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January 16, 2018
Sin embargo, ¡todavía queda tanto por cambiar! Hay que hacer cambios drásticos todos los días, en tus hábitos, en tus rutinas, en tus preferencias y decisiones; cambios en las cosas que nunca dejaste de despreciar acerca de ti mismo, cambios en lo que haces y en lo que no haces… y en lo que no quieres hacer nunca más.
en tu manera
en tu ...
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en tu ...
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no pareces capaz de efectuar los pagos de tu póliza de aprobación.
El amor soberano de Dios es mayor que nosotros mismos y mayor que todo.
Nuestra total incapacidad de transformarnos a nosotros mismos, ni antes ni ahora, ni nunca.
La confianza de saber con toda certeza que hemos sido restaurados en Cristo, mientras experimentamos Su obra activa de restauración día a día....
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Crecer en la gracia y no para obtener las más alta...
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porque lo que queremos que percibas en esa misma afirmación, en ese sentimiento, es cómo ese deseo en tu mente por algo más y mejor no es la divagación deprimida que se produce a consecuencia del mal humor, sino que es un invento provocado por Dios mismo.
Para que las buenas noticias sean buenas, como es bueno el evangelio (literalmente quiere decir «buenas noticias»), estas tienen que invadir espacios malos.
Las partes malas de lo que vemos y sentimos a nuestro alrededor tienen el propósito, en la misión de Dios, de volver a crear algo que se ha perdido y destruido.
El hombre y la mujer originales necesitaban a Dios, sí. Pero no porque hubieran caído o fueran pecadores. Necesitaban a Dios sencillamente porque eran humanos. Él nos creó desde el principio mismo para vivir una relación de amor y dependencia de Él.
Esto no lo logra inscribiéndonos en un programa, ni tampoco acorralándonos de repente. Tampoco lo hace de un solo golpe, ni diciéndonos de una manera impersonal e insensible que nos reformemos, que anidemos mejores pensamientos, que optemos por mejores conductas, que canalicemos mejores emociones, que accedamos a los mejores ángulos de nuestra naturaleza. Tan solo lo hace con un acto de Su amante voluntad, introduciéndonos en la relación que necesitamos con Él.
Necesitamos a Dios. ¡Ya lo verás!… No solo una vez, no solo para obtener Su aprobación para ir al cielo, sino para siempre. Nunca vamos a dejar de necesitarlo, para todo.
aunque las buenas nuevas del evangelio no son recibidas por todo el mundo, las malas noticias del evangelio sí afectan a todo el mundo.
La verdad (¡vamos!, tú ya lo sabes) es que te sería muy difícil encontrar a alguien (CUAL-QUIER PER-SO-NA) en el transcurso de tu vida que te haya mentido, combatido, fallado y asqueado más que tú mismo. ¿No es cierto?
Somos expertos en engañarnos a nosotros mismos.
Mientras sigas buscando en ti mismo tu próxima «mejor solución», nunca terminarás de limpiar el desorden que dejaste atrás. Nunca serás tan bueno(a) como para sentirte satisfecho(a), mucho menos tan bueno(a) como para satisfacer a Dios. Porque no podemos redimirnos a nosotros mismos.
Es evidente que en un conflicto conyugal hay más que eso, pero hasta los síntomas pecaminosos como el adulterio, la pornografía y la homosexualidad, son solo las respuestas pervertidas de un hombre o una mujer que percibe que su compañero(a) debería satisfacer todas sus necesidades y se siente obligado(a) a buscarlas por conductos ilícitos, cuando esas necesidades no se satisfacen como él o ella esperan.
Eso demuestra que no han obtenido lo que desean y se lo exigen a su cónyuge, procurando corregir lo que la otra persona no está haciendo (en su opinión) para completar lo que se espera que sean.
Los matrimonios van a luchar y, con frecuencia, van a fracasar, siempre que hagamos de la persona que lleva puesto nuestro anillo de bodas un dios del que se espera que nos complete.
La realidad, claro está, es que seguimos siendo la misma persona, solo que con menos dinero en el banco y más deudas por pagar. Pero hasta que esas facturas comiencen a llegar, nadie se dará cuenta a juzgar por nuestra mirada y la cadencia de nuestra marcha. ¡Todo va bien!
Todos esos ejemplos nos muestran que estamos usando dones de Dios como si ellos fueran dioses en sí mismos.
Acudimos a cosas que siempre nos han decepcionado en el pasado, pues pensamos que lo que necesitamos más que nada en el mundo es más de ello, más de lo mismo que nunca antes ha podido satisfacernos.
Temer y adorar a Dios con nuestra gratitud y obediencia es algo hermoso que trae consigo toda clase de bendiciones del Padre. Pero hacerlo para llamar la atención de Dios o para ganarnos Su favor no es ni siquiera una de esas razones. Ni siquiera es el interruptor para una de esas bendiciones. Esforzarnos para estar en Su lista de honor mediante nuestras buenas calificaciones es tan absurdo como intentar nuestra realización exigiéndola a los demás o esperándola del mundo.
Fíjate en cualquiera de las principales religiones monoteístas del mundo. Dinos lo que ves. Ves un sistema de pensamiento en el cual la gente lleva a cabo algunos actos, rituales o ceremonias programadas, con la esperanza de mantener sus cuentas al día para poder, al final, canjearlas por la redención final.
está basado en la idea, nada bíblica, de que los niños buenos y las niñas buenas son los que van al cielo. En realidad, son los niños malos y las niñas malas transformados por el evangelio de Jesucristo los que van al cielo, aquellos cuyos pecados fueron cubiertos por Su obra redentora y que lo aman tanto por eso, viven para poner en práctica esos nuevos deseos que Él puso en ellos como forma de expresar su adoración voluntaria. No lo hacen para comprar su entrada, sino para celebrar que están adentro. Porque nunca podremos ser redimidos por la religión.
lo único que haces es recortar la mala hierba. Estás podando las cosas, haciéndolas lucir casi bien por un tiempo. Pero espera y verás que vuelven con toda su fuerza antes que te des cuenta, en todas sus variedades desaliñadas y enredadas.
No nos hicimos pecadores a nosotros mismos; el pecado es lo que ya está dentro de nosotros. Como dice el dicho: «El corazón de nuestro problema es el problema de nuestro corazón».
cómo estamos rotos en los lugares más profundos, cómo buscamos de manera instintiva en todo lugar excepto en Dios para calmar nuestra agitación y desasosiego.
diciendo. «Entonces ¿no podemos cambiar? ¿No somos capaces de vivir correctamente? ¿No podemos ver por nosotros mismos lo que está mal y hacer lo que sea necesario para corregirlo?». No, no podemos. A menos que
Michael
Nunca había sentido tanta tristeza ni tanto dolor. Tampoco había sentido jamás tanta esperanza y tanto amor.
Su redención no es una experiencia de una sola vez, no es cosa de un momento en los años de la adolescencia o la niñez, que tal vez temes que no estuviera lo bastante cargado con suficiente gracia como para cubrir todo lo que tú has hecho desde ese momento hasta ahora. Eso es exactamente lo que la Biblia no dice. Dios todavía tiene un plan para ti, por más débil que seas, por más débiles que seamos todos.
Podemos enderezar aquellos pozos defectuosos de donde hemos intentado sacar nuestro propio sentido de seguridad y alivio del dolor. Claro que no lo haremos de una manera perfecta, pero al menos podemos hacerlo con menos torpeza.
Nosotros
Déjate de tonterías. Tú fuiste salvo solo por gracia y solo por medio de la fe. Por tanto, solo Dios recibe toda la gloria. Y cuando logres comprender este tema básico, dejarás de acudir a ti y comenzarás a acudir al Señor.
Porque tu satisfacción viene de Su obra, no de la tuya.
Los demás
De manera que ya no necesitas que tu cónyuge crea que tú eres fabuloso para que te sientas motivado a amarlo(a) y cuidarlo(a). No, su opinión favorable no es tu bien supremo.
La manera en que ellos te responden no determina la forma en que tú los tratas o la manera en que permaneces en obediencia al Señor, ni tampoco influye en las decisiones que tomas por el bien de tu familia.
El mundo
seguimos buscando satisfacción en las cosas del mundo. Y esa no es la razón por la que están allí.
el solo hecho de que algo exista «en el mundo» (fuera de los servicios de adoración y los estudios bíblicos) no cae de manera automática en la lista de cosas prohibidas para el cristiano.
La religión
no buscamos a Dios para que nos dé un premio o una palmada en la espalda. Lo buscamos para disfrutar de una intimidad aún mayor con Él, para acercarnos aún más a Su corazón, para abrir cada vez más esos armarios donde habíamos intentado restringirle el acceso, pensando que no le gustaría lo que vería, pensando que nos rechazaría si supiera lo que tenemos allí.
La razón por la que estudiamos Su Palabra, por la que atacamos nuestro pecado, por la que compartimos con generosidad nuestros recursos y por la que servimos a las personas que nos rodean no es para persuadirlo de que nos ame. Lo hacemos porque Él ya nos ama… y porque Él desea que ahondemos todavía más en el tesoro de Su bendición, en el gozo,
La respuesta permanente de un cristiano al evangelio es un flujo constante de continuo arrepentimiento.
Arrepiéntete y cree. Enjuaga y repite. Esto constituye una parte muy importante de la Recuperación de la Redención.

