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Kindle Notes & Highlights
A lo largo de la historia, los humanos hemos sido nuestros peores enemigos, y siempre que alguien trata de oprimir a otra persona intenta controlar las herramientas de comunicación.
Estas tecnologías sirven para obtener información sobre nosotros más aún de lo que nos sirven a nosotros para obtener información.
Los PC permitieron que millones de personas gestionasen sus propios asuntos. Fortalecieron a la clase media. Las tabletas, en cambio, están optimizadas para la distribución de contenidos, pero el verdadero problema es que no pueden utilizarse sin aceptar que es otra persona quien goza de la superioridad informacional.
En la mayoría de los casos, ni siquiera es posible activarlas sin tener que ceder datos personales.
A los consumidores nos ofrecieron cosas gratis (tales como las búsquedas en la web o las redes sociales) a cambio de que aceptáramos que se nos espiase.
Si exigimos que los servicios actuales sean gratuitos, debemos ser conscientes de que pagaremos un precio por ellos en el futuro.
Instagram no vale mil millones de dólares solo porque esos trece empleados sean extraordinarios, sino que su valor reside en los millones de usuarios que contribuyen a su red sin recibir ninguna
compensación económica por ello. Para que el valor que las redes generan sea significativo, estas necesitan que un gran número de personas participe en ellas.
En otras épocas, las imprentas eran costosas, por lo que pagar a los reporteros para tener algo con lo que llenar las páginas parecía un gasto razonable. Cuando las noticias pasaron a ser gratuitas, dejó de resultar tan lógico que alguien quisiera que se le pagase.
¿Qué hace que seas tan interesante como para que merezca la pena espiarte?
Algo característico de la naturaleza humana es la tendencia a ignorar la hipocresía. Por lo general, cuanto mayor es esta, más invisible se vuelve, pero los técnicos solemos buscar la coherencia absoluta en nuestras ideas.
las decisiones que tomemos en relación con la arquitectura de las redes digitales podrían inclinar la balanza en una u otra dirección, hacia la inventiva o hacia la calamidad.
si de verdad crees que es imposible que las cosas cambien, prueba a seguir leyendo con gafas de sol.
En el fragmento de Aristóteles encontramos los primeros atisbos de la esperanza de que el progreso tecnológico podría sustituir a la conquista territorial como método para crear una burbuja de aislamiento personal.
La gente busca de manera natural los beneficios que reporta la sociedad, lo que la lleva a aceptar a los extraños, al tiempo que evita, dentro de lo posible, resultar vulnerable frente a determinados extraños. Esta es una crítica trillada de la cultura online actual: la gente tiene miles de «amigos», pero clava la mirada en la pantalla cuando tiene cerca a otras personas. Así ocurría en Atenas, y así ocurre ahora en la red.
El dinero olvida, pero «dios» recuerda. Dios* sabe cómo conseguiste cada dólar y lleva otro tipo de cuentas, unas cuentas morales, basadas en ese recuerdo. Si dios no es lo tuyo, piensa entonces en el karma o en Santa Claus.
Dios como autoridad moral es prácticamente lo opuesto al dinero.
Los mentirosos deben tener muy buena memoria. Es más trabajoso llevar dos libros de contabilidad que solo uno.
«Si quieres ganar dinero en las apuestas, abre un casino». La nueva versión sería esta: «Si quieres ganar dinero en una red, hazte con el servidor central». Si posees los ordenadores más potentes y con un mejor acceso a los datos, no tienes más que buscar dinero y aparecerá.
Imponen limitaciones al futuro cuando trazan un plan y se comprometen a cumplirlo.
El dinero solo adquiere valor cuando las personas lo interpretan, por lo que no tiene sentido hablar de un valor absoluto del dinero.
Las recientes crisis financieras se pueden entender como síntomas de la esperanza falaz de que la tecnología de la información puede hacer promesas por sí sola, sin las personas.