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De igual modo se dedicaba a la pintura. Desde sus quince años había tenido a Walter por un genio, pues había decidido no casarse más que con un genio.
Puede que esto fuera cruel, pero ella quería ser la compañera de un gran hombre y luchaba con el destino.
«Quién sabe si acaso no
está al tanto de todo y no dice nada.»
no se olvide que toda generación intenta destruir los resultados positivos de una época precedente creyendo mejorarlos, que la juventud anémica de semejante época se envanece de su joven sangre exactamente igual que la gente nueva de todas las épocas.
hombres de iniciativa práctica se encontraban con hombres de iniciativa intelectual.
sitio. La presunción de la juventud, para la cual los grandes espíritus son ejemplos en cuanto les sirven a su capricho, le pareció en aquel momento maravillosa.
Tan fuerte era en la juventud el instinto de brillar como el de ver claro; el recuerdo de aquel sentimiento oscilante de la juventud lo consideraba como una pérdida dolorosa.
se mantenía en una calma aburrida y pesada.
¿Languidecía acaso la vida? No; ¡se había hecho más poderosa!
grandes talentos representaron simplemente el papel de tipos originales;
¿Qué es, pues, lo que se ha extraviado?
Como si los hilos se desprendieran del ovillo.
aquello significaba para él la horrorosa huida de su corazón.
Walter no podía decidirse a mover un solo dedo.
en todo sano pesimismo hay que atender a la inexorabilidad para poderlo justificar.
ahora el siglo era inepto y él estaba sano.
Walter perseveraba en la lucha consigo mismo; y Clarisse le atormentaba. Ella no estaba para soportar críticas del tiempo; creía ciegamente en el genio.
Él le había importunado, perjudicaba a Clarisse, agravaba perversamente en ella aquello que Walter no se atrevía a tocar, la caverna del mal, lo que ella tenía de pobre, de enfermo, de funestamente genial, el espacio secreto, vacío, circundado de cadenas que un día podrían romperse. Ella entró y se presentó ante Walter, descubierta su cabeza y con el sombrero de jardín en la mano; él la miró. Los ojos de Clarisse escrutaron irónicos, limpios, tiernos; quizá demasiado limpios. Walter pudo advertir en su rostro una fuerza que a él le faltaba. Ya desde niña la había sentido como un aguijón que no
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¿No recuerdas cómo llegamos a la conclusión de que antiguamente, en lugar de la muerte y de la lógica mecanización, reinó la sangre y la sabiduría?»
«Ése es un hombre sin atributos.» —«¿Y qué es un hombre sin atributos?» —preguntó Clarisse sosteniendo la carcajada. —«Nada, sencillamente nada.»
no era idea original, era una asociación de palabras unidas entre sí bajo la eficacia misteriosa de un arranque; en su interior surgía a la vez un efluvio que escapaba a la conciencia.
Al terminar reconoció que Ulrich no expresaba más que ese ser deshecho que se manifiesta disperso en la vida de hoy.
¡Un hombre así no es un hombre!»
Dice que en la actualidad todo está encallado, no sólo él. Sin embargo, no lo toma tan trágicamente como tú.
Así como nadamos en el agua, flotamos también en un mar de fuego, en una tempestad de electricidad, en un cielo de magnetismo, en un charco de calor, y así. Pero todo es imperceptible. Al final sólo quedan fórmulas. Y estas fórmulas humanas son también indescifrables; eso es todo.
lavarse la cara en el desagüe de un fregadero.»
La misma cosa tiene cien lados, cada lado cien relaciones y de cada relación dependen multitud de sentimientos diversos. El cerebro ha podido afortunadamente distribuir así las cosas, pero las cosas han dividido el corazón del hombre.»
Lo que Ulo te cuenta es inhumano. Tenlo por seguro; cuando yo vuelvo a casa, todavía soy capaz de tomar café contigo, de escuchar el canto de los pájaros, de pasear un poquito, de cambiar unas palabras con los vecinos y de contemplar tranquilamente el ocaso de la luz. ¡Eso es vida!»
Walter había naufragado en el puerto. Su ternura se hundió en las aguas de la conmoción.
Su médula espinal quedó adormecida con el narcótico de la música; y su destino, aliviado.
a una prostituta de ínfima calidad,
bajo esa costra de suciedad se entorpece el alma.
y lo embaucará con su comedia hasta agotarlo,
con demasiado ruido para calmar la inquietud interior.
Caminaba tras la ruina, eso era todo.
Ciertos pensamientos son como cordeles que aprietan y atan con infinitos nudos brazos y piernas.
había avanzado un paso adelante la constatación de su culpabilidad.
«Estoy satisfecho, sí, aun cuando tenga que confesar que ustedes han condenado a un insensato.»
»Debes considerar, no sólo que has alcanzado ya una edad en la que otros se han asegurado una posición firme, sino que yo puedo morir en cualquier momento, y el patrimonio que te dejo a ti y a tu hermana, a partes iguales, aunque no es despreciable, no es tan grande como para que te pudieras permitir ocupar un puesto desahogado en la actual vida de sociedad; esto es cosa que deberías lograr más bien tú con tus propios medios.

