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by
Gabor Maté
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May 29 - August 6, 2024
LA GENTE SIEMPRE HA SABIDO de manera intuitiva que la mente y el cuerpo no son separables.
Mi otro propósito era poner ante el espejo a nuestra sociedad estresada, de modo que pudiéramos advertir cómo, de manera inconsciente, ayudamos a generar las enfermedades que nos aquejan.
Había aprendido a no compartir sus sentimientos con nadie, ni siquiera con ella misma.
¿Era la esclerodermia la manera que tenía su cuerpo de rechazar finalmente toda aquella responsabilidad?
«Cuando se nos ha impedido aprender a decir no —escribí—, nuestros cuerpos pueden acabar diciéndolo por nosotros». Para defender mi tesis, cité literatura médica que abordaba los efectos negativos del estrés sobre el sistema inmunitario.
Queremos describir a los seres humanos —estén sanos o no— como si vivieran separados del entorno en el que se desarrollan, viven, trabajan, juegan, aman y mueren.
A diferencia de muchas otras disciplinas, la medicina aún debe asimilar una importante enseñanza de la teoría de la relatividad de Einstein: que la posición del observador influirá sobre el fenómeno que se observa y afectará a los resultados de la observación.
Cuanto más se especializan los médicos, más saben sobre una parte del cuerpo o un órgano en concreto y menos tienden a comprender al ser humano en cuyo interior reside esa parte o ese órgano.
Nos encerraremos en unos límites verdaderamente estrechos si excluimos del conocimiento aceptado las contribuciones de la experiencia y la percepción humanas.
Al situar a la ciencia moderna como árbitro supremo de todos nuestros padecimientos, hemos descartado con demasiado entusiasmo el conocimiento de épocas anteriores.
La constitución emocional de un individuo, y su respuesta a un estrés continuado, bien puede constituir una causa de las muchas enfermedades que la medicina trata pero cuyo origen aún se desconoce; enfermedades tales como la esclerodermia y la gran mayoría de las afecciones reumáticas, afecciones intestinales inflamatorias, diabetes, esclerosis múltiple y otras innumerables dolencias representadas en cada subespecialidad médica
¿Qué es la psiconeuroinmunología? Tal y como aprendí, se trata nada menos que de la ciencia que estudia las interacciones de la mente y el cuerpo, la unidad indisoluble de las emociones y la fisiología en el desarrollo humano a lo largo de la vida, tanto en la salud como en la enfermedad. Esa palabra terriblemente complicada significa, sencillamente, que esta disciplina estudia los modos en que la psique —la mente y su contenido emocional— interactúa de manera profunda con el sistema nervioso del cuerpo y cómo ambos, a su vez, crean un lazo esencial con nuestras defensas inmunitarias.
estamos descubriendo la base científica de lo que ya sabíamos y, lamentablemente, habíamos olvidado,
Muchos médicos a lo largo de los siglos comprendieron que las emociones están profundamente implicadas en el origen de las enfermedades y la recuperación de la salud. Investigaron, escribieron libros y desafiaron a la ideología médica dominante, pero sus ideas, exploraciones y percepciones desaparecieron repetidamente en una suerte de Triángulo de las Bermudas médico. La comprensión de la conexión cuerpo-mente alcanzada por generaciones previas de médicos y científicos desapareció sin dejar rastro, como si nunca hubiera existido.
Nuestro sistema inmunitario no vive aislado de nuestras experiencias cotidianas. Por ejemplo, se ha demostrado que las defensas inmunitarias normalmente presentes en personas jóvenes sanas desaparecen en los estudiantes de medicina que sufren la presión de sus exámenes finales.
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los estudiantes más solitarios son los que sufren el mayor impacto negativo sobre sus sistemas inmunitarios.
Muchos de nosotros vivimos, si no solos, al menos sí inmersos en relaciones que no reconocen o valoran nuestras necesidades más profundas. El aislamiento y el estrés afectan, de hecho, a muchas personas que creen que sus vidas son bastante satisfactorias.
Cuando se reprimen emociones, como Mary tuvo que hacer en su búsqueda infantil de seguridad, esta inhibición desarma las defensas del cuerpo contra las enfermedades.
Resulta delicado sugerir que el modo en que las personas han sido condicionadas a vivir puede contribuir al desarrollo de sus enfermedades.
Si existe un vínculo entre las emociones y la fisiología, decidir no informar a las personas sobre ello les privará de una poderosa herramienta.
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En muchas personas que padecían la enfermedad, parecía existir una negación automática del dolor psíquico o físico y de emociones incómodas como la ira, la tristeza o el rechazo.
El remordimiento es la «emoción negativa» más profunda, un sentimiento que tratamos de evitar a casi cualquier precio. Por desgracia, nuestro persistente miedo al remordimiento merma nuestra capacidad de ver la realidad.
La idea de que el estrés psicológico aumenta el riesgo de sufrir esclerosis múltiple no es nueva.
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La implicación emocional excesiva con un progenitor, la falta de independencia psicológica, el amor y afecto excesivos y la incapacidad de sentir o expresar ira han sido señalados desde hace mucho por observadores médicos como posibles factores en el desarrollo natural de la enfermedad.
Un estudio realizado en 1969 indagó en el papel que jugaban los procesos psicológicos en treinta y dos pacientes procedentes de Israel y Estados Unidos. El ochenta y cinco por ciento de ellos experimentaron los primeros síntomas que posteriormente se diagnosticarían como esclerosis múltiple poco después de haber vivido acontecimientos estresantes. La naturaleza de dichos acontecimientos variaba considerablemente, desde la muerte o enfermedad de seres queridos hasta una amenaza repentina de la fuente de ingresos o quizá un evento familiar que causó cambios permanentes en la vida de la persona y
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El emborronamiento de los límites psicológicos durante la infancia se convierte en una importante fuente de estrés psicológico en la edad adulta. Se producen efectos negativos continuados sobre los sistemas hormonal e inmunitario, dado que las personas con límites personales poco definidos viven con estrés; la invasión por parte de otros constituye una parte permanente de su vida cotidiana.
El problema fundamental no es el estrés exterior, como las vivencias citadas en los estudios, sino una indefensión ambientalmente condicionada que incapacita las respuestas normales tanto de lucha como de huida. El estrés interno resultante se reprime y se vuelve, por tanto, invisible. Gradualmente, las necesidades insatisfechas o la satisfacción de las necesidades de otros deja de experimentarse como algo estresante. Se vuelve algo normal, y uno queda desarmado.
Para curarte, puede que necesites convertirte en tu propia heroína.
los efectos devastadores del estrés provocado por la represión emocional.
La expresión artística en sí misma no es más que una manera de dar forma a las emociones, no de trabajarlas.
Las interacciones con otros seres humanos —nuestras interacciones emocionales, en particular— afectan a nuestras funciones biológicas de maneras infinitas y sutiles en casi cada momento de nuestras vidas.
El estrés generado internamente ejerce su influencia de manera aparentemente nada extraordinaria.
El estrés, tal y como lo definiremos, no es una cuestión de sensaciones subjetivas, sino una serie medible de acontecimientos fisiológicos objetivos protagonizados por el cerebro, el aparato hormonal, el sistema inmunitario y muchos otros órganos. Tanto los animales como las personas podemos experimentar estrés sin ser conscientes de su presencia.
«El estrés no es una simple tensión nerviosa», señaló Selye. «Las reacciones de estrés se dan en animales inferiores, e incluso en plantas, carentes de sistema nervioso […] El estrés puede darse, de hecho, bajo una anestesia profunda en pacientes inconscientes, e incluso en cultivos celulares en el exterior del cuerpo»
El estrés consiste en alteraciones internas —visibles o no— que se producen cuando el organismo percibe una amenaza a su existencia o bienestar. Si bien la tensión nerviosa puede constituir uno de los componentes del estrés, uno puede encontrarse estresado sin sentir tensión. Por el contrario, es posible sentir tensión sin activar los mecanismos fisiológicos del estrés.
Selye se topó «con el término stress, que tenía una larga tradición en el inglés común, en particular en la ingeniería, para describir los efectos de una fuerza actuando contra una resistencia».
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No fumaba ni bebía, y el diagnóstico lo asombró, dado que siempre había considerado que llevaba una vida saludable.
La pérdida del empleo será percibida como una gran amenaza para uno, mientras el otro quizá lo vea como una oportunidad. No existe una relación uniforme y universal entre un estresor y su respuesta.
Las personas deprimidas segregan altos niveles de cortisol, lo cual explica por qué las mujeres posmenopaúsicas estresadas y deprimidas son más propensas a desarrollar osteoporosis y fracturas de cadera.
el estrés afecta a prácticamente cada tejido del cuerpo.
El estrés actúa sobre muchas células y tejidos del sistema inmunitario que eran desconocidos en buena medida cuando Selye dirigió su pionera investigación. También el corazón, los pulmones, los músculos esqueléticos y los centros emocionales del cerebro están involucrados en la respuesta de alarma inmediata a la amenaza.
La literatura investigadora ha identificado tres factores universales que conducen al estrés: la incertidumbre, la falta de información y la pérdida del control 8. Todos están presentes en las vidas de individuos con enfermedades crónicas. Muchas personas creen dominar la situación antes de descubrir que sus decisiones y comportamientos estuvieron durante muchos muchos años controlados por fuerzas que desconocían.
Había leído en distintos artículos que las personas que contraen esclerodermia son aquellas que siempre han necesitado tener el control. Durante toda mi vida, yo había sido la persona que se hace cargo de todo. De repente, con la enfermedad, perdí por completo el control».
Los cuidadores con menores niveles de apoyo social también mostraron una notable disminución de la actividad inmunitaria, del mismo modo que los estudiantes de medicina más solitarios, bajo el estrés de los exámenes, mostraron los sistemas inmunitarios más mermados.
El estrés producido por el hecho de cuidar de otra persona de forma continuada inhibía el sistema inmunitario y volvía a las personas vulnerables a la gripe
Bajo estrés, sus glóbulos blancos produjeron una cantidad menor de una sustancia esencial para la curación.
Los mecanismos del estrés fisiológico del cuerpo se dan a menudo de manera inapropiada y conducen a la enfermedad.
El cuerpo establece una respuesta al estrés, pero la mente permanece ignorante de la amenaza. Nos mantenemos en situaciones fisiológicamente estresantes con apenas una leve conciencia de malestar, o sin conciencia de ello en absoluto.
Del mismo modo que los animales de laboratorio son incapaces de huir, las personas se encuentran atrapadas en estilos de vida y patrones emocionales perjudiciales para su salud.
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