Andrés Urrutia Ruiz's Blog
September 26, 2022
Las puertas del cielo
Parecían tatuajes, pero en tu piel eran las letras de tu vida, fluían lentas, viscosas, como si no quisieras que leyera tu historia, cerrabas los brazos para bloquear mi mirada, sin embargo las palabras encontraban espacio en el borde de la ropa, así podía leer tu pasado, y te rendías al constante fluir del relato.
Entonces, de mis ojos surgieron también letras, bichos en la blancura de la esclera, como venas formaban el agujero de la pupila, dirigiendo mi mirada hacia tus palabras, letras que dirigen letras, lecturas que hacen leer, y tú leíste esos relatos en mis ojos, y de mi lectura leíste mi historia, mi pasado lloraba hacia tus ojos, lecturas que leen lecturas que leen lecturas, y lloramos palabras en las sábanas esa noche de viernes mientras Netflix seguía preguntando si estábamos ahí, con sus letras que no pueden leer nada porque sólo piden ser leídas.
Y tu piel se abrió como un libro, revelando más páginas que no había leído antes. Tu historia se profundiza, aparecen relatos sobre relatos, referencias, hipertextos, personajes secundarios y terciarios, gente que vino y se fue, heridas sutiles, heridas profundas, infantiles, inconscientes. Y mis ojos también se abren como libros, revelando lo intrincado de mi lectura, y lees esas páginas como hojas de árboles ramificados, lecturas que revelan mis otras lecturas, los lugares donde estuve, la casa donde me criaron, la comida con que me alimentaron, las rodillas peladas en cada caída en el pasaje, los profesores que me retaron, los libros que devoré, los libros que me obligaron a leer.
Nuestras páginas se confunden, se mezclan, como una baraja de cartas se enredan generando un libro azaroso de páginas esquivas ¿quién podría ordenar la lectura? Y Netflix se rindió de esperar ser observado, y apaga el televisor como señal de derrota, sumiéndonos en la oscuridad, ocultando todas las letras y todas las palabras y todas las páginas excepto para nuestras manos, leemos ciegos las marcas en la piel, leemos con los brazos, las piernas, con el rostro, en los labios, signos por todas partes, nos volvemos juntos los relatos que debemos leer, nos escribimos y nos leemos, nos producimos, nos narramos ¿quién querrá leernos en la oscuridad? Somos los ojos y somos las manos y somos la piel y somos los signos. Nos dormimos juntos llenos de palabras.
November 10, 2021
Fábricas Ñoñas: Introducción a la escritura de literaturas fantásticas
La academia ha visto la “literatura de género” (fantasía, ciencia fLa fantasía como género amplio* permea gran parte de los
campos culturales en que circulamos: cine, animación, música, internet, pero por sobre todo, literatura. No importa si es en formato digital o físico, es muy probable que algún libro fantástico esté dando vueltas en tu vida. Esto se complica más cuando es una idea propia la que te ronda la cabeza, y no sabes cómo concretarla.
Este taller está pensado para escritores noveles o con poca experiencia escritural, y que estén trabajando un proyecto de obra, el cual puede ser cuento, novela u otro formato, mientras caiga en alguna de las definiciones de fantasía. En él se entregarán herramientas teóricas y prácticas sobre la escritura de las literaturas fantásticas, pasando a través de su
historia, estética, temas y lecturas.
Quienes quieran participar deberán enviar un texto, el cual se irá trabajando a lo largo del taller, a través de una modalidad de lectura y reescritura colectiva. Cada clase estará dividida en dos partes: la primera, una clase lectiva sobre un aspecto teórico de la fantasía; la segunda, una sección práctica donde se leerán los cuentos de quienes participen. Las clases se realizarán por Discord, por lo cual también se contará con un foro para compartir más temas relacionados con el taller.
November 15, 2020
Taller “Fábricas Ñoñas: (Fantasía, Ciencia Ficción y Terror) Críticos”
La academia ha visto la “literatura de género” (fantasía, ciencia ficción, terror, policial, entre otros) como un género menor, escapista, de bajo “arte”, y por sobre todo, alineado con intereses del status quo social. Esto invisibiliza la gran diversidad de escritores que existen en estos géneros múltiples, y que han aportado con posturas críticas, feministas, queer y decoloniales.
Este curso se plantea como una pequeña aproximación a este “nuevo canon” de literaturas fantásticas, y que invita a la escritura de textos en voces juveniles diversas.
Este taller está enmarcado en el proyecto Fondart 540011 del Fondo del Libro 2020 Línea Creación.
6 días: 12, 13, 14, 19, 20 y 21 de Enero 202117 a 19 hrs.Gratuito, previa inscripciónPúblico: adolescentes y jóvenes hasta 25 años residentes en ChileCupos: máximo 15
Programa:
Martes 12Introducción y conceptos Entrega Materiales en DigitalMiércoles 13Fantasía/CF Crítica
Úrsula K. Le GuinJueves 14Fantasía Latinoamericana Liliana BodocMartes 19Ciencia Ficción Decolonial Nnedi OkoraforMiércoles 20Terror Latinoamericano Mariana EnríquezJueves 21Taller
Formulario de Inscripción
Programa Completo
October 31, 2020
La última noche de octubre
Era la última noche de octubre, y la noche estaba fresca a pesar de la fogata. Ellos estaban cerca del fuego, sólo podía ver sus siluetas, pero reconocí altiro a la Muerte y al Diablo, dos cabros del colegio con quienes nunca hablo. El resto de la gente del caceroleo se estaba yendo, y nunca llegó el Antony para protestar juntos. Tenía dos opciones: o me iba con ellos, o me unía a los chiquillos. La noche estaba tan linda que ¿por qué no? Mientras la señora del almacén arrastraba a su marido a la casa, yo caminé hacia ellos.
— ¿Mijito, no va a volver a la casa? —me preguntó.
— Me voy a quedar un ratito.
— No se demore mucho, no preocupe a su mamá.
Le dije que bueno, que no se preocupara, ¿pero qué se mete la vieja copuchenta?
“La tía es metía”, dijo la Muerte, “pero es de preocupá no má”. “Te sacaste dos versos”, agregó el Diablo y los tres nos unimos en una risa. Los cabros estaban sapeando cuando caminé hacia ellos. Los dos son del 3°D, el curso donde tiran a todos los “malos”. Aunque la Muerte ande con un pañuelo, la reconozco por sus ojos verdes y sus pestañas largas. Pa’l público, se supone que le dicen así porque mata a quien la mire con esos ojos. Otros dicen que se pitió un paco, pero nadie cree esa cuestión. Puros rumores de cabros chicos, todo porque es capucha, y que salía con los universitarios del Peda. Ahora es “primera línea”, se supone, pero yo nunca he ido a Plaza Italia. Perdón, Plaza Dignidad.
— ¿Tú eres del 1°A, verdad? —me preguntó ella—, ¿tomai o erí muy chico? —y se rio irónica de mi cara de pollo cuando vi la botella.
— Deja de webearlo, oye, no corrompai más a la juventud… a menos que busques corromperte un poco —y el Diablo me levantó rápido las cejas, mientras de su mano, en un truco de magia, salía un pito.
Los vicios me llamaban desde el fuego, ¿qué diría mi mamita?
— No gracias, tengo que volver a mi casa en un rato más, y no quiero que me webeen.
Los demonios escondieron sus tentaciones.
— Tranqui compa, cada uno sabe que consume —dijo el Diablo—. ¿Qué te trae a la fogata esta noche?
¿Qué me traía aquí? Nada en especial, aparte de la extraña sensación en la guata cuando está así de oscuro. Algunos faroles están apagados, las casas de la avenida están lejos y no alcanzan a iluminar la calle. La única fuente de luz decente viene de la barricada que armaron los chiquillos. Parezco una polilla hacia las llamas.
— No quería irme a la casa no más —dije, haciéndome el choro, pero a los cabros les da más risa aún.
— Ta bien, cabro, tranqui, ¿cómo te llamai?
— Gonzalo.
— Ahh, piola.
Silencio incómodo. ¿De qué podría hacer conversación? ¿Por qué quiero hablar con ellos? No sé. Filo.
— Oigan, ¿ustedes creen en los brujos?
Me miraron con asombro.
— ¿Por qué nos preguntai eso? —la Muerta se veía tensa.
— Uhhm, es por cosas que no me quedan muy claras de Historia. En volah como ustedes ya pasaron ese ramo me pueden ayudar, ¿no sé? Lo que pasa es que entre 1920 y 1930, más o menos, hay como un vacío, ¿no? No se cuenta mucho que pasó, excepto que el Director Supremo, ¿cómo se llamaba…? Ese mismo que ayudó en la Independencia… no importa, filo. Él decidió irse y “reconstruir Santiago”, ¿pero cuándo Santiago fue destruída? Osea, si, obvio, los mapuches se la pitearon antes… yapo, no se rían de mí. Bueno, el punto es que hay como diez años en que hay poca info en el libro sobre qué pasó.
— Ya, ¿y? ¿Quieres dar la PTU de Historia o qué?
— Noo, no es eso. Lo que pasa es que entre los libros de abuelo encontré un libro de Barros Mackena llamado “Historia de Chile”, y ahí dice otra cosa. Dice que unos brujos atacaron Santiago, pero a mí me tinca que es pura fantasía histórica, ¿no?
Los chiquillos se rieron de nuevo.
— No sé po, Gonza —me tiró en la cara la Muerte—, hay veces en que la historia oficial no cuenta todo.
— Igual no puedes tragarte todo lo que veas en internet, po —me dijo el Diablo—, está todo lleno de fake news.
— Pero este era un libro…
— Tal vez tampoco los libros digan todo —terminó el Diablo, levantando sus hombros.
La Muerte abrió la botella y se tomó un sorbo, el Diablo prendió su pito con un encendedor que lanzó una llama muy grande para ser sólo un encendedor, parecía un soplete. Todo era muy sospechoso.
— ¿Les puedo hacer una pregunta?
Los chiquillos se quedaron mirándome.
— Si, obvio, Gonza, dispara.
— ¿Está bien hacer estas cosas?
Me levantaron una ceja.
— ¿Está bien mostrar toda esta ira?
Una sirena a lo lejos.
— Nosotros no somos nadie para decirte que si o que no, Gonza —el Diablo se puso serio—. Igual que con los vicios, no es algo que recomiende a cualquiera. Pero cada uno sabe a qué se vuelve adicto. Tal vez equis droga llena un vacío en específico, ¿has visto que la gente es adicta al café pero a nadie le molesta? ¿Nadie critica al señoro que jala nescafé como si no hubiera mañana? Obvio que no po, si se espera que uno sea adicto a la cafeína como se espera que sea adicto al trabajo. El alcohol también lo usan al final para que la gente no alegue, y se trague la rabia.
— ¿Entonces no hay que consumir nada?
— Noo, no es eso. Osea, si no querí’ consumir nada, es tu decisión, igual que consumir paz o ira. La paz también puede ser adictiva, en especial si sirve para ocultar todas las injusticias. Tal vez la gente llena de rabia tiene razones para hacer las cosas que hacen, tal vez han sido criados por ella, tal vez son hijos de la ira no más.
No tengo mucha info sobre el Diablo. Sólo sé que entró al liceo este año. No sé de dónde vino, no sé qué le pasó, lo único que sé es que a veces se queda mirando desde las gradas al cielo, con cara melancólica, como en ese momento miraba al fuego después de su explicación. La Muerte tosió para traerlo de vuelta, entonces recuperó su sonrisa élfica, que aunque no veo por el pañuelo, intuyo por sus ojos, de esas personas que sonríe con la mirada. Desde que entró se tomó rápido el rol del payaso del liceo, ¿tal vez por eso se cambió? Eso espero.
— Bueno, si algún día quieres algún vicio, me llamai no más —dijo guiñándome un ojo.
— ¿Incluso la ira?
La carcajada de la Muerte y del Diablo podría helar la sangre de cualquier en esa esquina.
— Obvio que sí.
Entonces la sirena que veníamos ignorando hace rato se hizo más fuerte. Miramos hacia la calle perpendicular a la avenida, desde donde vimos la luz verde de los pacos aumentar, y con ella un murmullo de gritos, personas corriendo, cabres como nosotros huyendo de las lacri y las balas.
— Gonza, deberiai irte de aquí —me dijo la Muerte—, pa que tu mamita no se preocupe.
— Si oh, que la mamita es sagrada —agregó el Diablo.
— No, me quiero quedar aquí.
Me sonrieron.
— ¿Estai seguro?
— Sip.
— ¿Seguro-seguro?
— Sip.
— Ya, entonces… veas lo que veas, no digai nada. Y te quedai piola pa que ningún paco te vea.
— Oki.
Los cabres que venían corriendo por la calle chica se desparramaron como cuando se sube la bebida en una botella. Hacia los lados, hacia delante, los pacos lanzaban agua con el guanaco, lanzaban lacris con sus escopetas, lanzaban balas con sus armas de servicio. Y las burbujas-personas corrían con sus láseres en la mano, apuntando, distrayendo, corrían con sus máscaras de gas (que los protegen del virus y de los químicos), y con los que les quedaba de esperanza, porque en una vida tan corta han vivido terremotos, rebeldía y casi dictaduras.
Una vez la masa crítica se desmigó, los tres pudimos ver a los pacos, en sus armaduras de caballero del zodiaco, reluciente verde facho, con sus pistolas cargadas de violencia.
— Acuérdate, tú te quedai piola, aquí, donde el fuego te oculta.
La Muerte y el Diablo avanzaron piola hacia ellos, los pacos los quedaron mirando asombrados. Una vez atravesaron el área con luz, poco más pude ver. Excepto los gritos y la sangre. Cuerpos verdes que caían cerca del fuego, mutilados, engullidos por fuerzas que no conozco, triturados por brazos imposibles y ojos virulentos. A veces llamas de fuego aparecían por la calle, revelando los rostros de horror de los otros y la risa de los míos. Una explosión, el guanaco había reventado, entonces vi el escenario completo, todos los pacos muertos, y el Diablo y la Muerte sonriendo sobre ellos.
Tomé mi alma y salí corriendo de esa esquina, asustado como nunca antes había estado. Corrí hacia mi hogar, corrí hacia mi mamá, ¿el Antony estaría por algún lado? ¿Qué importa ese weón! Los brujos existen, y están afilando sus cuchillos, y tengo tanto miedo que no puedo gritar, pero siento un placer culpable, porque son las cosas que siempre esperé que pasaran. ¿Estaré mal? ¿Es mi culpa? No tengo idea. Sólo puedo decir que esas cosas pasaron en la última noche de octubre, a la luz de la barricada de la esquina.
Este relato está inspirado en Hijos de la Ira (2017), que puedes obtener en Loba Ediciones.
Autor de la imagen: Crisis Grises
Puedes leer el primer capítulo de Hijos de la Ira aquí 
July 1, 2020
Larousse Boy
Entre mis viajes por Suramérica, nada me causó mayor impresión que el Larousse Boy del circo gitano. El chico tenía entre medio de los ojos otros dos escondidos. Eran como wildcats, que aparecían cuando menos se esperaba, se abrían verticales, como lizards, eran antiguos y de mirar profundo. Sin embargo, a pesar de lo peculiar y wonderful de su existencia, los mantenía encerrados en el cofre de su ser.
El young lad tenía dos brazos detrás de sus brazos. Eran tentáculos con voluntad y mente propias. Sabían lo que él quería sin decirlo, se quejaban del trabajo pesado, y celebraban cuando el deseo los dominaba. Eran los brazos que lo abrazaban cuando nadie más lo quería. Sin embargo, a pesar de su utilidad, los mantenía encerrados en el cofre de su ser.
Además, tenía dos corazones dentro de su pecho, que bombeaban temperaturas distintas cuando el tiempo era diferente. Sangre fría cuando uno se acercaba demasiado a la verdad, sangre caliente cuando la oscuridad se aprovechaba de él. Uno sólo, the original heart, cargado de historia, se avergonzaba del contenido del otro, aunque él nunca supo cuál era cual. Por lo mismo, a pesar de la eficiencia de tener dos corazones, los mantenía encerrados en el cofre de su ser.
Todo cambiaba cuando salía a escena. El público parecía escéptico al ver a un joven normal aparecer en la carpa. No monster, nada relevante. Al mismo tiempo, el presentador gritaba: “A continuación, la bestia que pedía amor a gritos en el centro del mundo… ¡El Larousse Boy!”
Entonces, el chico revelaba sus partes dobles, se aclaraba la garganta, y declamaba: Un hombre biforme, bifurcado, binario, el que oculta parte del binomio, bipolar, un hipócrita birlador, bizco, que vive por arte de birlibirloque en el mundo bipartido. Un bilonguero que con un giro de la birome inventa palabras bizarras, imágenes bicolocadas en bismuto bicolor, prisas birrefringentes, biselados para bisuterías baratas. Un hombre de herramientas bicéfalas, de biología retorcidos, atormentado por bichos biseccionados en bigardía bifásicas, bits de un hombre que bisbisea frases, bisojea la mirada, abigarrado en todos los colores.
El público se regocijaba. Aun así, percibí que él no era feliz.
El último día antes de volver a mi país, logré ir detrás de la carpa y hablar con él. Aparte de informarme sobre su anatomía, me contó del dolor de abrir en todos los shows cada parte de su ser. Por esa razón no lo hacía regularmente. Entonces le pregunté por qué no se quedaba así todo el tiempo. Para qué esforzarse en salir una y otra vez. Él rio y me contó que el cofre de su ser tiene dos tapas y dos fondos, salir es entrar y entrar es salir. “Así es como vivo”, me dijo, “si sacara todo lo que tengo dentro, perdería la perspectiva, ¿qué es adentro, qué es afuera? Si salgo, sólo encontraría otra caja”.
Dejé al Larousse Boy, dudando de quién era él y quién era yo.
April 30, 2020
Otro
— ¿Conocía al sujeto?
— Algo así. No puedo decir que lo conociera-conociera, pero me habló hace dos días. Yo vendo sandwishes a la salida del metro, de pollo-pimentón, palta-queso, pollo-mayo y queso-jamón, pan de molde normal e integral. Los vendo todos. Él vino antes de ayer y me preguntó si estaba contento con mi vida. Lo miré con cara de “qué se cree este gil”, y parece que entendió el mensaje. En realidad, a simple vista era un oficinista normal, onda, joven, camisa blanca, sin corbata, pantalones beige, pelo corto, no sé, nada del otro mundo.
Como lo miré feo, trató por segunda vez. Me dijo que a él tampoco le gustaba su vida. Que me entendía, y por eso me quería ayudar. Le dije que si no quería comprar sándwiches que mejor se fuera, porque me estaba haciendo perder tiempo. Me contestó: “tranquilo, si no te molestaré mucho rato”. Me preguntó si había estudiado algo, le dije que estudié cocina, pero que no había pega así que “aquí estoy, vendiendo panes”. Empezó contándome que él sabía lo que se sentía estudiar algo y no rendir, que él se había metido a una carrera de las ciencias sociales, aunque hubiese poco campo, había pega, o eso le habían chamullado. Él nunca había servido para nada más que para leer y hablar tonteras, entonces tal vez, por ese lado, podría tratar de surgir, aunque fuese un poco. Dijo que no buscaba hacerse millonario, pero al menos no quería ser una decepción para sus padres. Igual terminó siéndolo. Al salir de la U no encontró pega, buscó y buscó, y terminó haciendo delivery por varios años, hasta que encontró una pega chica en atención a público, donde le pagaban como el hoyo. Cuando me lo dijo, se le pusieron los ojos llorosos, y se me quitaron las ganas de echarlo de ahí.
Me contó que no sólo le pagaban mal, sino que además el ambiente de trabajo era pésimo. Los jefes eran cuicos que no le habían ganado a nadie, pero ahí estaban, dando órdenes como si supieran algo de las realidades sociales a las cuales tenían que atender. Dijo que miraba las redes sociales en sus descansos, y veía a sus compañeros top dando conferencias, yendo al extranjero, haciendo cosas pulentas, pero él estaba ahí, relegado a un puesto mediocre, para siempre. Se preguntó: ¿cómo este tipo puede tener un magister antes de los 30? Y se acordó que era cuico. Lo más probable es que sus papitos le pagaron el siguiente grado, igual como le habían pagado el que “fuera a encontrarse a Alemania” un verano. Suspiró y dijo: “la verdad, no quiero ser resentido, pero parece que no queda de otra, ¿verdad?”.
Se quedó unos segundos en silencio, respiró profundo y continuó. Me contó que hace dos años se puso a jugar un juego que se llama Agar.io, ¿lo conoce?
— No, no lo cacho.
— Bueno, es un juego donde uno maneja una especie de célula que come unas pelotitas de colores para ir creciendo. En el juego hay más células como tú, manejadas por otras personas, y te pueden comer, o tú puedes comerlas a ellas. El más grande se come al más chico. En el juego no hay final, sólo existe una lista con los jugadores más grandes, que va cambiando a medida que son comidos o se van del juego.
— ¿Qué tiene que ver?
— Bueno, su idea vino de meterse en ese juego. Dijo que era pésimo, que siempre le ganaban, que su mejor lugar fue como 24 alguna vez, pero nada más. Entonces un día tuvo una revelación. Empezó a jugar para hacer crecer a otros. Comía unas cuantas pelotas, e inmediatamente buscaba a otro jugador que estuviera empezando, y rápido se lanzaba para ser comido. Podía estar horas haciendo eso. Total, no tenía ninguna otra esperanza en la vida. En un momento, después del suicidio número mil, llegó a otra conclusión: “¿y si hago lo mismo en la vida real? Total, nunca voy a ser exitoso. Mi vida será para siempre miserable. Por eso junté esto para ti”. Entonces me pasó un maletín. Lo abrí, y estaba lleno de plata. Me contó que la juntó por dos años, que además pidió un préstamo, y que hizo que lo echaran para cobrar el seguro de cesantía (una miseria, pero igual). Había dejado de tomar, dejó de ir a cumpleaños y fiestas, no compraba ni pizza, ni chicle, ni ropa nueva. Un ahorro de monje. Incluso se había desafiliado de FONASA, para no tener que pagar. Era un indigente trabajando. Estaba todo en el maletín, todo lo que había podido juntar. Me dijo “no es mucho, pero lo puedes invertir en un carrito o algo similar, tal vez así puedes juntar un poco de plata para algo mejor”.
Yo me quedé paralizado, no podía decirle nada. Él se aprovechó de eso, me sonrió, dijo, “¡suerte!” y se fue. Eso es todo lo que conocí del tipo. ¿Qué pasó con él?
— Se mató hace dos días. Se tiró desde un décimo piso.
(Silencio)
— ¿Cómo puedo verificar lo que me cuentas? Suena bastante conveniente.
— Cuento cómo lo recuerdo no más, detective. Tal vez uno le agrega y le pone cosas, pero no busco nada más.
— ¿Seguro? ¿Qué pasó con la plata?
— La guardé. Tuve que abrir una nueva cuenta vista en un banco del retail, porque la cuenta rut no aceptaba tanta plata, aunque no es que fuera mucha.
— Si te pasó ese dinero en un maletín, no lo podemos rastrear. No podemos decir que es un robo tampoco. Está fuera de nuestros libros. Así que por mientras, ¿felicidades, supongo? ¿En qué lo vas a invertir?
— Lo que él me dijo. Comprar un carrito y juntar más.
— ¿Más para qué?
— Para otro, detective. Para otro.
Agar.io ->
February 21, 2020
Principio Holográfico
Juego un videojuego imposible. Manejo un personaje escuálido que camina en un desierto interminable. Tierra amarilla, horizonte púrpura. Camino décadas, el mismo paisaje. Me pregunto si así será mi vida, desesperado corro hacia el sol verde, el polvo se revienta bajo mis pasos, tan seco el suelo, tan rápidos mis pies, y aun así, llego a ninguna parte.
La narración prometía aventuras en las Cavernas del Trabajo Precario, explorar las Ruinas del Trauma Temprano, y pelear en los Prados del Amor Tóxico, pero lo único que me dejó fue un cuello roto y la decepción. Es, sin duda, un juego confuso, un juego sin final ni game over.
Entonces, aviso de una nueva conexión. No estoy jugando solo. Sin embargo, no veo a nadie más en este plano, que se extiende desde mis pies cada vez que camino. Miro a todos lados, hasta que escucho un grito, y entonces la veo caer, como un cuervo envuelto en llamas. Viene desde una nube esmeralda, y sin embargo nunca llega. Una caída eterna. La gravedad tira hacia el suelo, pero el cuerpo no baja, ni se queda quieto, infinita aceleración sin final.
Me hago una visera con mis manos, tratando de ver su rostro, pero está borrado, distorsionado como un gráfico mal cargado. Tal vez nos miramos en los extremos, desarrollamos una teoría de la mente conjunta, de un objeto imparable y otro inmovible, condenados a jamás tocarse. Pero lo cierto es que, aunque quisiéramos, tampoco nos tocaríamos. Nuestros planos se intersectan, pero nosotros no podemos llegar. Condenados al no movimiento. El fuego se derritió entre los dos.
imagen: @glishglish
November 19, 2018
Percepciones Vibratorias
Harto de no poder diferenciar entre realidad y ficción, me jalé un par de líneas de azúcar y cafeína, los saqué de un tarrito de cristal que contiene locura, sin saber que me traería un poder que hackeó un tercer ojo, dejando un código insertado en png sobre mi frente. Ahora veo las posibilidades infinitas, dragones caminando al trabajo, aliens estudiando en la U, zombies devoradores de tiendas, seres traviesos que cruzaron la realidad y producen sueños distópicos en mis noches de insomnio. Las visiones han dejado una puerta abierta, como un libro, me he vuelto un hombre hoja, tatuado en letras, una historia contada sobre mi historia, fantasías que anulan mi verdad, olvidé mi origen, mi infancia, mi juventud, esta ciudad me quitó todo, sólo me dejó ficciones, que no saben si cruzar a la verdad.
Son tímidas, como las princesas de los cuentos machistas de la Edad Media, cuentos que nos leyeron en la infancia, la infancia que olvidé, pero tengo aún los libros, aunque no los necesito, porque veo las princesas en los pliegues de la realidad, las detecto con el signo pegado en mi frente, tiene imbricaciones como un chip, un circuito, un símbolo religioso, una invención virtual de un mundo digital, una mentira sobre la mentira, como la princesa en la vuelta de la esquina, no existen, murieron en abortos clandestinos, porque no querían traer al mundo caballeros de mierda a vivir aventuras de plástico.
No quiero ser un príncipe, me invento que decía cuando chico, porque no quiero ir a vivir aventuras, como en los cuentos de la vieja Paulina, del poema que nos declamaba el tata, no quiero morir en el desierto, no quiero abandonar mis huesos en la búsqueda de una princesa bajo el lago, aguas profundas llenas de historias que se lleva el río, veo los cuentos pelear entre las olas del mar, sentado en la playa, inventando los cuentos de mi tata, los guerreros en espada luchando en la espuma, los libros de la biblioteca que sólo yo leí, los niños precoces que se lanzaban a la búsqueda de algún tesoro, en contra de las órdenes de sus papás, las enciclopedias para niños con mitología griega, egipcia, nórdica, pero nunca chilena. Esos libros no estaban porque son cuentos de indios. Y los indios no tienen historia.
Eso me dijeron. Eso me contaron. Mi antena lo escucha así. Quiero construir una antena más grande, fundar un observatorio de mundos posibles, antenas que miren las estrellas, los pliegues del universo y todas las historias que fueron, serán y pudieron ser. Un compendio imposible de todo lo que nos prohibieron, una larga lista de las omisiones. Pienso prohibir la propaganda oculta como estrategia política, toda observación debe expandir la frontera de mis corrales, lentes indomables de lectura, caballos salvajes en una cinta de celuloide, pixeles rebeldes, fábricas de lo posible.
Incoherencias delicadas como flores llenas de hadas, sueños imposibles, cargo con toda esa mochila en la espalda, buscando señales con mi antena en el desierto de lo real, vagando de isla en isla, de simulacro en simulacro, como quien nada entre géneros y subgéneros, lo policial nunca me llamó, prefiero el noir y el pesimismo, quiero ser detective de mitos futuros, alcohólico y con un mal matrimonio, un poeta maldito de la fantasía, imposibles pretensiones, altas expectativas, sueños truncos, incoherencias.
Trataré de cerrar los ojos, pero mi cabeza está llena de cuentos que no me dejan dormir. La vida se me acaba, y no he logrado nada. Eso me dicen los fantasmas de los príncipes muertos.
April 14, 2018
Bomba Atómica
Cada niño es una bomba atómica, lista para reventar, un soberbio misil lleno de inseguridades.
Cada niño está listo para morir, preparado para disparar su corazón secreto, una tormenta de balas para matar a quienes observan su verdadera apariencia.
Cada niño es un orgulloso terrorista, creado por manos blandas, con barro, paja e historia. Un muñeco débil, una muñequita masculina, amarrada con dinamita en la orilla del tren.
Cada niño nace muerto. Ningún adulto lo dejará vivir. Le pondrán un arma, un dios, una moneda, le tocarán sus genitales, los pondrán en un pedestal. Entonces le mostrarán los genitales opuestos y le dirán: “allí está la muerte”. El niño se lanzará con su arma, su Dios, su moneda. Explotará su mentira radioactiva. Un soberbio apocalipsis.
December 20, 2017
Jolene (II) Jolene 1:1-14
1.1 Tele culiá, elecciones culiás, a quién le interesa quién sale de presidente, si total es siempre la misma weá. Si los pacos siempre son los mismos, nadie los cambia, y ya tenemos a todos amarrados: con plata o con el vicio. 1.2 El negocio es fácil, como apagar la tele. Un botón, puf, un millón, otro botón, diez millones, cien, da lo mismo.
1.3 Apagué el aparato, y cuando la vida eléctrica se esfumó, desapareció la imagen de la ridícula candidata cantante. ¿Quién se creía que era esa weona? Si no era nadie.1.4 Me levanté del sofá, asqueada del show pabre. Me preparé un whiskey, me pinté, y salí.
1.5 Compré, compré y compré. He comprado tanto en los últimos cinco años, pero aún no logro comprar todo lo que me falta. Nunca lo lograré. Es la idea. 1.6 Volví al depa, un pent house en Las Condes, y el Jesús y el Judas ya habían vuelto. Estaban tensos. Les saqué unos pitos para ver si se relajaban. No me gusta verlos así, peleados. Prefiero que se peleen por mí.
1.7 Están peleados por la dirección de la banda. De repente para Jesús no basta con vender falopa y pitos en la pobla, que hay que empezara traer pasta. 1.8 Judas no está de acuerdo, quiere que sigamos piola, que no avancemos. 1.9 ¿Qué quiero yo? Yo quiero a Jesús, pero deseo culearme al Judas. Está rico po, ¿qué se le va a hacer? 1.10 Tiene el pelito cortito, así medio milico, incluso usa pantalones militares y sudaderas negras. Es medio metalero, onda Judas Priest, y está marcadito, y el poto se le ve rico en esos pantalones. 1.11 El Jesús es un cabro más tranquilo, parece que no te mira, pero en realidad está cachando todo. El siempre cacha todo con sus ojos claros, su pelo largo, es bien agringado el culiao. Es medio flaco, onda desgarbado. Es muy cariñoso conmigo.
1.8 Y Jesús me ama. Y Jesús me hizo su mujer. Le debo respeto, pero no obediencia. Así que mañana voy a agarrar a Judas y lo voy me lo voy a tirar en el baño. Con agüita. Como sea.
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Nota al margen: Conocer el camino que siguió Jolene es su vida es importante para entender las cosas que logró más adelante. Luego de la muerte de su madre, y ante la falta de apoyo de algún otro adulto relevante en su vida, Jolene decidió huir de su vacío hogar. En situación de calle, sufrió lo indecible, fue abusada, se vendió, bebió, se drogó, pero entre tanta oscuridad vio una luz. Conoció a Jesús, un dealer que le vendía cocaína a buen precio.
Jesús necesitaba alguien que micro-traficara en una esquina, y como no es una mala persona empezó a pagarle y ayudarla. La levantó, le dio un trabajo, le dio un sentido. Más repuesta de sus excesos de salud, Jolene empezó a verse hermosa. Fue entonces cuando Jesús la vio de otra forma. Empezaron a pololear, cuando el negocio empezaba a encumbrarse. Jesús reunió a muchos trabajadores y los volvió sus apóstoles de la droga. Y Jolene era la favorita entre todos. Se casaron una tarde, entre balaceras de celebración.
Jolene dejó de micro-traficar hace un par de años. Se volvió la encargada de administrar el lavado de dinero. Mientras Jesús y Judas expandían su territorio.
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1.9 No sé cuándo agarré la costumbre de escribir en versículos. Mi mamá me leía la biblia cuando chica, para ella era un libro extraño y místico, como inmigrante lo conoció recién acá. Lo leía en español, para ver si aprendía, y ver si me enseñaba a mí. 1.10 Español aprendí, la religión no.
1.11 Esa wea pensaba mientras ordenaba un poco la pieza del Judas, porque estaba llena de papeles con semen, condones, bolsitas de weas varias que nos jalamos esa noche 1.12 Entre ellos había un papel con un número anotado, pero sin nombre. Me dio la wea, así que me fui al baño y lo marqué en mi celular. Llamé, y me respondió un weón que no conocía, así que colgué ahí mismo.
1.13 Al otro día, le pedí un favor a una loca que trabajaba en Movistar. El número no era de ahí. Me hizo el favor y le preguntó a otras minas que conocía de otras empresas. El número era privado. Los números privados que no salen en el área comercial sólo pueden ser de una weá: los tiras. 1.14 Judas culiao, te amo, eres tan traidor.
Imagen por Ross Tran


