Los renglones torcidos de Dios Quotes
Los renglones torcidos de Dios
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Torcuato Luca de Tena33,182 ratings, 4.21 average rating, 2,815 reviews
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Los renglones torcidos de Dios Quotes
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“Quizá la verdadera locura no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo ha tomado la inteligente resolución de volverse loca”
― Los renglones torcidos de Dios
― Los renglones torcidos de Dios
“Los locos son una terrible equivocación de la Naturaleza; son las faltas de
ortografía de Dios.”
― Los renglones torcidos de Dios
ortografía de Dios.”
― Los renglones torcidos de Dios
“La música es la más inútil, biológicamente hablando, de todas las Artes, y, por ello, por su pavorosa y radical inutilidad, es la más grande de todas ellas; la menos irracional, la más intelectual, la más espiritual, la más humana, en tanto que esto signifique superación de los seres inferiores”
― Los renglones torcidos de Dios
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“Todo eso que está inútilmente añadido a la pura necesidad, es arte.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“¡Ah! Qué terrible es el sino de los pobres locos, esos ‘renglones torcidos', esos yerros, esas faltas de ortografía del Creador, como los llamaba ‘el Autor de la Teoría de los Nueve Mundos', ignorante de que él era uno de los más torcidos de todos los renglones de la caligrafía divina!”
― Los renglones torcidos de Dios
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“-¡Tengo miedo de pensar!
-¡Pues no piense! ¡Es así de fácil! ¡Los que piensan, enloquecen! ¡Yo no pienso nunca! Por eso estoy sana.”
― Los renglones torcidos de Dios
-¡Pues no piense! ¡Es así de fácil! ¡Los que piensan, enloquecen! ¡Yo no pienso nunca! Por eso estoy sana.”
― Los renglones torcidos de Dios
“[Sigmund Freud] era un perfecto cretino. [Estaba] equivocado en las interpretaciones exclusivamente sexuales que daba a los símbolos, los sueños y los secretos ocultos de nuestro subconsciente. ¡Vamos, vamos! Pensar que quien sueñe con la aguja de una catedral o con el obelisco de Trajano en Roma está expresando anhelos relacionados con el órgano viril... ¡ésa no puede ser más que la interpretación de un obseso!”
― Los renglones torcidos de Dios
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“De los hechos pasados y presentes no sé cuáles son verdad y cuáles mentira. Mi cabeza es como un cuarto desordenado en que todo ha cambiado de sitio. Busco algo y no lo encuentro.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“No le interesa hablar con los humanos, porque las conversaciones que mantiene con los extraterrestres son mucho más interesantes e instructivas.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“Cada vez que intentaba pensar en ello, su pensamiento quedaba obturado. No podía seguir adelante. Y ello la obligaba a mentir cuando la preguntaban cosas que no entendía. Y más tarde, a creer, o a creer que creía, que sus mentiras eran verdad. Y a pedir que cesaran todas las investigaciones, porque prefería "no saber" a saber lo que temía.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“Se la veía debatirse entre su deseo de dominar la congoja y la imposibilidad de evitarla. La dejó llorar. El llanto es una descarga de la emotividad. Cuando ésta llega a un punto grave de concentración es preciso abrir compuertas al alma. Y el llanto, a veces, es su mejor cauce.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“Un muro espeso comenzó a alzarse entre Alice Gould y su capacidad de razonar. "No puedo fijar mis ideas", se dijo. (...) Un oscuro sentimiento le impedía cruelmente alcanzar la meta de su razonamiento. Lanzaba con lucidez y fuerza su argumento hacia el frente y éste regresaba a ella como la pelota rebotada en un frontón.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“Los espejos, como muchas personas, tienen respuestas distintas para las mismas preguntas, según los casos. [...] Ella era la misma, pero el espejo no. Y era éste quien le hablaba, como si dijera: " Estás muy mejorada desde la última vez que te vi.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“He aquí una palabra, "silencio", que el hombre ha inventado para expresar una realidad que no ha experimentado jamás, para describir lo que nunca ha conocido: porque todo en él y alrededor de él es un cúmulo de mínimos estruendos. Y la voz que sonó una vez no se pierde para siempre. La vibración de la onda sonora se expande y se aleja, pero permanece eternamente. Esta conversación que estamos teniendo, doctor, existirá en el futuro en algún lugar lejano.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“¡Todo lo que vive lleva el sonido consigo!”
― Los renglones torcidos de Dios
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“El arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“— ¿Qué piensa usted de las artes?
— El arte es la ciencia de lo inútil.
El médico frunció la frente sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente.
— ¿Quiere decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?
— ¡Nada de eso doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!
— Explíquese mejor.
— El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas forma y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente «añadido a la pura necesidad»… ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
— Dígame, señora de Almenara, ¿dónde ha leído ese ensayo sobre la inutilidad? ¡Me gustaría conocerlo!
— ¡No necesito leer a los demás para formarme una opinión, doctor!
— Prosiga, señora: me tiene usted absolutamente fascinado.
— Pues bien — continuó Alicia —. En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música y la Pintura.
— Olvida la Arquitectura.
— Considero a la Arquitectura, como a la Gastronomía, un añadido inútil a una necesidad «primaria». La Danza en cierto modo, también tiene este lastre, pero se aleja más de la necesidad. Es… ¿cómo explicarme?, una… una… ¡una mímica sublimada! ¡eso es lo que quería decir! Tal vez la Danza sea anterior al lenguaje y tuviera en sus orígenes una intencionalidad práctica: con carga erótica, reverencial o religiosa. ¡Yo no estaba allí, y no se qué «intencionalidad» tenía! Pero no hay duda de que encerraba «un propósito», encaminado a la consecución de un fin. No sé si me explico, pero la intencionalidad es algo muy superior a la «necesidad primaria». Está ya directamente relacionada con el juicio y la voluntad. «Quiero esto y voy a demostrarlo con gestos y ademanes rítmicos.» ¡Y la Humanidad se puso a danzar! ¡De ahí a la Paulova o a Nureyev no había más que un paso! La Pintura pertenece a un género superior. ¡Es más inútil todavía! Tiene un lejanísimo parentesco con la escritura ideográfica, mas una vez añadida su carga de inutilidad, la distancia entre lo necesario y lo que no sirve para nada, se hace tan grande, que la considero entre las primeras de las Artes Mayores. ¿No opina lo mismo, doctor?”
― Los renglones torcidos de Dios
— El arte es la ciencia de lo inútil.
El médico frunció la frente sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente.
— ¿Quiere decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?
— ¡Nada de eso doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!
— Explíquese mejor.
— El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas forma y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente «añadido a la pura necesidad»… ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
— Dígame, señora de Almenara, ¿dónde ha leído ese ensayo sobre la inutilidad? ¡Me gustaría conocerlo!
— ¡No necesito leer a los demás para formarme una opinión, doctor!
— Prosiga, señora: me tiene usted absolutamente fascinado.
— Pues bien — continuó Alicia —. En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música y la Pintura.
— Olvida la Arquitectura.
— Considero a la Arquitectura, como a la Gastronomía, un añadido inútil a una necesidad «primaria». La Danza en cierto modo, también tiene este lastre, pero se aleja más de la necesidad. Es… ¿cómo explicarme?, una… una… ¡una mímica sublimada! ¡eso es lo que quería decir! Tal vez la Danza sea anterior al lenguaje y tuviera en sus orígenes una intencionalidad práctica: con carga erótica, reverencial o religiosa. ¡Yo no estaba allí, y no se qué «intencionalidad» tenía! Pero no hay duda de que encerraba «un propósito», encaminado a la consecución de un fin. No sé si me explico, pero la intencionalidad es algo muy superior a la «necesidad primaria». Está ya directamente relacionada con el juicio y la voluntad. «Quiero esto y voy a demostrarlo con gestos y ademanes rítmicos.» ¡Y la Humanidad se puso a danzar! ¡De ahí a la Paulova o a Nureyev no había más que un paso! La Pintura pertenece a un género superior. ¡Es más inútil todavía! Tiene un lejanísimo parentesco con la escritura ideográfica, mas una vez añadida su carga de inutilidad, la distancia entre lo necesario y lo que no sirve para nada, se hace tan grande, que la considero entre las primeras de las Artes Mayores. ¿No opina lo mismo, doctor?”
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“se topó en el camino con una pareja tumbada en el suelo, que practicaba con singular entusiasmo el noble ejercicio de la procreación”
― Los renglones torcidos de Dios
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“a partir de ahora tendría que moverse entre multitud de seres cuyas úlceras no estaban el apiel o en las entrañas, sino en la mente: individuos llagados en el espíritu, tarados del alma”
― Los renglones torcidos de Dios
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“Alice Gould consideró que ella era una mujer lógica para razonar mas no para sentir, y que las leyes que rigen las emociones nada tienen que ver con la sutileza de las ideas, el orden del pensamiento o el buen juicio.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“Pronto dio con una clave que distinguía a todos los inquilinos de "la Jaula" con los del resto del manicomio. Los que andaban libres por el parque, los que convivían en el edificio central, tenían comunicación entre sí. Sabían como se movían, hablaban y se comportaban "los otros". Y esa era la gran diferencia. Para los habitantes de "la Jaula", "los otros" no existían. La gran mayoría de los dementes no eran capaces de estar atentos a nada, pero los que sí podían fijar en algo en sus pensamientos, los dirigían hacia entelequias ancladas en su pasado o en sus alucinaciones engañosas. Y así, la mujer insufrible plantada ante Alicia acusándola (...) no hablaba en realidad con ella, sino con sus fantasmas, con sus espectros, con sus duendes. En la "Sala de los Desamparados", los locos padecían sus males "en compañía". Aquí, todos estaban solos con sus quimeras.”
― Los renglones torcidos de Dios
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“¿Qué es lo que verían, qué es lo que escucharían decir a sus fantasmas? ¿Variarían de día en día, o de hora en hora, o su alucinación sería invariable y fija como una pesadilla que durara eternamente?”
― Los renglones torcidos de Dios
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“El razonar equivale a mover la mente. Pues bien: Alicia no razonaba. Su entendimiento quedó agazapado como un animal que sabe que en la total quietud está su mejor defensa para no ser visto por el cazador o por la fiera al acecho. Y ella necesitaba protegerse en este nirvana (en este no-pensar) para que la inmovilidad de su intelecto le sirviese de añagaza defensiva frente a un animal feroz que le acosaba de cerca: la idea terrible de aceptar como un hecho cierto su propia locura.”
― Los renglones torcidos de Dios
― Los renglones torcidos de Dios
“A veces imaginaba que un inmenso telón de hierro (como los que se usaban antiguamente en los teatros para evitar que el fuego -caso de haberlo- se propagase) se interponía entre ella y su intento de razonar. No era, por supuesta, una alucinación visible (...); era, contrariamente a esto, una visión imaginaria o intelectual.
El telón se proyectaba ante ella como si dijera: "No quiero que tu pensamiento pase de aquí." Es terreno acotado. Vedado de caza. "Zona rastrillai". Y lo cierto es que no podía traspasarlo.
Su naturaleza le vedaba penetrar en determinadas zonas de su mente. Era como una suerte de amnesia proyectada en parte hacia el pasado; y en parte, paradójicamente, hacia el futuro. No era libre de acercarse a ella. Podía discurrir con entera facilidad en los temas más abstrusos que su imaginación le presentase (...) Con otras personas podía hablar y argumentar brillantemente (...) pero, a solas, con ella misma, no podía. Se esforzó varias veces por intentarlo. (...) Una vez fue el telón de acero el que se interpuso (...) otra, un gran vacío que la succionaba como si fuese un aerolito desprendido y atraído por la gravedad de una gran masa que va a la deriva por el espacio.
Era tal el vértigo que sentía, que procuraba eludir, con miedo, todo nuevo intento de penetrar en aquella zona de su psique que se negaba con tanta ardimiento a ser hollada.”
― Los renglones torcidos de Dios
El telón se proyectaba ante ella como si dijera: "No quiero que tu pensamiento pase de aquí." Es terreno acotado. Vedado de caza. "Zona rastrillai". Y lo cierto es que no podía traspasarlo.
Su naturaleza le vedaba penetrar en determinadas zonas de su mente. Era como una suerte de amnesia proyectada en parte hacia el pasado; y en parte, paradójicamente, hacia el futuro. No era libre de acercarse a ella. Podía discurrir con entera facilidad en los temas más abstrusos que su imaginación le presentase (...) Con otras personas podía hablar y argumentar brillantemente (...) pero, a solas, con ella misma, no podía. Se esforzó varias veces por intentarlo. (...) Una vez fue el telón de acero el que se interpuso (...) otra, un gran vacío que la succionaba como si fuese un aerolito desprendido y atraído por la gravedad de una gran masa que va a la deriva por el espacio.
Era tal el vértigo que sentía, que procuraba eludir, con miedo, todo nuevo intento de penetrar en aquella zona de su psique que se negaba con tanta ardimiento a ser hollada.”
― Los renglones torcidos de Dios
“El otoño no sólo trajo consigo la variación cromática de la naturaleza. Se diría que Dios -que no era mal paisajista- se complaciera, cada nueva estación, en pintar las mismas cosas con distintos colores. También trajo la melancolía: una mezcla de paz y vaga tristeza. Alicia se felicitó de haber encontrado la definición exacta de su estado de ánimo: una tristeza sosegada.”
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“No te preocupes por ellos -le decía a Dios- por... por... porque... todos son equi... equi... ¡eso es!... equivocaciones tuyas. Son los ren... renglones torci... torcidos, de cuando apren... apren... ¡eso es!... aprendiste a escribir. ¡Los pobres locos son tus fal.. faltas de orto... ortografía!”
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“-Afirma usted, señora, carecer de motivos para haber intentado envenenar a su marido.
-En efecto. Nadie tiene motivos para destruir un espléndido objeto ornamental. Mi decepción, respecto a la vacuidad de su carácter, no puede obcecarme hasta el punto de negar que su exterior es asombrosamente perfecto. Créame que me siento orgullosa cuando leo en los ojos de otras mujeres un punto de admiración hacia su espléndida belleza. ¡Cierto que experimento la misma vanidad cuando alguien en el hipódromo elogia la armonía de líneas del caballo preferido de mis cuadras! ¡Y no se me ocurre por ello matar a mi caballo! (...)
Una mañana ese caballo me coceó. Si sus cascos no hubieran tropezado en una de las barras transversales de la caballeriza me hubiera matado, sin lugar a dudas. Aquello me afectó demasiado. No podía entender cómo un animal al que yo había criado y al que consideraba tan noble, y al que admiraba tanto, sintiese aquella inquina hacia mí.”
― Los renglones torcidos de Dios
-En efecto. Nadie tiene motivos para destruir un espléndido objeto ornamental. Mi decepción, respecto a la vacuidad de su carácter, no puede obcecarme hasta el punto de negar que su exterior es asombrosamente perfecto. Créame que me siento orgullosa cuando leo en los ojos de otras mujeres un punto de admiración hacia su espléndida belleza. ¡Cierto que experimento la misma vanidad cuando alguien en el hipódromo elogia la armonía de líneas del caballo preferido de mis cuadras! ¡Y no se me ocurre por ello matar a mi caballo! (...)
Una mañana ese caballo me coceó. Si sus cascos no hubieran tropezado en una de las barras transversales de la caballeriza me hubiera matado, sin lugar a dudas. Aquello me afectó demasiado. No podía entender cómo un animal al que yo había criado y al que consideraba tan noble, y al que admiraba tanto, sintiese aquella inquina hacia mí.”
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“El hombre es el único animal que se crea, necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: Lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve el estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente << añadido a la pura necesidad >>... ¡Ya es arte!”
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“Los locos son como los niños. No puede convencérseles con razones porque, al carecer de razón, son incapaces de razonar.”
― Los renglones torcidos de Dios
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