M.C. Arellano's Blog
September 7, 2025
Urboja cumple una década
En el Thrais adoptaron gozosamente a la Enéada, ya que reconocieron en el Dios Azul y la Diosa Velada a Rado y Vora, sus dioses mellizos, los que tejen el tiempo a base de hilos entorchados con los sueños que recolectan en los niños de corta edad.
Hay muchas canciones en el Thrais que hablan de ellos, pero quizá la más famosa sea la nana de Rado y Vora, que trata de persuadir a los pequeños para que se duerman lo más rápido posible. Esto es comprensible, ya que se cree que los niños dormidos están a salvo de Khardärago, el Dios Hambriento, a quien en Larda llaman Urboja; mientras los cachorros sueñan, Rado y Vora están cerca, y la temible deidad ávida no puede acercarse a ellos.
Se cree, además, que el tiempo cesará si los niños dejan de soñar,
ya que Rado y Vora no tendrán hilo
con el cual dar forma a un nuevo año.

Esta historia es un tapiz. Una urdimbre de mitos, de leyendas en vías de creación, de la humanidad que les da forma.
Siempre me ha intrigado ese momento en que se da forma a la leyenda, ese en que se crea el mito. Hay alguien en la puerta de la cueva y está cayendo una tormenta del quince y de ahí hemos saltado a dioses cabreados directamente y, como te descuides, a religiones. ¿Qué hay de verdad detrás de cada historia que la humanidad se ha contado para explicarse lo que no se puede explicar? Es como para obsesionarse.
Como es muy poco probable que pueda descubrirlo en la vida real, queda la especulación ficticia, que viene a ser exactamente lo mismo pero sin opción (espero) a que se lo tome nadie como verdad universal. La vaga idea que tenía de qué significaba en realidad la historia de Trevia (más bien, de Saya) evolucionó luego a La canción de las Flores Dolientes (y de qué manera).

Si hay algo que me chirría de ciertas formas de aproximarse al género fantástico es lo cerrado de los sistemas de magia y creencias. Tiende a reventarme la suspensión de la incredulidad porque es muy... fácil. No funciona así. La mitología grecolatina es un cacao lleno de contradicciones y la egipcia tres cuartas de lo mismo. El sincretismo se suele dar de lado.
Hace diez años que se publicó esta historia con sus dioses y entidades que se llaman de diversas formas en distintos lugares y se asimilan a conceptos ya existentes, con sus pobres mortales inmiscuyéndose en los avatares sobrenaturales en esa fina línea donde se arriesgan a convertirse en leyenda. Las particularidades de la vida, como el amor y la muerte, se cuestionan y exploran desde la inocencia de Saya; los adultos, en sus respuestas a veces contradictorias, prueban que esa forma que tiene de crearse el mito no es más que el reflejo de la imposibilidad de la propia humanidad para ponerse de acuerdo en lo más cotidiano.

Fue una sorpresa para mí que la nominaran a los Premios Ignotus 2016 en categoría de novela corta. Guardo esa nominación como un tesoro, la verdad. En estos diez años, la vorágine de títulos que se publican cada año y la cacofonía de las redes sociales han aumentado casi exponencialmente. Esa nominación, además de un reconocimiento, me hizo sentir vista. Como que existía, vamos.
Aquí estoy, diez años después, reivindicando esta historia atemporal. No nació para seguir ninguna moda ni para encajonarse en ningún anglicismo-etiqueta. Nació de un no hay huevos ("Anda que no molaría mezclar el diálogo platónico y una partida de D&D") y dio pie a un universo entero. Las preguntas de Saya no caducan. El dolor de Trevia no caduca. Es una lectura que, además, cambia según el momento vital en que la leas.
Así pues, os invito a celebrar su década leyéndolo. Y, por qué no, dedicándole una reseña. Y que sea lo que Ella quiera.
Kindle Unlimited/Libro electrónicoTapa blanda

April 23, 2025
Feliz Día del Libro
En este día que se celebra al libro yendo a comprar algún ejemplar en los tiempos de la Chati, el aparentar en redes sociales y el confundir la velocidad con el tocino, me voy a agarrar al canasto de las chufas y a recurrir a esta señora, porque ya lo dijo ella perfectamente.
We need writers who know the difference between production of a market commodity and the practice of an art.
Necesitamos escritores que sepan distinguir entre la producción de un bien de consumo y la práctica de un arte.
Its name is freedom.
Nuestra preciosa recompensa no se llama ganancias.
Se llama libertad.
March 27, 2025
De bufones, barcos y fantasía
Me iba a esperar a leérmelo todo para empezar a escribir esto pero no puedo desaprovechar esta sensación de estar flipándolo como un capibara en un onsen.
Tenía yo pendientes los libros de Robin Hobb desde que estaba en la carrera. Volví a recordar que existían en ¿2011? ¿2012? cuando la reeditaron con portadas que no recordaban a la Dragonlance (tú me das algo que huela a miniatura medieval y yo ya estoy sacando la cartera) y luego se quedó en salmuera hasta ahora.

No me esperaba lo que me iba a encontrar.
Me gustan las novelas de fantasía con setenta personajes, magia a carretillas, bichos que no sean un plagio de Tolkien y prosa buena. La saga del Vatídico y la de los barcos (que no sé cómo la llaman en español) lo tiene todo. Todo. Incluye además ritmo raro y una sensación subyacente continua de que hay algo que no se sabe o no te están explicando. Además, no dan ganas de matar a la mayoría de los protagonistas (Kennit, te estoy mirando) y la gente tiende a comerse las consecuencias de sus actos, cosa que siempre es de agradecer. Los adolescentes se comportan como adolescentes.
Y luego está la magia. Es esa magia embebida en el devenir de la vida, en la esencia de las criaturas que la poseen; una magia sin manuales ni metodología ni mierdas que le quiten misterio o la conviertan en una FP. Compleja, imprevisible, deliciosamente tejida con los acontecimientos. Y lógica. Los tres primeros libros de los barcos (al parecer luego hay más) me dieron cosas que no sabía que necesitaba respecto a la magia.
Además, está bien escrito. A ver, no es Lord Dunsany, pero es que el tono de estas historias es otro rollo, y la voz narrativa se adapta a la primera persona que te cuenta su vida de la primera trilogía y a los diferentes puntos de vista en la segunda. No es igual cuando estás viviendo la escena desde el punto de vista de la abuela que desde el de la nieta, y no es igual la nieta del primer libro de los barcos que la del tercero.
Qué queréis que os diga, de momento me parece todo redondo. Da gusto leer las cosas cuando están bien escritas, la verdad. Y ya está. Esa es la entrada. Así se escribe. Hale, circulen.
March 12, 2025
De vergüenza ajena, falta de ética y deformación profesional
Por lo visto tengo cosas que decir, todavía, respecto al tema de la inteligencia artificial.
Cuando te consideras creador, sea en el medio que sea, lo mínimo que habría que esperar de ti es que domines el medio de tu creación. Que si ilustres, sepas ilustrar. Que si compones, sepas componer. Que si escribes, sepas escribir. Y por encima de todo eso, que te importe hacerlo bien (lo consigas o no) y que lo hagas tú.
No hay forma de tomarse en serio a un ilustrador que tira de inteligencia artificial generativa o un escritor que recurre a la Chati para tener ideas o que le escriba las escenas que no tiene ganas de escribir. Es tratar a tu obra como un producto y encima de segunda, como las obras "de taller" de los pintores del Renacimiento, pero además con el añadido de las implicaciones éticas: te estás aprovechando de una serie de herramientas que han sido alimentadas con esfuerzo y talento ajeno, sin el consentimiento de sus creadores.
Llegados a este punto, hay dos posibilidades: que tú mismo tengas tan poco aprecio a tu obra que ese desprecio se extienda a la obra ajena o que lleves un doble rasero de "a mi obra no me la toques pero yo puedo aprovecharme de la ajena todo lo que me parezca".
O que te la pele tu obra en sí y lo que quieras sea conseguir otra cosa con ella.
Qué queréis que os diga, si algo hizo el Romanticismo es darle voz a esa necesidad humana de propósito transcendental en la vida más allá del ámbito religioso: construir catedrales como celebración de la gloria divina en modo esfuerzo colectivo está muy bien, sí, pero agonizar ante la página en blanco intentando domeñar el rebelde y mezquino idioma mientras te mueres un poco de hambre y no sabes siquiera si vas a acabar publicando tu obra, también. ¿Tú te crees que Van Gogh iba a recurrir a alguien para que le pintara los cuadros de acuerdo a su "idea"? ¿Que Bécquer iba a considerar como suyos poemas verbalizados por una máquina sin alma?
Ah, el alma. El arte es alma. Aunque te salga el truño del siglo, aunque sea arte mediocre, si hay alma puesta, es arte. Si le quitas el alma, te queda... ¿producto?
Ojo, que artistas capaces de lo sublime se han subido al carro éste de ponerse a producir pensando en qué va a vender sin despeinarse, empezando por Dalí, que mientras le proporcionara viruta se apuntaba a cualquier bombardeo, incluyendo firmar papelitos en blanco a cascoporro que pudieran luego rellenarse con grabados o dibujos de dudosa procedencia. Pero, mira, el hombre por lo menos sabía pintar. No tengo pruebas ni tampoco dudas de que habría puesto Cadaqués del revés si una IA le hubiera empezado a imitar el estilo y él no pudiera llevarse un duro. Y también lo veo llamando a Lorca exagerado si la Chati le hiciera lo mismo.
Me he acordado de esto así de repente
Estoy desbarrando un poco.
A donde iba yo es a que hay que tener los huevos cuadraos para considerarte creador en cualquier ámbito y tirar de inteligencia artificial generativa para tu contenido promocional. El doble rasero ese del que hablaba antes y tal. Que, además, queda cutre. Parece que estás jugando ya no al respetable impulso del fanfic, que es una cosa sin ánimo de lucro y que nace -otra vez- del alma, sino al quiero y no puedo. No solamente te estás bajando los pantalones para "crear contenido", sino que además estás echando mano de una herramienta que se lucra con el trabajo ajeno. Demuestras que o eres ignorante o tienes la ética domiciliada en el Banco Popular de Egolandia.
También me ha hecho pensar en esto
Mira, yo qué sé. Ya decía Walter Benjamin en La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica que El aquí y ahora del original constituye el concepto de su autenticidad. Consuela de forma inquietante que este aquí y ahora en que nos encontramos sea semejante en cantamañanismo al mismo ambiente del que se quejaban ya Cicerón y hasta los sumerios: ya hemos estado aquí y ya nos hemos arrastrado fuera de este pozo. Hay gente con el efecto Dunning-Kruger como seña de identidad paseándose sobre la tierra desde que el primer primate desarrolló autoconsciencia y aquí seguimos, generación tras generación, comiendo palomitas a ver qué resiste la prueba del tiempo.
Mientras, recurriremos a los clásicos. Qué le vamos a hacer.
February 1, 2025
De gustos, eufemismos y que te cuenten historias
Resumen: A la gente, entre la que me incluyo, le gustan cosas muy raras y dispares.
Esto empezó como un experimento. Uno que me ha llevado a las profundidades del alma humana, al horror, el horror. Esta entrada va a ser larga. Esta entrada está llena de esa ira que Terry Pratchett decía que era gasolina para la escritura.
Comencemos.
Creo que me voy a ponerme elitista. A mis años. Debe de ser la crisis de los cuarenta.
Me estuve mirando en Goodreads reseñas de una estrella de libros que no he leído. Vaya por delante que yo siempre he considerado las reseñas como opiniones: todo el mundo tiene una. Lo que me he encontrado es que mucha reseña intenta más bien ser una crítica (aquí entra el elitismo) y me pasma intentar criticar una cosa que no has entendido. Quizá sea por deformación profesional, pero tengo muy claro que la calidad de algo tiene muy poco que ver con cuánto te gusta. Si hubiera correlación, el McDonalds habría quebrado hace décadas.
Ejemplo: me da pereza el Barroco. No aguanto el rollo churrigueresco y me deprime sobremanera el herreriano, pero defenderé su importancia y sus virtudes porque ya se encargaron dos veces que tuve que hacerme la puñetera asignatura más las investigaciones inesperadas de los cursos de doctorado que me empapara sobre el tema.
Es adictivo ir abriendo de libro en libro y ver cómo las cosas de las que se queja la gente son variantes del "no es lo que esperaba". Las que empiezan con "no me ha gustado porque..." me llegan como una cosa lícita: no conectan con los personajes, no pillan el ritmo de la acción, la ambientación se les queda corta, cosas así. Cuando la gente se queja de que los personajes no hacen lo que esperaban me da ternura. Teniendo en cuenta que hice este experimento con libros que no he leído, me fascinó imaginarme el proceso mental de esas personas. Y añadió unos cuantos libros a la lista de pendientes gracias a quejas como "es que usa palabras que no se entienden, como "efímero".
Luego vi las de Olvidado Rey Gudú.
Acabáramos.
Son reseñas de gente que viene buscando acción y fantasía y que les expliquen el worldbuilding tipo manual de rol, o comerse intrigas políticas, supongo. Las quejas vienen de que es muy lento, muy lírico, tiene frases muy largas con muchas comas (a.k.a el síndrome de "me metes una subordinada y ya la hemos liao) y de que los personajes aparecen y desaparecen y parece que se han olvidado de ellos.
Ay, madre.
En esta epifanía se me han juntado dos neuronas y me he acordado de Harrow the Ninth, reseñas que me he vuelto a leer por encima y que se quejan básicamente de que no les dan la historia masticada.
Y es que hay una diferencia entre que te guste leer* y que lo que te guste sea que te cuenten una historia. Ambas cosas pueden convergir o no.
Con lo que me cuesta a mí entender a mis semejantes, ahora lo hago un poco mejor. Las expectativas, una vez más, dando forma desmerecida al criterio. Esto es tan viejo como la gente que se queja porque pide pizza con pepperoni en un pueblo perdido de la Italia profunda y se la traen con pimientos en vez de con salami reseco.
Si todo el tema de "a ver lo que se puede hacer con el idioma retorciendo sus elementos" te resbala, pues no, no cojas Olvidado Rey Gudú. Corre. Si quieres desconectar y ver cómo personajes hacen cosas, tampoco. Huye de Harrow también. Qué queréis que os diga: lo que veo es gente calificando platos de pasta con el criterio con el que calificarían un bollycao. Pues claro que te va a decepcionar, alma de cántaro. No te leas estas cosas. Abandona el libro. Léete algo que te esté gustando, que la vida es muy corta.
El paladar lector tiene un rango muy amplio. Igual eres muy tiquismiquis y quieres un tipo de historia concreto y que no te mareen con estructuras raras y construcciones sintácticas complejas con vocabulario extraño porque todo eso te la pela, tú quieres tu bollycao. Igual te da igual ocho que ochenta y trasiegas bollycaos, langostas con puturrufuá de ibérico y judiones del Barco por igual. Pero seamos conscientes de qué tenemos en el plato antes de aplicarle un criterio arbitrario.
Pasa igual con el cine. Yo quiero mi bollycao. A mí los planos y el montaje y tal me dan igual. Yo quiero una historia bien contada y ciertos aspectos del lenguaje cinematográfico me aburren soberanamente. Pero no te voy a decir que Ciudadano Kane es mala, sino que me aburre soberanamente.
Y aquí llegamos al siguiente punto: el romantasy.
Anglicismo horroroso por delante (¿por qué no romantasía?), la palabra me sonaba. Historias de fantasía donde ponen el foco en la historia de amor. Okey, conceptaco, a mi yo de quince años le habría parecido estupendo, pero ¿esto no existía ya?
Muchas de esas reseñas de una estrella eran libros de romantasy. En las reseñas en general que aparecen según abres el libro en Goodreads empecé a ver patrones: que si "enemies to lovers", que si "slowburn". Destripe de toda la vida chorreando anglicismos.
Y pimientos. "Spicy". Aquí viene el giro inesperado.
Cuando se me juntaron dos neuronas sobre qué podía significar eso, me pudo el pasmo. No. No puede ser. ¿Está la gente avisando de cuánto frotifroti hay en el libro sin atreverse a llamarlo sexo o de la calidad literaria del mismo? Mira que escribir erótica tiene que ser difícil, con lo terreno de vergüenza ajena que puede llegar a dar, en esa fina línea entre la obscenidad soez y lo que sea que le vean los lectores de erótica al género. Como el terror, vamos.
Mi sentido cuarentón me decía que iba a ser más bien lo primero. "En este libro hay sexo a carretillas", pero con pimientos. O llamándolo "spicy", porque tenemos todos trece años y nos da vergu admitir abiertamente que estamos contando las escenas pornográficas en una novela fantástica, jiji qué prohibido todo, la madurez nos llega para leerlo pero no para ir con la cabeza alta reconociéndolo, sino que nos escudamos en un código como si fuésemos yonkis.
Qué me estás contando.
Y entonces algo hizo click en mi cabeza. Acababa yo de leerme un telenovelón famosísimo (A Court of Thorns and Roses) que funciona como telenovelón que avanza gracias a lo disfuncionales que son los personajes y que tiene alguna escena de sexo que me leí en diagonal (como me pasa muchas veces con las de acción, porque me aburren soberanamente). Y hurgué en internet, igual que hurgan los personajes de Lovecraft en busca de lo que la humanidad hace mejor en ignorar.
No busquéis "spicy books" en instagram. Ya he perdido la cordura yo.
Posts detallando en qué capítulos de cada libro están las escenas pornográficas. Posts de "libros spicy con portadas inocentes". Más cosas que no quiero recordar.
¿Qué problema tiene llamarlo erótica? ¿Qué me estoy perdiendo? Que toda la vida has tenido novela rosa y novela erótica con un cierto solapamiento entre ambas. ¿Qué sentido tiene esto del eufemismo?
Mira, no me jodas. Esto es el equivalente de las películas de los noventa donde el adolescente tiene el Playboy abierto dentro del libro de matemáticas para disimular. No me digas que te estás leyendo el libro por el worldbuilding o por la historia de amor: lo que quieres es ver cuándo follan. No te estás leyendo el Playboy por los artículos, pero como es un libro y el público de esto es mayoritariamente femenino no se ve a simple vista el alcance que tiene la comunidad de gente hablando con toda tranquilidad de porno haciendo como que no lee porno. O erotismo. En serio, ¿por qué todo el tema sectario de los pimientos?
Ah, a lo mejor es porque no se admite que es porno. Ni siquiera erótica. Lo llamas "romantasy con spicy" porque qué corte admitir que lees disfrutando escenas explícitas de sexo, jiji, tenemos todos trece años.
A estas alturas, esta señora mayor se tiene que tomar una tilita. ¿No estábamos en el siglo XXI?
Mira que yo he defendido siempre que los niños no son tontos y saben reconocer conductas de mierda cuando las leen, pero eso se sustenta en llamar a las cosas por su nombre. Sexo. Erótica. Es el eufemismo lo que me saca de mis casillas, el tener que esconderlo. Que toda la vida se ha leído erótica. El agazaparse detrás de un eufemismo, de esta bromi a gran escala, perpetúa la idea de que es algo que esconder.
Lo que me aterra es la falta de madurez que rodea todo esto: los eufemismos, la falta de huevos para llamar porno al porno y erótica a la erótica. No he visto ni una reseña que evalúe la calidad del erotismo de la obra, sino su cantidad, lo cual me inquieta.
Y espérate, que hay más.
Esto (el "romatasy" del padrón), al parecer, según las etiquetas de ciertos libros de instagram, se solapa con otra subcategoría a la que llaman dark romance. Y por lo que he visto se supone que es en plan protagonista se enamora de personaje de moral cuestionable: mafiosos, vampiros, okey. Pero, también, ha evolucionado a protagonista se "enamora" de personaje maltratador que putea/maltrata/humilla a protagonista y por lo visto esa mierda es muy excitante y ¿romántica? Qué me estás contando.
Esto me lleva sacando de mis casillas más de una década. QUE TE HAGAN DAÑO NO ES ROMÁNTICO. Que hace treinta años ya estaban las campañas de "si te pega no te quiere". Qué cojones estamos haciendo romantizando mierda.
Quizá lo que me pone histérica de todo esto es que parece que no aprendemos. Que la misma mierda vuelve cíclicamente. Que nada de esto es nuevo, lo único que pasa es que tiene mayor alcance gracias a las redes sociales y que el jinete del Apocalipsis posmoderno llamado Falta de Criterio abona el campo para que cualquier aberración sea carne de aesthetic o de ser convertida en algo cuqui. Pero qué vamos a esperar de un público que no es capaz de llamar sexo al sexo y se esconde en llamarlo "spicy": que al abuso lo llame amor. Qué razón tenía el señor Orwell.
Dicho esto, leed lo que os dé la gana, llamad a las cosas por su nombre y recordad que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.
*4. Que te guste leer. LEER. No procesar información escrita que te transmita que pasan cosas, sino LEER. Los juegos del lenguaje, las formas poéticas. Lo que se puede retorcer una escena dependiendo de las palabras usadas. La magia de las palabras.
December 30, 2024
De prosa buena, dramones trágicos y eufemismos inquietantes
El mercado editorial me sigue dando asco grima pena reparo.
Dicho esto, este año ha sido uno excelente en lo que a lecturas se refiere.
The King of Elfland's Daughter, de Lord Dunsany
Me gusta el final.
Me gusta mucho el final.
Siempre me ha repateado que los protagonistas se apoltronen después de la aventura. Sobre todo si es una historia tipo "tengo una vida normal en el cole/la oficina y descubro un mundo alternativo superguay". Y viven una aventuraca de la leche, pero luego vuelvan a su mundo y todo sigue igual. Lo de Bastián lo tengo todavía clavado en el hígado. Qué crueldad. Que vuelven cambiados y la aventura los ha hecho más sabios y todo lo que tú quieras, pero me ha parecido siempre algo horrible.
Esta historia, que es una jarra detrás de otra de poesía, le da en los hocicos a ese tropo. Qué final. Qué viaje. Qué prosa. Qué congoja, qué maravilla, qué emoción en cada página. Qué gloria que la magia triunfe, que no sea una historia elegíaca como promete, sino un génesis, y no lo sepas hasta la última página.
Y me gusta la prosa.
Me gusta mucho la prosa.
Y qué prosa. Con todo lo que me falla la prosa en la mayoría de lecturas, esta prosa sí. Dadme más prosa buena. La mejor lectura del año de lejos.
The Navigator's Children, de Tad Williams
Tengo un vínculo emocional muy intenso con esta saga y el final me rompió bastante. No lo cambiaría, pero me ha dolido igual. Los niveles de épica y la magia a carretillas no decepcionan, sin perderse el misterio en el proceso, con el sentido de la maravilla como estandarte. Es un cierrre a la altura del resto de la saga.
Homenajea, en muchos aspectos, a Tolkien: los árboles, el barco que parte a otro mundo, la pérdida. Y además la prosa es buena, y es una omniscencia que elige muy bien qué te cuenta y cómo, y te deja el corazón encogido. La gente es gente y se comporta como gente; las razas "mágicas" son gente de otra manera y tienen sus propias fortalezas y carencias. Ninguna solución es fácil y el final abierto es tan real y plausible que duele.
Esto es fantasía épica bien hecha. Voy a incidir en lo de "épica", porque últimamente no encuentro épica contemporánea. Todo el mundo o está muerto o lleva treinta años escribiendo o prioriza sacar tripas/contarte su mandanga política. La eucatástrofe que tanto echaba de menos está en este final y está bien hecha.
Dracula, de Bram Stoker
Esto me lo leí hace mil años en una copia cochambrosa que me compré por un euro en el tenderete de libros de segunda mano de la feria de mi pueblo. Esta lectura ha sido en inglés y es un poco como leerla en HD. La prosa es lo que tiene que ser, cambia la voz narrativa de las notas de Harker al diario de Mina y toda la historia contada en plan trabajo de investigación con la documentación por delante es una gozada de estructura. Da gusto leer cosas de gente íntegra luchando contra el mal. Y me ha reafirmado en la convicción de que los directores de cine (ejem, Coppola; hola, Peter Jackson) lo que quieren es montar su fanfic cuando adaptan libros.
Hojas de dedalera, de Victoria Álvarez
Una médium y un fantasma que va de sobrado se enfrentan a cosas chungas en el Londres victoriano mientras meriendan en el Fortnum. Otro clásico de pasado que viene a morderte el culo más secretos familiares más mansiones con fantasmas igual a pasárselo pipa. ¡Sacrificio! ¡Amor imperecedero! Me lo pasé como una enana. Las telenovelas victorianas bien hechas, los dramones como está mandado, además bien escritos, son solaz. Otra prosa que da gusto. Así, sí.
El eco del destino, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual
Esto también es una historia de amor tirando al rollo tragedia griega. Se regodea con inquina en las relaciones entre los personajes, cosa que disfruté bastante. Pasar no es que pase mucho y está bastante claro cómo se va a torcer el asunto, pero da igual porque aquí hemos venido a ver sentimientos trágicos sublimes y existencias abocadas al desastre. Soy muy fan de las historias que basan el conflicto en "que le den por saco al bien mayor" y exploran las consecuencias. Aquí lo exploran además de forma personal, le dan mucho por saco al tema sociológico y se va descubriendo el mundo de forma orgánica, cosa que agradezco bastante. Esto también es una saga y esta sí la seguiré, a ver cuánto más se tuerce. Este es el tipo de telenovela que he venido a ver.
Mexican Gothic, de Silvia Moreno-Garcia
Secretos familiares, casonas victorianas y el pasado que viene a morderte el culo: lo tiene todo. Me recordó bastante a los relatos de Lovecraft en los que al final se descubre que alguien ha estado haciendo pactos con los profundos y tu primo es medio rana. La protagonista lo tenía todo para que dieran ganas de matarla al segundo capítulo pero luego está a la altura de las circunstancias. Me entretuvo bastante.
Corre, Renina, corre, de Celia Añó
Me lo pillé porque prometía estructura rara y no saber qué leches está pasando hasta que todo encaja al final. Un poco como Harrow, vaya. Y no me decepcionó. A mí el terror un poco plin pero esto era más pura necesidad de saber cómo encajaban las piezas y cómo interpretar los nombres de los capítulos. Además, la voz narrativa acompaña. Disfruté mucho todo el tema de la monstruosidad y las diferentes perspectivas respecto a ella.
A Court of Thorns and Roses/ A Court of Mist and Fury, de Sarah J. Maas
A ver: si lo he entendido bien, lo de "romantasy" significa "historia de amor con fantasía de fondo". OK. Todo el tema misterio y magia del primer libro, ese "de qué va esta gente", ese pasado que viene a morder el culo, el amor que luego resulta que es otra cosa cuando nos asomamos al segundo, muy bien. La prosa me deja bastante fría pero bueno. La primera persona cuando el personaje que narra es analfabeto tampoco es que dé para más. Los patrás y palante del "me molas o no" se extendían un poco demasiado para mi gusto, pero es que no soy público objetivo de romántica, me temo. Es a lo que hemos venido, a ver cómo crece y se extingue el amor, y la exploración de qué es está bastante bien llevada, aunque falta gente repartiendo sentido común y el sesgo de "todo el mundo es guapísimo" de la voz narrativa de la primera persona que está salida (además de sufrir las consecuencias obvias de la malnutrición y la toxicidad familiar) me cansa. Qué angustia de monólogo interior, hija.
Pero el porno gratuito me sacaba de la historia. Los detalles frungiendo están al nivel de lo escatológico. Qué vergüenza ajena. Además en primera persona. Es como Martin hablando de desmembramientos pero con refocile. Hay más libros en la saga, pero yo me bajo aquí.
Además, investigando he descubierto un submundo de "por qué lo llaman romantasy cuando quieren decir porno" amparándose en el anglicismo eufemístico de "spicy" que no necesitaba conocer. Que la gente califica libros con PIMIENTOS dependiendo de cuánto porno haya. ¿Hola? ¿Socorro? Voy a necesitar otra entrada para procesar este inframundo oscuro.
Emma, de Jane Austen
Lo intenté. De verdad. Yo entiendo que se supone que es una crítica mordaz a la sociedad de la época y que es muy divertido, pero yo a las veinte páginas solamente quería repartir bofetadas a la ristra de personajes disfuncionales, empezando por el cansino del padre y siguiendo por la hija sabelotodo. Supongo que la gracia está en que te importe todo ese submundo de la regencia y entiendas los chistes internos sociales. Lo siento, Austen, no soy tu público objetivo. Me ha pasado como me pasó con la Bovary. Lo abandoné a las ciento y pico páginas porque yo no leo pa sufrir ni para sentir que estoy atrapada en un saloncito con gente insulsa con ínfulas inmune a la autocrítica y tengo que hacer como que me caen bien. De romantizar entornos sociales de mierda porque tienen una estética cuqui ya hablamos otro día también.
Y ya está. 2025 promete empezar bien, viendo los libros que tengo a medias. No tengo esperanzas de que salga Alecto, pero estaría bien. Mientras, igual empiezo con Robin Hoob, a ver si es épica, y a ver si en algún momento estoy en el espacio mental adecuado para leer algo más de Le Guin, que no siempre puede una permitirse que le pisoteen el alma. Hala, felices lecturas.
August 1, 2024
Diez años de blog
Pues eso. Que, a lo tonto, hace diez años que empecé mi blog de escritora y ha llovido bastante. Por hacer algo, voy a hacer una lista completamente sesgada de las mejores entradas que he escrito en este tiempo.
10
De Tolkien, adaptaciones y el poder de la faltriquera
9
De censura, idiotización y libros chungos
8
De niñas tontas, personajes fuertes y las témporas
7
De retelling, inseguridad y hacer justicia a la propia obra
6
De escribir, ser escritor y querer haber escrito un libro
5
De gordas, ficción y derecho a ser amadas
4
De niños, jóvenes y estupefacción
3
2
Y la mejor entrada de esta década ha sido...
May 13, 2024
De niños, impotencia y terror de andar por casa
Cuando estaba en tercero de EGB empezaron a echar Celia por la tele. Tuve un libro de Celia (no sé si antes o después de la serie) que tardé en leer, sobre todo porque un fragmento de uno de ellos estaba en el libro de lengua de tercero con sus "ejercicios de lectura", una cosa horrible que espero que ya no se haga en estos tiempos modernos.
La lectura iba a del osito de Celia, que se llamaba Teddy y lo tenía ya de antes de nacer. No me acuerdo de mucho más, pero sí de las preguntas: "¿Cómo se llama el oso de Celia? ¿Desde cuándo lo tiene?" que había que copiar y contestar también por escrito en el cuaderno. En boli BIC azul. Aquellos ejercicios de "animación a la lectura" me habrían hecho odiarla si no hubiera venido lectora de casa.
Vimos la serie. La niña me parecía una pesadilla, a mis ocho años: una de esas personas que no sabes si es mala, tonta, egoísta o todo lo anterior. Ni podía identificarme con ella ni empatizar. Tenía sus momentos de hacer cosas buenas casi de pura chiripa, pero no recuerdo a ningún adulto salvo una señora mayor que contratan para cuidarla dedicándole tiempo a la niña y escuchándola y, no sé, explicándole un poco las cosas. Como que la imaginación está muy bien, pero pensarte un poco las consecuencias de tus actos está todavía mejor.

A mí personalmente me alegraba de no tener que ser su amiga. Supongo que sus padres tampoco la aguantaban, porque la acababan mandando a un internado y apartándola de Cuchifritín, el hermanito pequeño, al que quiere con locura. Vale que no la aguantaba, pero aquello me pareció de una crueldad infinita. Como echarla de la familia. Una forma de decirle sin palabras "no te queremos". Ahora, con el tiempo, lo veo más bien como un "no tenemos ganas de pensar y esforzarnos en criarte", que viene a ser un sabor distinto de lo mismo.
Había un capítulo en el que la señora que la cuidaba a verla al internado el día de fin de curso con los padres. Celia está tan ilusionada porque llega el verano y toca irse de vacaciones a Santander, y la señora esta (¿Doña Fermina? ¿Doña Bernardina? DOÑA BENITA) le dice que no se la llevan de vacaciones, que los padres se van a vivir al extranjero y se llevan a Cuchifritín. Y no tienen huevos de decirle nada a la niña, los muy desgraciados. La situación ficticia no sólo me partió el corazón: me aterrorizó la sensación de impotencia. ¿Qué iba a hacer Celia, aparte de agarrarse el berrinche del siglo? ¿Qué poder tiene una niña cuando hacen y deshacen con su vida, cuando la apartan de sus seres queridos, cuando existir se convierte simplemente en motivo de castigo?
¿Qué hay peor que que tus padres no te quieran y no quieran estar contigo?
No sé quién me vendió los libros de Celia como "muy divertidos, de una niña que hace travesuras". ¿Perdona? Son terror. Terror puro. Una advertencia a lo que pasa cuando no eres una niña dócil: dejan de quererte, te echan de la familia, te arrebatan la relación con tu hermano, y la única que tiene cojones de decírtelo a la cara es doña Benita.
Luego viene su tío y la saca de ahí y se la lleva a "ver mundo" y empieza un poco el tropo de found family con Basílides y Maimón y su amiga francesa que no me acuerdo del nombre (¿Paulette?), pero no deja de ser un duelo porque la han echado de su familia. No sé si hay algo más terrorífico. Ah, sí, espera: que se te muera la madre, que te conviertas en madre de facto y que te estalle la guerra en los morros.
Elena Fortún, escritora de terror.
Todo esto es una introducción para hablar del miedo. Los asesinos en serie y los cosos sobrenaturales te pueden matar, vale, pero hay cosas peores que la muerte. La historia de Celia es terrorífica, sobre todo por el tono general de cosa ligera y divertida cuando va de unos padres que no quieren a su hija y que en cuanto tienen un varón se la quitan de en medio y que, además, probablemente se estén mintiendo a sí mismos para no tener que mirarse al espejo y ver los monstruos que son. Y no hay locos a los que les gusta despellejar gente: es terror de andar por casa. Gente normal. Cosas que te pueden pasar a ti.
La historia de Celia es una historia de penurias, una detrás de otra, en las que la libertad de elección brilla por su ausencia. Unos libros muy divertidos mis gónadas.
May 6, 2024
Epílogo
Hoy termino de escribir ésta, la mi carta de despedida. Las IAs están ofreciéndole a la gente que quiere haber escrito un libro lo que siempre soñó y yo me he cansado del mundo literario posmoderno esclavizado por los algoritmos de internet y el monstruo de lo parasocial.
En abril de 2014 publiqué mi primera novela con ilusión y sin medios. Acabo de publicar la que será la última, Ritos, en este abril de 2024, y cierro así el ciclo de una década intentando publicar. Quién sabe lo que nos espera en 2034.
Ya lo anuncié tras presentar Maldiciones. Estoy muy cansada. Yo lo que quiero es escribir. Que te lean está bien y eso, pero tal y como está el percal, mirad, yo ya paso de seguir intentándolo. Si lo que quiero escribir no es lo que la gente quiere leer, sea. Si estas son las consecuencias de no querer pasar por el aro de la autopromoción entendida como ser una cansina en redes e intentar caerle bien al personal, sea también.
Me quedo este blog, que al final es el formato donde me siento cómoda, para seguir flipandome con lecturas y ratoncitos, además de para reflexionar de forma ordenada sobre movidas creativas. Todos mis libros autopublicados seguirán en bibliotecas, que para eso los doné. Estarán disponibles en Amazon hasta que me harte. Las redes ahí se quedarán, supongo, a criar malvas o algo.
Que nunca falten los libros. Leed lo que os dé la gana. Escribid lo que os apetezca. Si algo he aprendido de Sueño Caraminth es que la felicidad se alcanza cuando eres consecuente con tu propia definición de libertad.
Nadie va a venir a salvarte.

April 23, 2024
De maldiciones, hechizos y ritos
Sale esta entrada un Día del Libro en el que se publica la última parte de la que he denominado “historia de mi vida”, Mosgaira. Ritos será la última obra que publique de momento. Estoy muy cansada de los tiempos modernos.

Como ya le hice una presentación a bombo y platillo a esta saga cuando salió el primer volumen, no voy a volver sobre lo que dije entonces. Me voy a regodear en el gozo de escribir: en el viaje.
Fíjate tú lo que cambian los tiempos. Aquel primer sábado de octubre de 2022 no había oído hablar de ChatGPT (la Chati, pa los enemigos) ni estaba Google contaminado con un montón de imágenes mierderas creadas con IA pretendiendo ser “reales” y hundiéndonos en una distopía de falsa realidad que no habíamos visto nadie venir. No había discusiones bizantinas en twitter de prompters creyéndose Dostoyevski o Velázquez porque tienen “ideas muy güenas” y aun despreciando la técnica literaria o pictórica quieren atribuirse a sí mismos el título de “escritor” o “ilustrador”, que es lo que les mola: el aplauso, el reconocimiento equivalente a algo que no han hecho. Ay, almas de cántaro, jardineros de plantas de plástico. Gente que ansía tener un producto en la mano y poder decir que es suyo: avatares del capitalismo egocéntrico, elementales del efecto Dunning-Kruger del proceso artístico. Ni artistas, ni artesanos, ni mecenas: un nuevo horror que despoja al arte de alma, que es lo único que le quedaba al pobre después de que las vanguardias le arrebataran la belleza. Duchamp me puede chupar un pie.
En este percal vengo yo a hablaros de mi historia con mi historia.

Todo empezó con un cuaderno con las hojas de colores donde empecé a escribir cosas inconexas. Creo que los primeros cuentecillos/dibujos son de 1998, el mismo año que gané un premio local con un cuento fantástico de una niña con un pijama de osos secuestrada por fuerzas telúricas que salva el pellejo contando una historia sobre la personificación antropomórfica de una ciudad y que sigue siendo una de las mejores cosas que he escrito nunca. De ese cuento me quedé la Niebla y de la Niebla salieron, con el tiempo, las Siete Fuerzas.
No escribía bien, pero leía mucho. En aquellos primeros tiempos escribía donde pillaba y como pillaba: en ese cuaderno nació la Parte Oscura después de dibujar un mapa un día porque sí. Empezaron a aparecer personajes, árboles genealógicos, esbozos de especies de criaturas que no eran humanas. En paralelo, escribía otras cosas: escenas que me apetecían, fuera de contexto. En cierto momento empecé a hacerlo en el ordenador también, aventura no exenta de peligros, porque el ordenador que tenía yo a mano era un mostrenco de principios de los 90 con MS DOS. En él empezaron a criarse tres historias que en un principio no tenían nada que ver: una con la Orden del Halcón, otra con Duyde y una tercera con Yerkes y Tarej.
Cuando te pones a hacer algo sin tener ni idea de cómo, la curva de aprendizaje es lenta. Cuando además no sabes qué es ese “algo” que estás haciendo, más todavía. Escribir para mí empezó siendo un juego. Algo que disfrutas haciendo. Llegar a terminar algo no entraba en la ecuación porque lo que me molaba era pasarme horas delante del ordenador imaginando escenas y poniéndolas en palabras.
Y aprendiendo a escribir en el teclado, que se me olvida siempre ese pequeño detalle. “Escribir a máquina”, lo llamábamos.
Imaginaos lo alienígena que me resulta que ahora la peña quiera saltarse eso y contentarse con firmar el libro que no han escrito pa poder hacerse el afoto.
Huelga decir que todo aquello, aunque tenía potencial, hacía aguas por todas partes. Sin embargo, la experiencia de encontrar esas fugas e ir arreglándolas a huevo puro, poquito a poquito, durante años, es exquisita, irrepetible, maravillosa, mágica. Qué aprendizaje. Qué de palabros. Qué de burradas me gustaba hacer. Ese proceso empezó cuando se me cruzó el cable y empecé a unificarlo todo en una sola historia. Me encontré con problemas como justificar que la misma protagonista tuviera tres nombres distintos, elegir qué iba antes de qué, empezar a recortar. Y descubrí, también, que en el fondo lo que quería era escribir el libro que no encontraba en fantasía en aquel mundo previo a que internet se diese por sentado.

Y tardé más de veinte años.
Por el camino leí muchas cosas. Empecé a escribir a saco después de leer a Tolkien; luego llegaron Añoranzas y Pesares, Olvidado Rey Gudú y Cien Años de Soledad. Me leí también varias sagas fantásticas que me entretuvieron bastante y tochardos místico telenovelescos estilo El Ocho. Terry Pratchett llegó más tarde. Toda esta gente me confirmó que tener seis millones de personajes era posible y que los secretos chungos del pasado que vienen a morderte el culo son una de las cosas que más me gusta encontrarme en una historia. A esas ediciones me remitía cuando empezaba a preguntarme a qué va pegada o no la raya de diálogo y cómo se puntúan, si hay o no espacios entre párrafos y demás. Eran mis escalones en mi lenta curva de aprendizaje. Una de las cosas con la que más flipé fue con los cuentos perdidos e inconclusos de Tolkien: el hecho de que hubiera versiones, que el mismísimo Maestro se hubiera pegado con sus propias contradicciones y no lo tuviera claro todo desde el principio, fue algo epifánico.
Ahora vienen spoilers.
Los verdaderos “villanos” tardaron años en aparecer. No se me ocurría una amenaza lo bastante chunga como para que todo el mundo tuviera el miedo que tenía, y cuando aparecieron los davos no eran más que Malosos Malignos de Villaperversidad de Enmedio. El plot twist del final de Hechizos, que arregló bastante el asunto, se me ocurrió sobre la marcha. En un principio Shaymna no era más que el Gandalf de la historia de los Yerkes. Lo bien que encajaba que todo hubiera sido por amor (viva Homero) se fue luego perfilando con la historia de Endda. Hay un gozo especial en fliparte escribiendo escenas en las que te sacas de la manga un personaje mitológico ex machina y luego vas hilando sobre el texto hacia atrás para ir metiendo prefiguraciones y pistas. La magia de que a veces has metido esas pistas sin darte cuenta, colega, no tiene precio.

De verdad, el viaje. EL VIAJE. Ese momento en que estás en mitad de la escena y un personaje se te rebela, que fue lo que pasó con Shaymna. Lo de Niebla es de principiantes. Cuando averiguas el verdadero propósito de tus antagonistas y va y encaja. Igual por eso no sé escribir con escaleta: no sé a dónde voy ni cómo voy a llegar. Es un poco como las primeras veces que iba de viaje con mis padres, que no sabía ni qué piedro venía a continuación ni por qué calles íbamos a pasar y todo era sorpresa.
Y así veinte años. Escribiendo otras cosas entre medias.
La última corrección, la de la pandemia, fue a sangre y fuego. Recorta, pega, pinta y colorea. Arregla las tramas. Escribe lo que falta. Reescribe lo que sigue sin haber por dónde cogerlo. Cárgate personajes, perfila otros que estaban ahí siendo floreros. Es jugar. El proceso es un gozo, aunque sea difícil, aunque te atasques, aunque te quite el sueño. Sin duda sabrás ya lo que significan las Ítacas. De hecho, ha cambiado varias veces de final. Es una historia que ha sido muchas historias y eso tiene que salir por alguna parte.

Recorta, pega, pinta y colorea
Al final, Mosgaira viene a hablar de buscar tu camino en un mundo en el que ya no existe aquello a lo que estabas destinada. Pertenezco a esa generación a la que le explotó en el hocico la quimera de que estudiar y esforzarte tenían como consecuencia un trabajo fijo y una vida mejor, en la que podías comprarte una casa con tu sueldo y otros cuentos. La frustración de crecer con un propósito que ni siquiera has elegido y que luego al final resulte que solamente puedes cumplirlo a medias y da gracias te deja en un estado de “pero qué pinto yo aquí” que puede ser tan catártico como destructivo. Y esa es la Kendra que nos encontramos en Ritos: una que ha perdido el poder de la marca y que ya no sirve para nada más que para quitársela de en medio. A ver cómo se busca un propósito alguien a quien nadie le ha dicho que tiene potestad para hacerlo, con el extra de que el mundo se está yendo a la mierda por varios sitios.
Que sí, que es fantasía, de verdad. El tema de los elegidos siempre me ha llamado la atención, pero sobre todo para retorcerlo: qué pasa con los descartados. “Ya, mira, sé que te has pasado la vida pensando que el mundo sería tuyo, pero tenemos un problemilla estructural y va a ser que no, que te cunda”. Soy, además, defensora a ultranza de los finales satisfactorios, aunque no sean “felices”, porque bastante mierda es ya la vida como para encima negar una resolución decente a los personajes (chúpate esa, pazos de Ulloa). Para eso tenemos la ficción. Si buscáis cosas deprimentemente realistas, no es aquí, gracias, hasta luego.

Pues eso. Feliz Día del Libro.
Que no falten las Ítacas.Que no os las robe la IA.Renegar del alma propia no ha sido nunca el camino para crear.