FRAGMENTO DE "LOS DIOSES DEL DINERO", CAP. IV
OBJETIVOS ESPECÍFICOS DE LAS ELITES
Entre los objetivos y metas más claramente discernibles perseguidos por esta casta de soberanos en las sombras podemos mencionar la mantención de un férreo control sobre la economía global sobre la base del manejo del sistema financiero. Obviamente esto no les resulta difícil pues las finanzas son, valga la metáfora, sus aguas jurisdiccionales, por ser precisamente ellos los dueños de la banca internacional –incluidos, como ya se ha dicho, los bancos centrales de todos los países del orbe.
Todos los países del mundo están endeudados con estos dioses del dinero; todas las campañas políticas se pagan con fondos surgidos de sus propios caudales, todos los proyectos de inversión, las investigaciones científicas, los avances tecnológicos, dependen de la asistencia de estos fondos. Nada llega al mercado sin recibir su beneplácito. Y si un investigador independiente hace algún descubrimiento que arruina un negocio u operación, sea en el ámbito que sea, se lo fuerza a vender la patente del invento y se entierra el archivo en el sótano respectivo. Hay muchos ejemplos de ello. En realidad nada puede hacerse sin el concurso del capital que ellos controlan. De este modo, manejando el crédito, manejan el alma de las naciones.
Otro de sus objetivos es mantener la brecha cultural de los pueblos en un rango que les permita controlar lo que piensa la gente de la calle pues es finalmente el hombre ordinario el que conforma las grandes mayorías que eligen o dan legitimidad a los gobiernos. En este sentido lo que hagan o digan los intelectuales “despiertos” –ya que hay muchos “dormidos”– da prácticamente lo mismo. A este respecto el pensamiento de las elites puede ser sintetizado con estas palabras: los libros los escriben ellos –pensadores, intelectuales, filósofos–, pero los medios de comunicación los manejamos nosotros, lo cual nos permite controlar la corriente principal de pensamiento o mainstream, base de la cultura común, rebajada al promedio de lo que es capaz de digerir la masa. La cultura de las masas es, en el fondo, el destilado del gran alambique domesticador de los medios de comunicación.
Casi por regla general el pensamiento independiente queda restringido a los ambientes underground o a los círculos cerrados de cierta marginalidad de carácter elitista, estando disponible sólo para una minoría inofensiva de intelectuales, artistas, escritores y pensadores que no logra jamás ejercer verdadera influencia sobre las mayorías adormecidas. Esto sucede porque la capacidad de penetración cultural de los medios del mainstream es infinitamente superior al impacto del trabajo de los pensadores independientes. Hemos de recalcar una vez más, a este respecto, que la misión fundamental de estos medios es socavar la inteligencia y capacidad crítica de la población manteniéndola desinformada o proporcionándole información falsa o sesgada, restringiendo severamente la capacidad de análisis de los individuos. Por cierto, ayuda mucho a estos propósitos la compulsión de los intelectuales por distinguirse del resto de sus semejantes, propensión que responde muchas veces a cierto impulso primario por destacar sobre la masa, herencia de cierto atavismo de origen animal ligado al instinto reproductivo.
Estas razones explican la causa de que sea cada vez menos frecuente en los sistemas educativos del mundo la existencia de estrategias pedagógicas que enseñen a los niños y a la juventud a pensar por cuenta propia. Mientras más embrutecida esté una sociedad más se parecen sus sistemas educativos a campos de entrenamiento virtual para robots.
Mantener el control de las fuentes de energía es otro de los objetivos de estas elites. Es un hecho universalmente reconocido que quien controla la energía controla el transporte, el comercio, la industria y, finalmente, la vida doméstica de los pueblos. En este punto no es necesario explayarnos demasiado. Si el dinero es la sangre del mundo, la energía es el motor que impulsa todas las actividades humanas.
Otro de los objetivos de los amos del mundo es mantener vigentes en todo momento y lugar los incentivos para la alienación de la juventud. Una juventud alienada facilita la fragmentación, la desorganización social, la soledad, el desenfreno. Los catalizadores son, entre otros medios, los videojuegos violentos, el descontento, la realidad inventada de la “brecha generacional”, el odio de clases, la tentación del anarquismo y el desencanto con unos padres que se han quedado pegados en sus propias adolescencias, todo ello sumado a un mundo que no les ofrece incentivos. Los jóvenes de todas las naciones de la Tierra se encuentran famélicos de experiencias trascendentes... y se vanaglorian de ello. Por tanto, a fuerza de las distintas variantes de la música convertida en ruido de que hablaba Kundera en La insoportable levedad del ser, y en medio de la permanente orgía de sexo, alcohol y drogas en que viven, se han embotado sus mentes y corazones, quedando la mayoría de ellos a merced del vacío, la nada, el sin sentido y la depresión. Esta situación aflige, lamentablemente, a una buena parte de la población juvenil o, al menos, a los grupos que más peso e influencia tienen en los entornos urbanos en que viven. La cifra de jóvenes afectados por esta situación va mucho más allá de la masa crítica.
Por lo demás, las elites se han encargado, por medio de la gestión de clases políticas corruptas e ineficientes, de brindarles una educación sin horizontes llenándoles la cabeza con slogans vacíos de significado (el propósito central no es que piensen por sí mismos, sino que repitan estribillos), empujándolos a buscarse a sí mismos en modelos y guías socialmente disfuncionales que encarnan valores bajo el umbral de toda experiencia humana genuina. Así, tenemos por un lado la irracionalidad desenfrenada, la apatía, la incomprensión, la indisciplina; y, en la vereda contraria, la irreverencia, la rebeldía sin causa –contrastada con la obediencia ciega y sumisa a líderes disfuncionales–, el sentido de pertenencia a la tribu, a la secta, a la religión disfrazada de fanatismo, a las modas y un largo etcétera de opciones deletéreas. En muchos casos las viejas rabias heredadas del pasado por causa de problemas no resueltos por sus propios padres han cobrado nuevas formas, cada vez más irreductibles, más obtusas, con menos razones y más violencia. Pero es siempre el mismo fenómeno el que se manifiesta: han extraviado su alma, los han convertido en masa.
©Javier Orrego C.LOS DIOSES DEL DINERO. HACIA UNA COMPRENSIÓN DE LA METAFÍSICA DEL PODER, EL DINERO Y LA RIQUEZA
Entre los objetivos y metas más claramente discernibles perseguidos por esta casta de soberanos en las sombras podemos mencionar la mantención de un férreo control sobre la economía global sobre la base del manejo del sistema financiero. Obviamente esto no les resulta difícil pues las finanzas son, valga la metáfora, sus aguas jurisdiccionales, por ser precisamente ellos los dueños de la banca internacional –incluidos, como ya se ha dicho, los bancos centrales de todos los países del orbe.
Todos los países del mundo están endeudados con estos dioses del dinero; todas las campañas políticas se pagan con fondos surgidos de sus propios caudales, todos los proyectos de inversión, las investigaciones científicas, los avances tecnológicos, dependen de la asistencia de estos fondos. Nada llega al mercado sin recibir su beneplácito. Y si un investigador independiente hace algún descubrimiento que arruina un negocio u operación, sea en el ámbito que sea, se lo fuerza a vender la patente del invento y se entierra el archivo en el sótano respectivo. Hay muchos ejemplos de ello. En realidad nada puede hacerse sin el concurso del capital que ellos controlan. De este modo, manejando el crédito, manejan el alma de las naciones.
Otro de sus objetivos es mantener la brecha cultural de los pueblos en un rango que les permita controlar lo que piensa la gente de la calle pues es finalmente el hombre ordinario el que conforma las grandes mayorías que eligen o dan legitimidad a los gobiernos. En este sentido lo que hagan o digan los intelectuales “despiertos” –ya que hay muchos “dormidos”– da prácticamente lo mismo. A este respecto el pensamiento de las elites puede ser sintetizado con estas palabras: los libros los escriben ellos –pensadores, intelectuales, filósofos–, pero los medios de comunicación los manejamos nosotros, lo cual nos permite controlar la corriente principal de pensamiento o mainstream, base de la cultura común, rebajada al promedio de lo que es capaz de digerir la masa. La cultura de las masas es, en el fondo, el destilado del gran alambique domesticador de los medios de comunicación.
Casi por regla general el pensamiento independiente queda restringido a los ambientes underground o a los círculos cerrados de cierta marginalidad de carácter elitista, estando disponible sólo para una minoría inofensiva de intelectuales, artistas, escritores y pensadores que no logra jamás ejercer verdadera influencia sobre las mayorías adormecidas. Esto sucede porque la capacidad de penetración cultural de los medios del mainstream es infinitamente superior al impacto del trabajo de los pensadores independientes. Hemos de recalcar una vez más, a este respecto, que la misión fundamental de estos medios es socavar la inteligencia y capacidad crítica de la población manteniéndola desinformada o proporcionándole información falsa o sesgada, restringiendo severamente la capacidad de análisis de los individuos. Por cierto, ayuda mucho a estos propósitos la compulsión de los intelectuales por distinguirse del resto de sus semejantes, propensión que responde muchas veces a cierto impulso primario por destacar sobre la masa, herencia de cierto atavismo de origen animal ligado al instinto reproductivo.
Estas razones explican la causa de que sea cada vez menos frecuente en los sistemas educativos del mundo la existencia de estrategias pedagógicas que enseñen a los niños y a la juventud a pensar por cuenta propia. Mientras más embrutecida esté una sociedad más se parecen sus sistemas educativos a campos de entrenamiento virtual para robots.
Mantener el control de las fuentes de energía es otro de los objetivos de estas elites. Es un hecho universalmente reconocido que quien controla la energía controla el transporte, el comercio, la industria y, finalmente, la vida doméstica de los pueblos. En este punto no es necesario explayarnos demasiado. Si el dinero es la sangre del mundo, la energía es el motor que impulsa todas las actividades humanas.
Otro de los objetivos de los amos del mundo es mantener vigentes en todo momento y lugar los incentivos para la alienación de la juventud. Una juventud alienada facilita la fragmentación, la desorganización social, la soledad, el desenfreno. Los catalizadores son, entre otros medios, los videojuegos violentos, el descontento, la realidad inventada de la “brecha generacional”, el odio de clases, la tentación del anarquismo y el desencanto con unos padres que se han quedado pegados en sus propias adolescencias, todo ello sumado a un mundo que no les ofrece incentivos. Los jóvenes de todas las naciones de la Tierra se encuentran famélicos de experiencias trascendentes... y se vanaglorian de ello. Por tanto, a fuerza de las distintas variantes de la música convertida en ruido de que hablaba Kundera en La insoportable levedad del ser, y en medio de la permanente orgía de sexo, alcohol y drogas en que viven, se han embotado sus mentes y corazones, quedando la mayoría de ellos a merced del vacío, la nada, el sin sentido y la depresión. Esta situación aflige, lamentablemente, a una buena parte de la población juvenil o, al menos, a los grupos que más peso e influencia tienen en los entornos urbanos en que viven. La cifra de jóvenes afectados por esta situación va mucho más allá de la masa crítica.
Por lo demás, las elites se han encargado, por medio de la gestión de clases políticas corruptas e ineficientes, de brindarles una educación sin horizontes llenándoles la cabeza con slogans vacíos de significado (el propósito central no es que piensen por sí mismos, sino que repitan estribillos), empujándolos a buscarse a sí mismos en modelos y guías socialmente disfuncionales que encarnan valores bajo el umbral de toda experiencia humana genuina. Así, tenemos por un lado la irracionalidad desenfrenada, la apatía, la incomprensión, la indisciplina; y, en la vereda contraria, la irreverencia, la rebeldía sin causa –contrastada con la obediencia ciega y sumisa a líderes disfuncionales–, el sentido de pertenencia a la tribu, a la secta, a la religión disfrazada de fanatismo, a las modas y un largo etcétera de opciones deletéreas. En muchos casos las viejas rabias heredadas del pasado por causa de problemas no resueltos por sus propios padres han cobrado nuevas formas, cada vez más irreductibles, más obtusas, con menos razones y más violencia. Pero es siempre el mismo fenómeno el que se manifiesta: han extraviado su alma, los han convertido en masa.
©Javier Orrego C.LOS DIOSES DEL DINERO. HACIA UNA COMPRENSIÓN DE LA METAFÍSICA DEL PODER, EL DINERO Y LA RIQUEZA
Published on January 14, 2015 14:29
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Tags:
control, crisis, cultura-de-masas, dinero, dominación, globalización
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