descarado. Ese tipo de personaje existe también en el capitalismo, una buena parte de ellos se ha dedicado a la política o a estafarle el dinero a la gente. En estos países, a la corta o a la larga, pagan por ello. La justicia está ahí para eso.
Es cuando el vendedor de helados tiene algo muy poderoso en sus manos para indignarse de verdad, la moral, la moral social que se ha ganado con su esfuerzo. Se lo dice una cuya madre fue camarera toda su vida, y era una mujer de una gran inteligencia, y jamás, jamás, se avergonzó de ser camarera, y de bolear helado en la heladería El Camagüey, y en la Cafetería América, y a la que salió un quiste en la mano de tanto bolear helado. Cuando mi madre llegó a este país, con 71 años, tenía un sueño, abrir una fonda de sopas cubanas, siempre me decía que los franceses caerían muertos con esas sopas suyas, que se encantarían y le harían mucho bien en el invierno… Yo estaba segura que ella tenía razón, que sería un éxito, lamentablemente su salud no la acompañó en el empeño, pero yo habría estado muy orgullosa de ella y hasta me hubiera puesto a picar cebolla con tal de que ella triunfara.
Lo demás es blablablá militantón, viejos rezagos de sociedades totalitarias, o lo que es todavía más grave, pura zanganería y bichería castrista.
Filed under: Economía, Política, Sociedad Tagged: Cuba, Zoé Valdés

Bancos nacionales preparan el post-euro.
Rafael Castillo y la "potencia médica" cubana.
El hotel Hilton le dice a Raúl Castro "váyase".
Elián González celebra cumpleaños oficialista en Cárdenas.
Bye, bye, Camila. Por Salvador Camarena.
Zoé Valdés's Blog
- Zoé Valdés's profile
- 103 followers
