Elvira Lindo's Blog, page 39
June 2, 2015
El Arte de Irse
Hay edades para todo. Siempre se ha dicho. Hay una edad para luchar contra los tópicos, y está bien que así sea. Y otra en que se va admitiendo que algo de razón llevaban. Con una furia ciega yo me negaba a admitir la vieja creencia de que el pecado español es la envidia; de la misma tozuda manera, me resistía a creer que debiera haber una edad de jubilación en la vida pública. Luché contra esos tópicos por escrito pero, como tengo la suerte de poseer un cerebro flexible, ahora, por escrito también, voy a llevarme la contraria. EL ARTICULO SIGUE AQUI ->>
June 1, 2015
La Cara B
Pero hay una cara B de la Feria de la que poco se habla. Lógico, la cara A es más luminosa y además cierta: cualquiera puede escribir palabras vibrantes sobre la lectura. De la cara B no se habla porque a nadie interesa. EL ARTICULO SIGUE AQUI >>
May 29, 2015
Aguirre en las Cruzadas
A la hora de escribir esta columna me impongo una condición innegociable: “Evitar los lugares comunes por muy populares que sean”. Hay un lugar común que en estos días brota de la boca de muchos opinadores, aunque cada uno lo exprese como si fuera un pensamiento que acaba de inventar. Se dice y se repite que el cambio que a punto está de producirse tiene nombre de mujer. Manuela, Mónica, Ada. Y yo me pregunto a qué genero, bromas aparte, pertenecían estas otras que respondían al nombre de Esperanza, Rita o María Dolores. Cuando los barones reaccionarios tratan de desprestigiar a una mujer que no les cuadra ideológicamente la tildan de mostrenca, de ambiciosa, de poco femenina. EL ARTICULO SIGUE AQUI >>
May 26, 2015
Vivir Sin Comer
Cada vez es más frecuente compartir mesa con personas que consideran que han de informarte de los nutrientes que contiene cada alimento que hay sobre el plato. Si pides sardinas te recuerdan su alto contenido en Omega-3; si la cosa va de brócoli cómo obviar sus propiedades anticancerígenas; si se come con té (cada vez más frecuente) se celebra su potencial antioxidante y diurético; si la ensalada lleva nueces se comenta el poder energético y las bondades cardiovasculares; si se trata de salmón hay que recordar que con cada bocado estamos dándole la patada al colesterol malo; el kale aliñado con un poquito de aceite no engorda, sacia y nutre como ninguna otra col; si preparamos una tortilla blanca, sólo con claras, nos deshacemos de aquello que nada aporta y sólo engorda, y así hasta el infinito. Yo, lo confieso, no puedo con tanto. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ – >>
May 22, 2015
La Desnudez de los Hijos
Me acordaba vagamente de aquellas fotos y también de la polémica que se desató con ellas. Eran imágenes de niños desnudos en el campo salvaje de Virginia. Dos chiquillas y un niño, tres hermanos, despeinados, asalvajados, bañándose en un lago, bailando sobre la mesa, vomitando, haciendo pis sobre la tierra, comiendo, abandonados al sueño. Eran fotos en blanco y negro, parecían haber sido tomadas en un tiempo no fechado, en el universo atemporal de la infancia. Tenían una precisión perturbadora, las había tomado alguien en quien los niños confiaban, tanto como para posar con descaro y mostrarse tal cual vinieron al mundo ante la cámara. La autora de esas imágenes era su madre, Sally Mann, una artista sureña admirada por muchos amantes de la fotografía y denostada con furia por los reaccionarios o por esos progresistas que en aras de la protección de la infancia son capaces de señalar a cualquiera como abusador o abusadora de niños. Sally Mann, esa fotógrafa que a finales de los noventa fue acusada de utilizar la desnudez de su hijos para tocar la gloria, es hoy una mujer de 64 años, atractiva, fuerte y delgada, con unos ojos azules y una melena blanca indomable que le otorgan un aire juvenil. He ido a verla a un teatro de mi barrio, el Symphony Space, acompañada del fotógrafo Fernando Sancho, los dos somos seguidores de su obra. En el patio de butacas se respira admiración y reverencia hacia esta mujer que desafió a aquellos que piensan que un niño desnudo invita inevitablemente a la pedofilia. En primera fila, está una de sus hijas, Virginia, una mujer ahora, que a los cinco años se vio arrastrada por la polémica cuando el Wall Street Journal reprodujo uno de las célebres desnudos de los niños de Sally añadiéndoles, muy retorcidamente, la banda negra sobre los pezones y el pubis. Una manera maliciosa de acusar a la artista de explotación de la intimidad de sus propios hijos en un país obsesionado por el sexo hasta el punto de convertir en algo sucio el cuerpo de una niña pequeña. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
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