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Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich von Hayek, Karl Popper, Isaiah Berlin, Raymond Aron y Jean-François Revel.
fui comprendiendo que las «libertades formales» de la supuesta democracia burguesa no eran una mera apariencia detrás de la cual se ocultaba la explotación de los pobres por los ricos, sino la frontera entre los derechos humanos, la libertad de expresión, la diversidad política, y un sistema autoritario y represivo, donde, en nombre de la verdad única representada por el partido comunista y sus jerarcas, se podía silenciar toda forma de crítica, imponer consignas dogmáticas y sepultar a los disidentes en campos de concentración e, incluso, desaparecerlos. Con todas sus imperfecciones, que eran
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Así llama Karl Popper al irracionalismo del ser humano primitivo que anida en el fondo más secreto de todos los civilizados, quienes nunca hemos superado del todo la añoranza de aquel mundo tradicional —la tribu— cuando el hombre era aún una parte inseparable de la colectividad, subordinado al brujo o al cacique todopoderosos, que tomaban por él todas las decisiones, en la que se sentía seguro, liberado de responsabilidades, sometido, igual que el animal en la manada, el hato, o el ser humano en la pandilla o la hinchada, adormecido entre quienes hablaban la misma lengua, adoraban los mismos
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Karl Popper identificó el peligro del pensamiento tribal que subyace en cada uno de los individuos "civilizados"
nada representaba tanto el retorno a la «tribu» como el comunismo, con la negación del individuo como ser soberano y responsable, regresado a la condición de parte de una masa sumisa a los dictados del líder, especie de santón religioso de palabra sagrada, irrefutable como un axioma, que resucitaba las peores formas de la demagogia y el chauvinismo.
El caudillo, en su más básica estructura, representa el odio a la racionalidad y la desaparición del individualismo en la masa, a fin de ser él quien libere al pueblo de todas sus penas
El liberalismo es una doctrina que no tiene respuestas para todo, como pretende el marxismo, y admite en su seno la divergencia y la crítica, a partir de un cuerpo pequeño pero inequívoco de convicciones. Por ejemplo, que la libertad es el valor supremo y que ella no es divisible y fragmentaria, que es una sola y debe manifestarse en todos los dominios —el económico, el político, el social, el cultural— en una sociedad genuinamente democrática.
Los liberales no somos anarquistas y no queremos suprimir el Estado. Por el contario, queremos un Estado fuerte y eficaz, lo que no significa un Estado grande, empeñado en hacer cosas que la sociedad civil puede hacer mejor que él en un régimen de libre competencia. El Estado debe asegurar la libertad, el orden público, el respeto a la ley, la igualdad de oportunidades.
La igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades no significan la igualdad en los ingresos y en la renta, algo que liberal alguno propondría. Porque esto último sólo se puede obtener en una sociedad mediante un Gobierno autoritario que «iguale» económicamente a todos los ciudadanos mediante un sistema opresivo, haciendo tabla rasa de las distintas capacidades individuales, imaginación, inventiva, concentración, diligencia, ambición, espíritu de trabajo, liderazgo. Esto equivale a la desaparición del individuo, a su inmersión en la tribu.
La igualdad de oportunidades en el dominio de la educación no significa que haya que suprimir la enseñanza privada en beneficio de la pública. Nada de eso; es indispensable que ambas existan y compitan porque no hay nada como la competencia para lograr la superación y el progreso. Por otro lado, la idea de la competencia entre planteles educativos fue de un economista liberal, Milton Friedman. El «cupo escolar» diseñado por él ha dado excelentes resultados en los países que lo han aplicado, como Suecia, concediendo a los padres de familia una participación muy activa en el mejoramiento del
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Una excelente idea para aplicar en Ecuador. Educación de caaliddad competitiva entre pública y privada
La teoría de los sentimientos morales se centra sobre todo en los hombres, pero hay algunas especificidades que cree encontrar en la mujer que la distinguen de aquellos, como por ejemplo ésta, tan sutil: «La humanidad es propia de la mujer, la liberalidad, del hombre» (p. 342). Buena parte del libro analiza al individuo aislado, pero, en los capítulos finales, antes de pasar revista a todos los sistemas sobre la moral —Platón, Aristóteles, Zenón y los estoicos, los epicúreos, Cicerón—, para contrastarlos con el suyo, el análisis se extiende al individuo como parte de la familia, de la nación
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Resultó desconcertante para muchos lectores de La riqueza de las naciones descubrir que no es el altruismo ni la caridad, sino más bien el egoísmo, el motor del progreso: «No obtenemos los alimentos de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de su preocupación por su propio interés. No nos dirigimos a sus sentimientos humanitarios, sino a su egoísmo, y nunca hablamos de nuestras necesidades, sino de sus propias ventajas»[10].
Los grandes enemigos del mercado libre son los privilegios, el monopolio, los subsidios, los controles, las prohibiciones. Lo espontáneo y natural del sistema se reduce a medida que la sociedad progresa y se crean estructuras legales que regulan el mercado. Ahora bien, siempre que preserven, por lo menos en grandes márgenes, la libertad, el sistema será eficiente y dará resultados positivos. Es verdad que el mercado es frío, pues premia el éxito y castiga el fracaso de manera implacable.
Sin la división del trabajo y la acumulación del capital no habría habido desarrollo de las fuerzas productivas. El capital consta de una parte fija y otra circulante; la primera consiste en las máquinas, tierras y locales en que funciona la empresa, y, la otra, en el dinero que se gasta en salarios, impuestos e inversiones. El conjunto de los capitales representa la riqueza de un país. La estabilidad es condición esencial para el desarrollo, pues, cuando no existe, la gente aparta sus capitales de la circulación escondiéndolos.
el capitalismo internacional es el enemigo natural del nacionalismo.
Adam Smith es partidario del comercio libre, pero acepta que se pongan aranceles y prohibiciones si se tiene la seguridad de que con ello se va a aumentar el empleo o si la libertad total de importación amenaza con arruinar a los empresarios y manufactureros incapaces de competir con los productos importados.
Páginas después esta tesis es desmentida pues se demuestra que la libertad de comercio exterior es la más eficiente y beneficiosa para los países, pese a que los prejuicios nacionalistas sostengan lo contrario.
Estudia cómo los países contraen deudas para cumplir con sus presupuestos o financiar las guerras, la manera como pagan aquellas deudas y las consecuencias que éstas tienen en la vida económica. Concluye que una vez que una nación se acostumbra a endeudarse, le es casi imposible llegar a pagar las enormes obligaciones que contrae. Y condena con dureza a los Estados que, para pagar artificialmente lo que deben, desvalorizan sus monedas, con lo que pagan sólo una parte generalmente pequeña de las deudas que contrajeron.
Éste es el caso de venezuela. Devalúa su moneda para financiar una supuesta guerra contra Estados Unidos.
Dialogues Concerning Natural Religion,
La «masa» a que Ortega se refiere abraza transversalmente a hombres y mujeres de distintas clases sociales, igualándolos en un ser colectivo en el que se han fundido, abdicando de su individualidad soberana para adquirir la de la colectividad y ser nada más que una «parte de la tribu».
Ortega confiesa su ignorancia del tema económico; sin embargo, un instinto le hace ver que éste es un asunto absolutamente central y determinante para el éxito o fracaso del nuevo régimen. Por eso recomienda la formación de un cuerpo de economistas que asesore al Gobierno en su política económica, aunque sea contratando especialistas extranjeros si no hay en la propia España técnicos y profesionales de las finanzas de alta calidad.
Pungto clave para el avance de cualquier país . Contar con economistas que tengan clara la película !
Una de sus célebres frases fue: «La claridad es la cortesía del filósofo», máxima a la que siempre se ciñó a la hora de escribir. Yo no creo que ese esfuerzo por ser accesible, inspirado en el anhelo de Goethe de ir siempre «desde lo oscuro hacia lo claro», que él llamó «la voluntad luciferina», empobrezca su pensamiento y lo reduzca al mero papel de un divulgador. Por el contrario, uno de sus grandes méritos es haber sido capaz de llevar a un público no especializado, a lectores profanos, los grandes temas de la filosofía, la historia y la cultura en general, de modo que pudieran entenderlos
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sus trabajos están impregnados de fiebre polémica, irreverencia contra lo establecido, una creatividad intelectual que coincide con cierta fría rigidez analítica y, a menudo, de propuestas explosivas como la que hizo en 1950 de que Alemania Occidental se integrara a Estados Unidos y que luego otros países europeos la imitaran (pensaba sobre todo en los países escandinavos).
La ambición en el individuo es la fuerza que dinamiza la economía de mercado, lo que hace posible el progreso. Por eso, las fórmulas keynesianas de confiar al Estado la guía y orientación de la vida económica, mediante la planificación, le parece que embotan aquella «ambición» y producen hondas distorsiones en el funcionamiento del mercado.
El individuo es quien da forma a la economía. Es por eso, que la propuesta de Keynes de permitir al estado regular el mercado, genera en esencia una deformación de la anterior que socaba la libertad de los emprendedores.
El gran enemigo de ésta es el constructivismo, la fatídica pretensión —así se titula el último libro de Hayek: Fatal Conceit (1989) (La fatal arrogancia)— de querer organizar, desde un centro cualquiera de poder, la vida de la comunidad, sustituyendo las instituciones surgidas sin premeditación ni control (la ley común, el kosmos) por estructuras artificiales y encaminadas a objetivos como «racionalizar» la producción, «redistribuir» la riqueza, imponer el igualitarismo y uniformar al todo social en una ideología, cultura o religión.
El constructivismo o planificación deteriora al libertarianismo porque plantea un punto central que controla diversas dimensiones del individuo.
la democracia, a la que, en sus últimos años sobre todo, el indomable Hayek se dedicó a autopsiar de manera muy crítica, describiendo sus deficiencias y deformaciones, una de las cuales es el mercantilismo y, otra, la dictadura de las mayorías sobre las minorías.

