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by
Gabor Maté
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May 29 - August 6, 2024
Parece indudable el hecho de que los factores psíquicos capaces de producir cambios endocrinos tienen efectos sobre la propia biología de los tumores»
Desafortunadamente, la situación es confusa. La menstruación temprana y la menopausia tardía incrementan el riesgo de desarrollar cáncer de ovario, mientras que los embarazos y la píldora anticonceptiva lo disminuyen.
Lo que sí sabemos de las hormonas reproductoras femeninas es que son extremadamente sensibles al estado psicológico de las mujeres y al estrés que sufren en sus vidas.
Los patrones alimenticios están directamente ligados a problemas emocionales de la infancia y a estreses del presente, y están fuertemente relacionados con los niveles de estrés que experimentamos y a las respuestas a él que hemos desarrollado a lo largo de la vida.
En condiciones de estrés crónico, el sistema inmunitario puede encontrarse, o bien demasiado confuso para reconocer los clones de células mutadas que conforman el cáncer, o demasiado debilitadas para armar un ataque efectivo contra ellos.
Por último, los estados de ánimo pueden desempeñar un papel enormemente significativo en la prevención o fomento de la metástasis del cáncer, el movimiento de células malignas de la zona originaria del tumor a otras áreas del cuerpo.
La latencia tumoral está influida por muchas factores hormonales e inmunológicos, todos los cuales cumplen funciones en el sistema PNIE y son altamente sensibles al estrés.
Parece que tales diferencias individuales se deben no al comportamiento autónomo del tumor, sino a factores del ambiente interno del cuerpo que inhiben el crecimiento del cáncer o, por el contrario, lo estimulan. Ese ambiente interno se ve profundamente afectado por los estresores que actúan sobre las vidas de las personas y también por la manera en que cada individuo se enfrenta a ellos.
En numerosos estudios sobre el cáncer, el factor riesgo más común es la incapacidad de expresar emoción, especialmente sentimientos asociados a la ira. La represión de la ira no es un rasgo emocional abstracto que conduzca misteriosamente a la enfermedad, sino que se trata de uno de los mayores factores de riesgo, porque incrementa el estrés fisiológico sobre el organismo. No actúa en solitario, sino en compañía de otros factores de riesgo, como la desesperanza y la falta de apoyo social. La persona que no siente o expresa emociones «negativas» está aislada incluso cuando se encuentra rodeada
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Descubrieron que el cáncer era más probable que apareciera entre las mujeres con una “personalidad tendente a la impotencia” o que sintieran algún tipo de frustración no resuelta en los seis meses precedentes»
Es importante darse cuenta de que tienes que cuidar de ti misma, porque no puedes cuidar de nadie más hasta que lo hagas».
La divertida frase de Ed de «cortar, quemar o envenenar» hace referencia a los tres principales tratamientos que se ofrecen actualmente para el cáncer de próstata: cirugía, radiación y quimioterapia.
Igualmente preocupantes resultan los hallazgos publicados en The Journal of the National Cancer Institute, que revelan que los hombres con cáncer de próstata tratados de manera agresiva poseen mayores probabilidades de morir de otros cánceres que los hombres que no reciben ninguna intervención 4.
La mayoría de los cánceres de próstata se desarrollan muy lentamente, hasta el punto de que el que lo sufre probablemente morirá antes de que la enfermedad desate ningún problema de salud, si es que lo fuera a hacer.
Merece la pena preguntarse cómo el estrés puede incentivar el desarrollo de una enfermedad maligna.
Los factores emocionales pueden influir sobre el funcionamiento de la hormona sexual masculina, para bien o para mal, del mismo modo que el estrógeno procedente de los ovarios en las mujeres, o la adrenalina, el cortisol y otras hormonas procedentes de las glándulas suprarrenales se ven influidas por eventos psíquicos.
la testosterona sí incrementa la libido, «no hay pruebas de que provoque agresividad».
Entre los hombres deprimidos, la secreción de testosterona y otras hormonas relacionadas con la función sexual se reveló significativamente disminuida
Existen hallazgos epidemiológicos altamente sugerentes que indican que el estrés influye de manera crucial a la hora de definir quién desarrollará y morirá de cáncer de próstata y quién no.
No quería hablar de sus emociones. No compartía nada, la verdad.
Su manera de no herir los sentimientos de sus padres era negar los suyos propios.
Este estudio demostró que las personas pueden experimentar estreses emocionales con efectos físicos mensurables y a la vez conseguir ocultar sus sentimientos a su consciencia.
Los individuos de tipo A son «iracundos, tensos, rápidos, agresivos, dominantes», y más propensos a enfermedades cardíacas. Los de tipo B representan al ser humano equilibrado y moderado, capaz de sentir emoción sin manifestar una motivación excesiva ni sufrir estallidos emocionales incontrolados. Las personalidades de tipo C han sido descritas como «extremadamente cooperativas, pacientes, pasivas, carentes de asertividad y tolerantes
El individuo tipo C puede parecerse al tipo B, dado que ambos pueden parecer tolerantes y agradables, pero […] mientras el tipo B expresa fácilmente la ira, el miedo, la tristeza y otras emociones, el individuo tipo C, en nuestra opinión, suprime y reprime emociones “negativas”, en especial la ira, mientras intenta mantener una fachada fuerte y feliz»
En un grado estadísticamente significativo, los pacientes de cáncer eran más propensos a mostrar los siguientes rasgos: «los elementos de negación y represión de la ira y otras emociones negativas […] la apariencia externa de una persona “amable” o “buena”, una supresión de reacciones que pudieran ofender a otros y la evitación los conflictos
La confesión de infelicidad infantil o adulta también era más común entre los pacientes de cáncer de intestino.
«Nuestros resultados parecen coincidir con hallazgos que afirman que los pacientes de cáncer “tienden a negar y reprimir impulsos y emociones conflictivos en un mayor grado que otras personas”»
Si bien no podemos afirmar que exista un tipo de personalidad que provoque el cáncer, es evidente que ciertos rasgos de personalidad aumentan el riesgo, porque es más probable que generen estrés psicológico.
La represión, la incapacidad de decir que no y una falta de conciencia de la propia ira hacen mucho más probable que una persona se encuentre en situaciones en las que sus emociones no lleguen a ser expresadas, sus necesidades sean ignoradas y su amabilidad explotada. Tales situaciones favorecen el estrés, independientemente de que la persona esté conscientemente estresada. A base de repetición y multiplicación a lo largo de los años, poseen la capacidad potencial de dañar la homeostasis y el sistema inmunitario. Es el estrés —no la personalidad en sí misma— lo que mina el equilibrio
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Las experiencias emocionales se traducen en acontecimientos biológicos potencialmente dañinos cuando los seres humanos no aprenden a expresar sus sentimientos de manera efectiva.
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Buena parte de lo que llamamos personalidad no son un conjunto de rasgos fijos, sino la serie de mecanismos de afrontamiento que una persona adquirió durante la infancia.
El impulso de controlar no es un rasgo innato, sino un estilo de afrontamiento.
los factores psicosociales sí influyen sobre la susceptibilidad y actividad de la enfermedad.
El sistema nervioso está profundamente condicionado por las emociones. A su vez, está íntimamente involucrado en la regulación de las respuestas inmunitarias y la inflamación.
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Las náuseas y el dolor o una sensación cálida y reconfortante en la tripa son percepciones que nos orientan para entender el significado de las cosas.
La mayoría de la gente piensa en el placebo como una simple cuestión de imaginación, un caso de la «mente imponiéndose al cuerpo». Si bien es inducido por el pensamiento o la emoción, el efecto placebo es enteramente fisiológico. Se trata de la activación de procesos neurológicos y químicos en el cuerpo que sirven para reducir síntomas o promover la curación.
Los médicos suelen lanzar miradas despectivas cuando se enfrentan a un paciente con síntomas funcionales, ya que la palabra funcional equivale, en código médico, a «está todo en su cabeza».
¿Cuál es la causa de estas respuestas alteradas del sistema nervioso? La respuesta aparece cuando observamos no solo los órganos de las personas, sino también sus vidas. Hay una alta incidencia de maltrato entre los pacientes de enfermedades intestinales, especialmente en los del síndrome de intestino irritable y otros trastornos funcionales.
¿cómo ejerce su efecto el trauma sobre la percepción del dolor?
El intestino responde a estímulos emocionales a través de contracciones musculares, cambios en el flujo sanguíneo y la secreción de multitud de sustancias biológicamente activas.
Si perdemos el contacto con las emociones viscerales, el mundo se vuelve menos seguro.
«Tanto los estresores externos como internos contribuyen al desarrollo del síndrome de intestino irritable. Los estresores externos incluyen el maltrato durante la infancia y otras tensiones patológicas, que alteran la respuesta al estrés y hacen más vulnerable a un individuo predispuesto a desarrollar el síndrome. Más adelante, las infecciones, la cirugía, los antibióticos y estresores psicosociales pueden contribuir al inicio del síndrome y su exacerbación»
el estrés influye sobre el funcionamiento del colon en personas normales y en pacientes»
el estrés emocional crónico es suficiente para reducir el umbral del dolor y provocar hipervigilancia en el cerebro.
Se dio una situación extremadamente desagradable, tensa y triste en la que me encantaba mi trabajo pero odiaba el ambiente.
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Tal y como acabó comprendiendo, el origen de su dolor estaba relacionado con su represión inconsciente de la ira.
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El dolor intestinal es una de las señales que el cuerpo emplea para enviar mensajes que son difíciles de ignorar. Así, el dolor es también un modo de percepción.
En lugar de ver los dolores como un problema, quizá sean en realidad sentimientos que te están diciendo algo. Cuando no prestas atención a las señales emocionales, tu cuerpo dice: «Muy bien, aquí tienes unas señales físicas». Si tampoco les prestas atención, te metes en un buen lío.
Los médicos y pacientes no tienen por qué recurrir a los medicamentos cuando el impacto de factores psicológicos sobre una enfermedad ha quedado ampliamente demostrado. Existen pruebas alentadoras de que incluso una mínima intervención psicológica puede ser beneficiosa:
Es bien sabido que altos niveles crónicos de la hormona de estrés cortisol puede encoger el hipocampo.