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October 21 - December 14, 2025
Tengo, empero, un deseo aún por satisfacer y este vacío me acucia ahora de manera terrible. No tengo amigo alguno, Margaret; cuando arda con el entusiasmo del éxito, no habrá nadie que comparta mi alegría; si soy víctima del desaliento, nadie se esforzará por disipar mi desánimo.
Me hace mucha falta un amigo que tuviera el suficiente sentido común como para no despreciarme por romántico y que me estimara lo bastante como para intentar ordenar mi mente.
Un ser de apariencia humana, pero de gigantesca estatura, iba sentado en el trineo y dirigía los perros. Observamos con el catalejo el rápido avance del viajero hasta que se perdió entre los lejanos montículos de hielo.
había un trineo parecido al que ya habíamos divisado. Unicamente un perro permanecía vivo; pero había un ser humano en el trineo, al cual los marineros intentaban persuadir de que subiera al barco. No parecía, como el viajero de la noche anterior, un habitante salvaje procedente de alguna isla inexplorada, sino un europeo.
reposo. Sin embargo, en una ocasión el lugarteniente le preguntó que por qué había llegado tan lejos por el hielo en un vehículo tan extraño. Una expresión de dolor le cubrió el rostro de inmediato; y respondió: - Voy en busca de alguien que huyó de mí. ¿Y el hombre a quien perseguía viajaba de manera semejante? - Sí. - Entonces pienso que lo hemos visto,
Te decía en una de mis cartas, querida Margaret, que no hallaría ningún amigo en el vasto océano, pero he encontrado un hombre a quien, antes de que la desgracia quebrara su espíritu, me hubiera gustado tener por hermano.
Es mi deseo —dijo— que la consideres como hija tuya y que como a tal la eduques. Es la heredera de la fortuna de su madre, y te enviaré los documentos que así lo demuestran.
Reflexiona sobre esta propuesta y decide si preferirías educar a tu sobrina tú mismo o que lo haga una madrastra.
Juventud más feliz que la mía no puede haber existido. Mis padres eran indulgentes y mis compañeros amables. Para nosotros los estudios nunca fueron una imposición; siempre teníamos una meta a la vista que nos espoleaba a proseguirlos.
Me esforzaré por resignarme a la muerte con alegría y abrigaré la esperanza de reunirme con vosotros en el más allá.
Pasa tanto tiempo antes de que uno se pueda persuadir de que aquella a quien veíamos cada día, y cuya existencia misma formaba parte de la nuestra, ya no está con nosotros; que se ha extinguido la viveza de sus amados ojos y que su voz tan dulce y familiar se ha apagado
para siempre. Estos son los pensamientos de los primeros días. Pero la amargura del dolor no comienza hasta que el transcurso del tiempo demuestra la realidad de la pérdida.
Con el tiempo llega el momento en el que el sufrimiento es más una costumbre que una necesidad y, aunque parezca un sacrilegio, ya no se reprime la sonrisa que asoma a los labios.
Nadie salvo los que lo han experimentado, puede concebir lo fascinante de la ciencia.
¡cuántas cosas estamos a punto de descubrir si la cobardía y la dejadez no entorpecieran nuestra curiosidad!
La oscuridad no me afectaba la imaginación, y los cementerios no eran para mí otra cosa que el lugar donde yacían los cuerpos desprovistos de vida, que tras poseer fuerza y belleza ahora eran pasto de los gusanos.
aprenda cuánto más feliz es el hombre que considera su ciudad natal el centro del universo, que aquel que aspira a una mayor grandeza de la que le permite su naturaleza.
Imbuido de estos sentimientos, comencé la creación de un ser humano. Dado que la pequeñez de los órganos suponía un obstáculo para la rapidez, decidí, en contra de mi primera decisión, hacer una criatura de dimensiones gigantescas;
pensé que, si podía infundir vida a la materia inerte, quizá, con el tiempo (aunque ahora lo creyera imposible), pudiese devolver la vida a aquellos cuerpos que, aparentemente, la muerte había entregado a la corrupción.
El ser humano perfecto debe conservar siempre la calma y la paz de espíritu y no permitir jamás que la pasión o el deseo fugaz turben su tranquilidad.
¿Cómo expresar mi sensación ante esta catástrofe, o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado?
Durante casi dos años había trabajado infatigablemente con el único propósito de infundir vida en un cuerpo inerte. Para ello me había privado de descanso y de salud. Lo había deseado con un fervor que sobrepasaba con mucho la moderación; pero ahora que lo había conseguido, la hermosura del sueño se desvanecía y la repugnancia y el horror me embargaban.
vi al engendro, al monstruo miserable que había creado. Tenía levantada la cortina de la cama, y sus ojos, si así podían llamarse, me miraban fijamente.
¡Ay!, Ningún mortal podría soportar el horror que inspiraba aquel rostro.
Lo había observado cuando aún estaba incompleto, y ya entonces era repugnante;
No me atrevía a volver a mi habitación; me sentía empujado a seguir adelante pese a que me empapaba la lluvia que, a raudales, enviaba un cielo oscuro e inhóspito.
Puedes suponer
creo que es más honroso cultivar la tierra para sustento de la humanidad que ser el confidente e incluso el cómplice de sus vicios, que es la tarea del abogado.
ahora, querido
Los supervivientes somos los que más sufrimos, y para nosotros el tiempo es el único consuelo.
Si como crees es inocente, confía en la justicia de nuestros jueces, y en el interés con que yo impediré la más ligera sombra de parcialidad.
Me amenazó con la excomunión y las llamas del infierno si persistía en declararme inocente. Mi querida señora, no tenía a nadie que me ayudara. Todos me consideran un ser despreciable abocado a la ignominia y perdición.
¡Mi querido William!, ¡Mi querido pequeño! Pronto me reuniré contigo en el cielo, donde seremos felices. Ese es mi consuelo, en mi camino hacia la muerte y la difamación.
En vez de esa tranquilidad de conciencia, que me hubiera permitido rememorar el pasado con satisfacción y concebir nuevas esperanzas, me azotaban el remordimiento y los sentimientos de culpabilidad que me empujaban hacia un infierno de indescriptibles torturas.
Cuando la mentira se parece tanto a la verdad, ¿quién puede creer en la felicidad?
Se acercó. Su rostro reflejaba una mezcla de amargura, desdén y maldad, y su diabólica fealdad hacían imposible el mirarlo,
—¡Aborrecible monstruo!, ¡demonio infame!, los tormentos del infierno son un castigo demasiado suave para tus crímenes. ¡Diablo inmundo!, me reprochas haberte creado; acércate, y déjame apagar la llama que con tanta imprudencia encendí.
Creedme, Frankenstein: yo era bueno; mi espíritu estaba lleno de amor y humanidad, pero estoy solo, horriblemente solo. Vos, mi creador, me odiáis.
Se volvió al oír el ruido; y, viéndome, salió de la cabaña gritando, y cruzó los campos a una velocidad apenas imaginable en persona tan debilitada. Me sorprendieron su huida y su aspecto, distinto a todo lo que hasta entonces había visto. Pero
Era mediodía
¡Cómo me horroricé al verme reflejado en el estanque transparente! En un principio salté hacia atrás aterrado, incapaz de creer que era mi propia imagen la que aquel espejo me devolvía.
Era más ágil, y podía subsistir a base de una dieta más tosca; soportaba mejor el frío y el calor; mi estatura era muy superior a la suya. Cuando miraba a mi alrededor, ni veía ni oía hablar de nadie que se pareciese a mí. ¿Era, pues, yo verdaderamente un monstruo, una mancha sobre la Tierra, de la que todos huían y a la que todos rechazaban?
En el curso de mi lectura iba efectuando numerosas comparaciones con mis propios sentimientos y mi triste situación.
Dan una detallada descripción de mi odiosa y repulsiva persona, en términos que reflejan tu propio horror y que convirtieron el mío en algo inolvidable. Enfermaba a medida que iba leyendo. «¡Odioso día en el que recibí la vida! —exclamé desesperado—. ¡Maldito creador! ¿Por qué creaste a un monstruo tan horripilante, del cual incluso tú te apartaste asqueado? Dios, en su misericordia, creó al hombre hermoso y fascinante, a su imagen y semejanza.
—No desespere. Cierto que es una desgracia el hallarse sin amigos, pero el corazón de los hombres, cuando el egoísmo no los ciega, está repleto de amor y caridad.
—¡Ha llegado el momento! ¡Sálveme! ¡Sálveme y protéjame! Usted y su familia son los amigos que busco. No me abandonen en el momento decisivo. —¡Dios mío! —exclamó el anciano—, ¿quién es usted?
Félix se abalanzó sobre mí, y con una fuerza sobrenatural me arrancó del lado de su padre, cuyas rodillas yo abrazaba. Loco de ira, me arrojó al suelo y me azotó violentamente con un palo.
¡Esta era, pues, la recompensa a mi bondad! Había salvado de la destrucción a un ser humano, en premio a lo cual ahora me retorcía bajo el dolor de una herida que me había astillado el hueso. Los sentimientos de bondad y afecto que experimenté pocos minutos antes se transformaron en diabólica furia y rechinar de dientes. Torturado por el daño, juré odio y venganza eterna a toda la humanidad. Pero el dolor me vencía; sentí como se me paraba el pulso, y perdí el conocimiento.
—¡Horrendo monstruo! ¡Suélteme! Mi padre es juez; es el señor Frankenstein, y lo castigará. No se atreverá a llevarme con usted. —¡Frankenstein! Perteneces a mi enemigo, a aquel de quien he jurado vengarme. ¡Tú serás mi primera víctima!
La criatura seguía forcejeando y lanzándome insultos que me llenaban de desesperación. Lo cogí por la garganta para que se callara, y al momento cayó muerto a mis pies. Contemplé mi víctima, y mi corazón se hinchó de exultación y diabólico triunfo. Palmoteando exclamé: —Yo también puedo sembrar la desolación; mi enemigo no es invulnerable. Esta muerte le acarreará la desesperación, y mil otras desgracias lo atormentarán y destrozarán.

