M.C. Arellano's Blog, page 3

March 26, 2022

De retelling, inseguridad y hacer justicia a la propia obra

Voy a ir al infierno del SEO y me da igual.

Pues me he visto el musical nuevo de Andrew Lloyd Webber. Se llama Cinderella, parece ser que está basado en el libro de una señora y la música y los decorados y el baile y las interpretaciones y el vestuario son la repanocha en vinagre. Sin embargo, lo habría disfrutado mucho más si en vez de llamarse "Cinderella" se hubiese llamado, yo qué sé, "Braulia".

No eres Cenicienta. Te mereces tu propio nombre.Qué pena que tus creadores no confíen en ti.


Y os voy a explicar por qué


Aquí Neil Gaiman viene a decir que a los fans de algo (vamos a poner aquí gente que lee "Cinderella" y viene esperando encontrarse con la historia de Cenicienta) les gusta el material original y que, cuando haces una adaptación, si se te va la mano igual a los fans no les gusta porque te has cargado precisamente lo que les gustaba.

Cenicienta tiene un tropo explotado hasta la saciedad que satisface las fantasías de un chorroporciento de la población a la hora de dejar la mierda atrás.

Es una buena persona maltratada injustamente que acaba encontrado su lugar en el mundo, reconocida y amada. Se ha acometido desde ángulos innumerables: la fea a la que peinan y quitan las gafas y resulta que ya no es intranscendente, la Susan Boyle que guardaba un vozarrón detrás de su aspecto de señora rara, incluso la Arya Stark (de la serie) cuyas cualidades no encajaban en su mundo y acaba salvando el culo a todos haciendo justo aquello por lo que la habían regañado de pequeña.

El arco de Cenicienta tiene cierto aire de redención, sobre todo para la gente que maltrata/ignora a la "cenicienta" de turno y se acaba dando cuenta de lo superficial que ha sido.

Teniendo eso claro, os voy a contar la historia de Braulia, que mola una gónada de dracónido, por cierto.


La historia de Braulia

Pues hay un pueblico turístico gobernado por una reina que vive de ser pintoresco y poético y sus habitantes colaboran a saco con la causa, porque les va el pan en ello. El Principón, heredero al trono, anda desaparecido en combate contra un dragón y la monarquía pasa por horas bajas, porque la alternativa es su hermano, un tirillas que no tiene glamur para atraer turistas. Un dramón.

Así empieza la historia. La reina va a inaugurar una estatua del Principón, a ver si ganan también este año la estrella Michelín el premio Labordeta La insignia Tripadvisor el galardón nosequé de pueblo pintoresco, pero al descubrirla -en mitad de una canción donde no pierden oportunidad para explicar lo decepcionante que es el tirillas- resulta que alguien le ha pintado un nardo.

Sí, hay chistes de falos ya a los cinco minutos de obra.

Madre mía. Obviamente, no ganan el premio. ¡No vendrán los turistas! ¡Nos moriremos de hambre! ¡El paro, la inflación! Solo hay una persona tan egoísta como para haber hecho algo así: la Braulia

En la siguiente canción, proceden a contarnos que la Braulia no colabora para nada en el rollo de la pintorisquez del pueblo, se viste como le da la gana, no se lava, es disruptiva y se cree mejor que los demás. Es bastante significativo que nos expliquen su actitud. Obviamente, hay que castigarla, porque se ha cargado la economía del pueblo. Aquí ya se va a la mierda el tropo cenicientil porque estamos ante una moza que no es buena. Ha pintado el nardo por las risas. Es muy rebelde y mucho rebelde y se piensa las consecuencias de sus actos exactamente cero segundos. No hay ninguna injusticia en ir a decirle de qué vas, plexiglás. La ha liado parda.

Sí, hija, lo que has hecho es muy mezquino.

Por cosas del guion que vamos a catalogar como "agujeros", tras una canción en la que se gloria de lo malota y lo mejor que los demás que es (muy poco cenicientil esto de ser una creída mezquina), acaba atada a un árbol y viene a rescatarla su amigo de la infancia, que no es otro que el tirillas. (A nadie parece extrañarle después que se haya escapado del árbol, pero bueno). Es muy no como las otras chicas, que es algo que me da una urticaria especial.

Total, que se nota que hay tema. El tirillas tiene cierta conciencia de que el futuro del reino estará en sus manos algún día. Es evidente que al tirillas le mola la Braulia, por razones que se escapan a mi comprensión: no tiene intereses aparte de ser malota y mucho malota, no es ni amable ni buena (que es lo que despierta la simpatía por Cenicienta en los demás) y no hace más que meterse con él. Ah, y se burla del amor continuamente, diciendo que el matrimonio es para los imbéciles y que enamorarse es de tontos del higo.

Esta alhajita con dientes vuelve a su casa con su madrastra (una Señora) y sus hermanastras (que juntan tres neuronas entre las dos, pero son monísimas). La madrastra, aparte de tenerla esclavizada, le explica un poco que lo que ha hecho tiene consecuencias bastante chungas y Braulia se medio disculpa, pero no parece que entienda muy bien el nivel de cagada que ha cometido por hacerse la malota y reírse de los demás. En serio, ¿le cae bien a alguien esta niña?

Resumamos: a la reina lo único que se le ocurre para atraer el turismo otra vez es montar una boda real. Sí, casar al tirillas. Le monta un baile YA para que elija novia y se casen al día siguiente y vengan hordas de visitantes a comprar souvenirs. El tirillas va y le insiste a Braulia para que vaya al baile con evidente intención de elegirla. No hace falta ni que te vistas, ni que te pintes, ni nada. Pero, claro, la muy lerda es demasiado malota y guay para admitir que siente nada por el tirillas siquiera. La madrastra, que es una Señora y la ha pillado en el bosque con el tirillas, le va tirando pullitas antes del baile y a la Braulia no se le ocurre otra cosa en un venazo que irse a comprar un vestido. En serio, la madrastra es la única que le dice las cosas a la cara a la copito de nieve.

En la tienda hay una señora que canta muy bien una Madrina que la convence con una canción muy guay de que se haga la estética así en diez minutos y acaba convertida en Miss Superchupi. Como pago, le pide un colgante de su madre que parecía ser importante para ella pero no duda en soltarlo para hacerse el cambio de imagen. Va al baile. El tirillas la está esperando, pero no la reconoce y ella se dedica a vacilarle. Quien la reconoce es la madrastra, que no pierde tiempo en azuzar a una de las hijas para que le meta al tirillas la lengua hasta el corvejón antes de que den las doce. Cuando la Braulia ve el beso, obviamente forzado por la hermanastra, le da un paraflús. El tirillas suma dos más dos y se da cuenta de que la Braulia es la Braulia y se disculpa ante ella, pero ella se agarra el canasto de las chufas y se pira del baile. Razonable, la niña.

Qué largo está quedando esto. La madrastra pilla por banda a la Braulia después, ya casi antes de la boda, y le dice que es una cenutria por no haber sido razonable y escuchado al tirillas. Gracias, señora. Media hora de malentendidos después, el Principón reaparece con su novio, se suspende la boda del tirillas y la hermanastra, fiesta en el pueblo, el tirillas y la Braulia se fugan juntos.

Mira, no tengas los huevos morenos de llamar a esto "Cenicienta" porque no es Cenicienta.


La epidemia del retelling y el Bajo Imperio

El retelling, el coger una historia conocida y hacerle un par de cambios que le dejen al público el culo torcido sin alterar lo que viene a ser la esencia de esas historias, es un arte muy complicado. A Neil Gaiman se le da muy bien. Terry Pratchett tenía su propio estilo de hacer una cosa parecida a los retelling que te dejaba yendo a comprarte un sombrero para poder quitártelo ante él. Se empezaron a hacer populares hace unos diez años y la gente, perspicaz como siempre, hábil como ella sola en el arte de confundir la velocidad con el tocino y pasarse de frenada, se ha subido al carro sin tener ni puñetera idea de qué es un retelling, qué es un fanfic, qué es una versión y, aparentemente, sin creerse que puede escribir su propia historia.

Me da penica que tanta gente se dedique a hacer "retelling" cuando claramente les sobran las ideas para contar una historia original. Problema: si saco un musical llamado "La Braulia" va a atraer menos público que si lo llamo "Cenicienta". Esto de tener la jeta y la inseguridad de ampararse bajo un título conocido para hacer caja a costa de los logros ajenos ya me parece bastante rastrero, pero es que lo que hay detrás es desolador: es no creerse que las historias propias valen lo suficientemente la pena para estar al mismo nivel de las anteriores.

Sí, estoy mirando a la serie de Amazon de El Señor de los Anillos, con responsables que claramente tienen ideas a cascoporro para un mundo de fantasía que obviamente no responde a las reglas minuciosamente establecidas por Tolkien para el suyo pero que también tienen tan poca fe en ellas que no se atreven a venderlas por sí solas y las han metido con calzador tras el paraguas de una saga reconocida con la que no tienen nada que ver para vender más. Yo con esta cobardía es que no puedo.

Lo mismo va para los de The Watch.

En serio, la historia de la Braulia merece ser contada, escuchada y entendida, porque trae un mensaje bastante necesario y profundo, pero es tristísimo tener que esconderlo detrás de "Cenicienta". Si se hubiera llamado "La Braulia" y hubiera ido acompañado de "una deconstrucción de la Cenicienta donde no hay ni prueba del zapato" estaría aquí yo hoy piando sus logros, pero titularlo como otra historia QUE INVITA A PENSAR EN UN CUENTO INFANTIL y empezar hablando de nardos y seguir con una cantidad per cápita de señores a medio vestir y reinas viejovérdicas es jugar con las expectativas del espectador y, hasta cierto punto, timarlo. También es, precisamente, infravalorar el potencial y la fuerza de la historia de la Braulia.

La reina para nada objetizando a los señores.

Esto de andar rebuscando y remozando lo que hicieron los que vinieron antes de nosotros no es nuevo, ojo. Ya pasaba en el Bajo Imperio. El famosísimo arco de Constantino no es más que un collage con relieves anteriores porque no había nadie a la altura. Ni este sabor de mediocridad hemos inventado nosotros.

¿Sabéis qué Cenicienta recontada es Cenicienta hasta las trancas, tiene una personalidad gloriosamente definida, los ovarios bien puestos y hace de su bondad un arma poderosísima? La versión con personas de Disney. Es la mejor versión de Cenicienta. Esta sí que da lo que promete.



Larga vida a la Braulia

La historia de la Braulia (de esta "Cenicienta") se habría resuelto, como tantas otras cosas, con un gabinete de psicólogos haciendo una intervención ante todo el elenco en los cinco primeros minutos, pero bueno. Moza que no es como las otras chicas se da cuenta de que es una inmadura egocéntrica que no sabe escuchar y solo el buen fondo del chaval que le mola le da otra oportunidad para hacer bien las cosas.

Tan especial que se cree y, tras pintar el nardo, la historia podría haber transcurrido sin ella, porque quien salva el culo al tirillas es el Principón apareciendo en el último momento. Lo único que hace entre medias es el merluzo, pero cómo molan las canciones.

No sé a quién tengo que agradecerle que las intérpretes de Braulia Cinderella sean dos señoras rubenescas, gloriosas intereses románticos protagonistas, y que se hagan exactamente cero menciones a su talla en toda la obra. Gracias. Se puede. Larga vida a la Braulia.


Moraleja

Llevamos más de dos mil años haciendo retellings de movidas griegas. Desde la Ilíada ("gente mu terca hace cosas horribles por lujuria") a la Odisea ("alguien las pasa canutas hasta llegar a su destino"), pasando por Perseo ("alguien se somete a pruebas hasta rescatar a la princesa") y Perséfone ("cómo gestiono que mi marido y mi madre se lleven a matar yahoo respuestas"). Mirad, todo es un retelling.

Lo triste viene de esta falta de autoestima general, de refrenarse con la propia creación para intentar venderla tras el nombre famoso y conocido. "Mazapán en Invernalia" va a vender más que "Mazapán de EsteSitioQueMeHeInventado". Es un arma de doble filo, como este Cinderella, cuyo título crea unas expectativas que no se ven satisfechas ni de broma y cuya amargura empaña en disfrute de una historia que se merecía su propio nombre, no la sombra triste de una "madrina" que no necesitaba.

Sed valientes. Hale, hasta la próxima.

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Published on March 26, 2022 12:54

February 21, 2022

Crónica de la Ciudad Baldía

 Pues publico otro libro y me da tantísima pereza promocionarlo que no he hecho ni presentación.


Soy un caos a la hora de escribir. Brújula, dicen. Ni eso. Mis intentos de hacer algún tipo de planificación a base de post-its han sido éxitos relativos; me aburro como una ostra si sé a dónde va a parar la historia. Si encima sé cómo va a llegar allí, apaga y vámonos. Que no, que lo siento; yo escribo para disfrutar del proceso. Morirme del tedio por el camino no es disfrutable.

Tardé un siglo en terminar Tailwhisper porque miraba la escaleta y me aburría. Colega. Al final me cargué un par de capítulos porque con la pereza que me daba escribirlos me dio la sensación de que quien lo leyera se iba a quedar dormido.

Casi todo comienza con escenas sueltas, escenarios, alguna leyenda. Así como esbozos, por el puro jugar con la creación. Tiendo a acabar aglutinando esas escenas/historias independientes en algo más grande, simplemente porque es divertido hacer encajar todo, y porque en ese proceso de encajar salen cosas, me acuerdo de cosas que andaban por ahí escritas, veo si cuadran o cómo se puede hacer que cuadren... Es como para pasárselo pipa. Así, sí. Igual sé cómo van a salir las cosas cuando llevo un 75 % de la historia escrita, y es entonces cuando me posee una furia por terminarlo todo y montarlo porque me hierve la sangre. 

Después va una lectura global detectando huecos (que siempre los hay), cabos sueltos, cosas que faltan que no pretenden ser elipsis narrativas... Tiendo a ir dejando cosas tipo FALTA MUERTE SIESO o FALTA PACO CONTANDO SU VIDA en ese repaso. El 50 % de los "falta lo que sea" nunca llega a ver la luz, porque lo acabo metiendo sutilmente en otras escenas o decido que está lo suficientemente implícito.

Luego eso se queda en salmuera un tiempo. Una lectura allá, una correccioncita por allí. Cuando me he olvidado lo suficiente, viene la Corrección, a sangre y fuego.

El proceso puede llevar entre dos y cuatro años. Hay excepciones, como Golondrinas, que lo escribí en ¿dos? ¿tres meses? en un "no hay huevos" para presentarlo a un concurso que sabía que no iba a ganar, pero oiga, eran tiempos de paro y me podía permitir algo así. No es un proceso rápido. Viridia tardó en escribirse más de una década. Hay cosas que han tardado en escribirse todavía más.

Acramant es un canto a la familia, así en general, con sus luces y sus sombras y sus rayitos de sol con motas de polvo volando a la hora de la siesta. Empezó como una historia de zombis y acabó así, señoras y señores. No iba a ser parte de nada hasta que ese proceso que he mencionado de recorta, pinta y colorea trajo una epifanía en la que vi claro cómo hacer que fuese parte del mismo universo que Khad y la saga de las Flores Dolientes me explotó en los hocicos en todo su esplendor. Madre mía. Me estaba atando los cordones de las botas en un AirBnb en Glasgow antes de ir a trabajar durante un diciembre miserable en el que sólo veía la luz del sol los fines de semana cuando me vino así, en plan inspiración divina, el click. 

Qué queréis que os diga, escribo por esos momentos.

Total, que yo venía a decir que Acramant no fue fácil de escribir y que puede que no lo sea de leer. Quería hablar de muchas cosas (lo de la familia vino tangencialmente): de superstición, de primas, de depresión y hartura de vivir, de mediocracia, de autosabotaje y de la magia de descubrir los redaños que una tiene contra todo pronóstico. Con zombis. Al final tuve que afinar. Los pobres zombis se quedaron un poco por el camino, pero nació Sueño Caraminth, que ahí donde la veis es la piedra angular de la saga de las Flores Dolientes. Qué cosa tan compleja de personaje. Ya la veréis en la última parte de la saga, que no sé si voy a terminar de escribir a tiempo.

Pues eso. Esto sale el día 24. Se puede reservar ya en Amazon la versión digital. Es fantasía rara. Avisados quedáis.

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Published on February 21, 2022 01:30

May 7, 2021

Proceloso es el mar audiovisual

 Llevaba mi canal de YouTube abierto desde que subí los vídeos de Viridia allá por el 2014. Con el tema de la presentación de «La leyenda de la bailarina ciega» me picó el gusanillo de hacer vídeos y los he ido subiendo los viernes, y allí seguirán subiéndose hasta que no me dé la vida.

Todo el contenido está relacionado con mi obra literaria: bibliotráileres (palabraca que he descubierto recientemente en la Fundéu y que viene a significar lo mismo que booktrailer pero con la mitad del anglicismo), presentaciones, narraciones dramatizadas de relatos cortos o capítulos sueltos, e incluso una nana. Sí, una nana, aquí:


Recomiendo especialmente esta narración de la quinta historia de «Kami y las nueve colas»:


Y, por supuesto, la lectura dramatizada del relato que hace que uno se piense dos veces mezclar bebidas espirituosas y gatos:


Ya está, esta es la entrada. No todo va a ser poner puntos sobre íes, intentar arreglar el mundo o acordarse de los ascendientes de los algoritmos.









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Published on May 07, 2021 10:58

March 18, 2021

De autopublicación, icebergs y coscorrones

 La expresión "perdonar el bollo por el coscorrón" es preciosa. Gráfica. Perfecta.

Vamos a hablar de lo que no se habla nunca, que es de pasta. Y de ventas. Una cosa muy guay que tiene autopublicar en Amazon son los históricos de ventas. De verdad, igual es el mal encarnado, pero para autopublicar te soluciona bastante la vida, todo es intuitivo y fácil.

El histórico de ventas dice que he vendido un total de 52 libros en su plataforma.

¡Cincuenta y dos libros como cincuenta y dos soles! Yo, que no vivo de esto y paso deciséis millones de kilos del tema mercadotécnico, considero un éxito absoluto semejante cifra.

En total, me ha reportado unos sesenta y tantos euros en cinco años, menos de lo que me costaría un bono transporte mensual para ir al curro donde vivo ahora, pero lo de los dineros no es el objetivo principal. Lo saco a colación por poner un poquito de perspectiva con respecto a la gente que sí depende, en mayor medida, de vender libros para pagar las facturas. Teniendo en cuenta que las regalías de Amazon tienden a ser mayores que las que te dan las editoriales, echad un cálculo de la paliza que se tiene que pegar la gente que pretende vivir de escribir para no morirse de la ansiedad.

Cuando he publicado con editorial y he recibido ejemplares de cortesía, los he repartido entre colegas y bibliotecas alegremente; autopublicando, me cuestan dinero los ejemplares de autor, así que tengo que pensarme mucho si pillarlos y a dónde mandarlos.

Obviamente, las ventas podrían subir muchísimo si tuviera cuartos para invertirlos en publicidad, me dedicara al networking, volviera a Twitter y me "diera a conocer". Señor, qué pereza más grande. Y no ya pereza: no me vais a apear del burro ya del hecho de que hemos entrado en una etapa en la que, con esto de la cancelación y las relaciones parasociales y el poder de enfurruñamiento de las redes sociales, el producto a vender no es tu obra, sino tú mismo. Si no te pronuncias sobre los temas de actualidad, si no tomas partido -y más te vale tomar partido adecuado- por la causa del día, es como que el público no sabe si eres digno de que te compren lo que sea que estés vendiendo. Aunque lo que estés vendiendo sea la hostia.


Y paso. Paso mucho, no sabéis cuánto. Si esas son las reglas para vender, mira, me quedo con mis cuatro colegas que me leen y se flipan con mis historias y todos tan felices, empezando por mi salud mental.

Luego hay más. Para lograr visibilidad, tienes que jugar con las reglas de los algoritmos, que cambian de plataforma a plataforma. Palmar pasta siempre funciona, pero ante su ausencia siempre puedes bajarte los pantalones darle al algoritmo lo que le gusta a ver si se lo enseña a más gente. A Facebook, como su nombre indica, le gustan las fotos donde se vea una cara. Que manda huevos, colega, qué gónadas tendrá que ver eso con los libros. Bueno, pues la publicación que más alcance ha tenido nunca en la página de Facebook de M. C. Arellano fue la foto que subí firmando en Sant Jordi, donde se me veía con el libro. Oye, mano de santo. 

Los enlaces los odia. Subir un enlace a Youtube o al blog le cabrea mucho. No le mola nada que pongas puertas que vayan a sacar a los usuarios de su hondo, supongo que por si luego no vuelven.

A Twitter le mola que interacciones con otros usuarios. Cuanto más retwitees, te retwiteen, etiqueten, respondas y demás, más te saca. Urticaria me entra de acordarme y de pensarlo. A Tailwhisper, que tiene un fondo de marrullera chunga de barrio que asusta, le habría encantado Twitter. Se habría dedicado a partirle los hocicos dialécticamente a toda la gente que viniera a decirle lo equivocada que está sobre lo que fuera. A mí me entran sudores fríos. No, paso.

Aquí la verdad es que podría mover un poco el culo y currarme un poco más el SEO, pero es que es otra vez modificar el contenido para satisfacer a los dioses de la búsqueda. Y sí, me pasa como con lo de la RAE de formular las oraciones de manera que su idea pésima de quitar la tilde del "sólo" tenga sentido: no me da la gana pasar por su aro, porque yo la estructura que quiero seguir es la que es. Sembrar esto de palabras clave y hacer entradillas me aburre profundamente. Ciñéndome a esa mierda no habría podido, por ejemplo, empezar esta entrada como lo he hecho.

Y así puedo darle una estructura circular a este texto, volviendo a esa primera frase: qué hermoso es ser consciente de que perdonas el bollo por el coscorrón. ¿Queréis ser libres, rebeldes, ignorar el yugo de las redes? Este es el precio, aquí lo tenéis.

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Published on March 18, 2021 04:31

March 1, 2021

De niñas tontas, personajes fuertes y las témporas

Vamos a hablar de fuerza.
Bueno, no: vamos a hablar de personajes fuertes en la ficción.

Seguro que se os ha venido a la cabeza una idea más o menos parecida a esta:

Conan el Bárbaro, desjarretando enemigos de lunes a viernes

Brienne de Tarth, pegando tortas como panes de pueblo

Kara Thrace, profesional de las peleas de taberna;fumadora de puros y empinadora de codos
Y es que la "fuerza" es un concepto ladino y taimado que parece irse siempre a lo físico: un personaje fuerte es aquel que reparte galletas sin despeinarse. Nos hablan de "personajes fuertes" y les ponemos en nuestra cabeza una armadura y hale, a dar leches.
Uy.

A ver si va a ser que asociamos "personaje fuerte" a "aquel que es hace cosas tradicionales de maromos". A ver si es que no nos cabe en la cabeza que un personaje haciendo "cosas de chica" pueda ser fuerte.

¿Qué narices son esas "cosas de chica"?

Bueno, pues vamos a hablar de Sansa Stark. De la de los libros, hasta que indique lo contrario.


Nos presentan a esta criatura como una adolescente soñadora, amable y apasionada por los vestidos, los bailes y las cosas esas de las canciones. Su madre está tan contenta porque le ha salido una niña a la que casar bien, sobre todo comparada con la borrica de la hermana, que no despliega feminidad ninguna. Vive Sansa en su burbuja toda feliz e inocente hasta que la prometen con un psicópata, la arrancan de su casa y la mandan a vivir su peor pesadilla.

Maltratada y torturada psicológicamente, se enfrenta a su nueva situación a base de herramientas no violentas: cortesía impenetrable, callarse, obedecer. Tiene tal trauma que no es capaz de confiar en nadie, sobre todo en el pavo con el que la casan, que es de la familia del ENEMIGO, aunque termina medio abriéndose a un bufón borracho que resulta ser cómplice de otro psicópata que la saca de su peor pesadilla para mandarla a un purgatorio normalito.

No sé hacia dónde van a ir los libros, porque SPOILERS, pero en la serie la funden con otro personaje y la acaban prometiendo con un tercer psicópata (a Martin le encantan, yo no sé qué le pasa a este señor) que la viola y aterroriza y ella sigue con sus herramientas no violentas. Se escapa, terminan venciendo al psicópata y entonces SE CONVIERTE EN UN PERSONAJE FUERTE™.

Y hace que al tercer psicópata se lo coman vivo sus propios perros, regodeándose bastante en el tema. Luego condena a muerte al segundo psicópata, pero es su hermana (la borrica del principio) quien le corta el gaznate. Y dirige un poco el cotarro, y le entran unas ansias de independencia que en su puñetera vida había sentido, se convierte en una persona que no era y hasta le suelta a un armario empotrado que qué bien que la han tratado tanto a palos los psicópatas, que cuánto se alegra de no ser inocente y dulce nunca más, que qué guay HABERSE CONVERTIDO EN UN PERSONAJE FUERTE CAPAZ DE EJERCER LA VIOLENCIA.

Yo por el Norte ma-to.
Básicamente la convierten en un amago del segundo psicópata. Como a los guionistas de la serie les encanta modificar mágicamente las personalidades de los personajes a su conveniencia, a Sansa le han quitado todo lo que la hacía Sansa y además la hacen adalid de una cosa horrible y perniciosa que es el pensar que el maltrato te hace más fuerte y mejor persona.

Qué habéis hecho con mi Sansa.

Espero que en los libros tenga más sentido, de verdad, y no necesite asesinar a nadie para demostrar lo fuerte que es.

En general, los "personajes fuertes" en la ficción se caracterizan por ser capaces de ejercer la violencia. Estamos muy acostumbrados a que los maromos luchen, gobiernen, conspiren y maten gente en la ficción, tanto que apenas distinguimos en ellos fuerza de violencia; tanto, que cuando se contruye una "mujer fuerte" se coge toda esa violencia asociada a ellos y se la plantan a ellas y hala, ya tenemos un personaje femenino fuerte.
Planta tú un personaje (masculino o femenino) empático, en un rol de cuidador, paciente y resilente, a lado de un señor que pegue guantazos, y pregúntale a la gente cuál es el fuerte. Ya Los Cinco nos enseñaron que comportarte como "una niña" era de tontas. Que esas cosas que se asocian tradicionalmente a la feminidad (ay de ti, maromo, como se te ocurra esgrimir alguna de ellas como virtud) no sólo no valen para nada, sino que además son obstáculos para ser "fuerte".

"Es que cómo van a construir un personaje fuerte basado en inocencia o delicadeza o algo así".

Menos mal que está todo inventado.

Con todos vosotros, hijos míos, ejemplos de cómo construir personajes fuertes que no se comportan como tradicionalmente nos han vendido que han de comportarse los maromos; que no necesitan ejercer la violencia para demostrar su fuerza y que además hacen, con orgullo y eficiencia, cosas de "niña tonta".



MARCELA
Que es una señora quijotesca con dos gónadas bien plantadas que se niega a que la demonicen porque un pirao acosador que la tenía como objeto sexual se ha suicidado porque ella no cedía a sus fantasías pajapláticas. Se vale de la oratoria para hacer llegar su mensaje. 

GEOFFREY
Terry Pratchett se sacó de la manga un pedazo de personaje en su último libro. Yo quería un mano a mano de este chaval y Vetinari. No es una cabra, la cabra es la mascota; no he encontrado imágenes del chico. Es un personaje que trae la paz y hace a la gente ser mejor persona, un poco Carrot pero sin autoridad fáctica ni músculos amenazantes.

LA CENICIENTA
Hablo del personaje de la versión "con personas" de cromatismo impecable que convierte a Ella en una chica fuerte y amable y generosa y valiente sin tener que rebajarse a partirle la cara nadie. Que se coloca por encima de su familia maltratadora cuando tiene el poder de vengarse y simplemente les da la espalda y se va a ser feliz pasando de sus torturadores dos kilos. Eso, colega, es tener las gónadas icosaédricas. Estar por encima de la miseria y el rencor humanos. Qué tía.

KUBO
Compraos un sombrero para quitároslo: el final de Kubo nos revela la naturaleza de la verdadera fuerza del chaval. Lo de ir por ahí meneando la espada de su difunto padre no era más que atrezo: se alza la verdadera victoria a base de piedad y empatía. COLEGA. Y TODA LA ALDEA LO SIGUE.


SARAH CREWE
"Claro que los dos personajes anteriores pueden permitirse ser amables y demás, tienen a la magia de su parte". Bueno, pues vamos a hablar de Sarah Crewe, personaje glorioso de Frances Hodgson Burnett que muchos conocerán por las versiones cinematográficas de "La Princesita",sobre todo la de Shirley Temple.Es un dramón edwardiano de huérfanas e internados y hambre y Londres. Sarah entra como alumna en el colegio, donde va conociendo a sus compañeras y profesores y comportándose de forma intachable, siempre amable, incluso con la gente borde y estúpida. Nunca tiene una mala palabra para nadie. Cuando su padre se muere y se cierne sobre ella la tragedia, lo lleva con dignidad. Y hace amigas, cuida a sus amigas, cuida incluso a desconocidas que se encuentra por la calle, "como una princesa". Nada de belleza física ni sedas ni perlas: a lo largo del libro se hace énfasis en que la "princesez" de Sarah radica en su comportamiento. Tiene una resilencia que alucinas, autohaciéndose terapia conductivo-conductual, contándose la historia adecuada para sobrevivir siendo ella misma en cada momento. La gente con la que se cruza y que la conoce tiene dos reacciones: o la admira o la odia.

El odio por jugar en una liga que no se comprende me fascina. Quiero ver yo a esa "fuerza" que nos venden, a esos personajes capaces de ejercer violencia tanto física como psicológica, sometidos a cosas de "niña tonta": quiero verlos cuidando a sus seres queridos ancianos mientras se apagan, sacando adelante prole, defendiendo sin guantazos ni chantajes a quien no puede defenderse, tragándose su odio improductivo para poder darse la vuelta ante quien les ha hecho daño y reducirlos así a criaturas intranscendentes que no tienen poder sobre ellos. O, cuando les hacen daño, no transmitiendo ese daño a los demás para "desahogarse". 
EN RESUMEN
-Alegrarse porque te han pasado cosas malas y así has "evolucionado" como persona es pernicioso, porque lleva directamente a pensar que darle dos tortas a alguien "pa que aprenda evolucione" está justificado.-Ser fuerte y ser capaz de ejercer violencia no es lo mismo.-Se puede ser fuerte sin hacer ruido. 


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Published on March 01, 2021 06:58

February 24, 2021

La leyenda de la bailarina ciega

Y con esto y un bizcocho, otro libro que sale a la luz.



Es, como casi todo lo que escribo, una novela de fantasía. Para mí fantasía significa magia, todo aquello que está fuera de las reglas de la física de nuestro mundo. Tratar con la magia en la literatura puede servir tanto para crear las reglas de tu propio sistema mágico como para explorar las implicaciones de una magia que no se entiende, que no tiene normas o cuyas normas no se explican, y que por tanto no puede ser domeñada y es mucho más imprevisible.
Situar una historia en un mundo diferente al nuestro también sirve para jugar con la sociedad. Poder crear de cero la historia de una civilización y explorar qué caminos se pueden haber tomado es un ejercicio fascinante y no exento de peligros, ya que tienes que procurar que todo encaje de forma coherente, o te caes con tól artesonao.

La ficción es el campo de pruebas por excelencia para la exploración de los temas peliagudos a los que el ser humano se enfrenta mejor protegido por lo simbólico. Así, la Fantasía, tan denostada como desconocida, invisible aunque dance a plena vista desde los mismísimos comienzos de la literatura universal, es una herramienta y un medio imprescindible a la hora de atreverse a tantear nuevas ideas, nuevos enfoques, nuevos mundos. Puede tanto reflejar de forma cruel y descarnada nuestra realidad actual, haciéndonos apartar la mirada de este espejo con dolor al reconocernos en la crueldad que esgrime, como abrir una ventana a formas nuevas, mejores y más arriesgadas de enfrentarnos a la realidad.


La canción de las Flores Dolientes
En la saga de las Flores Dolientes se reflexiona sobre la búsqueda el camino propio, que no es tan simple como pudiera parecer.
El peso de la tradición no es siempre sencillo de llevar. Es fácil amoldarse a los usos que siempre se han dado sin cuestionarse por qué son las cosas como son, sin plantarse uno a analizar si de verdad es lo mejor, lo más adecuado, lo más práctico, lo más justo. La aprobación del rebaño que no se cuestiona lo establecido es cómoda y plácida.
A veces surgen voces críticas con los usos y costumbres tan arraigados que se dan por sentados; incómodas, incisivas, peligrosas. Los cambios no son fáciles. Tener al lado a alguien que exhibe un criterio propio insultante basado en análisis y razonamientos que los demás han pasado por alto con ahínco resulta, muchas veces, en una cerrazón producto de la vergüenza.
La canción de las Flores Dolientes se entona en estas voces que desafían lo impuesto y que pagan el precio con su sangre, su cordura o su misma existencia. Esta canción se compone de una leyenda, una crónica y un himno que transcurren en un mundo tan olvidadizo como el nuestro, tan ciego a su pasado y tan apegado a la ignorancia que pareciera que la verdad es un veneno que hay que evitar buscar a toda costa.
Este primer volumen, La leyenda de la bailarina ciega, plantea este conflicto desde la mirada de sus dos personajes principales, Ari y Avnia, de las que hablaremos más adelante. Cada una se enfrenta a él desde un trasfondo diferente, a saber: la naturaleza, indómita, y la civilización, que trata de subyugar lo que está fuera de control.

Ari: la naturaleza y sus misterios

Ari se nos presenta en el primer capítulo como una niña que está aprendiendo a cazar con su abuelo. En seguida se nos revela que vive en Khad, un bosque vasto lleno de criaturas tanto conocidas como extrañas, con las que los humanos que viven en sus lindes, los tramperos, se relacionan de forma diferente dependiendo de en cuál de las tres facciones hayan nacido.
Las tradiciones de estas tres familias están bien establecidas, parecen inamovibles y antiquísimas. Ari pertenece a la familia de los tramperos del Arte, que se precian de ser capaces de desarrollar trampas con las que atrapar cualquier criatura sin hacerle el menor daño, sólo por el orgullo y prestigio que proporciona el ser capaz de hacerlo, los años de práctica que se requieren y la habilidad que hay que exhibir para conseguirlo.
Los tramperos de la Carne parecen menos románticos y se dedican a cazar toda pieza comestible que el bosque pueda ofrecer para comérsela. Los tramperos de la Sangre buscan en sus capturas la piel, para poder venderla, así que aprecian mucho las técnicas de los tramperos del Arte para conseguir la mejor calidad posible, pero obviamente los tramperos del Arte los desprecian por lo que consideran avaricia como motivo último de sus trampas.
El bosque, en sí mismo, es un entorno que se entiende como tan hostil como hospitalario para los habitantes de sus lindes. Conocerlo y respetarlo es un todo, pero no se puede conocer del todo un lugar tan grande que no se ha podido cartografiar aún. No hay más que leyendas sobre lo que aguarda en el corazón de Khad y lo que le pasa a quien se adentra en él. Se dice también que el tiempo es distinto en Khad, pero nadie tiene una explicación clara de qué significa eso. Hay versos sobre las vashie, pero tampoco nadie ha visto una en centurias.
La biodiversidad de Khad es el único misterio que la civilización está consiguiendo, poco a poco, desentrañar. Los padres de Ari trabajan en la universidad catalogando las especies que se van descubriendo en Khad; las habilidades de los tramperos del Arte para estudiar las criaturas son imprescindibles. Encontramos bestias conocidas, como los lobos, pero también un sinfín de seres que nos resultarán extraños: las garmotas, los gunda, los carebos, los cunis...
La inspiración para todos estos bichos ha venido de los bestiarios medievales y sus representaciones creativas de las criaturas tanto reales como inventadas. Un oso puede ser tan fantástico como una leucrota para un señor del siglo XI.


Es también en Khad donde se cuenta la leyenda que da título a este libro, y que explica por qué la luna cambia de posición en el cielo cada noche. Es posible que descubramos, a lo largo de la saga, cuánto tiene de verdad.

Avnia: la civilización y sus peligros

Avnia se nos presenta en el capítulo III lavando sábanas para subsistir en una ciudad extraña, a pesar de ser una hechicera formada en Hésteiggat, Arcania. Que levante la mano quien no conozca a alguien que terminó una carrera que le apasionaba y ha acabado trabajando de algo completamente distinto -y, potencialmente, subcualificado- para poder ganarse la vida después, al menos durante un tiempo.
Se nos dice que la falta de trabajo para los hechiceros radica en la desaparición de las aberraciones. Sin embargo, Avnia no se conforma y se adentra en la tundra, a pesar de que se dice que “fuera del Imperio no hay nada”. El pequeño gesto de Avnia, desafiando lo que “se sabe que es así”, es suficiente para desencadenar los acontecimientos que constituirán el núcleo de la saga.
Avnia, además, sabe lo que hace. Es competente y tiene ese impulso perfeccionista de hacer las cosas bien simplemente porque no hay otra forma de hacerlas. Su empeño sistemático en descubrir los problemas, encontrarles soluciones y ponerlas en práctica es fruto tanto de su entrenamiento como de su carácter, y es también muy “civilizador”: el poder hacerse cargo de los problemas otorga una falsa sensación de poder que puede derrumbarse al enfrentarse a lo que no se puede controlar, ya sea lo desconocido o la naturaleza salvaje.


Avnia se desenvuelve bien en el entorno lleno de reglas y protocolos donde ha estudiado, y precisamente porque lo conoce bien es capaz de romper con las normas cuando es menester. Sin embargo, se encuentra subyugada por quienes se han valido precisamente de ese mundo civilizado con sus mecanismos burocráticos para expandir una visión del mundo y la realidad que puede que no sea del todo verdad. ¿Es cierto que detrás del Imperio no hay nada? Será cuestión, también, de que lo descubráis según avance la lectura.


Magia
Me he acercado a la magia en esta novela desde los dos extremos del espectro, con la curiosidad de cómo podía hacer convivir los polos opuestos en la misma historia.
El primero es la magia académica, la que los hechiceros aprenden, investigan y desarrollan en Arcania, en un entorno académico y estructurado, casi burocrático. Es un sistema mágico nacido de una necesidad muy específica, la de sellar aberraciones, criaturas de otro mundo que se cuelan en éste creando el caos, para a continuación destruirlas o devolverlas al lugar del que proceden. Este sistema está basado en runas y matemáticas.
Tenemos la primera muestra en el capítulo V y, obviamente, veremos cómo se desarrolla más adelante. No he de decir nada más porque sería destriparlo. Digamos simplemente que la geometría es mucho más apasionante que el “base por altura partido por dos”.


El otro extremo del espectro lo representa la magia agreste y obscura de Khad, que te llena de preguntas para las que no hay respuesta sistematizada. ¿Qué es lo que acecha en el bosque? ¿Qué significa exactamente que el tiempo es distinto en Khad? ¿Por qué?
Explorar la reacción humana ante lo que no se puede explicar es bastante intuitivo, porque es lo que hemos hecho como especie durante milenios: inventarnos leyendas, dioses, explicaciones salidas de la imaginación para intentar ordenar el mundo en el que vivimos. Consuela pensar, a la hora de enfrentarse a una tormenta, que hay un dios cabreado lanzando rayos: es una respuesta. Como humanos, nos angustia muchísimo no saber lo que está pasando, hasta el punto de que preferimos una mentira o una fábula a aceptar nuestra ignorancia sobre el tema, porque nos deja completamente desvalidos ante lo desconocido.
Este ansia por respuestas lleva, paradójicamente, a establecer un vínculo con las explicaciones que nos inventamos -o las mentiras que nos cuentan- feroz. Cuando por fin aparece una explicación veraz a un misterio -¿cómo se transmite la peste bubónica?- la gente tiende a quedarse con la respuesta conocida, sea el castigo divino o cualquier otra historia peregrina como los “malos aires”, antes de aceptar las explicaciones de la ciencia, por ejemplo.
No hay que irse a la fantasía para encontrar ejemplos de esto, no hay más que encender la tele y poner el telediario.
Así, y de forma orgánica y sencilla, es muy fácil empezar a imbricar estos dos extremos a la hora de acometer la magia. Colocar a Avnia, con sus runas y sus polígonos, en mitad de Khad con todos sus misterios, es un experimento la mar de jugoso. ¿Podrá responder Avnia las preguntas que plantea el bosque? ¿Se enfrentará ella misma al horror de lo desconocido?
Obviamente, para descubrirlo tendréis que leerlo. Y me temo que tendréis que esperar al resto de la saga para encontrar el desenlace.
El último punto en este apartado sobre la magia es, como no podía ser de otra manera, la música. La música, al fin y al cabo, está sometida también a las leyes de la física -que se lo pregunten a los constructores del teatro de Epidauro- y puede traducirse, en cierta medida, en matemáticas. Que algo a priori tan frío e inamovible como las matemáticas se pueda entretejer con la música, que tiene tanto de alma y pasión para ser verdad, es un concepto fascinante que no podía faltar en esta historia donde la civilización y el orden danzan en armonía con el caos y la libertad del mundo salvaje.



Recapitulación
La leyenda de la bailarina ciega se adentra en lugares donde el tiempo es distinto y las leyes de la física se subyugan a otros poderes a los que no se puede poner nombre. Los cuentos son el poso de la memoria de un pasado terrible; la Historia misma ha servido a quienes la escribían para olvidar y hacer olvidar. Esta desmemoria colectiva disfrazada de conocimiento fiable despliega su peligrosidad a la luz de quienes se atreven a cuestionarla, desde el bosque a la tundra, con sus voces disonantes capaces de destapar realidades incómodas.
Esta novela es, en definitiva, el comienzo de la saga, que establece el punto de partida. En ella, el ser capaz de cuestionarse lo establecido y decidir si lo que se ha hecho siempre es lo adecuado para uno mismo es el eje principal en torno al que giran el resto de los elementos que he ido mencionando.
¿Os ha despertado la curiosidad? Pues aquí podéis haceros con esta historia: 
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Published on February 24, 2021 11:08

November 9, 2020

De redes, Amazon y Google Play

Esta entrada es una comparación breve y sesgada

entre Amazon y Google Play a la hora de autopublicar.


Pronto saldrá otro libro. Ya veis, hijitos: estoy tan segura de que esto no lo lee nadie a no ser que lo rebote en redes que puedo permitirme adelantar noticias que se cargan el plan mercadotécnico que he diseñado meticulosamente para ir subiendo contenido relacionado, dividido en categorías, hasta que salga el título. Es la ventaja de que no me lea nadie.

Hace poco me lié la manta a la cabeza (otra vez) y decidí poner a la venta varios libros electrónicos en Google Play y tenerlos en vista previa en Google Books. Madre del amor hermoso. Iba yo con la idea de que eso ayudaría a echarle alpiste al algoritmo del buscador pantagruélico y conseguiría así posicionar un poco mejor los títulos, pero ha costado bastante de criar.

Donde Amazon tiene herramientas y tutoriales para legos, Google Play tiene esto:


Fundamentalmente, si quieres subir un ebook, tienes que subir un epub. A ver, también puedes subir un pdf, pero queda como... cutre. Subir un epub implica que tienes que exportar tu texto en dicho formato y que quede bien maquetado y tal. Amazon tiene un editor muy apañado, el KindleCreate, que aunque limitadito te ahorra muchos calentamientos de cabeza. Con Google Play tuve que recurrir a Calibre y parecía bastante intuitivo al principio, hasta que subí los archivos.

Y no se publicaban, y salía una frasecita roja diciendo que algo había ido mal... pero no el qué. Toca bucear, encontrar el error, comprobar que es de html, volver a Calibre y darle al método empírico hasta que dejan de aparecer errores. Un gozo, vamos.

Y, cuando al fin quedaron libres de errores, se quedó la cuenta en revisión preliminar casi una semana.

Google Play no ha descubierto que mimarle el ego a los autores los anima a que suban los libros a su plataforma, como sí ha hecho Amazon, con cosas tan sencillitas como la página de autor. En general, es calentarte bastante la cabeza para lo que se prevén como pocas ventas. El tiempo dirá si la parte de que al buscador le caigan mejor los títulos funciona a largo plazo.

Si no queréis pelearos con programas externos, recomiendo Amazon de lejos. Yo entiendo que las librerías de toda la vida le tengan alergia, pero como plataforma de autopublicación para pobres (papel incluido) la verdad es que no tiene precio.

Eso sí, quedan muy monos.

También le he pegado un tiento a Instagram. Es otro salto de fe tecnológico, a ver si consigo llegar a la franja de adolescentes y jóvenes adultos. De momento, a 23 seguidores, el rendimiento de las publicaciones (tomando el "engagement" como referencia) es mucho mayor que en Facebook. Eso sí, me está tocando mucho las narices, porque desde el móvil no hace más que dar errores y publicarme las fotos sin el pie de foto, pero supongo que será subsanable.

A veces me pregunto por qué echo tiempo en diseñar campañas, si no puedo permitirme anuncios y me niego a ponerme en modo cansino. Una de las mejores cosas que tuvo el primer "confinamiento" (que yo me pasé teniendo que ir a trabajar de todas formas, aunque fuese con horario reducido) fue que volví a escribir por placer y recuperé un poco las ganas/voluntad para que mis historias lleguen a más gente. Como dicen en mi tierra, a donde llegue la manta estiraremos los pies.

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Published on November 09, 2020 08:59

October 18, 2020

De antagonistas, villanos y gente

Cuando te pones a escribir historias con antagonistas se abre ante ti el fantabuloso mundo de la creación de los enemigos. Al meterte en temas de personaje VS personaje hay que andar con cien ojos para no caer en el maniqueísmo y que los buenos sean muy buenos y los malos sean muy malos. La fantasía épica está plagada de señores del mal que son malos porque el mundo los ha hecho así y a los que les apetece es ver el mundo arder porque sí.


Kami fue un bálsamo al ir por delante con la premisa de que iba a ser una historia sin malos. El conflicto se trasladó al entorno: la muerte, la enfermedad, las leyes de la física... Fue mucho más fácil de escribir que otras historias.

Me cuesta especialmente encontrar motivos para los villanos para ser lo cenutrio que hay que ser para ser un villano. Empatizar con megalómanos ansiosos de poder me cuesta bastante, aunque alguno ha habido. Acabo siempre con el mismo tipo de conflicto: dos niños bandos quieren el mismo juguete objetivo a la vez, con diferentes matices. Al final, el antagonista con el que me siento más cómoda es aquel que es medio villano medio entorno: la criatura que precisa de la extinción o sufrimiento de los protagonistas para seguir existiendo. Donuts contra Homer. Matar o morir.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte se me han ido colando los antagonistas secundarios, los villanos del día a día, supongo que porque estoy ya vieja y cabreada y todo lo que me parece exasperante acaba saliendo por alguna parte. Se me cuela la gente que tiene que tener siempre razón y quedar por encima. Se me plagan las historias de incompetentes que se creen la repanocha con patatas porque no les da la neurona para ver lo mostrencos que son. Aparece de repente la peña que vive en un mundo de yupi imaginario en el que son seres de luz cuando en realidad son talegas de autoengaño que ahogan a todo el que tienen alrededor. Y mis protagonistas, que son capaces de bregar con movidas cósmicas chugas y horrores tremendos, las pasan canutas con esta panda de... gente.

El terror de lo cotidiano es un tema recurrente en la literatura, sí. ¿Quién no siente un poco de angustia ante la perspectiva de verse dentro de la casa de Bernarda Alba? Recuerdo un libro ¿infantil? que pretendía ser ligero, pero incluía un episodio en el que inculpaban al protagonista y nadie le creía cuando decía que no había sido él y que todavía me cierra la garganta cuando lo recuerdo.

Erya del Thrais y su paz artificial, Lan Vathos y su autoridad cruel, las normas intransigentes de Tronnia, la marmota imbécil de Londerra... Nivia, la gente de la tundra. Quizá los antagonistas más angustiosos sean esos en los que nos podemos convertir si no mantenemos nuestra oscuridad a raya. Ese ha sido el protagonista más terrible de escribir: el que tiene al monstruo dentro y tiene que vivir con las consecuencias de sus actos.

Este ultimo tipo de antagonista es fascinante de lo real que es. Es ese que tiene la gestión emocional en la punta del píloro y no sabe actuar con madurez, viniendo todo conflicto de sus rabietas de niño de dos años de me enfado y no respiro y la lío parda porque quiero vengarme. La Maléfica de la peli de dibujos, por ejemplo, que se cabrea como un mono porque no la invitan a una fiesta, es un ejemplo perfecto. El malo de Los Increíbles, que no sabe gestionar el rechazo. Estos son los chungos, los que se te cuelan en casa en navidades o te plantan en un grupo de trabajo y si se rebotan porque su idea se rechaza son capaces de cargarse el trabajo de todos por despecho puro.

¿Cuántas historias avanzan porque los implicados son unos cenutrios? ¿Qué habría pasado con Christine si el fantasma hubiera sido un niño querido por sus padres y aceptado por sus contemporáneos? ¿O con Blancanieves, si su madrastra hubiera mantenido a raya su egoísmo? ¿Cuántas páginas habría tenido Madame Bovary si le hubieran puesto un buen psicólogo a todo el elenco? ¿Cuántas "novelas románticas" no se darían si los implicados se comunicasen de forma decente?

¿Cuántos villanos son sólo gente sin herramientas para ser mejores personas?

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Published on October 18, 2020 08:46

October 11, 2020

De gordas, ficción y derecho a ser amadas

 Me tenéis contenta.

Me tenéis hasta las gónadas.

Voy a entrar en modo friki "Tom Bombadil no sale en la película".


Esta es una queja en forma de entrada sobre la desaparición sistemática de las señoras que en los libros de fantasía y ciencia ficción son descritas como grandes y rotundas una vez se adapta su historia a la gran pantalla.


1. He visto el tráiler de The Watch y Lady Sybill es una tía buena.



Como fanfic con presupuesto desde luego es un logro.

Colega. A ver. A parte de que el tráiler deja claro que esa cosa que han hecho es una versión, no una adaptación, y tiene pinta de que, como versión, va a ser un fanfic flojillo, me tomo el cambio de tipo de cuerpo de Lady Sybil como un ultraje personal. Al ver la miniatura pensé que era Angua, o Zanahoria, o yo qué sé, alguien de los que se describen como dentro de los cánones occidentales de finales del XX y principios del XXI. Pero hay un momento del tráiler en que se le cae la peluca y SHIT. Por lo menos la han dejado calva, pero aun así: SHIT.


2. Adaptación VS Versión VS Inspiración.

A ver. Cuando coges un libro y lo adaptas a otro medio, es de suponer que vas a:

a) Contar la misma historia

b) Mantener el subtexto en la medida de lo posible

c) Respetar el núcleo de la narración, es decir, aquello sobre lo que el autor quería hablar en el libro

LOTR es una adaptación fallida porque sólo acierta, respecto al punto c), a hablar de heroísmo. Todo el tono elegíaco lo pierde, cargándose la importancia de que la Última Alianza fuese la última sacándose una extra de la manga, por ejemplo. The Watch parece una parodia chunga que va a ignorar por completo temas como que las personas son personas vengan en el envoltorio en que vengan, y que pueden ser amadas, ya sean enanos, trasgos o GORDAS.

Nosotros no estamos sometidos al núcleo melancólico que impregnaba la obra de Tolkien. Somos siervos de Peter Jackson y podemos contradecir al original cuando queramos, por ejemplo ahora apareciendo donde no nos esperan y muriendo como conejos en una batalla donde viejos con espadas del todo a cien sobreviven a pesar de nuestro entrenamiento milenario.

Si coges la ambientación, los personajes y la historia y lo cuentas como te salga del níspero, enhorabuena, tienes una versión, y está bien que tengas claro que es una versión. Si coges lo anteriormente mencionado y le cambias algunas cosillas porque te mola que caperucita y el lobo tengan un grupo de jazz o que Heidi y Pedro acaben bailando sevillanas en un tablao, enhorabuena, tienes la imaginación justa pa pasar el día miedo de contar tu propia historia y por eso destrozas las de otros ganas de hacer un retelling pero no entiendes en qué consiste un retelling una cosa inspirada en cosas de otra gente. 


3. Pero qué os pasa con las gordas, de verdad

Voy a tener que contenerme si no quiero que esta entrada se alargue hasta el infinito. ¿Dónde están las gordas en la fantasía y en la ciencia-ficción? Yo diría más: ¿dónde están las gordas como interés amoroso en la fantasía y en la ciencia ficción? En muy pocos sitios. Dos de ellos son Ready Player One y Mundodisco. Y, además, para ponerle la guinda al pastel, en ambos casos la trama de las gordas no gira en torno a que son gordas. 

Son personajes que resulta que son, en un caso, un prodigio de amabilidad y hacer las cosas cuando y como toca y, en el otro, un prodigio de inteligencia, actitud y hacer lo que está bien... que resulta que están gordas. Y sí, que sean gordas es bastante irrelevante para la historia, pero ahí está la magia: su historia no va de que son gordas.

Lo opongo, por ejemplo, al caso de Agnes, porque algo de su trama necesita que esté gorda para desarrollarse, porque habla de aceptación y demás. Si embargo, ni las tramas de Sybil ni de Art3mis tienen que ver con que estén gordas, y eso es maravilloso. Fantabuloso. Las gordas teniendo derecho a existir, a ser intereses amorosos, protagonistas duras, sin que su cuerpo tenga peso más allá de ser rubia o tener los ojos verdes.

Que no es que la gente que escribe fantasía y ciencia ficción tenga que meter gordas en sus obras si no le va. El tema aquí es sacarlas de las obras en las que estaban, que ya tiene delito.


4. Primer caso: Art3mis.

Yo sé que estáis muy cansados de que vengan los frikis a quejarse de que Legolas era moreno, pero me da igual.

Art3mis es descrita como "rubenesque". Y es importante, porque su avatar también es "rubenesque". No intenta encajar ni complacer. Es más: sus problemas de inseguridad vienen de una marca de nacimiento, no de su cuerpo, lo cual me parece glorioso. Y el lelo del protagonista se pasa todo el santo libro colgadísimo de ella y de su avatar rubenesco y luego son felices y comen perdices ecológicas criadas con humanidad. 

Y van y eligen para la peli a una moza estándar.

Guapa no sé, que eso es mu personal, pero rubenesca ya te digo yo que no


Se habla mucho de representación en otros ámbitos. La adaptación cinematográfica le roba al público que cada verano mira al bikini y los pantalones cortos con terror la posibilidad de verse reflejado en una protagonista inteligente, perspicaz, divertida, eficiente, valiente y de la que además se cuelga el protagonista. Sí, bueno, que las gordas sueñen leyendo el libro, si ponemos una en la pantalla esta peli no va a vender. No va a ser creíble que el protagonista se cuelgue de una gorda, ¿verdad? Nah, mejor sigamos perpetuando el estereotipo.

Ready Player One es importante porque rompe una lanza en este aspecto. Supongo que es una lanza que no vende lo suficiente en pantalla.


5. Segundo caso: Lady Sybil.

Wagneriana. Esta mujer es enorme. Grande. Muy grande. Tremenda de grande. La clase de tía que te imaginas llevándote al Valhalla. Una tía con eslora. Además, es el interés romántico del protagonista y se acaban casando y teniendo un bebé y su marido la adora y atesora y muchas cosas.

Y es maravilloso. Sobre todo, porque al principio del libro aparece caracterizada ligeramente como una loca de los gatos dragones. Es amable y dulce y comprensiva y no juzga y es un amor de persona. Una gorda con una vida que es feliz y cuya talla no es un problema ni un tema más relevante que el color de su bata. Sus problemas vienen de que su marido es adicto al trabajo y hay gente mala por ahí intentando hacer daño a la gente. Fin.

En ese tráiler que ha dado origen a esta entrada, vemos a una Lady Sybil que tiene de wagneriana lo que Morgoth de monja.

Señoras wagnerianas en la imagen: cero. Nótese que llevar hachas no te cataloga automáticamente como valkiria.

¿Qué os pasa? Veo un troll y una licántropa, pero parece ser que las gordas como interés amoroso son criaturas demasiado sobrenaturales incluso para una versión de una historia de fantasía.


6. Release the kraken.

Al contrario de lo que mucha gente cree, un amplio porcentaje de los TCA no empiezan con un "quiero estar delgada". Empiezan por un "necesito tener el control sobre algo" (sobre todo, los restrictivos) y por un "dónde está mi derecho a ser amada, igual lo consigo a través de mi apariencia", que a su vez viene de padres y entorno con altas expectativas y aprendizajes dañinos en general. ¿Sabéis lo que pasa, mortales, cuando tienes un ligero sobrepeso y bajas un poco?

OH QUÉ GUAPA ESTÁS

Que viene a ser droga dura cuando ansías la aceptación de tus semejantes. ¡Has hecho algo bien! ¡Albricias! ¡DADME MÁS! Y, como cualquier droga, una vez empiezas a pasarte ya pierdes el norte y acabas en una espiral de odio y autodestrucción de la que no hay forma de salir sin ayuda profesional y, en muchos casos, cambiar de familia.

No es que los medios de comunicación tengan toda la culpa del mundo de que la gente se odie y sienta que da asco y que debe cambiar para gustar y poder sentir un poquito de aprobación de sus semejantes, pero coadyuvan. Y mucho. Y tragarte toda tu santa vida intereses románticos femeninos que gastan como mucho una 38 no ayuda a que contemples la posibilidad de que con una 44 te vaya a mirar alguien con ojos golositos, y menos si tienes un entorno de mierda. Cuando hay un oasis, un lugar a salvo donde las gordas aparecen siendo amadas y deseadas... Venir a echarle lava hirviendo al adaptarlo en pantalla es confirmar tus sospechas: no, nadie quiere ver tus michelines. Escóndete. Das más miedo que un troll.


7. Recogiendo los bártulos.

Sienta muy mal lo de sentirse inadecuado y aunque sería maravilloso que todos tuviéramos la fortaleza mental para que nos diera igual todo, incluso nuestro entorno sociocultural, al final nos construimos basándonos en lo que nos rodea. Si nos rodean mensajes de mierda y aprendizajes de mierda, hay un chorroporciento de posibilidades de que acabemos sintiéndonos como una mierda. Estaría bien que disminuyesen, por lo menos, los mensajes de mierda, en la medida de lo posible. En estos dos casos, con Art3mis y Sybil, se ha perdido la oportunidad de acabar con un mensaje de mierda, y es bastante triste.


Que no se pierda el legado de Lady Sybil Ramkin.

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Published on October 11, 2020 11:37

August 11, 2020

De libertad, rebeldía e irrelevancia

Llevo toda mi puñetera vida escribiendo. No exagero. El primer cuento lo escribí el verano que cumplí ocho años, pero ya había puesto por escrito -con la ayuda de mi madre- algunas obras de teatro de creación propia los dos estíos anteriores. La culpa la tuvo un teatrito de títeres que me trajo mi padre de Italia, cuando se fue a investigar para la tesis, y que se convirtió en el escenario para que mis pones lucieran sus dotes de interpretación. Recuerdo una de ellas: El buscaestrellas. Sé qué poni la protagonizaba, pero no tengo muy claro el argumento.Siempre he estado imaginando historias e inmortalizando en palabras alrededor de un 20 % de ellas. Siempre. Cuando me ha tocado atravesar realidades de mierda de las que no te puedes escapar, he usado la escritura y la creación de mundos como arma y escudo, refugio y sanatorio mental. Es una forma de vivir. Casi, diría, de ser. Al final, el trabajo remunerado sirve para subvencionar el tiempo de escritura. Cuando digo "soy escritora" no me refiero a que escribo cosas y se publican. Me refiero a que respiro, siento y vivo a través de palabras, historias, voces narrativas, tramas y subtramas. Entiendo el mundo en forma de historia y creo mis mundos a la medida de las historias que necesito contar. Me he dejado las pestañas exprimiendo todas las posibilidades del castellano para subyugar el rebelde y mezquino idioma a mis deseos, persiguiendo la excelencia gramatical, ortográfica y sintáctica, aquella que permita la precisión quirúrgica dentro de su complejidad. Aspiro a dominar la forma para poder jugar con ella de todas las formas posibles. Quiero poder decir, al contar mis historias, exactamente lo que quiero decir.
Y quiero que todo este trabajo no se note cuando dichas historias sean leídas.

El año pasado, cuando publiqué Tailwhisper en Amazon, culminé un proceso de "aprender a autopublicar" que, gracias a los dioses, no fue tan terrible como prometía al principio, gracias a que Amazon está preparado para que cualquiera con un mínimo de alfabetización digital y comprensión lectora sea capaz de maquetar un libro de tapa blanda y pinchar en cuatro o cinco sitios para que su texto acabe convertido en ebook. A poco que hurgues por internet sobre maquetación para pobres que no tienen para pagar a profesionales aprendes lo básico de viudas y huérfanas y demás, y a poco que cojas un libro de verdad bien maquetado y le saques las tripas al procesador de textos para averiguar cómo se hacen las cosas, una es capaz de hacerlas por sí misma.
Lo mismo con el tema portadas. Cuando no tienes para pagar a un profesional, tienes que arremangarte y conocer tus límites y rezar para que el programa de manipulación de imágenes haga lo que tú quieres que haga. Aprender.
Del booktrailer de Tailwhisper no se habla. Es como la cuarta historia. De mayor quiero un ordenador que funcione y no se cuelgue con más de dos pistas. Qué cruz.

El conocimiento y la práctica te acaban dando independencia y la independencia te da una libertad preciosa. Con dicha libertad, que te permite no tener que confiar en una editorial que haga esas cosas que tú no sabes hacer, te puedes permitir además el lujo de rebelarte. De hacer lo que te dé la gana. De dejarle la tilde al sólo porque en la RAE también hay legales malvados que supeditan la eficacia de la lengua a la uniformidad de la norma y no te da la gana tragar con gilipolleces en tu propio texto.

No ha tenido que venir nadie a decirme que me merecía intentarlo o que era lo suficientemente buena como para presentarme a concursos y mandar manuscritos a saco. He metido la cabeza como finalista en los Ignotus y en el Domingo Santos. Me han seleccionado en el Visiones. He publicado en editoriales variopintas. Me han intentado timar diciéndome que comprometerme a comprar 200 ejemplares no era coedición. Me han pirateado libros que estaban gratis en mi web. Han venido a explicarme con condescendencia lo que acababa de escribir. Me han rechazado manuscritos educadamente, sí, pero han pasado de mi culo cuatro veces más. No tengo agente. No tengo contactos, y aquí entra una vez más la rebeldía.

No quiero caerle bien a nadie.

Entendedme. Quiero ser irrelevante con respecto a mis libros. Mis historias son las que valen la pena, las que se merecen salir al mundo, independientemente de que las haya escrito yo. No quiero que ninguna editorial me publique porque soy la sobrina de alguien o porque vengo recomendada por su cuñá. A día de hoy, los libros se venden básicamente en función de lo bien que caiga el autor y lo que interaccione en redes. Mi salud mental y mi amor propio no aguantan eso. Y tampoco pasa nada. Es una decisión que he tomado conscientemente: no me dejo la vida perfeccionando mi literatura para que luego vengan a tocarme los cojones.
Porque, hijos míos, soy escritora. Escritora, no publicista, ni famosa, ni simpática. Lo mío es escribir; lo de vender lo que escribo mediante las formas que imperan ahora mismo ha sido sopesado y desechado. No me vale la pena. No quiero compartir trocitos de mí en redes para que lectores potenciales decidan que les caigo bien. No quiero ir a convenciones para darme a conocer a editoriales a ver si les caigo bien. No quiero que me publiquen para cubrir un cupo de personas con tal configuración cromosómica. No quiero tener que airear mis convicciones morales u opiniones políticas en redes para que lectores potenciales y editoriales decidan basándose en ellas si soy digna de ser leída o publicada, ni para unirme a la sensación de pertenencia cada vez que salte la causa de la semana, ni pasar por el aro de ser "uno de nosotros" para ser relevante.

Esto tendría que haberse llamado "el cursus honorum del escritor en los tiempos del social media sobre persona humana", óleo sobre lienzo, en vez de "The Nightmare", de Henry Fuseli.
La libertad y la rebeldía tienen un precio y, en este caso, es el de no vender libros. Si junto las regalías de la autopublicación no me da para pagar un abono transportes mensual. Si hago una montaña con la salud mental ganada desde que descubrí que me estaba forzando a tener una "carrera" y a que me publicaran y a hacer todas esas cosas de las que está internet lleno de ESTO TIENES QUE HACER PARA SER ESCRITOR DE ÉXITO y lo mandé todo a tomar por saco, el Kilimanjaro se me queda chiquitito.
No me da la gana dejarme la vida en cambiar un sistema que me parece aberrante, ni tampoco dejármela quejándome porque dicho sistema es aberrante, así que decidí largarme y alejarme de todo aquello. Porque soy escritora, no justiciera social ni heroína de ninguna clase. Y soy libre, por fin.
No perdáis el tiempo intentando caer bien si lo que queréis es escribir. Si lo que queréis es caer bien, mira, que los dioses os amparen.
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Published on August 11, 2020 02:59