F. Xavier's Blog, page 3

November 27, 2022

Libros para tiempos extraordinarios: la "e" genial

La textura del papel, el levísimo sonido de las hojas de un libro al pasar la página. La perspectiva de arrellanarse en el sillón con un libro nuevo... ese era yo.

El aroma de los libros viejos, de esos libros que ya tienen una vida, anterior a la tuya, que les hace aún más interesantes, como aquellas damas de cierta edad que con una sonrisa parecen revelar todo pero no revelan nada... ¿quién podría saber en qué lugares han reído antes, que ojos han visto todo de ellos? ¿Qué manos los han recorrido con amor? ¿Cuantas vidas han cambiado con su presencia?

O en cambio, el olor del papel nuevo, de la tinta recién estampada, el peso (de las palabras impresas). El tacto de esos libros encuadernados en tafilete, nervios en el lomo y corte de oro. O el del papel de ediciones rústicas pero de diseño esmerado, que no puedes esperar a leer. O el gusto de estampar mi ex-libris en algún libro recién comprado, para hacerlo verdaderamente mío, para ser leído por primera vez...

O la perspectiva de arrellanarme en el sillón favorito en una tarde lluviosa para sumergirme en la prosa (o el verso) de aquel libro largo tiempo buscado y por fin encontrado, un café espresso o single malt y un puro a mi lado... Ese lector era yo. Aún mejor, ese lector sigo siendo yo, pero con un pequeño añadido: el libro "e". Pero debo explicarme.
La "e" genial
Como lector voraz confeso que soy, la idea de los libros electrónicos siempre me atrajo desde que se les escuchó mentar por primera vez, hace varios años ya. Era la solución moderna a muchos "problemas lectores". Sin embargo, la idea de que estos sustituyeran a las páginas impresas me parecía ridícula. Era atentar contra la tradición, contra las bibliotecas, contra la búsqueda de una tarde en una librería, contra los aromas de papel y tinta en estantes de establecimientos modernos o muy antiguos, tal vez de nuestra ciudad o de otra en la que estamos sólo de paso; contra perderse ensimismado en una feria del libro, contra llegar a casa con una bolsa de libros nuevos, contra la felicidad del hallazgo en un librería de viejo, vaya, ¡contra todos los placeres de ser un lector!

Empero, la realidad es que hay ciertas consideraciones prácticas con respecto a los libros ahora llamados "impresos" (como si esto fuera algo que pudiera antes cambiarse); yo más que nadie disfruto de cada experiencia que los libros me ofrecen, pero en muchas ocasiones es casi imposible encontrar justo el libro que uno quiere o la edición que uno quiere, y cuando los hallamos tienen un precio muy elevado (aunque dicen por ahí que si un libro te parece caro no eres un verdadero lector...). En alguna ocasión, por ejemplo, quise comprar las obras completas de Enrique Jardiel Poncela, sublime irónico e hilarante escritor y dramaturgo español de principios del siglo pasado del que ahora se habla poco por sus circunstancias, pero de quien he disfrutado cada libro ('Espérame en Siberia, vida mía', 'La tournée de Dios´, 'Amor se escribe sin hache'). Se lo hice saber a mi entonces librero de cabecera y él hizo las diligencias: me consiguió una edición encuadernada en piel roja, ilustrada, corte de oro e impresos en papel cebolla que eran una delicia, cuatro tomos en una edición única, pero a un precio que hoy equivaldría a unos 400 euros (!). Ni que decir que los tuve que dejar pasar, con todo el dolor de mi corazoncillo de lector. Mi librero no tuvo problemas en venderlos, claro está: ya había compradores en fila. Y aunque siempre le he dicho a mi propio hijo que en lo que nunca hay que escatimar es en libros y en medicinas, todo, es verdad, tiene su límite.

Otro punto sobre los libros impresos es que a veces no existen ediciones de lo que uno desea leer: en alguna ocasión quise leer las obras completas de Giacomo Casanova (sí, el aventurero veneciano del siglo XVIII, a quien descubrí, más allá de sus lances eróticos, como un excelente narrador de aventuras y descriptor de los tiempos que le tocaron vivir), pero era imposible encontrar una edición en castellano ya que no se han traducido todos los tomos de su autobiografía... pero que al final pude leer en e-book en una muy buena traducción al inglés. En otro caso, me encontré conque las traducciones al español del Moby-Dick que tenía a la mano eran terribles... pero pude hallar la versión original de 1851 digitalizada en libro electrónico. Lo mismo pasó con la bibliografía completa de Ian Fleming: todos los libros de James Bond (lo que me motivó a escribir Huevos revueltos á la James Bond,  basándome en una receta del propio Fleming). Y pasó igualmente con otros muchos libros de los que ya no tengo memoria. El libro electrónico al fin es una maravillosa opción para quien gusta de verdad leer.


También es verdad, siempre se añora un buen libro recién comprado, pero como puede verse en la fotografía anterior, el hecho de tener un libro electrónico, en mi caso varios de los excelentes Kindle, de Amazon, nunca me ha detenido de comprar libros impresos, aunque siempre me encuentro con airadas opiniones en contra. Pero hay que mencionar que a lo largo de la historia siempre ha existido controversia y resistencia al cambio ante los formatos y las nuevas tecnologías; en tiempos de Jesús, el hecho de que el Nuevo Testamento se escribiera en pergamino y no en papiro como el Antiguo Testamento fue causa de conflictos ya que no sólo era un material diferente para escribir, sino también un nuevo formato: los papiros se almacenaban en rollos a diferencia de los pergaminos, que hacían uso de la novísima tecnología romana del códex, el primer libro encuadernado con páginas. En tiempos de Sócrates no se creía en la escritura como manera de preservar el conocimiento: esa era tecnología egipcia y por lo tanto extranjera, lo que los helénicos veían particularmente mal. El mismo caso se dio con el Buda y con Jesús. Y con Confucio. Ninguno de estos maestros escribió nada aunque sabemos que podían hacerlo, y en cambio fueron sus discípulos quienes decidieron utilizar tecnologías de punta (en su momento) para preservar sus enseñanzas.

Por otro lado, los libros electrónicos también tienen lo suyo:  la construcción de muchos de ellos es de alta calidad, hechos para durar y con materiales muy buenos; son dispositivos dedicados a la lectura, es decir, no son un iPad ni una tableta ni sirven para navegar las redes sociales; su llamada tinta electrónica se ve prácticamente como una hoja impresa, su pantallas no reflejan y se pueden leer en la obscuridad, pueden llevar un número enorme de libros en sus memorias, los más nuevos inclusive son resistentes al agua y el polvo, y cuentan con innumerables accesorios para su protección; los míos inclusive han tenido fundas de cuero hechas a medida que les dan un toque ciertamente muy elegante.

Pero lo más importante es la enorme y extensa oferta de títulos a la que se puede acceder a precios muy asequibles: la gran mayoría de las editoriales han reconocido el potencial del libro electrónico y cada día se publican más títulos en ambas versiones, la electrónica y la impresa, sin contar conque se puede descargar gratuitamente, en versión digital, cualquier obra editada antes de 1919 en sitios como Project Gutemberg de manera legal, ya que han vencido sus derechos de autor. Un libro electrónico es una simple descarga de datos, y al no utilizar insumos como papel o tinta, no tener que ser impreso ni necesitar de envíos y de tiradas, se pueden bajar sus costos y además contribuir a una menor destrucción del medio ambiente.

Otro detalle importante es, sobre todo hoy que vivimos en tiempos difíciles, estos de post-cuarentena COVID, la compra de un e-book se hace, repito, con una sencilla descarga electrónica que toma, a lo mucho, un par de minutos. Nada mejor para evitar contactos con el exterior o tiempos de espera mientras llega nuestro libro: todas las ventajas de la tecnología.

Yo mismo, al decidir publicar mi primera novela y entrar pláticas con un par de editoriales, me decidí finalmente a publicar en Amazon por la posibilidad de hacerlo en ambos formatos, el electrónico y el físico, y por el alcance y difusión mundial que la versión electrónica puede llegar a tener. 
Mi punto, querido lector, estimada amiga lectora, es que se puede tener lo mejor de ambos mundos, es decir, la fotografía no sustituyó a la pintura ni las motos a las bicicletas; las innovaciones tecnológicas hacen la vida más fácil, pero es difícil que sustituyan la experiencia, el gozo de las cosas que son perfectas en si mismas, como ya lo anunciaba Umberto Eco con respecto a la invención del propio libro, el original: "Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera." Los libros impresos nunca desaparecerán en tanto parte de nosotros, de nuestros sentimientos y experiencias, vivan en ellos, y puedo decir que una de las cosas en esta vida material de la que me siento más orgulloso es de mi biblioteca, la que heredaré a mi hijo como (espero) mi padre me herede la suya.
Pero si no ha probado nunca antes leer en un e-book, se lo recomiendo con toda seguridad. Lo que uno lee es la palabra escrita; el arte, la emoción o la pasión vienen de Shakespeare, de Cervantes o de Leo Tolstoi, y no del medio por el que se lee, y para estos fines los libros electrónicos (sí, también libros) son una invención genial.



Xavier H. Castañeda©
Todas las fotografías son del autor.
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Published on November 27, 2022 21:37

Libros Para Tiempos Extraordinarios: la 'E' Genial

La textura del papel, el levísimo sonido de las hojas de un libro al pasar la página. La perspectiva de arrellanarse en el sillón con un libro nuevo... ese era yo.

El aroma de los libros viejos, de esos libros que ya tienen una vida, anterior a la tuya, que les hace aún más interesantes, como aquellas damas de cierta edad que con una sonrisa parecen revelar todo pero no revelan nada... ¿quien podría saber en qué lugares han reído antes, que ojos han visto todo de ellos? ¿Qué manos los han recorrido con amor? ¿Cuantas vidas han cambiado con su presencia?

O en cambio, el olor del papel nuevo, de la tinta recién estampada, el peso (de las palabras impresas). El tacto de esos libros encuadernados en tafilete, nervios en el lomo y corte de oro. O el del papel de ediciones rústicas pero de diseño esmerado, que no puedes esperar a leer. O el gusto de estampar mi ex-libris en algún libro recién comprado, para hacerlo verdaderamente mío, para ser leído por primera vez...


La perspectiva de arrellanarme en el sillón favorito en una tarde lluviosa para sumergirme en la prosa (o el verso) de aquel libro largo tiempo buscado y por fin encontrado, un café espresso o single malt y un puro a mi lado... Ese lector era yo. Aún mejor, ese lector sigo siendo yo, pero con un pequeño añadido: el libro "e". Pero debo explicarme.
Como lector voraz confeso que soy, la idea de los libros electrónicos siempre me atrajo desde que se les escuchó mentar por primera vez, hace varios años ya. Era la solución moderna a muchos 'problemas lectores.' Sin embargo la idea de que estos sustituyeran a las páginas impresas me parecía ridícula. Era atentar contra la tradición, contra las bibliotecas, contra la búsqueda de una tarde en una librería, contra los aromas de papel y tinta en estantes de establecimientos modernos o muy antiguos, tal vez de nuestra ciudad o de otra en la que estamos sólo de paso; contra perderse ensimismado en una feria del libro, contra llegar a casa con una bolsa de libros nuevos, contra la felicidad del hallazgo en un librería de viejo, vaya, ¡contra todos los placeres de ser un lector!

Sin embargo, la realidad es que hay ciertas consideraciones prácticas con respecto a los libros ahora llamados 'impresos' (como si esto fuera algo que pudiera antes cambiarse); yo más que nadie disfruto de cada experiencia que los libros me ofrecen, pero en muchas ocasiones es casi imposible encontrar justo el libro que uno quiere o la edición que uno quiere, y cuando los hallamos tienen un precio muy elevado (aunque dicen por ahí que si un libro te parece caro no eres un verdadero lector...). En alguna ocasión, por ejemplo, quise comprar las obras completas de Enrique Jardiel Poncela, sublime irónico e hilarante escritor y dramaturgo español de principios del siglo pasado del que ahora se habla poco por sus circunstancias, pero de quien he disfrutado cada libro ('Espérame en Siberia, vida mía', 'La tournée de Dios´, 'Amor se escribe sin hache'). Se lo hice saber a mi entonces librero de cabecera y él hizo las diligencias: me consiguió una edición encuadernada en piel roja, ilustrada, corte de oro e impresos en papel cebolla que eran una delicia, cuatro tomos en una edición única, pero a un precio que hoy equivaldría a unos 400 euros (!). Ni que decir que los tuve que dejar pasar, con todo el dolor de mi corazoncillo de lector. Mi librero no tuvo problemas en venderlos, claro está: ya había compradores en fila. Y aunque siempre le he dicho a mi propio hijo que en lo que nunca hay que escatimar es en libros y en medicinas, todo, es verdad, tiene su límite.

Otro punto sobre los libros impresos es que a veces no existen ediciones de lo que uno desea leer: en alguna ocasión quise leer las obras completas de Giacomo Casanova (sí, el aventurero veneciano del siglo XVIII, a quien descubrí, más allá de sus lances eróticos, como un excelente narrador de aventuras y descriptor de los tiempos que le tocaron vivir), pero era imposible encontrar una edición en castellano ya que no se han traducido todos los tomos de su autobiografía... pero que al final pude leer en e-book en una muy buena traducción al inglés. En otro caso, me encontré conque las traducciones al español del Moby-Dick que tenía a la mano eran terribles... pero pude hallar la versión original de 1851 digitalizada en libro electrónico. Lo mismo pasó con la bibliografía completa de Ian Fleming: todos los libros de James Bond (lo que me motivó a escribir Huevos revueltos á la James Bond,  basándome en una receta del propio Fleming). Y pasó igualmente con otros muchos libros de los que ya no tengo memoria. El libro electrónico al fin es una maravillosa opción para quien gusta de verdad leer.


También es verdad, siempre se añora un buen libro recién comprado, pero como puede verse en la fotografía anterior, el hecho de tener un libro electrónico, en mi caso varios de los excelentes Kindle, de Amazon, nunca me ha detenido de comprar libros impresos, aunque siempre me encuentro con airadas opiniones en contra. Pero hay que mencionar que a lo largo de la historia siempre ha existido controversia y resistencia al cambio ante los formatos y las nuevas tecnologías; en tiempos de Jesús, el hecho de que el Nuevo Testamento se escribiera en pergamino y no en papiro como el Antiguo Testamento fue causa de conflictos ya que no sólo era un material diferente para escribir, sino también un nuevo formato: los papiros se almacenaban en rollos a diferencia de los pergaminos, que hacían uso de la novísima tecnología romana del códex, el primer libro encuadernado con páginas. En tiempos de Sócrates no se creía en la escritura como manera de preservar el conocimiento: esa era tecnología egipcia y por lo tanto extranjera, lo que los helénicos veían particularmente mal. El mismo caso se dio con el Buda y con Jesús. Y con Confucio. Ninguno de estos maestros escribió nada aunque sabemos que podían hacerlo, y en cambio fueron sus discípulos quienes decidieron utilizar tecnologías de punta (en su momento) para preservar sus enseñanzas.

Por otro lado, los libros electrónicos también tienen lo suyo:  la construcción de muchos de ellos es de alta calidad, hechos para durar y con materiales muy buenos, son dispositivos dedicados a la lectura, es decir, no son un iPad ni una tableta ni sirven para navegar las redes sociales, su llamada tinta electrónica se ve prácticamente como una hoja impresa, su pantallas no reflejan y se pueden leer en la obscuridad, pueden llevar un número enorme de libros en sus memorias, los más nuevos inclusive son resistentes al agua y el polvo, y cuentan con innumerables accesorios para su protección; los míos inclusive han tenido fundas de cuero hechas a mano que les dan un toque ciertamente muy elegante.

Pero lo más importante es la enorme y extensa oferta de títulos a la que se puede acceder a precios muy asequibles: la gran mayoría de las editoriales han reconocido el potencial del libro electrónico y cada día se publican más títulos en ambas versiones, la electrónica y la impresa, sin contar conque se puede descargar gratuitamente, en versión digital, cualquier obra editada antes de 1919 en sitios como Project Gutemberg de manera legal, ya que han vencido sus derechos de autor. Un libro electrónico es una simple descarga de datos, y al no utilizar insumos como papel o tinta, no tener que ser impreso ni necesitar de envíos y de tiradas, se pueden bajar sus costos y además contribuir a una menor destrucción del medio ambiente.

Otro detalle importante es, sobre todo hoy que vivimos en tiempos difíciles, estos de post-cuarentena COVID, la compra de un e-book se hace, repito, con una sencilla descarga electrónica que toma, a lo mucho, un par de minutos. Nada mejor para evitar contactos con el exterior o tiempos de espera mientras llega nuestro libro: todas las ventajas de la tecnología.

Yo mismo, al decidir publicar mi primera novela y entrar pláticas con un par de editoriales, me decidí finalmente a publicar en Amazon por la posibilidad de hacerlo en ambos formatos, el electrónico y el físico, y por el alcance y difusión mundial que la versión electrónica puede llegar a tener. El resultado de estos esfuerzos puede verse en mi página de autor de Amazon o en este enlace para todos los países, si usted desea conocerlos.
Mi punto, querido lector, estimada amiga lectora, es que se puede tener lo mejor de ambos mundos, es decir, la fotografía no sustituyó a la pintura ni las motos a las bicicletas; las innovaciones tecnológicas hacen la vida más fácil, pero es difícil que sustituyan la experiencia, el gozo de las cosas que son perfectas en si mismas, como ya lo anunciaba Umberto Eco con respecto a la invención del propio libro, el original: "Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera." Los libros impresos nunca desaparecerán en tanto parte de nosotros, de nuestros sentimientos y experiencias, vivan en ellos, y puedo decir que una de las cosas en esta vida material de la que me siento más orgulloso es mi biblioteca, la que heredaré a mi hijo como (espero) mi padre me herede la suya.

Pero si no ha probado nunca antes leer en un e-book, se lo recomiendo con toda seguridad. Lo que uno lee es la palabra escrita; el arte, la emoción o la pasión vienen de Shakespeare, de Cervantes o de Leo Tolstoi, y no del medio por el que se lee y para estos fines los libros electrónicos (sí, también libros) son una invención genial.



Xavier H. Castañeda©
Todas las fotografías son del autor.
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Published on November 27, 2022 21:37

November 26, 2022

For Ian Fleming Readers' Eyes Only

"Ian Fleming's James Bond: The Illustrated 007 by Brian Berkley"
Supporting Mr. Brian Berley shameless self promotion, I'm now posting a superb illustrated James Bond video by Mr. Berley, just as Ian Fleming may have envisioned his literary 007 and comprehensible only to those who have taken on the mission of reading the whole original novel series by Ian Fleming: a book of illustrations of which I'm a enclosing a sample below. Sadly, the owners of the James Bond brand (so to speak) shut down the whole (superb) work of Mr. Berley, so I can only post what´s available for free on the web; nevertheless it´s worth the viewing! 
Check my own take on James Bond's spy world at "Huevos revueltos à la James Bond" (in spanish) "Scrambled Eggs à la James Bond". Enjoy.


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Published on November 26, 2022 21:49

November 15, 2022

Huevos Revueltos á la James Bond

Una Alfa Romeo, Martinis, Salmón, Champagne Rosé y UM546... "Los huevos revueltos nunca te defraudan" - Ian Fleming

Otra vida, la segunda, la imaginante, me llevaba a través de las calles de París aquella tarde. La suelas de mis zapatos, de cuero, me devolvían un sonido excesivamente fuerte como para poder lograr mi objetivo de pasar desapercibido; tal vez iba demasiado elegante para emprender una huida táctica (¿pero en que estaba pensado esa mañana?). La orilla del Sena se encontraba inusualmente callada, como si todo conspirará para que aquella amenaza de la cual no había sabido nada más que un código -UM546-y unos cuantos datos terribles lograra darme alcance. ¿Como había sabido de mi llegada? Solo podía pensar en un inside job, un soplón... Sin embargo me detuve a pensar en UM546; enviaban artillería pesada. Aquel código era temible, y su amenaza muy real. Aunque para mi solo representara un obstáculo externo.

Unos días atrás había considerado que mi misión era demasiado simple. Como agente del CESS (Cuerpo Especial de Servicios Secretos), una muy discreta organización instituida por Don Benito Juárez el 20 de enero de 1861 como brazo especial del Estado Mayor del Presidente de la República y paradójicamente un año antes de la Intervención Francesa (1862-1867), mi entrenamiento me calificaba en exceso para solo transportar un par de viejos libros hasta la antigua Lutecia (nada en especial para que un CESS, ex GAFE de Alto Mando con TB los transportara, a mi parecer). Los dos libros en sí no parecían revestir la menor importancia. Eran dos tomos con el título de Histoire de la Conquête du Mexique, escrita en francés por William H. Prescott, miembro del Institut de France y editado en París por Firmin Didot Fréres, Fils et Cie. en 1863. Dichos libros debían ser entregados en una dirección de la Rue Godot de Mauroy, cerca de la Opera. Al menos podría viajar sin efectivo mínimo, es decir, sin acompañante.
Había salido de Madrid dos días antes en mi hermosa Alfa Romeo 4C (un bello testamento al renacimiento de esta marca mítica, reina del mundo automotriz y de ilustrísimo pasado), y tras haber recogido los libros sin mayor drama en el ropero del Museo Reina Sofía y después de ver la exposición de obras de Juan Soriano más grande que había visitado. Así, me dispuse a tomar unas pequeñas vacaciones de dos días por España y Francia. De hecho planee mi ruta con total libertad; hice una parada para dormir en Burdeos, parando también en Blois, para disfrutar de buenos caldos y pagar una visita al histórico Castillo del mismo nombre y a unas baguettes deliciosas tras la muralla de mismo.

Ya en camino, el manejo del coche se me antojó una delicia y saboreé la carretera como nunca antes, sobre todo navegando en el dorado atardecer en la campiña francesa siguiendo la ruta de los castillos del Loira, árboles y carretera teñidos de oro. Conduje sin ninguna prisa, el sol reflejándose en la pintura negra del largo cofre y filtrándose por el techo de cristal, el tacto suave de la piel color tabaco y la solidez de la fibra de carbono expuesta dentro del habitáculo, la fría precisión de las paletas de cambio de velocidades tras el volante y el intoxicante sonido de esos 240CV, una increíble sinfonía mecánica que competía con el jazz de los altavoces (Aldo Romano, Louis Sclavis, Henri Texier, Enrico Rava, Gato Barbieri...) y los panes dulces y el café Malongo comprados en un café a la orilla de la carretera. Todo contribuía a a una sensación de lujo inigualable...
Llegué de noche a París, y con todo el tiempo del mundo, me fui a caminar por la ciudad helada, dejando el coche en un parking bajo el Louvre, aún con mi FN Herstal S-P90 IR reglamentaria en el fondo doble del maletero, llevando conmigo solo mi Heckler & Koch P7M13S con Karl Nills hechas a medida, bajo mi abrigo. Más tarde y después de un buen caldo bordelés degustado en un agradable restaurante con vista a la Notre Dame iluminada de noche, regresé en democrático autobús a Port de Bercy - los libros siempre junto a mi en una bandolera - y a mi poco lujoso hotel, a disfrutar del "glamour" verdadero de la vida de un agente secreto auténtico. Los libros debían ser entregados al anocher del día siguiente.

Por la mañana desperté temprano y decidí vestirme ad hoc para una misión en París (todo a medida, es decir, británico pero con un toque continental - mais bien sûr-): traje gris a tres botones de Camps de Luca, camisa blanca a cuadros azules de tela Sea Island de Charvet de puño francés, gemelos con baño de oro hechos de los botones del traje de gala militar de mi padre, corbata de seda azul oscuro de E. Marinella, pañuelo de bolsillo blanco doblado simétricamente de la misma casa, zapatos tipo Adelaide color marrón y el reloj de pulsera Omega Seamaster vintage de los 50's de oro y acero de mi abuelo. Terminé el look con un sobretodo Crombie Coat gris carbón, unos guantes color café de cuero curtido y una bufanda gris oscuro, y como siempre he tenido una debilidad por los sombreros, rematé con un sombrero fedora (snap brim) también gris oscuro con banda marrón, al fin que la mañana fría me daba esa licencia. Guardé mi P7M13S en la sobaquera incorporada en mi traje y coloqué los libros en un portafolio Goyard junto a mi purera de madera (conteniendo un puro Romeo y Julieta No. 2, cerillos y cortapuros, para una fumada al atardecer tal vez en el Pont des Arts), y me dispuse a salir a la calle.
Tomé un taxi el cual me llevó a Saint Germain; desayuné un croque monsieur con café en el Café de Flore y me dirigí caminando hasta Les Invalides, al Musée de l'Armée para visitar una exposición de armaduras medievales y después al Louvre. Tras unas cuatro horas de visita por los aposentos del Empereur Napoleón III y de caminata en sus interminables galerías, un poco cansado salí con ganas de comer algo en PAUL, en los jardines de las Tullerias... Fue al cruzar la calle que divide estos de la pirámide del Louvre que noté su presencia. Al principio fue un atisbo, una sensación. Voltee descuidadamente y no noté nada inusual, lo que despertó en mí verdadera alerta. Desvié entonces mi camino con paso rápido y me dirigí al río, cruzando el Pont Royal y bajando las escaleras junto a la rivera para ir en dirección a Pont des Arts.
UM546 vino a mi mente. Las baldosas, la pared del malecón y mis zapatos eran demasiado ruidosos. En ese momento vi mi oportunidad y me encaramé de un brinco a un Batobus que justo zarpaba del Quai Malaquais con la correspondiente protesta del único ser viviente a mi alrededor, el cobrador. El barco estaba vacío. Pagué y me senté sin prisas. Nada ni nadie en las orillas parecía extraño o fuera de lugar.

Decidí bajarme en el Port de Solférino. No sentía amenaza alguna ya. Subí nuevamente unas escalinatas y me dirigí a las calles de Saint Germain. Caminé sin embargo bastante alerta, aunque no percibí, ni observé nada inusual. Tenía hambre y gustosamente recordé que cerca de ahí mi viejo amigo Muss tenía un cafetucho muy snob en el cual servían mi plato preferido de agente secreto (Octroyez-vous un privilege!). Recordé que una noche decidí darle, para que incorporara en su menú, la receta que el mismísimo James Bond recomendara a Felix Leiter en Nueva York, de la pluma de Ian Fleming en 1963:
*Scrambled Eggs 'James Bond'.(para cuatro 'individualistas')
Ingredientes:12 huevos rojos frescos.Sal y pimienta.5-6 oz. de mantequilla fresca.Cebolletas finamente picadas (ó)Hierbas finas.Instrucciones:Romper los huevos en un tazón. Batir con un tenedor y sazonar al gusto. En una sartén de cobre pequeña fundir cuatro onzas de mantequilla. Una vez derretidas, agregar los huevos y cocerlos a fuego muy lento, batiéndolos continuamente con un batidor de huevos pequeño.
Cuando los huevos estén ligeramente más húmedos de lo que usted preferiría para comerlos, retire la sartén del fuego. Agregue el resto de la mantequilla y continúe batiendo por medio minuto, agregando mientras tanto las cebolletas o las hierbas finas. Sirva sobre un pan tostado a la mantequilla en platos de cobre individuales (solo para su presentación). Servir con champaña (Taittainger) Rosé y música suave...
P.D. Creo que en ocasiones es posible agregar crema en lugar de la ultima porción de mantequilla.
* Receta original de Ian Fleming, del escrito '007 en Nueva York', 1963. Traducción del Autor.
Llegué a Café de Muss, y tras saludarnos calurosamente, me sirvió el martini seco correspondiente y el salmón ahumado escocés previos a los huevos revueltos (como lo dictaba el maestro Fleming); la música de jazz en efecto era suave... Me quité el abrigo, el sombrero y los guantes y desabotoné mi saco, poniendo mi portafolio con los libros sobre mi regazo y lo demás en la silla contigua. En un segundo más llegaba la champaña rosa - un Taittinger Brut Prestige Rosé 2000 -, que maridado con el salmón era bocado de reyes. 

Sin embargo, unos minutos más tarde y justo cuando me servían los huevos exquisitamente presentados, mi mirada reparó en unas muy altas zapatillas de piel de cocodrilo rojo oscuro y en unas bellas y largas piernas y breve cintura enfundadas en un traje Chanel azul claro a cuadros, frente a mí mesa. Subí la mirada solo para toparme con más dulzura en la forma de un busto pleno, maquillaje just so, unos ojos muy azules y un cabello largo, oscuro y lustroso. UM546... (¿Realmente tenía que escalar esto tanto?) Mi pensamiento inmediato fue arrojar mis huevos aún calientes al rostro de esa exquisita mujer y usar la botella de Taittinger a manera de arma; pero por un lado se me antojaba un desperdicio tirar así mis huevos James Bond y seguramente UM546 no estaba sola (¿cuales eran las posibilidades?), y por otro yo siempre he sido todo un caballero...
Me levanté entonces retirando ligeramente el lado izquierdo de mi saco, sintiendo el peso de mi P7M13S justo donde lo necesitaba, dejé el portafolio pegado a la base de la mesa y cortésmente retiré la silla frente a mi. Con un ademán y un s'il vous plaît invité a mi formidable rival a sentarse a mi mesa, lo cual hizo con un grácil y elegantísimo movimiento. Levanté mi mano derecha e indiqué con señas a Muss (ex GIGN) un un nuevo plato para mi visita ciertamente inesperada, seguro de que el platillo estaba a la altura. -¿Champagne?- pregunté.
Por Xavier H. Castañeda
Junio de 2010.
©
En savoir plus:
Taittinger Brut Prestige Rosé 2000 Capa: Rosado vivo.Nariz: Frutos rojos; fresas, cerezas.Boca: Sutil, aunque intenso. Varietal, Pinot Noir. http://www.taittinger.com/
* Scrambled Eggs 'James Bond':http://www.iwm.org.uk/upload/package/fleming/exPage3.html
Fleming, Ian, (1908-1964)Quantum of Solace: the complete James Bond short stories / by Ian Fleming. http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0143114581/commanderbond-20
Boulangeries PAUL: http://www.paul.fr/index.php
Armamento: http://en.wikipedia.org/wiki/Heckler_&_Koch_P7 http://es.wikipedia.org/wiki/FN_P90

http://www.4roues-sous-1parapluie.com/ES/index.html
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Published on November 15, 2022 21:58

August 6, 2022

Ópera: Mozart

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Published on August 06, 2022 18:08

July 12, 2022

Hablando de Ópera

Si existe una voz autorizada en América Latina para hablar de ópera es la del Maestro Gerardo Kleinburg (CDMX, 1964), cuya trayectoria además de importante ha sido bien reconocida, y quien además de ser crítico y promotor musical es escritor

Pero independientemente de ello su labor de difusión de la ópera es lo que me hizo descubrirlo, y he querido pedir su permiso para mostrar en este espacio su serie de pláticas publicadas en su canal de YouTube Hablemos de Ópera, un proyecto de difusión que tengo entendido surgió a partir de la forzada reclusión de pandemia y que ha resultado en un ejercicio que además de disfrutable es interesantísimo. 

El Maestro Kleinburg ofrece cursos tanto presenciales como virtuales de los cuales se puede obtener información en su página de Facebook, lo cuales no puedo dejar de recomendar enfáticamente.

Abajo puede usted ver el primer video de la serie, estimado y único lector, amable lectora, y verá la razón por la cual la ópera es simplemente la obra de arte total.

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Published on July 12, 2022 11:03

June 26, 2022

Lo que todo Caballero debe saber

Pierre Sériziat, C. 1795, Jacques-Louis David
¿Qué son exactamente los mencionados 'Gentleman's Pursuits' del título de este blog?

Sentados ante un café y una laptop de por medio, mi buena amiga Claudia me preguntaba el porqué de que el nombre de mi blog  estaba en inglés y no en castellano, comentándome que, aun sabiendo su traducción, hubiera preferido un término dirigido a una audiencia hispanoparlante. 
- ¿Por qué no en español? - Me miró con en esa sonrisa tan suya, mezcla de curiosidad y pequeño reclamo. - Hay, sin duda, un término equivalente en castellano. Pero quizás quise dotar a mi blog de cierto sentido más amplio en cuanto a los temas que trataría. Fue una pequeña licencia de mi parte para hablar de otras cosas que no fuera solo de vinos y de objetos; es decir, de otros intereses cultos e intangibles, quizás al estilo del ideal del Gentleman británico decimonónico. Una licencia ambiciosa, sin duda, porque pienso que para escribir sobre esto primero hay que vivirlo - respondí, sumiéndome en mis pensamientos. Luego pensé cómo explicarlo mejor: se trata simplemente de aprovechar el tiempo que se nos ha concedido en este mundo para convertirse en la mejor versión de uno mismo.
Aprovechar nuestro tiempo en esta tierra, que de un instante a otro todo puede cambiar. In ictu oculi de Juan de Valdés (1672)Aunque es cierto es que el mencionado Gentleman decimonónico ya no existe (no se diga ya del ideal del Virtuoso de Lord Shaftesbury, aun más raro), es decir, en su  espíritu y ambiciones, víctima del paso del tiempo y sobre todo de la televisión primero, y de las redes sociales y programación en streaming a últimas fechas (las cuales a fuerza de horas de poner la mente en neutral viendo pantallas y posts nos taladran e incrustan, desde niños, modelos a seguir no solo con frecuencia vulgares y superficiales sino además sin ninguna calidad moral en la mayoría de los casos, con sus muy honrosas excepciones), es cierto que hoy en día se puede ser "un caballero" si uno decide serlo, o lo que es lo mismo, se es caballero por elección.
Empero, el ideal del ‘Gentleman-Gentilhomme-Caballero’ es deseable como individuo ya que con su espíritu, conocimiento e idealismo lanza a la humanidad hacía adelante, como todos los espíritus escogidos de los que se ocupa la historia (que no de los hombres mediocres a como lo anuncia José Ingenieros en su célebre  El hombre mediocre ).

Robert de Montesquiou por Paul Troubetskoy
Aunque la palabra ‘Gentleman’ tiene su equivalente en el español como ‘Señor’ (en el sentido de ‘Don José es todo un señor’, ya que la palabra ‘caballero’ denota más la idea de buenos modales en el trato hacia las mujeres - y prójimos - es decir, un sentido de ‘caballerosidad’: ser ‘todo un señor’ incluye también ser caballeroso), el ideal del ‘Gentleman Británico’ y el ‘Gentilhomme Francés’ surge a partir del desarrollo de las sociedades cortesanas europeas a partir del siglo XVII, la cual exigía una cultura de etiqueta, formalidad y trato ‘educado’ como un código de conducta establecido. Este código incluía naturalmente el concepto de los buenos modales (‘manners’, ‘maniera’) en el trato hacia los demás, pero también exigía, para triunfar en estas sociedades, un grado de cosmopolitismo, inteligencia, bien hablar, humor, sensibilidad, valor, honor y carácter. 
Así mismo esta idea era descendencia directa del ideal del hombre renacentista del siglo XVI; el individualismo y el deseo de hacer y saber de todo. De esta manera, y como afirmaba el Filosofo Dietrich Schwanitz, ‘La formación cultural se fundía con la cultura social’. Un hombre al fin de aficiones y aspiraciones renacentistas.
Baldassare Castiglione, autor de Il Cortesano (1528).
Baldassare Castiglione en su célebre " El cortesano " (título que muy bien podría trasladarse al moderno término de El Gentleman), describe justamente ese ideal del caballero renacentista, curioso del mundo y de la elevación del ser humano como centro del universo: el caballero perfecto debía saber de todo y de todos, ciencia y arte; debía contar con un físico que buscara el ideal grecorromano (¿el canon del hombre perfecto de Policleto? ¿La proporción física natural perfecta de los Bronces de Riace?), el trato educado y amable, savoir-faire social y elevadas miras, todo ello hecho sin aparente esfuerzo, con naturalidad, desenvoltura y gracia, un concepto luego conocido como Sprezzatura término en el libro incluido y que hoy refiere más a vestir bien y con elegancia en el mundo de la sartoria, aunque si perder del todo su origen. Aún hoy el ideal italiano de La Bella figura (verse bien y comportarse bien en sociedad), debe mucho a ese antecedente renacentista. Así, todo hombre que aspire a ser un caballero deberá ver en El Cortesano la piedra angular de su partida en este viaje, tortuoso pero pleno de satisfacciones, aunque sirven como advertencia dentro del propio texto las palabras de Ludovico Pío: "Pienso que no se podrá hallar vaso donde quepa todo lo que vos queréis echar en este Cortesano". Pero, como en tantas cosas de la vida, el placer esté en el camino y ciertamente no en el destino.   Reconstrucción en bronce del Doryphoro de Policleto (450 a.C.)¿Pero qué sucede hoy en día? ¿Es cierto que ‘ya no hay caballeros’, como se quejan la mayoría de las mujeres? 
Tal vez sea cierto que los buenos modales hagan falta en estos días, pero basta también ver los cambios en los programas educativos para darse cuenta que mucho ha cambiado en el alcance y calidad de los intereses que perseguimos, además de que debemos participar de una nueva concepción del papel del hombre en una sociedad más incluyente y diversa. No me gusta decirlo, pero una generación de hombres que vive viendo memes, posts de Instagram o de Facebook, videos de YouTube intrascendentes o que pasan horas jugando videojuegos tendrá muy poco tiempo de perseguir otros intereses más elevados.

Le Cercle de la Rue Royale, de James Tissot (1680).Podemos contrastar lo anterior con la educación de un Gentleman de antiguos tiempos: esta incluía la adquisición de conocimientos sobre matemáticas (y ciencias en general), filosofía, latín, música culta, ópera geografía, literatura, poesía, historia, arquitectura, pintura, astronomía y leyes, además de política y conocimiento de estado geopolítico del mundo. Y no solo eso, un caballero debía saber también de vestido, comida, práctica de deportes tales como los incluidos en el pentatlón moderno (carrera, tiro, equitación, esgrima y natación, basándose en las habilidades que un oficial del ejército francés debía idealmente poseer), entre otras cosas y conocimientos. ¡Todo esto además de contar con excelentes modales, ser cosmopolita, inteligente, ingenioso, elocuente, sensible, valiente y honorable! Menuda tarea para cualquiera que aspire a ser ‘todo un Señor'. 
No se debe excluir la idea (elitista, napoleónica) de que 'se requiere de tres generaciones para formar un caballero', es decir, que el haber nacido de uno ya conlleva cierta ventaja, pero es poco pretexto cuando el conocimiento, hoy más que nunca, está al alcance de todo el que lo busque, hasta en las mismas redes sociales y programas de streaming que nos alienan. 
"El sueño del Caballero", de Antonio de Pereda (1650). El caballero actual, sin embargo debe contar además con un grado aceptable de sensibilidad social, de conciencia ecológica y humanista, y desempeñar un papel diferente en cuanto a su lugar ante el avance de las mujeres en todos los campos, además de ejercer una paternidad más sensible y desde luego responsable, contar con un cuidado aspecto personal a todas las edades (y un cuerpo sano e idealmente ejercitado) y ser todo un profesional... Un hombre de amplias lecturas, viajes y producción intelectual para la prosperidad. Sobre todo, la educación de un caballero debe de hacer de este, según las palabras de Henry Peacham, "una persona provechosa y útil para su país".
Lamentablemente la educación actual está en decadencia y se encuentra muy alejada de este propósito de formación de hombres y mujeres de provecho. A veces solo alcanza para ver por los propios intereses y en ocasiones ni para eso; la educación del tipo que menciono arriba parece más un cuestión de suerte que de elección personal... 
Sin embargo, ya lo escribía Heráclito (540-480 B.C.) hace más de 2,500 años: “El contenido del carácter de un hombre es el que él mismo elige. Día tras día, sus decisiones, lo que piensa, y sus acciones son en lo que él mismo se convierte. Su integridad es su destino… es la luz que guía su sendero”.

Los Gentleman´s Pursuits, que se traducirían directamente como los intereses o búsquedas intelectuales de un caballero, son finalmente todos esos intereses intangibles por los que uno parte en búsqueda de la verdad, de aquellos placeres de 'fina conmoción intelectual' anunciados por Epicuro: la idea de querer saber de todo y hacer de todo, en el talante de un hombre del renacimiento, aprovechando del tiempo que nos queda antes de partir (tiempo cada día más valioso porque nos queda menos, sobre todo en tiempos tan inciertos como los que nos ha tocado vivir). Es hacerse la pregunta, sin duda de carácter estoico: ¿Cuánto tiempo dejaré pasar para que me convierta en lo que podría llegar a ser?
Le envío un saludo, compañero de viaje, que al llegar hasta aquí ha declarado sus intenciones. 

Xavier Hernández Castañeda
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Published on June 26, 2022 12:44

Lo que todo Caballero debe Saber

Pierre Sériziat, C. 1795, Jacques-Louis David
¿Que son exactamente los mencionados 'Gentleman's Pursuits' del título de este blog?

Sentados ante un café y una laptop de por medio, mi buena amiga Claudia me preguntaba el porqué de que el nombre de mi blog  estaba en inglés y no en castellano, comentándome que, aun sabiendo su traducción, hubiera preferido un término dirigido a una audiencia hispanoparlante. 
- ¿Por qué no en español? - Me miró con en esa sonrisa tan suya, mezcla de curiosidad y pequeño reclamo. - Hay, sin duda, un término equivalente en castellano. Pero quizás quise dotar a mi blog de cierto sentido más amplio en cuanto a los temas que trataría. Fue una pequeña licencia de mi parte para hablar de otras cosas que no fuera solo de vinos y de objetos; es decir, de otros intereses cultos e intangibles, quizás al estilo del ideal del Gentleman británico decimonónico. Una licencia ambiciosa, sin duda, porque pienso que para escribir sobre esto primero hay que vivirlo - respondí, sumiéndome en mis pensamientos. Luego pensé cómo explicarlo mejor: se trata simplemente de aprovechar el tiempo que se nos ha concedido en este mundo para convertirse en la mejor versión de uno mismo.
Aprovechar nuestro tiempo en esta tierra, que de un instante a otro todo puede cambiar. In ictu oculi de Juan de Valdés (1672)Aunque es cierto es que el mencionado Gentleman decimonónico ya no existe (no se diga ya del ideal del Virtuoso de Lord Shaftesbury, aun más raro), es decir, en su  espíritu y ambiciones, víctima del paso del tiempo y sobre todo de la televisión primero, y de las redes sociales y programación en streaming a últimas fechas (las cuales a fuerza de horas de poner la mente en neutral viendo pantallas y posts nos taladran e incrustan, desde niños, modelos a seguir no solo con frecuencia vulgares y superficiales sino además sin ninguna calidad moral en la mayoría de los casos, con sus muy honrosas excepciones), es cierto que hoy en día se puede ser "un caballero" si uno decide serlo, o lo que es lo mismo, se es caballero por elección.
Empero, el ideal del ‘Gentleman-Gentilhomme-Caballero’ es deseable como individuo ya que con su espíritu, conocimiento e idealismo lanza a la humanidad hacía adelante, como todos los espíritus escogidos de los que se ocupa la historia (que no de los hombres mediocres a como lo anuncia José Ingenieros en su El hombre mediocre ).

Robert de Montesquiou por Paul Troubetskoy
Aunque la palabra ‘Gentleman’ tiene su equivalente en el español como ‘Señor’ (en el sentido de ‘Don José es todo un señor’, ya que la palabra ‘caballero’ denota más la idea de buenos modales en el trato hacia las mujeres - y prójimos - es decir, un sentido de ‘caballerosidad’: ser ‘todo un señor’ incluye también ser caballeroso), el ideal del ‘Gentleman Británico’ y el ‘Gentilhomme Francés’ surge a partir del desarrollo de las sociedades cortesanas europeas a partir del siglo XVII, la cual exigía una cultura de etiqueta, formalidad y trato ‘educado’ como un código de conducta establecido. Este código incluía naturalmente el concepto de los buenos modales (‘manners’, ‘maniera’) en el trato hacia los demás, pero también exigía, para triunfar en estas sociedades, un grado de cosmopolitismo, inteligencia, bien hablar, humor, sensibilidad, valor, honor y carácter. 
Así mismo esta idea era descendencia directa del ideal del hombre renacentista del siglo XVI; el individualismo y el deseo de hacer y saber de todo. De esta manera, y como afirmaba el Filosofo Dietrich Schwanitz, ‘La formación cultural se fundía con la cultura social’. Un hombre al fin de aficiones y aspiraciones renacentistas.
Baldassare Castiglione, autor de Il Cortesano (1528).
Baldassare Castiglione en su célebre " El cortesano " describe justamente ese ideal del caballero renacentista, curioso del mundo y de la elevación del ser humano como centro del universo: el caballero perfecto debía saber de todo y de todos, ciencia y arte; debía contar con un físico que buscara el ideal grecorromano (¿el canon del hombe perfecto de Policleto? ¿La proporción física natural perfecta de los Bronces de Riace?), el trato educado y amable, savoir-faire social y elevadas miras, todo ello hecho sin aparente esfuerzo, con naturalidad, desenvoltura y gracia, un concepto luego conocido como Sprezzatura término en el libro incluido y que hoy refiere más a vestir bien y con elegancia en el mundo de la sartoria, aunque si perder del todo su origen. Aún hoy el ideal italiano de La Bella figura (verse bien y comportarse bien en sociedad), debe mucho a ese antecedente renacentista. Así, todo hombre que aspire a ser un caballero deberá ver en El Cortesano la piedra angular de su partida en este viaje, tortuoso pero pleno de satisfacciones.  Reconstrucción en bronce del Doryphoro de Policleto (450 a.C.)¿Pero qué sucede hoy en día? ¿Es cierto que ‘ya no hay caballeros’, como se quejan la mayoría de las mujeres? 
Tal vez sea cierto que los buenos modales hagan falta en estos días, pero basta también ver los cambios en los programas educativos para darse cuenta que mucho ha cambiado en el alcance y calidad de los intereses que perseguimos, además de que debemos participar de una nueva concepción del papel del hombre en una sociedad más incluyente y diversa. No me gusta decirlo, pero una generación de hombres que vive viendo posts de Instagram y Facebook, videos de YouTube intrascendentes y jugando videojuegos tendrá muy poco tiempo de perseguir otros intereses más elevados.

Le Cercle de la Rue Royale, de James Tissot (1680).

Podemos contrastar lo anterior con la educación de un Gentleman de antiguos tiempos: esta incluía la adquisición de conocimientos sobre matemáticas (y ciencias en general), filosofía, latín, música culta, ópera geografía, literatura, poesía, historia, arquitectura, pintura, astronomía y leyes, además de política y conocimiento de estado geopolítico del mundo. Y no solo eso, un caballero debía saber también de vestido, comida, práctica de deportes tales como los incluidos en el pentatlón moderno (carrera, tiro, equitación, esgrima y natación, basándose en las habilidades que un oficial del ejército francés debía idealmente poseer), entre otras cosas y conocimientos. ¡Todo esto además de contar con excelentes modales, ser cosmopolita, inteligente, ingenioso, elocuente, sensible, valiente y honorable! Menuda tarea para cualquiera que aspire a ser ‘todo un Señor'. 
No se debe excluir la idea (elitista, napoleónica) de que 'se requiere de tres generaciones para formar un caballero', es decir, que el haber nacido de uno ya conlleva cierta ventaja, pero es poco pretexto cuando el conocimiento, hoy más que nunca, está al alcance de todo el que lo busque, hasta en las mismas redes sociales y programas de streaming que nos alienan. 
"El sueño del Caballero", de Antonio de Pereda (1650). El caballero actual, sin embargo debe contar además con un grado aceptable de sensibilidad social, de conciencia ecológica y humanista, y desempeñar un papel diferente en cuanto a su lugar ante el avance de las mujeres en todos los campos, además de ejercer una paternidad más sensible y desde luego responsable, contar con un cuidado aspecto personal a todas las edades (y un cuerpo sano e idealmente ejercitado) y ser todo un profesional... Un hombre de amplias lecturas, viajes y producción intelectual para la prosperidad. Sobre todo, la educación de un caballero debe de hacer de este, según las palabras de Henry Peacham, "una persona provechosa y útil para su país".
Lamentablemente la educación actual está en decadencia y se encuentra muy alejada de este propósito de formación de hombres y mujeres de provecho. A veces solo alcanza para ver por los propios intereses y en ocasiones ni para eso; la educación del tipo que menciono arriba parece más un cuestión de suerte que de elección personal... 
Sin embargo, ya lo escribía Heráclito (540-480 B.C.) hace más de 2,500 años: “El contenido del carácter de un hombre es el que él mismo elige. Día tras día, sus decisiones, lo que piensa, y sus acciones son en lo que él mismo se convierte. Su integridad es su destino… es la luz que guía su sendero”.

Los Gentleman´s Pursuits, que se traducirían directamente como los intereses o búsquedas de un caballero, son finalmente todos esos intereses intangibles por los que uno parte en búsqueda de la verdad, de aquellos placeres de 'fina conmoción intelectual' anunciados por Epicuro: la idea de querer saber de todo y hacer de todo, en el talante de un hombre del renacimiento, aprovechando del tiempo que nos queda antes de partir (tiempo cada día más valioso porque nos queda menos, sobre todo en tiempos tan inciertos como los que nos ha tocado vivir). Es hacerse la pregunta, sin duda de carácter estoico: ¿Cuánto tiempo dejaré pasar para que me convierta en lo que podría llegar a ser?
Le envío un saludo, compañero de viaje, que al llegar hasta aquí ha declarado sus intenciones. 

Xavier Hernández Castañeda
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Published on June 26, 2022 12:44

April 23, 2022

Primera Novela

A punto de terminar una nueva novela, recuerdo la publicación de mi primera, un libro que me brindó y me sigue brindando tantas satisfacciones: 

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Published on April 23, 2022 12:38

February 2, 2022