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August 24 - September 7, 2021
Quizá para Perséfone Hades era el tipo mayor increíblemente atractivo que sabía todo lo que ella ansiaba saber; quizá le encantaban la oscuridad, los seis meses de invierno, el sabor ácido de las granadas, el verse libre de su madre; quizá sabía que para estar verdaderamente viva también había que tener presente la muerte, y transitar el invierno.
El reino de Hades se llama el inframundo porque está debajo del mundo, del mismo modo que a los sectores de las ciudades que viven al margen de la ley se los llama los bajos fondos.
Nos pasamos toda la infancia orientados hacia la vida y entonces, en la adolescencia, en la flor de la vida, empezamos a orientarnos hacia la muerte.
en esta cultura los jóvenes entran en la edad adulta como si entraran en una cárcel
El bosque de la noche, de Djuna Barnes
A menudo se habla de la belleza como si solo despertara deseo o fascinación, pero las personas más bellas lo son de una forma que las hace parecerse al destino, la fortuna o el sentido, como si fueran las protagonistas de una historia extraordinaria.
La escritura es la más incorpórea de las artes, y leer y escribir suelen ser experiencias individuales y solitarias, así que la música y la danza siempre me han fascinado por ser artes en las que el cuerpo del intérprete se comunica directamente con el público y establece una especie de comunión que rara vez experimentan los escritores.
Tenía el aire despreocupado y el estilo al que tanta importancia dan los adolescentes, que tratan de construir desesperadamente una imagen con la que presentarse ante el mundo, lo cual es la antítesis de la transparencia con la que uno podría expresar de forma clara, a sí mismo y a los demás, lo que quiere y necesita. Las corrientes de emociones que nos sacudían aún no eran visibles ni tenían nombre.
casi parecía estar convirtiéndose en una fotografía de sí misma, una perfecta imagen fugaz.
No era una sorpresa y tampoco parecía del todo real. No dejaba de pensar que se trataba de un extraño error o de una historia que se habían inventado,
los adolescentes se imaginan muriendo jóvenes porque les es más fácil imaginarse la muerte que imaginarse a la persona en la que quizá los conviertan todas las decisiones y responsabilidades de la vida adulta.
Todo eso que ellos querían borrar es lo que nosotros desenterramos y convertimos en nuestra cultura underground, nuestro refugio, nuestra identidad.
Los jóvenes viven totalmente en el presente, pero en un presente lleno de dramatismo e imprudencia, un presente en el que actúan movidos por impulsos, y hacen lo que hacen los demás. Aplican la temeridad de los niños a actos que tienen consecuencias adultas y, cuando algo sale mal, también experimentan la vergüenza o el dolor como un presente eterno.
Pero el propio miedo a equivocarse puede acabar siendo una gran equivocación, una equivocación que te impide vivir, pues la vida está llena de riesgos y no correrlos ya supone una pérdida.
De joven me perdí muchas aventuras por ese motivo, pero sé que algunos de los múltiples caminos que podría haber tomado conducían a la locura y al sufrimiento,
hablaba consigo misma en esa soledad de la composición y la contemplación, en el libre fluir de un tiempo que es el antes, el después, el entretanto, pero que por algún motivo nunca llega a ser el ahora de un romance floreciente,
Así que, aunque eran claramente canciones de amor, en la mayor parte de ellas el paisaje constituía un pilar más firme del ser y era el objeto de otro amor, uno más imperecedero.
Quizá sea porque no podemos retroceder en el tiempo, pero sí podemos regresar a los escenarios de una historia de amor, de un crimen, de la felicidad y de una decisión fatídica; los lugares son lo que permanece, lo que podemos poseer,
Los lugares que nos han hecho quienes somos se convierten en el paisaje tangible de la memoria, y en cierto modo también nosotros nos convertimos en ellos.
En los lugares en los que ha ocurrido algún hecho significativo queda contenido parte del sentimiento asociado a ese hecho, de forma que rescatar el recuerdo del lugar es rescatar el sentimiento
Todo amor tiene su paisaje.
Los lugares que tenemos dentro importan tanto como los de fuera.
Hay un placer voluptuoso asociado a toda esta tristeza y me pregunto de dónde procede, ya que, según nuestra forma habitual de entender el mundo, la tristeza y el placer deberían estar alejados.
¿Es que existe un lugar en el que la alegría y la tristeza no son cosas distintas, donde toda la emoción se encuentra junta formando una especie de mar en el que desembocan los ríos de las distintas emociones, bien lejos en nuestros adentros?
La emoción que despierta el paisaje es muy intensa: una alegría cercana al dolor cuando la profundidad del azul del horizonte es máxima o cuando las nubes hacen esas cosas tan espectaculares que duran tan poco y que son mucho más fáciles de recordar que de describir.
la pérdida del territorio conocido en el que nos hemos formado, un territorio que en la canción solo existe en forma de recuerdo, como un mapa trazado en la profundidad de las entrañas y que, si se nos abriera al medio, podría leerse en los pliegues de nuestro corazón.
El paisaje en el que se supone que está cimentada la identidad no es un terreno sólido: está hecho de recuerdos y de deseos, no de tierra y piedra, igual que las canciones.
La gente mira al futuro y piensa que las fuerzas del presente se van a desplegar de una forma coherente y predecible, pero todo examen del pasado revela que los tortuosos caminos del cambio son tan extraños que no pueden siquiera imaginarse.
hasta la nostalgia y la añoranza del hogar son privilegios que no están al alcance de todo el mundo.
con la misma forma de llevar la vista a un tiempo, un espacio y un yo remotos.
Una vez amé a un hombre que era muy parecido al desierto, y antes de eso amé el desierto. No era por cosas concretas, sino por el espacio entre ellas, por esa abundancia de ausencia, esa es la atracción que ejerce el desierto.
y por eso el desierto está profundamente vivo: a las montañas parece cambiarles el humor a cada hora,
Hablamos mientras la luna llena ascendía por el cielo, y las palabras llenaban el reducido espacio que nos separaba, como un amortiguador y al mismo tiempo un eslabón entre los dos.
Pero la mejor escritura aparece como esos animales: de repente, contenida, lo dice todo y no dice nada, se aproxima a una comunicación sin palabras. Quizá, a su manera, la escritura es un desierto, un lugar salvaje.
una coincidencia tan llamativa que mi idea de las relaciones de causa-efecto se tambaleó durante todo el día.
Un idilio como aquel no estaba hecho para durar. Durante un tiempo fue para siempre y después empezó a desmoronarse.
No hay una historia que contar, porque una relación es una historia que construyes junto a otra persona y en cuyo interior te instalas con ella, una historia que te refugia como una casa. Te inventas una historia sobre cómo tu destino y el suyo estaban llamados a entrelazarse
Es una impresión enorme verte de nuevo sola y a la intemperie, es difícil concebir que un día puedas vivir en otra casa, en la que será grande lo que en esta era pequeño y será pequeño lo que aquí era grande;
es difícil cuando has levantado la casa desde cero y ha sido tu hogar; es difícil imaginarte volviendo a construir. Pero fuiste tú quien encendió el fuego que la redujo a cenizas.
Un amor feliz es una sola historia; uno que se desintegra es dos o más versiones enfrentadas y contradictorias; uno ya desintegrado es como un espejo roto en el suelo, en el que cada fragmento refleja una historia diferente: que fue maravilloso, que fue horrible, si no hubiera pasado eso, si hubiera ocurrido aquello.
Las historias ya no encajan y ahí terminan las historias, esos artefactos que llevamos encima y nos sirven de caparazones, escudos y luces inter...
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Las historias se rompen. O se gastan con el uso, o se abandonan. Con el tiempo, la historia o el recuerdo pierden el poder que tenían. Con el tiempo, te conviertes en otra persona.
Una separación es un poco como enamorarse: todo adquiere una especie de incandescencia,
cuando pienso en los restos que han quedado, me pregunto qué clase de clima de la mente es capaz de provocar tal erosión.
Muchas historias de amor son como las caracolas de los cangrejos ermitaños, pero otras se parecen más a los nautilos, cuya estructura de cámaras va creciendo a medida que crece su ocupante
recordé la clase de verdad que posee la ficción: la de los principios universales y la información reveladora,
Parecía que todo le daba placer, como si su sensorialidad se desplegara sobre la totalidad del mundo tangible,
La gravedad tiene que ver con el movimiento, el peso, la resistencia, la fuerza, y es la forma más elemental, después del contacto físico con la piel, de sentir nuestra propia corporeidad.