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con retorcidos árboles verashme de flores doradas y rojas.
Istandaärtha.
lo suficientemente como para que lo oyera Maia, aunque en parte se debía a que el murmullo de los Corazhas iba en aumento, desde los iniciales gritos ahogados de sorpresa y admiración por un lado y furiosa incredulidad por
Cuando miró más de cerca, pudo ver que había personas diminutas entre las casas: una mujer tendiendo la ropa, un hombre quitando la maleza de su huerto, dos niños jugando al escondite. Incluso había un diminuto gato atigrado tomando el sol en una ventana. En el camino hacia el puente, un carro tirado por dos caballos moteados se había detenido mientras el conductor buscaba algo bajo el asiento. Cuando miró al otro lado del río, Maia divisó de pronto al pastor entre las vacas y apenas pudo contener un grito de emoción. El pastor, un goblin de piel oscura, estaba sentado con las piernas cruzadas
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—Si encontráis que nuestra comprensión es errónea, será un placer que vos nos lo expliquéis
con un lento y brusco movimiento, dos de las garras del puente se liberaron y se replegaron. El resto las siguieron, de dos en dos, y luego los pilares del puente se alzaron como alas y retrocedieron, una pareja cada vez, comenzando por el centro. El pecho de Maia se llenó de asombro, como una gran bola brillante que apenas le permitía respirar.
Pero en caso de tormentas o inundaciones, el puente puede replegarse en las orillas, como podéis ver. Y, de este modo, permite cualquier tipo de tránsito por el río. No ocurrió con rapidez ni de forma silenciosa, pero tal como dijo Dachensol Polchina, el puente se replegó casi por completo en sus torres.
aunque también observamos muchas arañas. —Pero si es lo bastante ligero para hacer eso —dijo lord Deshehar—, ¿cuánto peso puede soportar? La pregunta fue como una piedrecita que inició un desprendimiento.
Maia observó mientras los dos extremos del puente se extendían lenta y ansiosamente el uno en busca del otro, siendo consciente de que estaba tan sorprendido y fascinado como un niño escuchando un cuento de hadas, pero en ese momento no le importó. El puente era tan maravilloso que valía más que cualquier dignidad imperial. En especial, observó de cerca cómo volvían a unirse las garras, viendo los espolones articulados curvarse unos sobre otros en un agarre irrompible. Los caballos moteados podrían hacer pasar el carro a través del puente sin peligro, el pastor y su flauta podrían conducir a
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Esa persona podría haber saboteado el eje de un carruaje con la misma facilidad. O la cincha de una silla de montar.
Tenía una expresión severa, tan hermética como la caja fuerte de un avaro.
Pashavar captó el mensaje y, por la forma en que frunció el ceño, le dio mucho en qué pensar. Tal vez eso consiguiera dividir la fuerza de su resistencia.
Los Hezhethora avanzaron para formar un pasillo, ocho individuos a cada lado, y su capitán se quedó en mitad de las escaleras del palacio y se quitó su fabuloso casco de rostro furioso, colocándoselo bajo el brazo como una cabeza adicional.
simplemente la pregunta casual para dirigir la charla en la dirección que deseábamos.
Argumenta que los dioses están hechos por hombres y no al revés, y si eso es así, no hay ninguna razón por la cual los hombres tampoco puedan convertirse en dioses.
Él dice que el rango, la riqueza y el poder son las formas en que los hombres aspiran a la divinidad, y que el poder que una persona acumula puede ser tomado por otra persona. Y así debería ser, si la primera persona no se esfuerza por avanzar, porque las personas no pueden ascender a la divinidad si se permite que el poder se estanque, por ejemplo, en la devoción élfica a nuestras casas.
El poder no es inherente, dice Curnar, y todas las personas pueden convertirse en dioses.
Esta es la doctrina de la Ascendencia Universal, y no es de extrañar que Curnar fuera ejecutado bajo el reinado del abuelo de Su Serenidad. Encontramos sus escritos llenos de misticismo deliberado y retórica vacía, pero los trabajadores con los que hemos hablado parecen creer en sus enseñanzas con mucho fervor.
les gusta sentir que tendrían una justificación para hacerlo.
Y, como estamos seguros que Su Serenidad ya habrá observado, es una creencia muy conveniente para un hombre que se propone asesinar a un emperador.
Son gente iracunda, Su Serenidad, y, en verdad, nuestra cautela fue muy poco necesaria, ya que su ira los hace ciegos y fáciles de engañar, y hace que estén muy dispuestos a hablar, primero sobre sus agravios, (y, aunque no es asunto nuestro, Su Serenidad, creemos que se debería investigar la Compañía de Aeronaves Amal-Athamareise, ya que algunas de sus quejas deberían ser atendidas lo antes posible), y luego sobre sus planes sobre la gloria, la venganza y la divinidad.
Todavía podríamos estar allí, Serenidad, en un bar de tripulantes llamado Los Caballos Vaporosos, viendo a la gente beber aguamiel barato y escuchando filosofía mala, y de todas las formas en que pudiéramos pasar el resto de nuestras vidas, no sería la peor, si no fuera por la casualidad que nos puso un día en el mismo puesto de trabajo que Evrenis Bralchenar.
Es un apasionado seguidor de Curnar, y en seguida nos dimos cuenta de que no considera la Ascendencia Universal como algo hipotético o algo que podría ocurrir, sino como algo que sucederá en un futuro no muy lejano.
Le preguntamos por qué pensaba que la Ascendencia Universal estaba, como él decía, al alcance de todas las personas vivas, y con aire misterioso dijo que conocía a personas en el poder, personas importantes, que ya estaban haciendo algo al respecto.
Las prisas estropean el pan. No le preguntamos nada más ese día.
estábamos seguros de que no podría resistir para siempre el atractivo de un oyente comprensivo.
sorcho, el vino de arroz caliente preferido por los goblins)
Su cabello brilló bajo la luz de las velas de la infinidad de arañas de cristal del Untheileian, ella había abandonado el acentuado lapislázuli, y se había adornado con peinillas de laca negra y un collar de esmeraldas a juego con el sutil bordado verde de su túnica gris. Hizo una reverencia cuando llegó a lo alto de las escaleras y habló con una voz que no pretendía llegar más allá de los oídos de Maia. —No es necesario que habléis con nosotras si no es vuestro deseo.
—Es una espada solar, Serenidad, el arma de los antiguos príncipes, antes de que Edrevenivar el Conquistador uniera las Ethuveraz. No sabíamos que los Ceredada aún tuvieran una.
—Significa lealtad —dijo Telimezh, casi con impaciencia—. Si los Ceredada han guardado esta espada solar todos estos siglos, ofrecérsela ahora al emperador… —Se detuvo y comenzó de nuevo—. Serenidad, os está ofreciendo un regalo que Arbelan Zhasan no le dio a vuestro padre, el difunto emperador.
—Si eso es lo peor con lo que los dioses tienen que lidiar esta noche, podemos considerarnos todos hombres santos
La sonrisa de Vedero parecía rígida e inexperta, pero pensaba que era sincera.
Había estado observando a los bailarines en lugar de participar, y había observado el avance de Eshevis Tethimar a través del Untheileian. —Atrajo mi atención —dijo el capitán—, porque no bailaba y cuando se detenía para hablar con alguien, siempre era un hombre. Era evidente que era algún asunto importante, pero no nos dimos cuenta de que se trataba de uno mortífero.
Maia recordaba por las lecciones de Berenar, que la Casa Nethenada era una casa pequeña al oeste de Thu-Tetar, célebre principalmente por su gobierno centenario del Vado Nethen, donde, por una combinación de calzadas, dragados y algunas islas dispuestas de forma aleatoria, mantenían el único cruce seguro del Tetara a más de cincuenta millas. El actual conde Nethenel era unos seis años mayor que Maia y había sido nombrado por la emperatriz Pazhiro, aunque si se trató de un esfuerzo por ganarse el favor de Varenechibel, se podría decir que no tuvo éxito. Los Nethenada eran una de las familias
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Mer Shulivar no era lo que Maia esperaba, aunque, en realidad, no podría haber dicho qué era lo que esperaba. Era alto, un poco desgarbado, con el cabello negro muy corto y unos vivos ojos azules; su piel era del mismo tono gris que la de Maia. Se miraron el uno al otro. Shulivar no estaba asustado ni se mostró hostil, y a Maia le resultó extrañamente fácil decir: —¿Por qué lo hicisteis? —Porque debía hacerse —dijo Shulivar. Maia vio que estaba absolutamente seguro, que su calma no provenía del simple coraje, sino de la convicción. —¿Debía? —Está en la naturaleza de todas las personas
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Por primera vez, comprendió por qué Setheris había pasado tanto tiempo ebrio. Si eso detenía el bullicio en su cabeza, merecería la pena.
En medio de su propia tormenta particular, el Gran Avar partió.
Ciertamente, el vizconde Chavel, cuando apareció ante el emperador unos tres días después del golpe fallido y le ofreció revethvoran, que era más de lo que se había dignado a hacer Chavar, lo ignoraba por completo.
—Tal como siempre ha ocurrido con los amigos de nuestra madre —dijo Idra, apesadumbrado—. Nuestro padre le preguntó una vez si no preferiría un borrego de verdad, ya que al menos se beneficiaría de su lana. A madre no le agradó.
Mi padre dijo una vez que madre debería haber sido soldado. Ella se lo tomó como una ofensa, pero mi padre dijo que habría llegado a general para cuando cumpliera cuarenta y eso la complació. Es cierto. Es muy feroz.
Una de ellas estaba traduciendo al poeta barizheise Amu Carcethlened, que había escrito fabulosos relatos de aventura sobre los viajes del buque a vapor León de Orpezhkhahar.
Otra amiga estaba escribiendo un tratado sobre los derechos de sucesión como se desprendía de los registros de cría de caballos de valor milenario de su familia. Otra había empezado una escuela no oficial para talentos mazeise.
—No —dijo Min Vechin—, no nos referimos a eso. No es por el resultado, aunque sabemos que el resultado es beneficioso. Es por lo que hicimos —alzó la mirada—. Deberíamos haberos preguntado apropiadamente. Honorablemente.
La sonrisa de Cala fue hermosa y aunque Beshelar no sonrió, saludó con entusiasmo.
Lista de personas, lugares, cosas y dioses