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por eso es innegable que el más profundo apoyo que pueda encontrar el hombre en sus semejantes consiste en su rechazo.
Aquí se sonríe o se suspira. Ulrich, sin embargo, no hacía así. Odiaba esa conducta, mezcla de renuncia y de amor ciego, de algunas vidas, que toleran contradicciones y medias verdades como una tía solterona tolera las impertinencias de su sobrino.
así es que Ulrich se inclinaba en su moral más hacia el servicio de estado mayor que al vulgar heroísmo del obrar bien.
Al contrario, todo deportista sabe que debe entrenarse días antes de la competición con el fin único de que puedan ponerse de acuerdo sus músculos y nervios sin que la voluntad, la mente y la conciencia tengan después que intervenir.
Dos semanas después, Bonadea era su querida desde hacía quince días.
una colectividad todo camino conduce a un buen fin, si no se titubea y reflexiona demasiado. La meta está puesta a breve distancia, pero también la vida es breve; así se obtiene de ella el máximo rendimiento; el hombre no necesita más para ser feliz, pues el éxito conseguido da forma al alma, mientras que aquello a lo que se aspira sin conseguirlo tan sólo la retuerce; la felicidad no depende tanto de lo que se desea, sino de lo que se alcanza. Además, enseña la zoología que de un conjunto de individuos limitados puede resultar una especie genial.
La cosa nos tiene dominados.
desaparecida, que en tantas cosas fue modelo no suficientemente reconocido, allí había también velocidad, pero no excesiva.
En Kakania el genio era un majadero, pero nunca, como sucedía en otras partes, se tuvo a un majadero por genio.
catástrofe.
procedía en este país —y hasta los últimos grados de la pasión y sus consecuencias— siempre de distinto modo de como se pensaba, o se pensaba de un modo y se obraba de otro.
manifestaciones de un país simplemente por el carácter de sus habitantes. Un paisano tiene por lo menos nueve caracteres: carácter profesional, nacional, estatal, de clase, geográfico, sexual, consciente, inconsciente y quizá todavía otro carácter privado; él los une todos en sí, pero ellos le descomponen, y él no es sino una pequeña artesa lavada por todos estos arroyuelos que convergen en ella, y de la que otra vez se alejan para llenar con otro arroyuelo otra artesa más. Por eso tiene todo habitante de la tierra un décimo carácter y éste es la fantasía pasiva de espacios vacíos; este décimo
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Kakania era quizá un país de genios, y probablemente fue ésta la causa de su ruina.
Este hombre no podía acordarse, después de volver del extranjero, de un solo instante de su vida en que no hubiera estado animado del deseo de llegar a ser una persona distinguida;
es menos cierto que se trata de una aspiración muy bella y justa, sin la cual se hubieran dado probablemente pocas personas de relieve.
y en parte también porque los maestros presentaban a este tirano, que intentó devastar Europa, como el malhechor más facineroso de la historia.
adiestrarme en el oficio de la tiranía;
tales deseos son jesuíticos:
Había esperado encontrarse en un escenario de aventuras extrañas en el que él iba a ser el héroe, y de repente se vio, como un joven borracho, alborotando una amplia plaza vacía, sin nadie para contestarle a no ser el eco de las piedras.
que el hombre, frente a todo lo que precia de digno y noble, adopta una actitud menos moderna que las máquinas.
Es difícil decir por qué los ingenieros no son como les corresponde.
la insinuación de aplicar la audacia de sus pensamientos a sí mismos, en lugar de destinarlos a las máquinas, la hubieran considerado como la posibilidad de hacer con un martillo una monstruosa arma homicida.
Así terminó rápidamente la segunda y más concienzuda tentativa emprendida por Ulrich para llegar por el camino de la técnica a ser un hombre fuera de lo común.
Hemos conquistado la realidad y perdido el sueño. Ya nadie se tiende bajo un árbol a contemplar el cielo a través de los dedos del pie, sino que todo el mundo trabaja; tampoco debe engañar nadie al estómago con idealizaciones, si quiere ser de provecho, más bien tiene que comer chuletas y moverse.
Estaba enamorado de la ciencia por motivos más humanos que científicos.
Era la esposa de un hombre acreditado y la tierna madre de dos niños encantadores.
que más profundamente satisfacía sus exigencias espirituales era la idea de una existencia noble y tranquila junto a su marido y sus hijos, mientras que por lo bajo la apremiaba el oscuro reino del «no nos dejes caer en la tentación»; con su estremecimiento amortiguaba su esplendorosa felicidad y la convertía en tenue resplandor.
No era lujuriosa declarada, era sensual de manera semejante a como otras personas padecen otras molestias, por ejemplo, el sudar de las manos, o el cambiar fácilmente de color; era una disposición connatural, ante la cual se sentía indefensa.
En consecuencia, Bonadea llevaba una vida doble, como quien de día es un respetable ciudadano y en la oscura pausa de la conciencia sale de camino; si nadie la abrazaba, aquella serena y apuesta mujer se sumía en el desprecio de sí misma.
Pero en el intervalo pacífico de la crisis, en el arrepentimiento entre dos debilidades que le hacían sentir su miseria, estaba llena de honestos propósitos que no hacían fácil las relaciones con ella.
donde se discutía de problemas varoniles, y no de arte ni de amor. La única falta de aquel hombre, un tanto ingenuo, bonachón y jovial, era ser marido de su mujer, y hallarse con ella más frecuentemente que los demás en esa relación que en el lenguaje del código delictivo se llama íntima.
hablaba de él y de sus hijos en los momentos más inoportunos; nunca fue capaz de deshacerse totalmente de su persona.
quien así obraba y abusaba de su fragilidad le llamaba vil e indigno; pero el sufrimiento tendía sobre sus ojos un velo de húmeda ternura, cuando ella, según solía expresarse con científico desasimiento, se «inclinaba» hacia este hombre.
En lo tocante a Ulrich, hay que reconocer que él iba varios años adelantado a su tiempo.
en el enorme estremecimiento individual. ¿Cuántas veces se repitió todo esto?
Su marido puso una cara más estúpida que amable, y pareció dar un paso atrás en la lúbrica vacuidad de la música.
Al exhausto le seduce lo nocivo.
Nietzsche afirma que un artista que reflexiona demasiado sobre la moral de su arte, da muestras de debilidad.»
«Conservas todavía un aire virginal y heroico a un tiempo...»
«Tú no quieres a Walter —afirmó—; en realidad no eres amigo suyo.»
Cada uno quisiera liberarse de la embarazosa impresión de que el uno se ha cambiado al otro por sí mismo, y así nos prestamos el servicio de un espejo imperecedero y caricaturesco.»
Era difícil decir quién era Walter. Con sus treinta y cuatro años cumplidos, se presentaba como un hombre agradable, de ojos elocuentes y expresivos;
Pero por esta razón hubiera podido creerse que en toda su vida no llegó a ser más que un simple diletante polifacético;
hasta en los verdaderos genios y es en ellos donde podría, al parecer, faltar habitualmente.
de una inquietud y temor íntimos, y acosado por el ansia de volver al vagabundeo y para salvaguardar así la pureza de su íntima esencia antes de que enraizara donde se vislumbraba el engaño.
En efecto, mientras él sufría y combatía por la moralidad de su conducta espiritual, como corresponde a un genio, la fuerza del destino le reducía en círculo interior a la nada de la que había partido.
cada vez repetía con más energía que, en una época corrompida hasta en sus mismas raíces como la actual, un talento puro debería sin más abstenerse de crear.
La historia de su metamorfosis y de sus resoluciones era, al mismo tiempo, la historia de infinitos sufrimientos y delicias, cuyo premio era Clarisse.

