Nieves Hidalgo's Blog: Reseña. Rivales de día, amantes de noche, page 37

October 6, 2016

Un vídeo con todas mis novelas

Hoy comparto con todos vosotros el precioso vídeo que Rociodc ha hecho para presentar todas mis novelas. ¡¡¡Gracias, Rocío, me encanta!!! 

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Published on October 06, 2016 02:13

October 4, 2016

El perfume y los cosméticos

Os invito a que leáis el artículo que he realizado para El Rincón de la Novela Romántica sobre el perfume y los cosméticos.


¿Sabías que...? El perfume y los cosméticos

Ella suele oler a rosas o a jazmín; él, a sándalo. Es lo que nos encontramos la mayoría de las veces en las novelas románticas de época, pero ¿qué sabemos acerca de los perfumes y los cosméticos a lo largo de la Historia? Si me acompañáis un ratito, os cuento lo que he averiguado.

La palabra perfume proviene del latín y hace referencia al aroma que desprendían ciertas sustancias al ser quemadas. A lo largo del tiempo se han utilizado diferentes productos para conseguir perfumes, desde musgo hasta agua de flores.

Vayamos hacia atrás... Sigue leyendo pinchando aquí.
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Published on October 04, 2016 04:49

October 1, 2016

Algunas opiniones sobre Brezo blanco






En esta ocasión, y dado que recientemente ha salido a la venta en papel mi novela Brezo blanco, os traigo algunas reseñas sobre ella.




Trata sobre unos escoceses enmarcados en el reinado de Jacobo I de Escocia (1406-1437). Ante eso, poco podemos decir excepto que nos gustan las historias sobre escoceses, sí, pero como los de antes. Y con eso queremos decir que "Brezo blanco" se engloba dentro de esas novelas escocesas que leíamos en nuestros inicios (a la sazón de hace quince o veinte años) y que tanto nos gustaban; esas que hablaban de clanes rivales, disputas, guerras y conflictos sin necesidad de saltos en el tiempo.
"Brezo blanco" es lo que es: una historia sencilla y fácil de leer que no aburre en ningún momento, sin exceso de datos históricos y batallas interminables de por medio, unos secundarios que son fáciles de querer y lo principal: una historia de amor que encanta. Sigue leyendo pinchando aquí.


Una historia sencilla, ambientada en las Highlands y con escoceses por doquier, y solo puedo decir que lo he pasado genial leyéndola.
Los protagonistas tienen una química impactante, él parece un bruto de las Highlands pero tocando las cuerdas adecuadas se convierte en un osito. En el fondo Kyle guarda aún mucho dolor por el daño que le hizo una mujer. Hasta que llegue Josleen, una joven que no se deja amedrentar aunque por dentro esté muerta de miedo. Ambos son tercos y valientes, aunque quizá Kyle lo pase un poquito peor hasta que se acostumbra a Josleen, y lo que me he divertido leyendo cómo se ha llevado a cabo esa "convivencia". Sigue leyendo pinchando aquí.
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Published on October 01, 2016 06:58

September 26, 2016

Sorteo de un ejemplar de Brezo blanco

En mi página de autora de Facebook estoy realizado el sorteo de un ejemplar de Brezo blanco. Si estás en Facebook y quieres participar puedes hacerlo pinchando aquí.

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Published on September 26, 2016 04:18

September 24, 2016

Preciosa reseña de Reinar en tu corazón

 



Esta vez es una amiga y colega, Ana F. Malory, quien ha hecho en su blog, De todo un poco..., una preciosa reseña de mi novela Reinar en tu corazon, libro 2º de la saga los Gresham. ¡Gracias, Ana!



Maravillosamente bien escrita (soy fan incondicional de la prosa de esta mujer), con una trama trepidante, que no decae en ningún momento, que a cada vuelta de hoja sorprende con nuevos acontecimientos y mucha acción. La química, la atracción entre los protagonistas, magnífica. Esa mezcla entre el quiero pero no debo, el deseo y el rechazo, el afán de protección y la desconfianza… emociones, sensaciones, pensamientos y hechos que van desvelando la personalidad de este par de tortolitos. Tercos, decididos, valientes, apasionados… son tal para cual. Sigue leyendo pinchando aquí.
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Published on September 24, 2016 09:41

September 22, 2016

Vientos de cólera © (Extracto del capítulo 2º)



Mientras el traqueteo del carruaje gobernado por Nicolás la llevaba hasta Atlanta, Robin recordó las palabras, los lloros y agradecimientos de Leonie y Laurabell. Le sabía mal tener poder sobre ellas solamente por haberse casado con un yanqui. Odiaba que las gentes del sur tuvieran que suplicar hasta por un trozo de paz y deseaba que aquella maldita guerra finalizara de una vez. Perderían, eso ya era seguro, pero al menos acabarían las muertes. A fin de cuentas eran una nación y deberían firmarse acuerdos. Volverían a trabajarse las tierras, tendrían que levantar las ciudades destrozadas por los cañones y habría de nuevo trabajo para todos.
Cuando el carruaje frenó, no esperó ayuda y saltó a tierra por sí misma, maldiciendo la amplitud de sus faldas que se engancharon en una rueda. Odiaba vestir de mujer y añoraba sus pantalones amplios y su chaqueta de corte masculino. Se arrebujó en la capa y metió las manos en el manguito de piel, regalo de Patrick.
—Ve a calentarte —le dijo al negro—. Si te quedas aquí pillarás una pulmonía. —Echó un vistazo al cielo, que amenazaba nieve—. Volveré pronto.
Nick asintió y se dirigió al final de la calle, donde tenía un par de amigos que se unieron al ejército del norte y que ahora, libres de sus anteriores amos, habían abierto una pequeña taberna.
Robin entró en el oscuro edificio y un hombre joven vestido de uniforme le saludó y le cedió el paso.
—Buenas tardes, señora Wisse.
—Buenas tardes, soldado. ¿Está mi marido?
—Sí, señora —le sonrió. Como tantos soldados, echaba de menos la conversación con una dama hermosa y no le cabía duda de que la esposa del mayor lo era—. Hoy se la ve muy bonita, si me permite decirlo.
Robin le sonrió a su pesar. Aquellos muchachos no tenían la culpa de lo que hacían unos cuantos políticos, se dijo. Eran como los jóvenes de su amado sur y habían ido a la guerra por ideales equivocados. Como siempre que se iba a una guerra. Durante siglos había sido igual. Se preguntó si alguna vez el ser humano dejaría de hacer el idiota y aprendería de sus errores.
Llamó a la puerta del despacho de Patrick y entró sin esperar. Él estaba inclinado sobre la mesa, revisando mapas. A su lado estaban el capitán Berston y otro hombre al que no conocía. Los tres alzaron la cabeza para mirarla.
—Lo dejaremos para otro momento si no les importa, caballeros —les despidió—.
Robin se sintió una intrusa. Sonrió estiradamente al capitán e hizo una ligera inclinación de cabeza al otro. Cuando la puerta se cerró, miró a su marido con burla en los ojos.
—¿Planeando el mejor modo de acabar con el Sur?
Patrick se tragó la respuesta, tomó un cigarro, lo mordió por un extremo y lo encendió con una astilla de la chimenea. Ella se acercó al fuego, dejó el manguito sobre la repisa y estiró las manos hacia el fuego.
—¿Esto es una visita de cortesía? —le preguntó él—.
Se giró para mirarlo. Hacía días que Patrick no aparecía por Roble Oscuro y se le notaba la falta de sueño por las ojeras alrededor de los ojos. Al menos llevaba dos días sin afeitarse. Guerrera y camisa se veían también descuidadas.
—No tienes buen aspecto —le dijo, sin saber cómo encauzar el problema que la había llevado hasta allí.—
—Una esposa no me vendría mal —gruñó él—.
Robien encajó los dientes. Sabía a lo que se refería y no podía culparle por la puya. Patrick tenía aún la casita alquilada en la ciudad y ella, como su esposa, debería haberse quedado a vivir con él. Pero se negó a ello y estaba aún en Roble Oscuro.
—He venido a pedirte algo —atacó de frente—.
—Oh.
—¿Es todo lo que tienes que decir?
Los ojos dorados la taladraron.
—¿Tengo algo más que decir? Tú pides y yo concedo, creo.
—Al menos podías haber preguntado por la salud de mi madre y…
—Conozco su estado de salud, Robin —le cortó—. Aunque no vaya a la hacienda, estoy informado.
Robin se dejó caer en una silla.
—Me preocupa.
—¿Ha pasado algo?
—Nada en concreto pero…Desvaría. A veces se refiere a ti como si fueras Mark. Creo que se está volviendo loca.
—No lo está —zanjó. Atravesó el cuarto, tomó una botella de güisqui y se sirvió dos dedos en un vaso. Miró a Robin—. ¿Quieres? —ella asintió y le acercó el vaso, poniéndose después otro para él. Luego se acomodó en su sillón y puso las botas sobre la madera de la mesa—. No estorbo, no lo está. Se curará en cuanto pueda sacarla de aquí y la vea un buen médico.
—¡Sacarla de aquí!
—Eso he dicho. Por ahora no es posible, debo quedarme a recibir nuevas órdenes. Pero en cuanto termine, tía Clementina vendrá al norte y la verá un especialista.
—Viajar al norte…
—A New York.
Ella se removió inquieta. No se le había ocurrido pensar que él fuera a marcharse.
—¿Cuándo calculas que te irás?
—Deberías hacer la pregunta de otro modo. Cuando me marche de Atlanta, tú vendrás conmigo.
Ella se quedó de una pieza.
—¡No pienso irme de de Roble oscuro!
—Vendrás.
—¡Ni lo sueñes!
—Estás casada conmigo, ¿recuerdas?
—Sólo porque eres un bastardo que informaste a mi padre de tu abuso.
—¡Por el amor de Dios! —explotó él, incorporándose— ¡No abusé de ti, Robin! Pequeña víbora, no lo hice solo. Y sí, informé a tu padre de nuestro… devaneo, porque era mi obligación. ¡Soy un hombre de honor!
— Y ¿qué has conseguido con eso?
—Poca cosa —gruñó él—. En todo caso, amargarme la vida.

(Extracto del capítulo 2º)


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Published on September 22, 2016 12:08

September 21, 2016

Más sobre Lo que dure la eternidad


 



Del blog Recóndita atracción me llega esta preciosa entrada sobre Lo que dure la eternidad. ¡Gracias, Marta!




Ni con palabras, ni actos, porque hay cosas que ni lo terrenal puede compensar. Por lo pronto se ha ganado mi fidelidad eterna. Porque no hay obra suya que no tenga en casa. Y lejos de creerme mas que nadie, soy una de sus mas acérrimas fans. Sigue leyendo pinchando aquí.




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Published on September 21, 2016 09:32

September 20, 2016

Reseña de El Ángel Negro





Si aún no has leído El Ángel Negro, Carmen, del blog Libros escondidos, te da un montón de motivos para que la leas. ¡Gracias por la reseña, Carmen!




Miguel es un hombre amargado debido a todo lo que le ha sucedido desde que abandono su querida España, ha jurado hacer pagar a los ingleses por todo el mal que le hicieron tanto a él como a su familia. Así que ven en Kelly la víctima ideal para llevar a cabo su venganza. La historia de amor entre ambos es una lucha de voluntades, cada cual es más orgulloso, terco y tozudo.
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Published on September 20, 2016 09:22

September 16, 2016

Vientos de cólera © (Extracto del capítulo 1º)


Robin se dejó suelto el cabello, metió los dedos entre la sedosa y oscura mata, los sacudió y suspiró con deleite. Clavó sus verdes ojos en el horizonte y añoró los tiempos pasados, cuando podía pasarse horas pensando en el vestido que se pondría para una fiesta, en el sombrero que compraría o en los zapatos que encargaría. Todo eso había quedado atrás y ahora sólo le preocupaba seguir adelante, procurar el sustento a los que vivían en Roble Oscuro, evadirse de las babas de los yanquis y seguir ayudando a sus amigos rebeldes.
—¿No tienes sueño?
La voz de Patrick la hizo respingar. Giró la cabeza y le miró con el ceño fruncido.
—Pareces un gato, no te oí llegar. —Estaba muy atractivo con la chaqueta abierta y el cabello revuelto—.
Sin decir nada, él se acomodó a su lado, como hiciera tantas veces años atrás. Pero ahora las cosas habían cambiado. La tirantez existía entre ellos desde que se presentara en Atlanta como enviado del ejército de la Unión para hacerse cargo de la ciudad. Su compañerismo había desaparecido y ahora eran casi dos extraños. Claro que en realidad ¿les unía ya algo? ¡Eran los mismos desde que el norte y el sur se enfrentaran en aquella guerra fratricida que parecía no finalizar nunca? Sacó la pitillera y se puso un cigarrillo entre los labios.
—¿Me das uno?
Alzó las cejas y la observó un segundo. Luego, encendió el que sacara, se lo tendió y encendió otro para él.
—¿Desde cuándo fumas?
—¿Te importa?

No le respondió. Desde luego, no importaba. Fumar se estaba convirtiendo en una moda entre las mujeres. Lo que le fastidió es que aquella chiquilla a la que él protegiera cuando estaba en Roble Oscuro había desparecido para siempre. Era un estúpido por pensar en encontrar a la misma Robin de hacía años, cuando tantas cosas habían cambiado. Ella había crecido. Se había hecho mujer entre los sinsabores de la guerra, madurado entre la escasez y las necesidades, entre las noticias de las derrotas del sur y las indeseadas victorias de la Unión.
—Robín, tendríamos que hablar…
—¿De qué?
—No sé. De todo. —Se sintió turbado ante aquella mirada fría—. De si puedo hacer algo más por vosotros.
Ella dejó caer la cabeza y soltó una carcajada y él la miró embelesado. Su rostro era oro fundido en la creciente oscuridad y sus ojos relucían como los de un gato. Su boca era más jugosa de lo que recordaba. La garganta delicada, el cuerpo cimbreante, el cabello oscuro, largo hasta la cintura…
—¿Te parece poco lo que has hecho ya? —le preguntó cuando se quedó seria—. Míralo de esta forma, hombre: hasta ahora no éramos más que otra de las pocas familias decididas a quedarse en su hogar a pesar del invasor. Con su orgullo intacto. Ahora, con tu llegada, tus regalos, tu comida y tus ropas, nos has convertido en la comidilla de todos nuestros amigos y vecinos. —Contenía la rabia—. ¡Nos has convertido en traidores al sur!
Patrick se incorporó y quedó en pie frente a ella. Lanzó el resto del cigarrillo y clavó sus ojos dorados en Robin. La hubiera abofeteado por aquellas palabras.
—No era mi intención. Lo siento, si lo ves de esa forma.
—Y ¿cómo quieres que lo vea? —le gritó—.
—Sólo he tratado de hacer vuestra vida más fácil.
—¡Podías haberte guardado tu ayuda! ¡Podías haberte ahorrado tus regalos y dejarnos en paz! A ver si te entra una cosa en esa cabeza de tripa azul que tienes, Patrick: ¡no queremos nada que provenga de los yanquis!
Perdió la paciencia de la que hizo gala hasta entonces. Había soportado demasiado sus pullas, su desprecio. ¡Maldita sea! Le quitó el cigarrillo de la boca de un manotazo y la alzó para tomarla por los hombros.
—Escucha. No tengo la culpa de esta mierda de guerra, ni de estar en el bando contrario, ni de la muerte de Mark. Yo quería a mi primo. ¿Crees que no lloré cuando me dieron la noticia? ¿Crees que no he lamentado mil veces que los nuestros estén en bandos separados?
Robin se apartó con un gesto brusco.
—¿Qué puede importarle todo eso a un tripa azul?
—Ya entiendo. Lo que te irrita es que yo sea militar. Te importa poco todo eso de la reputación y las habladurías. ¡Cuándo te ha importado! Antes de que estallara la guerra no eras lo que se dice una damita, siempre te saltaste las normas y te portaste como un macho cabrío. ¡Mírate, no has cambiado en nada a ese respecto! Te importa un carajo si he puesto el nombre de los Coulder en entredicho. Lo que realmente te irrita es que un mayor yanqui devuelva a Roble Oscuro un poco de su anterior condición.
—¡Maldita la falta que nos hace eso! ¡Yo podría haberlo hecho!
—¿De veras? —La agarró de nuevo de los brazos y la zarandeó—. ¿Qué hubieras sido capaz de hacer para conseguirlo, para dejar vuestro orgullo intacto?
—¡Todo!
—Por Dios… Tío Orase estaba a punto de desaparecer como un fantasma, tía Clementina ha perdido la razón. Los trabajadores no tenían ropa ni comida… ¿Qué ves de malo en mejorar un poco vuestra vida? A fin de cuentas, en otro tiempo, yo pertenecía a Roble Oscuro.
—Tú lo has dicho, Patrick —le contestó con la mirada acuosa—. En otro tiempo. Ahora ya no perteneces a esta tierra herida por las botas de tus hombres y regada con la sangre de los nuestros.
Había tanta rabia en sus palabras que la soltó y retrocedió un paso. La guerra la había cambiado demasiado. Les había cambiado demasiado a los dos.
—Si me demuestras que alguien puede cuidar de vosotros, Robin, me marcharé.
—Yo he cuidado hasta ahora de todos.
—Lo has demostrado, sí. Has mantenido a los trabajadores, has pagados los impuestos… pero hay otras cosas.
—¿Qué cosas?
—Atlanta es una ciudad tomada. Ya no impera el orden de vuestro bendito sur. Hemos llegado los yanquis y vamos a quedarnos. Las cosas han cambiado. ¿Cuánto crees que tardarán tus vecinos en unirse a la gente que llega incesantemente? No podéis estar aferrados a tiempos pasados.
—¿Qué debemos hacer, entonces? ¿Ponernos nuestras mejores galas ajadas y sucias para recibir a los de tu ralea?
—El sur necesita ayuda. Cuando esta maldita guerra finalice sólo será un fantasma. Lincoln quiere restañar las heridas. ¡Somos una misma nación, Robin!
—Hermosas palabras para los vencedores, pero no hace falta que vengas a darme sermones.
—Robin…
—Ni nos hace falta que te nombres adalid en nuestra causa, Patrick. Tengo amigos que nos ayudarán a levantar de nuevo la cabeza.
—¿Qué amigos?
—Eso no te importa. —Ella le miró con desprecio y le dijo—: Hombres.
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Published on September 16, 2016 12:23

Alma vikinga también tienes sus fanart

 
Eny Doineann, ha esto estos dos fantásticos fanart de mi novela Alma vikinga. Estoy encantada con ellos. ¡Gracias Eny!
 

Os dejo la sinopsis por si aún no la habéis leído y queréis saber de qué va:
Odín, dios de la guerra, lo había elegido. Educado en las armas, el vikingo y semidiós Ishkar, primogénito de la casa de Vadin, estaba destinado a realizar grandes conquistas. Sayka, hija de Zollak y cristiana, había tomado las armas en reemplazo de su hermano menor para defender a su pueblo de toda clase de invasores.

Enfrentados entre sí, la codicia, el odio, la venganza..., unidos a la ardiente fe del pueblo al que pretende someter, conseguirán que Ishkar dude de su condición de semidiós y de sus creencias.
Puedes comparla aquí.
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Published on September 16, 2016 11:16

Reseña. Rivales de día, amantes de noche

Nieves Hidalgo
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.

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