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Lo que se presuponía que iba a aumentar el prestigio y la estima atrae la crítica, la envidia y la hostilidad de otras mujeres.
cuando soltamos un deseo, tenemos que diseccionar lo que hay de exageración, fantasía y romanticismo.
descubrimos que el deseo se había adjuntado a la fantasía glamurosa; desde el principio no hubo realidad en él. Esto
Podemos convertirnos en esa persona emocionante que la gente está ansiosa por conocer. Basta con elegir ser esa persona y dejar los bloqueos que surgen al desear ser así.
Basta con imaginar el tipo de persona que queremos ser y entregar todos los sentimientos negativos y bloqueos que nos impiden ser así.
el nivel del ser tiene más poder y energía que los del tener y el hacer.
Todos somos seres poderosos que nos hemos vuelto inconscientes de nuestro poder; lo hemos negado y proyectado en los demás debido a la culpa y a nuestra sensación de pequeñez.
¿Qué es más importante: sentirnos culpables o cambiar a mejor?
Cuando pasamos de ser yoístas con minúscula a ser Yoístas con mayúscula, dejamos nuestro pequeño yo para abrazar nuestro Yo Superior. Pasamos de la debilidad al poder, y del autoodio y la pequeñez al amor y la armonía. Pasamos de la lucha a la facilidad, y de la frustración a la realización.
todo el mundo en nuestra vida actúa como un espejo. Los otros reflejan lo que no hemos podido reconocer en nosotros mismos.
Recurrir al mecanismo de la maldad es negar nuestra libertad de elección.
«¿Qué he dejado de reconocer en aquellos con los que tengo contacto diario?».
¡conseguimos lo que queremos cuando dejamos de insistir en ello!
Otra forma de prevenir la ira es tomar la decisión de no aceptar la invalidación de los demás o nuestra pequeñez.
«Ya no aceptaré la invalidación por mi parte o por parte de otros».
La ira crónica y no reconocida y el resentimiento resurgen en nuestra vida como depresión, que es ira dirigida contra uno mismo.
El precio que pagamos por la ira y el resentimiento crónicos es la enfermedad y la muerte prematura. ¿Vale la pena la pequeña satisfacción de tener razón?
La posición interna que mantenemos con respecto a la otra persona la obliga a adoptar una posición defensiva complementaria.
Las acciones internas entre los seres humanos están determinadas por la configuración de las energías vibratorias que sus emociones irradian al espacio.
Nunca sabemos a quién vamos a necesitar como amigo en un capítulo posterior del libro de la vida.
Hemos de ser conscientes de que, sin saberlo, nos convertimos en coleccionistas de injusticias.
La ira nos ata, no nos libera.
La ira puede obligar a alguien a alejarse físicamente de nosotros, pero psíquicamente seguirá unido a nosotros hasta que renunciemos por completo a la ira y al resentimiento.
la persona humilde no puede ser humillada, porque ha soltado el orgullo.
La preocupación constante por la apariencia nos vuelve vulnerables a las opiniones de los demás.
la defensa invita al ataque.
La conciencia de la verdadera valía se caracteriza por la ausencia de una actitud defensiva.
Lo que sabemos de verdad nunca necesita defensa, y es algo diferente de la energía del orgullo.
El orgullo, al ser una posición vulnerable, siempre implica alguna duda que aclarar, y el oponente se centra rápidamente en ella.
Cuando todas las dudas se despejan, las opiniones y el orgullo desaparecen.
Lo que es digno de nuestro amor y respeto no necesita defensores.
Cuanto más pequeños nos sentimos por dentro, más tenemos que compensar esa sensación interna de insuficiencia, falta de importancia y ausencia de valor, sustituyéndola por el orgullo.
Por ejemplo, si alguien dice: «Crees que eres muy bueno, ¿no?», la persona humilde entiende que el otro siente envidia y que su pregunta no tiene una base real.
El orgullo conlleva el deseo de ser reconocido por los demás. En consecuencia, si el reconocimiento no llega, se es vulnerable a la ira y a la decepción.
orgulloso puede ser manipulado con gran facilidad.
Lo que importa no es lo que tenemos, sino cómo lo hacemos nuestro, cómo lo encajamos en nuestra conciencia y el significado que tiene para nosotros.
La posesividad y el apego son consecuencia del orgullo.
La gratitud es uno de los antídotos del orgullo.
Si estamos agradecidos por lo que se nos ha dado y por lo que hemos conseguido gracias a los talentos recibidos de Dios, estamos en paz mental y somos invulnerables al dolor.
«¿Quiero exponer mi vulnerabilidad a los ataques al identificarme tan extensamente con todos estos pensamientos pasajeros y llamarlos míos?
veremos que cada error que cometimos estuvo basado en una opinión.
Cuando el orgullo está ausente, también lo está el ataque.
Cuando valoramos verdaderamente algo, lo elevamos por encima de los temas sometidos a discusión.
Nuestros valores son preferencias.
Cuando no tomamos una postura orgullosa con respecto a nuestras opiniones, tenemos libertad para cambiarlas.
Lo que parece ser de una determinada forma tras un examen superficial, a menudo resulta ser muy diferente cuando entramos en ello.
Esta es la seguridad de la «mente abierta» o la llamada «mente del principiante» en la práctica zen. Cuando tenemos la mente abierta, admitimos que no estamos en posesión de todos los datos, y que estamos dispuestos a cambiar de opinión a medida que la situación se desarrolle.
Cuanto más poderosos somos interiormente, más flexibles nos volvemos, por lo que estamos abiertos a todo lo que es beneficioso. El orgullo nos impide ver lo obvio.
El orgullo nos impide ver lo obvio.
Cuando soltamos el orgullo, llega la ayuda para hacer frente a los problemas con los que luchamos.

