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estén algo pasadas de moda: era un
hermoso día de agosto del año 1913.
A las ciudades se las conoce, como a las personas, en el andar.
Arnheim y Ermelinda Tuzzi,
La señora se sintió indispuesta con algo desagradable en la región cardioepigástrica
Si alguna vez la claridad, la ciencia, la belleza abrían sus ventanas, era permitido gozar, entre muros de libros, la exquisita paz de la mansión de un letrado.
Esta mansión y esta casa pertenecían al hombre sin atributos.
los movimientos pendulares del alma
él así lo había imaginado al jugar a investigar lo imposible—
De ahí se podría deducir qué esfuerzo tan titánico supone el de un individuo moderno que no hace nada. El hombre sin atributos era en la actualidad uno de ellos.
No se podía tampoco distinguir entre lo que cabalgaba arriba y abajo, entre lo que avanzaba y retrocedía.
nada tiene que ver el amasijo de fuerzas con lo específico de la acción.»
le soltó un golpe tan rápido y fuerte como no es común en espíritus sumisos ni en estados de debilidad.
A la sazón contaba treinta y dos años de edad, y su padre sesenta y nueve.
persona; así se transformó, sin profundos cambios en su esencia, según decía su hijo, de simple maestro en preceptor de la nobleza.
transverberado.
profundo amor a la utilidad, por
Si existe el sentido de la realidad, debe existir también el sentido de la posibilidad
Quien quiere pasar despreocupado por puertas abiertas,
Este principio, vital para el viejo profesor, es un postulado del sentido de la realidad.
sentido de la posibilidad.
más bien imagina: aquí podría, debería o tendría que suceder; y si se le demuestra que una cosa es tal como es, entonces piensa: probablemente podría ser también de otra manera.
Así cabría definir el sentido de la posibilidad como la facultad de pensar en todo aquello que podría igualmente ser,
Como se ve, las consecuencias de tal dispo...
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en una tesitura más sutil, etérea, ilusoria, fantasmagórica y subjuntiva.
Lo posible abarca, sin embargo, no sólo los sueños de las personas neurasténicas, sino también los designios no decretados de Dios.
una posible verdad no equivale a una experiencia real unida a una verdad auténtica, menos el valor de la veracidad, sino que tienen, al menos según la opinión de sus defensores, algo muy divino en sí, un fuego, un vuelo, un espíritu constructor y la utopía consciente que no teme la realidad, sino que la trata mejor como problema y ficción.
nunca como ahora se ha hallado en estado de tan buena esperanza. Si se quiere distinguir de un modo sencillo entre hombres con sentido de la realidad...
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La realidad es la que despierta las posibilidades; nada sería tan absurdo como negarlo.
hasta que venga uno al que las cosas reales no le interesen más que las imaginarias. Éste es el que da a las nuevas posibilidades su sentido y su fin y el que las inspira.
Prefiere, por decirlo así, el bosque a los árboles; el bosque es algo difícil de definir, mientras que los árboles significan tantos y tantos metros cúbicos de madera de determinada calidad.
hombre con sentido normal de la realidad se asemeja a un pez que muerde el cebo y no ve el sedal, en tanto que el hombre con ese sentido de la realidad, al que también se puede llamar sentido de la posibilidad, lanza el anzuelo al agua sin saber si le ha puesto cebo.
Emprenderá acciones que significarán para él algo distinto que para los demás, pero pronto se dará por satisfecho, en cuanto consiga reducirlo todo a una idea rara.
repentizado
Y puesto que el disfrutar de atributos presupone una cierta deleitación en su realidad, es lícito prever que a alguno, que ni para sí mismo tiene sentido de la realidad, le llegue un día en el que tenga que reconocerse hombre sin atributos.
Austria, sin embargo, este asunto era más complicado, ya que los austríacos habían vencido también en todas las guerras de su historia; se sabe, sin embargo, que después de casi todas ellas habían tenido que ceder parte de su territorio.
soliviantó
Allí aprendió Ulrich a dar un alcance internacional a su menosprecio de los ideales ajenos.
viandante
El hombre moderno nace en la clínica y muere en el hospital: ¿debe vivir también como en una clínica?
¿es ésta la vida en que debe transformarse la mía?
Acababa de bajar de la luna y ya se había instalado como en la luna.
entre todos ellos se elige sólo un tipo al que se le destaca conforme al gusto del tiempo; a ése únicamente se le concede fortuna y hermosura, mientras todos los demás se esfuerzan por semejarse a él.
No teniendo motivos para lo contrario, se comportaba con dignidad.
igual al de una mujer que se da cuenta de que es amada por su cuerpo y no por su alma.
Cuando uno no pone ya en práctica aquello de lo que antes fue capaz, por estúpido que sea, es como si un ataque apoplético le paralizara una mano o una pierna.
y lleno de esa tiranía de lo eternamente anquilosado, de donde deriva la fatídica fascinación de cuadros vivientes, como si la vida recibiera de pronto un somnífero y se presentara rígida, coherente consigo misma, claramente limitada y, sin embargo, sin sentido dentro del todo.
reconstruyó con el pensamiento su aventura.
instantes. La edad tuvo la culpa, sus treinta y dos años; hostilidad y amor necesitan algo más de tiempo.
Muchísimos hombres se sienten hoy día en lamentable contradicción con otra infinidad de semejantes.

