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Porque hemos transformado el mundo, un lugar de escasez, en un lugar de abundancia abrumadora:
El actual incremento en número, variedad y potencia de los estímulos altamente gratificantes es asombroso.
el cerebro procesa el placer y el dolor en el mismo lugar. Además, el placer y el dolor funcionan como lados opuestos de un equilibrio.
La adicción, en sentido amplio, es el consumo continuo y compulsivo de una sustancia o un comportamiento compulsivo —juegos de azar, videojuegos, sexo—, que no cesa a pesar del daño que causa a la propia persona y/o a otros.
Uno de los mayores factores de riesgo para volverse adicto a cualquier droga es el fácil acceso a ella. Si una droga es fácil de conseguir, es más probable que la probemos. Y si la probamos, es más probable que nos volvamos adictos.
el trastorno por uso de opioides es «causado por la exposición repetida» a los mismos.
A pesar de estos factores de riesgo, un mayor acceso a sustancias adictivas puede ser el factor de riesgo más importante al que se enfrentan las personas en la actualidad.
La oferta ha creado demanda, ya que todos somos víctimas de la vorágine del consumo excesivo-compulsivo.
Por otra parte, el mundo de hoy nos ofrece un enorme surtido de drogas digitales que antes no existían, o que si existieron ahora ya están en plataformas digitales que han aumentado de forma exponencial su potencia y disponibilidad. Esta oferta incluye tanto videojuegos como pornografía y juegos de azar en línea, por nombrar algunos.
Internet promueve el consumo excesivo-compulsivo no solo al proporcionar un mayor acceso a drogas nuevas y antiguas, sino también al sugerir comportamientos que de otro modo nunca se nos hubieran ocurrido.
El 70 % de las muertes en el mundo son atribuibles a factores de riesgo conductuales y modificables como el tabaquismo, la inactividad física y la dieta.
—Al final, todo se redujo a la comodidad. Era más fácil tomar una pastilla que sufrir.
Incluso los actos de bondad hacia los demás se convierten en parte de una estrategia para la propia felicidad. El altruismo ya no es simplemente un bien en sí mismo, sino que se ha transformado en un instrumento para nuestro propio «bienestar».
Los mensajes que nos exhortan a buscar la felicidad no se limitan al ámbito de la psicología. La religión moderna también promueve una teología de la autoconciencia, la autoexpresión y la autorrealización como bien supremo.
Y la orientación que se ofrece a menudo equivale a decir “si le hace sentir bien, hágalo”».
Percibir a los niños como psicológicamente frágiles es una idea moderna por antonomasia. Antiguamente, a los niños se los consideraba adultos en miniatura, completamente formados desde el nacimiento.
Pero me preocupa que estemos protegiendo y patologizando en demasía la niñez, intentando criar a nuestros hijos en el equivalente a una celda acolchada en la que no pueden hacerse daño, pero tampoco prepararse para vivir en el mundo.
Al proteger a nuestros hijos de la adversidad, ¿les hemos inculcado un miedo mortal a ella? Al reforzar su autoestima con falsos elogios y librándolos de las consecuencias de sus actos en el mundo real, ¿los hemos hecho menos tolerantes, más arrogantes e ignorantes de sus propios defectos de carácter? Al ceder a todos sus deseos, ¿hemos fomentado una nueva era de hedonismo?
tolerar incluso formas menores de malestar. Buscamos constantemente entretenimientos para desviar nuestra atención del momento presente.
«Los estadounidenses ya no se hablan, se entretienen. No intercambian ideas, intercambian imágenes. No discuten sobre propuestas; discuten sobre la buena apariencia, las celebridades y los anuncios».38
La continua distracción con los dispositivos puede estar contribuyendo a tu depresión y ansiedad. Evitarse a uno mismo todo el tiempo es bastante agotador.
Pero el aburrimiento también es una oportunidad para el descubrimiento y la invención. Crea el espacio necesario para que se formen nuevos pensamientos. Sin ellos, seguimos reaccionando sin cesar a los estímulos que nos rodean, en lugar de experimentar nuestras vivencias desde dentro.
el uso de medicamentos, recetados o no, para compensar lo que en realidad es una carencia básica de autocuidado, que mientras tanto es atribuida a una enfermedad mental que requiere aún más drogas. De ahí que los venenos se conviertan en «vitaminas».
Todos huimos del dolor. Algunos tomamos pastillas. Otros se instalan en el sofá para ver Netflix durante horas. Algunas leemos novelas románticas. Haremos casi cualquier cosa con tal de distraernos y desviar nuestra atención de nosotros mismos. Y, sin embargo, todo este intento de aislarnos del dolor solo parece empeorarlo.
trastorno de ansiedad generalizada, definido como una preocupación excesiva e incontrolable, que afecta su vida de forma negativa.
La pregunta es: ¿Por qué, en una época de riqueza, libertad, progreso tecnológico y avances médicos sin precedentes, parecemos más infelices y padecemos más dolores que nunca?43 Es posible que la razón por la que somos tan infelices sea que estamos trabajando muy duro para evitar ser infelices.
el exceso de placer conduce al dolor.
La dopamina puede desempeñar un papel más relevante en la motivación para obtener una recompensa o gratificación, que en el placer de la recompensa en sí mismo. Desear, más que disfrutar.
la dopamina se utiliza para medir el potencial adictivo de cualquier comportamiento o droga.
Necesitar más cantidad de una sustancia para sentir placer, o experimentar menos placer con una dosis determinada, se llama tolerancia. La tolerancia es un factor importante en el desarrollo de la adicción.
Con el uso prolongado e intensivo de drogas, el equilibrio placer-dolor finalmente se inclina hacia el lado del dolor.
La paradoja es que el hedonismo, la búsqueda del placer por sí mismo, conduce a la anhedonia, que es la incapacidad de experimentar placer de cualquier tipo.
Los síntomas universales de abstinencia de cualquier sustancia adictiva son la ansiedad, la irritabilidad, el insomnio y la disforia.
Y aquí están las buenas noticias. Si esperamos lo suficiente, nuestro cerebro —por lo general— se readapta a la ausencia de la droga, y restablecemos nuestra homeostasis de base. Una vez que nuestro equilibrio está nivelado, nuevamente podemos disfrutar de recompensas sencillas y cotidianas. Salir a caminar. Ver salir el sol. Divertirnos en una comida con amigos.
Una vez que obtenemos la recompensa que anticipamos, la descarga de dopamina en el cerebro aumenta muy por encima de la línea de base tónica. Pero si la recompensa que anticipamos no se materializa, los niveles de dopamina caen muy por debajo de esa línea de base. Es decir, si obtenemos la recompensa esperada, experimentamos un pico aún mayor. Si, en cambio, no la obtenemos, experimentamos una caída aún mayor.
Mis pacientes con ludopatía me han dicho que, mientras juegan,56 una parte de ellos quiere perder. Cuanto más pierden, más fuerte es la necesidad de seguir apostando y más fuerte es el subidón cuando ganan,
Sospecho que algo similar está sucediendo con las aplicaciones de redes sociales, en las que la respuesta de los demás es tan caprichosa e impredecible que la incertidumbre de obtener un «me gusta» o algo equivalente es tan excitante como el «me gusta» en
Este proceso se llama «plasticidad dependiente de la experiencia».57 Estos cambios cerebrales pueden durar toda la vida, y persistir mucho después de que la droga ya no esté disponible.
El aprendizaje también aumenta la descarga de dopamina en el cerebro.
La ciencia nos enseña que todo placer tiene un precio, y que el dolor que le sigue es más duradero y más intenso que el placer que lo originó.
Quién mejor para enseñarnos cómo evitar el consumo excesivo-compulsivo que los más vulnerables, los que luchan contra una adicción.
La «O» de DOPAMINE representa los objetivos del uso. Todo comportamiento, incluso el aparentemente irracional, tiene sus raíces en alguna lógica personal.
En primer lugar, la mayoría de nosotros somos incapaces de ver el alcance total de las consecuencias de nuestro uso de drogas mientras todavía las estamos consumiendo.
«El mundo es rico en sensaciones y pobre en causas». Es decir, sabemos que comer un dónut es agradable, pero somos menos conscientes de que comer un dónut todos los días durante un mes agrega dos kilos o más a nuestro peso.
Podemos tener la sensación de que el cannabis calma la ansiedad, cuando es posible que, en realidad, esté aliviando la abstinencia desde la última dosis. El cannabis se convierte en la causa de nuestra ansiedad, más que en la cura. La única forma de saberlo con certeza es dejar de consumir durante un mes.
Las personas más jóvenes se recalibran más rápido que las mayores, ya que sus cerebros son más plásticos.
cuando consumimos drogas dopaminérgicas perdemos la capacidad de disfrutar de los placeres comunes.
Es duro. Pero también es una oportunidad. Una oportunidad para que te observes a ti misma, dejando a un lado tus pensamientos, emociones y sensaciones, incluyendo el dolor. A esta práctica a veces se la llama mindfulness.
El mindfulness es, simplemente, la capacidad de observar lo que hace nuestro cerebro mientras lo hace, sin juzgar. Esto es más complicado de lo que parece. El órgano que usamos para observar el cerebro es el cerebro mismo. Extraño, ¿verdad?
Luego, a medida que pasaban los días y continuaba con la práctica, experimenté una relajación gradual de mis límites mentales, y una apertura de mi conciencia. Empecé a ver que no necesitaba huir continuamente de mi momento presente. Que podría vivir en él y tolerarlo, y quizás incluso algo más.