Lonely man
La forma de expresión más dura que tienen los empresarios no son los discursos flamígeros -que a menudo les salen mal, como el legendario “déjennos trabajar” de Ricardo Ariztía ante Ricardo Lagos- ni las formas de boicot -que suelen atentar contra sus propios negocios-, sino una mucho más sutil, corrosiva e insidiosa: el desinterés. No es ninguneo ni desprecio, sino esa delicada desatención que implica que un interlocutor ha perdido validez.
El ministro de Hacienda, Alberto Arenas, inauguró el Encuentro Anual de la Empresa el jueves 27 frente a una audiencia hirsuta, con numerosos asientos vacíos y la total ausencia de los grandes empresarios, los que tienen peso real en el PIB. Esto es inédito. No había ocurrido nunca en las reuniones de Enade ni en otras donde el empresariado se dispone a medir el peso de la máxima autoridad económica. Nadie desafió ni provocó al ministro: hasta donde se sabe, fue recibido con la gentileza usual. Sólo le quitaron el principal componente de su presencia: la expectación”.
El significado inesquivable es que los empresarios han dado por descontado al ministro de Hacienda, otra cosa inédita, y mucho más aún cuando ni siquiera cumple un año de gestión. Algunos lo dicen abiertamente, otros sotto voce. Y su percepción se confirma a sí misma con la ausencia, en el mismo encuentro, de otros altos funcionarios del gobierno que hubiesen podido representar el respaldo del ministro, aun con poca audiencia. Para los efectos del escenario, Arenas fue ese día un hombre solo.
Esto tampoco había ocurrido en los años recientes. Durante los cinco gobiernos posdictatoriales, el ministro de Hacienda fue el miembro más estable del gabinete. Excepto Eduardo Aninat, que dejó el gobierno de Eduardo Frei en sus meses finales, mientras arreciaba la crisis asiática, todos los demás -Alejandro Foxley, Nicolás Eyzaguirre, Andrés Velasco, Felipe Larraín- entraron y salieron de Teatinos junto con los presidentes con que asumieron. Casi se podría decir que, con la autonomía del Banco Central y las reglas de déficit fiscal, esa estabilidad ha sido una de las claves de la credibilidad de la economía chilena.
¿A qué se debe entonces el fenómeno del desinterés empresarial con Arenas? La respuesta corta es: la reforma tributaria. Fuera del gobierno, no hay nadie entre ellos que acepte que la reforma no ha tenido ningún efecto macroeconómico como ha insistido en sostener el ministro”.
Los empresarios le han restado credibilidad no por la reforma misma -cualquiera entiende que ella es parte del encadenamiento de reformas propuesto por el programa de Bachelet-, sino por la persistente negación de que ella signifique algo en el curso de desaceleración. Cosa similar ocurre con la insistencia en atribuir el declive de la economía al gobierno de Piñera.
Como respuesta al cada vez más deprimente cuadro de la economía, el ministro, y desde luego el gobierno, vienen ofreciendo al empresariado un nuevo impulso para la llamada “alianza público-privada”. Pero este fuego tampoco ha prendido. Aquí ya no se trata de que no le crean a Arenas, sino de que no advierten que su autoridad ordene o esté por sobre otros sectores del gobierno donde esa idea es resistida o francamente rechazada. Lo mismo ocurre con su anuncio de que la reforma laboral será gradual. Nuevamente en esto, Arenas parece un hombre solo.
Estas no son invenciones, sino las conversaciones reales del mundo empresarial. Pero el cuadro quedaría incompleto si no considerase también la dimensión clasista del juicio patronal. Antes que ser de derecha, de centro o incluso de izquierda, los empresarios pertenecen a las clases altas y tienden a medir a las autoridades según su grado de pertenencia a esos sectores. Hay que oír lo que dicen los corrillos de la elite acerca de la formación de Arenas para comprender en toda su profundidad el desagradable peso que tienen estas circunstancias.
Los empresarios han descontado a Arenas, pero todavía no descartan al gobierno. Obviamente, no pueden hacerlo sin romper con el espíritu democrático. Pero no es lo único y quizás ni siquiera lo principal. También han descontado, de facto, a la Alianza, a cuyos partidos ven sumidos en la división, la ineficacia política y, ahora último, un ambiente de imprudencias financieras que van camino al escándalo. Muchos de ellos no guardan un buen recuerdo del gobierno de Piñera y preferirían no apoyar su repostulación, a menos que no haya ninguna alternativa.
La ilustración nítida de esto es la altísima valoración que los asistentes a Enade han hecho de la intervención del ex canciller Alfredo Moreno, que pareció elevarse sobre las miserias locales y los ribetes ingratos de la coyuntura, algo que los empresarios admiran aunque ellos mismos no lo hagan casi nunca. Nadie debería extrañarse si Moreno empieza a figurar más allá de los límites de la actividad privada.
Ascanio Cavallo's Blog
- Ascanio Cavallo's profile
- 16 followers
