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January 16, 2018
Las relaciones no siempre se pueden restaurar plenamente de este lado del cielo pero, cuando lo admitimos, no estamos acusando al evangelio.
Cuando no ocurre la restauración es porque alguien, en alguno de los lados de la ecuación, no se aferra a las promesas hechas por Dios. No están dispuestos a soltarse y comenzar a cantar la canción de la redención. Por lo tanto… «Si es posible» (lo cual quiere decir que a veces no lo es), «en cuanto de vosotros dependa» (lo que significa que ellos podrían no darte la respuesta que tú esperas), «estad en paz con todos los hombres» (es decir, probablemente sea hora de que tú comiences a hablar).
Hasta cierto punto, tal vez tengamos razón en alejarnos de la mayoría de esas confrontaciones, sobre todo de aquellas que lidian con pecados que nos causaron otras personas de manera directa. Es nuestra «gloria», dice la Biblia, «pasar por alto una ofensa» (Prov. 19:11).
Una de esas señales de advertencia es cuando empezamos a detectar en nuestro corazón lo que la Biblia llama una «raíz de amargura» (Heb. 12:15), cuando notamos que empezamos a sentir una real frustración y enfado con alguien, cuando perdemos la capacidad de relacionarnos con esa persona sin que, digamos, lo aborrezcamos hasta la muerte o al menos sin pensar en ella de una forma no muy amigable.
Un segundo indicador de que evitamos los conflictos de una manera que no es sana es cuando nuestra reacción instintiva ante las dificultades en las relaciones es huir del problema,
La razón es que el pecado es la lengua materna en todos los códigos postales. Al momento en que tú te mudas ahí, acaba de llegar un pecador más.
Al otro lado del espectro de las respuestas esquivas, claro, están las respuestas agresivas,
Evasión, agresión: quizás, a medida que fuiste leyendo, pudiste colocarte en algún punto de la escala.
Efesios 4:15 lo llama «hablar la verdad en amor».
cuando, como creyentes, acudimos a alguien para procurar el perdón de esa persona, el evangelio nos motiva a no quedar atrapados en defendernos a nosotros mismos ni ganar la discusión, sino a preocuparnos principalmente por restaurar la paz: de la manera en que Dios el Padre restauró la paz con nosotros
El amor barato es la clase de amor que evita, así como el amor barato también es el amor que golpea, da puñetazos, apalea y acumula. El amor verdadero, aunque probablemente te produzca una fuerte acidez estomacal, aunque prefiera que le peguen un golpe en el estómago antes de hacer lo que tiene que hacer, lo hace de todas formas.
Cuando otros lo hacen, nuestra respuesta más sana, incluso si no estamos de acuerdo o queremos discutir, es suponer que es probable que haya algo de verdad en lo que dicen y confiar en que Dios sacará toda impureza a la superficie mientras nos arrodillamos delante de Él y practicamos esto con nuestros hermanos en la fe. Eso no quiere decir que ellos tengan toda la razón acerca de nosotros necesariamente, pero somos sabios como para no descartarlo sin revisar nuestro corazón y comprobar si hay alguien más que nos haga la misma observación objetiva.
Mientras más lo pospongas, más difícil va a ser. Mientras más difícil sea, menos probable es que lo hagas. Si estás bastante seguro de que nunca te vas a arriesgar a ser el malo de la película, ni siquiera a costa de una relación deteriorada, ni siquiera ante el posible costo de dejar que alguien luche solo con su pecado, entonces tú andas contra la corriente de la redención; estás obstruyendo el camino a la libertad, tanto el tuyo como el de ellos. Te estás conformando con lo que el evangelio hizo por ti, sin que en realidad te importe lo que hizo por los demás. ¿Qué es una pequeña pérdida de
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Todo lo que haces en la vida se deriva de un deseo de experimentar gozo, placer, satisfacción, alivio, cosas que provienen de la familia de esa palabra.
Porque hay más gozo en un trabajo bien hecho que en un trabajo pospuesto. Así es.
El placer que se procura en la pereza es una mentira. Lo mismo sucede con la lascivia. La lascivia promete refrescar el alma, alterar el estado de ánimo y ser un acceso permanente al gozo.
gozo? Entonces trabaja como burro y mira hacia atrás y regocíjate en lo que Dios hizo a través de tu estilo de vida responsable y diligente. ¿Quieres gozo? Entonces invierte cada milésima de tus intereses románticos en aquella persona que sostendrá en sus manos todos tus recuerdos cuando tengas 75 u 80 años y quien todavía va a querer tomarse de tu mano cuando salgan como pareja.
¿Quieres gozo? Entonces espera que el Espíritu de Dios trabaje en tus diferentes conflictos y contiendas, trabajando al mismo tiempo también en unas cuantas cosas que hay en ti que están ocasionando esos mismos problemas —haciéndolo de la manera que solo Él lo puede hacer, lo cual es muchísimo mejor que cualquier cosa que tú puedas lograr si irrumpes con tu propia fuerza y tus propios planes.
No tienes que reprimir el deseo hedonista que te lleva al pecado y al egoísmo; solo tienes que redirigirlo hacia lugares donde ese deseo pueda finalmente dar en el clavo.
Epílogo La grandeza de Su Nombre Entonces, esa es nuestra versión de la cubierta del
evangelio. Comenzó entre las glorias, la libertad y la plenitud del Edén, en completa unidad de corazón y mente con nuestro Creador. Luego, nuestra conexión con Él se salió de las bisagras por culpa de la escurridiza intrusión del pecado en el hábitat humano. Y nos hizo más daño del que nosotros podíamos arreglar por nosotros mismos. No había una escalera de mano lo suficientemente alta, ni una pared contra la cual se pudiera sostener. Estábamos muertos y éramos inútiles por completo, estábamos condenados a
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