Moronga

by Horacio Castellanos Moya

hogares en un mundo muy lejano al de la habitación en que yo había pernoctado, no en la misma cama en que Yesenia hacía retozar

hacía pajas para que éste se quedara con mi esperma, el cual no terminaba de cuajar en el vientre de la susodicha, la que ya alcanzaba grados peligrosos de desquiciamiento

recuerdo de los días de mi ruptura con Petra había logrado envenenar mi ánimo, hacerme sentir como un traidor porque ahora yo me disponía a apoyar a la mujer desquiciada

mujer a la cama, por eso a la mesera le pedí que trajera otro Martini para mi acompañante y que para mí no más cerveza, ya me había quitado la sed y comenzaba a aplatanarme,

pie en el coño de la fulana e instantes más tarde había caído atrapado por la sordidez de la memoria, ¡no era posible dejarme zarandear

me largaría de la ciudad y ella seguiría en su drama, de dónde me salían esos pruritos

eso

que yo lo hice con calma, el autobús hacia los

familia en verdad era poderosa y ella había