Luisa Fernanda > Luisa's Quotes

“Yo nunca te he jurado fidelidad sexual; no podría ser; es absurdo; tu misma no la deseas. El que yo ande con otra no quiere decir que deje de andar contigo. Tú estás más allá de todo esto, linda.”
― Jaime Sabines, Los amorosos: Cartas a Chepita

“Be glad. Be good. Be brave.”
― Eleanor Hodgman Porter

“Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta. She was Lo, plain Lo, in the morning, standing four feet ten in one sock. She was Lola in slacks. She was Dolly at school. She was Dolores on the dotted line. But in my arms she was always Lolita. Did she have a precursor? She did, indeed she did. In point of fact, there might have been no Lolita at all had I not loved, one summer, an initial girl-child. In a princedom by the sea. Oh when? About as many years before Lolita was born as my age was that summer. You can always count on a murderer for a fancy prose style. Ladies and gentlemen of the jury, exhibit number one is what the seraphs, the misinformed, simple, noble-winged seraphs, envied. Look at this tangle of thorns.”
― Vladimir Nabokov, Lolita

“It's not life or death, the labyrinth. Suffering. Doing wrong and having wrong things happen to you. That's the problem. Bolivar was talking about the pain, not about the living or dying. How do you get out of the labyrinth of suffering?”
― John Green, Looking for Alaska

“Uno se hace lector para completar lo inacabado. Para completarse”
― Antonio Santa Ana, Los ojos del perro siberiano

“Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo.
Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?”
― Jaime Sabines, Los amorosos: Cartas a Chepita

“Creo que todos tenemos un poco de esa bella locura que nos mantiene andando cuando todo alrededor es tan insanamente cuerdo.”
― Julio Cortazar

“It was love at first sight, at last sight, at ever and ever sight.”
― Vladimir Nabokov, Lolita

“...Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos...”
― Julio Cortázar

“Música! Melancólico alimento para los que vivimos de amor.”
― Julio Cortázar, Rayuela

“No te voy a cansar con más poemas. Digamos que te dije nubes, tijeras, barriletes, lápices, y acaso alguna vez sonreíste.”
― Julio Cortázar

“Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente.”
― Julio Cortázar, Hopscotch

“Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.”
― Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas

“Y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de libertad.”
― Julio Cortázar

“-Lo que pasa es que se creen sabios -dice de golpe-. Se creeen sabios porque han juntado un montón de libros y se los han comido.”
― Julio Cortázar, Las armas secretas

“Ay, amor mío, no estoy triste, no, pero te quiero. Es un modo distinto de sufrir.”
― Jaime Sabines

“Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.”
― Jaime Sabines, Recuento De Poemas, 1950-93

“Déjame que investigue las últimas células de tu cuerpo, los últimos rincones de tu alma; déjame que vuele tus secretos, que aclare tus misterios, que realice tus milagros; consérvate, presérvate, angústiate; sufre el amor; espérame...”
― Jaime Sabines, Los amorosos: Cartas a Chepita

“En qué lugar, en dónde, a qué deshoras me dirás que te amo? Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba.”
― Jaime Sabines, Recuento De Poemas, 1950-93

“Me tienes en tus manos
y me lees igual que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.”
― Jaime Sabines, Yuria / Poemas Sueltos

“Me he tomado también tu taza de café. Ya casi no tengo azúcar pero me acordé que a ti te gusta amargo. Sabe muy feo, cómo ésta soledad.
Cómo éste estar deseándote a todas horas.”
― Jaime Sabines

“Le vent se lève! . . . il faut tenter de vivre!
L'air immense ouvre et referme mon livre,
La vague en poudre ose jaillir des rocs!
Envolez-vous, pages tout éblouies!
Rompez, vagues! Rompez d'eaux réjouies
Ce toit tranquille où picoraient des focs!”
― Paul Valéry, Le cimetière marin / El cementerio marino

“When we think of an institution, we can usually see it as embodied in a building: the Vatican, the Pentagon, the Sorbonne, the Treasury, the Massachusetts Institute of Technology, the Kremlin, the Supreme Court. What we cannot see, until we become close students of the institution, are the ways in which power is maintained and transferred behind the walls and beneath the domes, the invisible understandings which guarantee that it shall reside in certain hands but not in others, that information shall be transmitted to this one but not to that one, the hidden collusions and connections with other institutions of which it is supposedly independent. When we think of the institution of motherhood, no symbolic architecture comes to mind, no visible embodiment of authority, power, or of potential or actual violence. Motherhood calls to mind the home, and we like to believe that the home is a private place. Perhaps we imagine row upon row of backyards, behind suburban or tenement houses, in each of which a woman hangs out the wash, or runs to pick up a tear-streaked two-year-old; or thousands of kitchens, in each of which children are being fed and sent off to school. Or we think of the house of our childhood, the woman who mothered us, or of ourselves. We do not think of the laws which determine how we got to these places, the penalties imposed on those of us who have tried to live our lives according to a different plan, the art which depicts us in an unnatural serenity or resignation, the medical establishment which has robbed so many women of the act of giving birth, the experts—almost all male—who have told us how, as mothers, we should behave and feel. We do not think of the Marxist intellectuals arguing as to whether we produce “surplus value” in a day of washing clothes, cooking food, and caring for children, or the psychoanalysts who are certain that the work of motherhood suits us by nature. We do not think of the power stolen from us and the power withheld from us, in the name of the institution of motherhood.”
― Adrienne Rich, Of Woman Born: Motherhood as Experience and Institution

“I never let myself forget that every single person I meet is a member of this human race. And that includes you, professor, listening to this testimony. As it includes myself.”
― Han Kang, Human Acts