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by
Gary Keller
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November 22, 2019 - May 16, 2021
Buscar LO ÚNICO es la mejor manera de conseguir aquello que quieres.
«Simplificar» es ignorar todo aquello que podrías hacer y dedicarte a hacer aquello que debes hacer. Consiste en reconocer que no todas las cosas importan igual y en encontrar aquello que más importa.
La mejor manera de sacarle el máximo provecho a nuestro trabajo y a nuestra vida es estrechar el foco de atención al máximo. La mayoría de la gente piensa que es justo al contrario. Creen que para lograr un gran éxito hace falta mucho tiempo y dedicación y que tiene que ser complicado.
el éxito de verdad llega cuando hacemos bien unas pocas cosas,
El problema de intentar hacer demasiado es que, aunque funcione, el hecho de ir añadiendo tareas a tu trabajo y a tu vida sin recortar por otro lado conlleva otras muchas contrapartidas negativas: plazos que no se cumplen, resultados decepcionantes, mucho estrés, horas extras, sueño atrasado, mala alimentación, ausencia de ejercicio y pérdida de momentos con la familia y los amigos.
Si simplificas al máximo acabarás por centrar tu atención en LO ÚNICO. Y ese es el punto clave.
Así que cuando pienses en el éxito, apunta a la luna. Puedes alcanzar la luna si priorizas bien y pones toda tu energía en conseguir LO ÚNICO. Obtener resultados extraordinarios es como crear un efecto dominó en tu vida.
Cuando vemos a alguien que tiene muchos conocimientos es porque los ha ido adquiriendo a lo largo del tiempo. Cuando vemos a alguien que tiene muchas habilidades es que las ha ido desarrollando con el tiempo. Cuando vemos a alguien que ha hecho muchas cosas, las ha ido haciendo con el tiempo. Cuando vemos a alguien que tiene mucho dinero, lo ha ganado con el tiempo. La clave está en ese «con el tiempo». El éxito se construye de manera secuencial. Una cosa tras otra.
Nadie se hace a sí mismo.
«Solo puede haber una cosa de la máxima importancia. Muchas cosas pueden ser importantes, pero solo una es la más importante». Ross Garber
Todos tenemos una persona que lo significa todo para nosotros o que fue el primero que nos influyó, nos formó o nos dirigió. Nadie logra el éxito solo. Nadie.
LAS SEIS MENTIRAS QUE SE INTERPONEN ENTRE EL ÉXITO Y TÚ 1. Todas las cosas importan por igual 2. La multitarea 3. Una vida disciplinada 4. La fuerza de voluntad está siempre disponible 5. Una vida equilibrada 6. Lo grande es malo
La igualdad es una mentira. Comprenderlo es la base de todas las grandes decisiones.
La actividad muchas veces no tiene nada que ver con la productividad, y estar atareado rara vez tiene que ver con hacer una tarea con eficacia.
«Con estar atareado no basta. Las hormigas lo están. La cuestión es: ¿ocupados en qué?».
No todo importa por igual, y el éxito no es un juego que gana quien más cosas hace. Pero así es como la mayoría juega a diario.
Pese a que las listas de cosas pendientes nos sirven como una buena recopilación de nuestras mejores intenciones, también nos tiranizan por vernos obligados a hacer cosas triviales y carentes de importancia... por el único motivo de que están en nuestra lista.
«Las cosas de mayor importancia no siempre son las más llamativas».
Los triunfadores actúan de otro modo. Tienen ojo clínico para detectar lo esencial. Se detienen lo justo para decidir qué es lo que importa y luego dejan que lo que importa guíe su vida. Los triunfadores hacen antes lo que otros dejan para más tarde y posponen, incluso a veces indefinidamente, cosas que los demás hacen antes. La diferencia no está en la intención, sino en la prioridad de paso. Los triunfadores siempre avanzan partiendo de un sentido claro de lo que es prioritario.
«El principio del 80/20 afirma que una minoría de causas, contribuciones o esfuerzos suele provocar una mayoría de resultados, rendimientos o productos». Dicho de otro modo, en el mundo del éxito, las cosas no son iguales. Una pequeña cantidad de causas genera la mayoría de los resultados. La contribución adecuada provoca la mayoría de los rendimientos. Un esfuerzo escogido genera casi todas las recompensas.
Pareto apunta en una dirección muy clara: la mayor parte de lo que uno desea será producto de una parte mínima de lo que uno hace.
La gran aportación de Juran fue que no todo importa por igual, que hay cosas que importan más que otras, mucho más. Una lista de cosas pendientes se convierte en una lista de éxitos cuando se le aplica el principio de Pareto.
Sigue avanzando. Puedes llegar a coger el 20 por ciento del 20 por ciento del 20 por ciento y seguir reduciendo hasta que llegues a LO ÚNICO importante (ver figura 5). Da igual cuál sea la tarea, la misión o el objetivo. No importa que sea algo grande o pequeño. Empieza con una lista lo larga que quieras, pero hazlo con la mentalidad de ir eliminando cosas hasta reducir la lista a unas pocas cosas cruciales y no te detengas hasta que termines quedándote con una única idea esencial. La única idea imperativa. LO ÚNICO.
Siempre habrá unas cuantas cosas que importen más que las demás. Y, entre ellas, habrá una que será la más importante.
«Los multitareístas son sencillamente malos en todo».
«La multitarea no es más que la oportunidad de fastidiar más de una cosa a la vez».
La multitarea es la ejecución de múltiples tareas que se alternan para compartir un mismo recurso (un procesador o CPU), pero con el tiempo se le dio la vuelta al contexto y pasó a interpretarse como varias tareas ejecutadas de manera simultánea por un solo recurso (una persona). Se trata de un giro semántico muy ingenioso que induce a error, ya que incluso los ordenadores solo son capaces de procesar los fragmentos de código de uno en uno. Cuando están haciendo «multitareas», lo que hacen es ir adelante y atrás, alternar su atención entre dos tareas hasta que concluyen ambas. La velocidad con
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Pero aquí está la pega: que no estás verdaderamente centrado en las dos actividades.
Puedes hacer dos cosas a la vez, pero no puedes centrarte eficazmente en dos cosas al mismo tiempo.
Cada vez que intentamos hacer dos o más cosas a la vez, lo único que hacemos es dividir nuestra atención y reducir la eficacia de todos los resultados de ese proceso.
Si alternamos entre una actividad y otra perderemos tiempo cada vez que nuestro cerebro se reorienta hacia cada nueva tarea. Esos milisegundos se van acumulando. Los investigadores calculan que perdemos una media de un 28 por ciento de nuestra jornada laboral por culpa de la ineficacia de la multitarea.
«La gente con la que vivimos y trabajamos a diario merece toda nuestra atención. Cuando prestamos a las personas una atención fragmentada, cuando les dedicamos pedacitos de tiempo y saltamos de una cosa a otra, el coste de esas interrupciones será mucho mayor que el simple tiempo perdido. Acabaremos perjudicando nuestras relaciones».
Para poder poner en práctica el principio de LO ÚNICO, no puedes tragarte la mentira de que es bueno tratar de hacer dos cosas a la vez. Aunque a veces se puede practicar la multitarea, nunca se puede hacerlo con eficacia.
Al contrario de lo que cree la mayoría de la gente, el éxito no es una maratón de acciones disciplinadas. Ningún logro exige que seas una persona disciplinada a tiempo completo, que hayas preparado con antelación todas tus acciones y que el control sea tu solución a cualquier situación. En realidad, el éxito es una carrera corta: un esprint impulsado por la disciplina que dura hasta que aparece la costumbre y toma el relevo.
En cualquier conversación sobre el éxito siempre acaban apareciendo las palabras «disciplina» y «hábito». Aunque su significado difiere, se conectan estrechamente para formar los cimientos del éxito: trabajar de forma habitual en algo hasta que ese algo te funciona de forma habitual. Cuando te disciplinas, lo que haces es básicamente entrenarte para actuar de una manera concreta. Si te ciñes a algo durante mucho tiempo se acaba convirtiendo en una rutina; es decir, en un hábito. Así que, cuando ves a alguien que tiene pinta de ser disciplinado, lo que estás viendo en realidad es una persona
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No hace falta ser una persona disciplinada para tener éxito. De hecho, puedes tener éxito con menos disciplina de la que crees, por una razón muy sencilla: el éxito consiste en hacer lo correcto, no en hacerlo todo correctamente. El truco del éxito es escoger el hábito adecuado y hacer acopio de la suficiente disciplina para consolidarlo. Nada más. No necesitas más disciplina que esa. Y cuando ese hábito pase a formar parte de tu vida empezarás a parecer una persona disciplinada, aunque no lo seas. Lo que serás es alguien que ha logrado que algo funcione de manera habitual porque ha trabajado
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La recompensa que aporta crearse un hábito adecuado es bastante obvia: te consigue el éxito que estás buscando. Lo que muchas veces se pasa por alto, no obstante, es otro beneficio imprevisto: que también te simplifica la vida. Tu vida pasa a ser más clara y menos complicada porque sabes lo que tienes que hacer bien y lo que no tienes que hacer. La verdad simple y llana es que enfocar la disciplina a un hábito adecuado te dispensa de ser igual de disciplinado en otras áreas. Cuando haces lo correcto, eso puede liberarte de tener que controlar todo lo demás.
Si eres lo que haces repetidamente, entonces tus logros no serán acciones que emprendes sino hábitos que te has ido forjando en la vida. No tienes que buscar el éxito. Si aprovechas la fuerza de la disciplina selectiva para adquirir el hábito idóneo, los resultados extraordinarios te encontrarán a ti.
Cuando vinculamos el éxito a nuestra fuerza de voluntad sin comprender de verdad lo que eso significa, nos lanzamos de cabeza al fracaso.
La capacidad de controlarte para determinar tus propias acciones es una idea bastante potente. Si lo basas en el entrenamiento, se llama disciplina. Pero si lo haces solo porque puedes hacerlo, es fuerza pura. La fuerza de la voluntad.
Lo de que la fuerza de voluntad está siempre disponible es mentira.
Cuando se nos agota la fuerza de voluntad todos volvemos a nuestros valores predeterminados.
La fuerza de voluntad se agota cuando tomamos decisiones para centrar la atención, cuando contenemos nuestros sentimientos e impulsos o cuando alteramos nuestro comportamiento para ir en pos de objetivos.
En lo que respecta a la fuerza de voluntad, el tiempo lo es todo. Necesitarás tener tu fuerza de voluntad a toda potencia para asegurarte de que cuando hagas lo que tengas que hacer nada te distraiga ni te desvíe de tu objetivo. Luego necesitarás tener fuerza de voluntad suficiente para el resto del día, tanto para mantener lo que has conseguido como para evitar sabotearlo. No necesitas más fuerza de voluntad que esa para tener éxito. Así que, si quieres sacarle el máximo partido a cada día, haz tu tarea más importante —LO ÚNICO— bien temprano, antes de que se te agote la fuerza de voluntad.
Haz lo que más importa a primera hora del día, cuando tu fuerza de voluntad está al máximo. Una fuerza de voluntad máxima supone un éxito máximo.
Esto es difícil de asimilar, y más de creer, sobre todo porque una de nuestras lamentaciones más frecuentes es «necesito más equilibrio», un mantra habitual sobre lo que nos falta en la vida. Oímos hablar tanto del equilibrio que asumimos de manera automática que eso es precisamente lo que deberíamos buscar. Y no lo es. Un propósito, un significado, un objetivo: esas son las cosas que conforman una vida exitosa. Búscalos y lo más seguro es que vivas una vida sin equilibrio y que atravieses una y otra vez una línea media invisible mientras vas en pos de tus prioridades. El acto de vivir una
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El problema de vivir en el centro es que ello te impide dedicar grandes cantidades de tiempo a ninguna cosa. En tu afán por atender a todo, todo se ve mermado y nada obtiene el tiempo que merece.
El motivo por el que no deberíamos buscar el equilibrio es que la magia nunca se produce en el punto medio, sino en los extremos.
El tiempo no espera a nadie. Si llevas algo hasta el extremo, el aplazamiento puede convertirse en algo permanente.
Jugar con el tiempo te meterá en un callejón sin salida. Creer en esta mentira es dañino porque te convence para que hagas cosas que no deberías hacer y te impide hacer las que sí deberías hacer. La mala gestión del punto medio puede ser una de las cosas más destructivas que uno emprenda. No puedes ignorar la inevitabilidad del tiempo.

