Zoé Valdés's Blog, page 3177

December 20, 2010

December 19, 2010

Trocadero ciento sesenta y dos. Retrato de José Cemí.

Oculten el cenicero donde la mano magnífica


apoyó la flauta de humo,


no quedará un vacío implorante,


el azar salvará el contorno de la huella.


Tamborilean los dedos sobre el aliento reservado


que empaña el cristal de Murano


y el pecho se define dentro de la camisa


suspendiendo la risa que lo agota.


Queso y miel derramará el eclipse de luna


sobre el abandonado sillón


y el aire serenado de Salinas le apaciguará el paladar.


Baila el eco sobre el centro,


allí donde en un punto se fuga el humo.


Toleraremos la ausencia y recogeremos


piedrecitas vivas y febriles.


Que no oculten el sereno don coloquial,


que no oculten el sofocado coche,


al viajero salmantino que se abraza a la campana


de la única torre.


Rodea al retrato luz no usada


y el tabaco tiembla dentro del susurro.


 


Zoé Valdés. Del poemario Todo para una sombra, 1986.



Filed under: Literatura Tagged: José Lezama Lima
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on December 19, 2010 06:18

Los espacios imaginarios.

Para José Lezama Lima


 


Nos nombra


y asistimos al escondite


al inexistente elemento.


Nos piensa indiferente,


jugamos con su insinuación,


exorcizados.


Nos escucha,


nos pide el cuerpo,


nos devuelve nuestra sombra en mármol.


Ya somos las estatuas del aire.


 


Zoé Valdés.


Del poemario Todo para una sombra. Publicado por Taifa, Barcelona, 1986.



Filed under: Literatura Tagged: Barcelona, José Lezama Lima, Taifa, Zoé Valdés
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on December 19, 2010 03:49

December 18, 2010

Un día como hoy (hace 100 años) nació la poesía en Trocadero 162.

UN DÍA COMO HOY NACIÓ LA POESÍA EN TROCADERO 162



"Trocar, Trocadero, anapestos, trocaico, se deciden…"


José Lezama Lima



Pude haber palpado el colchón de la cuna en la que dormiste de niño


Porque entré en tu cuarto, aparecida y sombreada


Abracé el caballito de madera, allí donde balanceabas las piernas de


Los fugados hacia el muro del Malecón y las catilinarias


Desbocadas en la boca del Cemí


La tinajera y los dedales oyeron la melodía etrusca que yo oí


La mujer abrió el álbum de fotos y me indicó tu rostro


Eras el mismo señor      sereno de bolsillos de alforjas


y yo la misma niña detrás de los ojos almendrados


Tirándote migajas desde el Parque de los Enamorados


Después hecha un ovillo a los pies de la estatua de la Luz y Caballero


La mujer sorda subió su cuello de encaje el día en que te entregó el


Cake por tu cumpleaños de la parte de su hijo


Ella fumaba igual que tú tu tabaco     lo de ella era el cigarrillo


entre los labios violetas y la ceniza terca


Regada sobre la pechera de su blusa de hilo blanca


El dios Neptuno de la calle Empedrado movía los brazos


De piedra y humo y pergamino


Imperceptiblemente nadaba y el océano se retenía en un ojal


De aquella camisa que le gustaba a María Luisa con pétalos


en los entresijos y dobleces    y piedras celtas    y alpiste


En el Boulevard Bourdon donde se sentaron Bouvard y Pécuchet


Evoco tu nacimiento y tu respiración embalsamada en aceites


Pomadas hierbas en las manos de Baldomera-Baldovina


Mira, mira, el canario abatido en los guayabales


Barnizo con alquitrán la viga que sostiene el techo del cuarto


El padre Gaztelu escribe aquel poema extraño en el Seminario


de San Carlos y San Ambrosio    y me entrega el manuscrito


una vez archivado en su tetilla izquierda


y se difuminan sus greñas teñidas con azul de metileno


al papel carbón de Ramón y el monaguillo


Abajo te espera para conducirte a la iglesia de Bauta


Juntos vuelven a abrir el capó del vehículo


lo que se convierte en un juego infantil entre todos esos poetas


de los orígenes del exilio y de la duda cartesiana


O la palabra pascaliana


Tu casa era un burujón de cartas, una montaña de libros, y cuadros


Y versos de leche


A relieve en una pared húmeda y carcomida por los ratones  y huracanes


Y las cucarachas a las que les leías Fragmentos a su imán


O describías a Eloísa tu Inaca Eco Licario


Hubo además alacranes analectas del reloj sombríos cataclismas


Enervantes rapsodias y un ampollado bolero de Ravel,


Demonios de Paul Claudel, Satie y la cruda belleza de Béla Bartóck


Sumidos en la lectura de Marcel Proust cuya melodía salpicaba ciruelas


Los diablillos sonreían   echaban a andar en puntillas


Aún resuenan sus pasos en los travesaños


Palmaditas de jardines donde las muchachas se pasean a horcajadas


Encima de los cisnes          amazonas escarmentadas cinceladas


En oro y canela           ecuaciones melancólicas trajinadas


Repentinas y drogadas con cianuro y almidón


Naciste y contigo la virgen por fin tuvo a su poeta


Eras el padre de su hijo    y también su hijo    y ella sabía


Que sólo huyendo de tu deseo podía aplacar tu sed


Y ella anudar su latido con un trago de absenta


Entonces colocó la túnica azul encima del espasmo


Del pecho congestionado por el asma que te hizo escribir


Como un dios atareado en soplar nubes


En medio de un paraíso de excrementos


Como el vidriero veneciano creador del frágil destino de Marco Polo


Yo estuve allí donde el suelo se hunde y el cenicero de Murano


Sobrevivía a tus atuendos de cazador de fábulas


Yo hundí el dedo en el tokonoma y en el corazón del pájaro


Que revoloteaba en el pasillo, entre los manteles blancos


Tendidos al sol, abrumado por la demasiada penumbra


De la noche que describías como un lapislázuli


Moldeado y pulido por la sombra


Licuados mis dedos mojaron las cartas del joven machetero


Que te escribía admirado desde lo más recóndito


De aquel campo cañero y que ansiaba conocerte mientras


Los demás se empecinaban en manchar lo que significaba


Que hubieras nacido entre columnas salomónicas


Envuelto en el zurrón de zafiro de la poesía


Durante más de treinta años te he escrito cartas


Poemas apenados dramas arrepentidos


Y toda suerte de escritos declaraciones bromas seriedades


Llantos carcajadas enfermedades amoríos traiciones


Durante más de treinta años he presentido


Que frecuentabas adolorido la carne porque eres el poeta del deseo


De la imago del conocimiento más que de la sabiduría


Eres el maestro de la nada que es sólo la nada


Lo que pudiera interpretarse como que en Cuba sólo hay dos José


Que murieron asesinados por esa misma nada obscena


José Martí y José Lezama Lima


Durante más de cien años los he esperado a ambos


Sobrecogida entre sueños nebulosos y atribulados


Sofocada mientras empinaba aquellos versos de Mallarmé


O los preferidos tuyos de Rimbaud:


Oisive jeunesse à tout asservie


Par délicatesse j'ai perdu ma vie…



Zoé Valdés. 19 de Diciembre del 2010.


Béla Bartók:




Filed under: Arte, Cultura, Literatura, Música Tagged: José Lezama Lima, José Martí, Marcel Proust, Paul Claudel
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on December 18, 2010 17:35

Zoé Valdés's Blog

Zoé Valdés
Zoé Valdés isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Zoé Valdés's blog with rss.