Capitán Jenny - Capítulo 22

Jenny se dispuso a hacerlo y a Nick se le dispararon los latidos del corazón. Si la leía, estaba condenado.
Ella rasgó el sobre, pero no llegó a sacar la cuartilla. Se le quedó mirando. Russell parecía relajado, como si no le importase nada. La comían las dudas sobre él porque no sabía qué pensar. Por un lado, se inclinaba a creer que él no había llegado al Melody Sea por casualidad, sino que había forzado la situación con la pelea en el puerto. Nick estaba lejos de parecer un muerto de hambre… y también lejos de asemejarse a un hombre de mar a pesar de su vestimenta. Había demostrado, desde que le embarcaran, que estaba acostumbrado a la lucha. Se defendió como un profesional, no solo contra Potter y luego contra el malogrado Roylan, sino contra los españoles. Pero algo no le cuadraba. ¿Dónde se había visto a un pirata solicitando libros para entretenerse? Y había otra cuestión: él arriesgó su vida por salvarla, cuando una de las normas en los abordajes era que cada uno se guardase sus propias espaldas.
Nick aprovechó su momento de aparente desconcierto para decirle:
-Leedla de una vez… si tanto os interesa lo que yo tenga que decirle a una mujer.
Jenny se irguió, sintiendo que se le subía el color a la cara. No estaba muy segura, pero sentía como si él acabase de tildarla de cotilla.
-No es mi…
-¿Queréis que os la lea yo?
-¡No me interesa su contenido! –se irritó ella.
-¿Que no? ¡Por Dios bendito, señora mía! –Nick se le acercó más- ¿Queréis hacerme creer que os habéis presentado en mi habitación, con una carta que ya debería estar camino de Tortuga, y no estáis interesada en su contenido? Cualquier ramera del puerto hubiera inventado una excusa más inteligente para colarse en mi cuarto y…
La bofetada que recibió sonó como un trallazo.
Nick se rebeló contra el golpe al segundo siguiente. Y lo hizo del único modo que podía. En realidad, del modo en que deseaba batallar con aquella mujer vestida de varón, desde el primer momento en que la viera. Atrapó la mano aún levantada de Jenny, le retorció el brazo a la espalda y la pegó a su pecho. Durante un instante se miraron a los ojos. Luego, Nick bajó la cabeza y atrapó la boca de ella en un beso rabioso.
Lejos estaba él de adivinar la reacción de la muchacha y se quedó perplejo. Porque en lugar de luchar contra él, Jenny respondió a la caricia con todo su fervor, y hasta tomó el mando. No desaprovechó él la oportunidad de saborear aquellos labios que se le ofrecían e intensificó el beso hasta que ambos necesitaron aire.
Cuando por fin se separaron, los dos respiraban entrecortadamente. Ella tenía las mejillas arreboladas y sus ojos eran dos pozos verdes y brillantes que desarmaron a Nick por completo. Se apartó de ella con brusquedad y se tumbó en el lecho, boca abajo.
-Lo siento –dijo-. Estoy bastante borracho, capitán. Espero que pueda disculparme.
Jenny se llevó la mano a los labios. Un escalofrío le recorrió la espalda y sintió que las rodillas apenas la sostenían. Clavó sus ojos en la espalda de Russell. Deseó que él abandonase su dejada pose, se levantara y volviera a besarla. Lo deseó como nunca había deseado a nadie. Pero no podía dejarse llevar. Sacudió la cabeza para echar de su mente esos pensamientos y, viendo que aún tenía el sobre entre sus dedos lo lanzó hacia él.
-Olvidaré lo ocurrido, señor Russell –le dijo abriendo la puerta-. Os debo la vida y yo siempre pago mis facturas.
-¡A la mierda con eso! –exclamó Nick, incorporándose y mirándola.
Apenas soltar el exabrupto se mordió los labios. ¡Maldita fuese! Él no quería el agradecimiento de aquella arpía, quería su entrega. Ese sentimiento absurdo hacia una mujer de la que apenas conocía nada, era lo que le había impulsado a jugarse la vida por salvarla. Estaba aturdido. Hasta entonces, ninguna mujer había ocupado completamente sus pensamientos. Sin duda, las largas horas en el mar lo habían vuelto idiota, pensó.
Volvió a dejarse caer en el colchón y pidió:
-Por favor, capitán, déjeme solo.
No la escuchó salir, pero cuando tomó valor para levantarse, ella había desaparecido y la carta para Simmons yacía olvidada en el suelo.
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Published on February 13, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.
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