Javier Orrego C.'s Blog

September 18, 2015

Los dos Niños Jesús

Hay muchos misterios aún por dilucidar en relación a la vida de Jesús. Algunas cosas son indudables. Una de ellas: Jesús pasó por Egipto. Estuvo allí de niño, eso es seguro, pero... ¿regresó en su juventud después de pasar su infancia en Galilea? ¿Es verdad que fué iniciado en los antiguos Misterios, como Moisés, como Orfeo, o como Pitágoras y Platón, entre otros? Ahora, en relación a las enseñanzas que se le atribuyen, también es posible seguir el rastro de ciertos tratos con el zoroastrismo y el budismo.
Entonces, cabe hacerse la pregunta: ¿abrevan todas las grandes tradiciones espirituales de la humanidad de una misma fuente? ¿Es que hay y ha habido a lo largo de los siglos un “círculo interno” de iniciados que han estado tras los grandes acontecimientos espirituales que han proporcionado forma y contenido a la espiritualidad humana? ¿Y quiénes son estos grandes “desconocidos”? No es difícil imaginar a estos celosos, fieles y devotos pontífices secretos, filósofos y monjes de bosques y desiertos perdidos en las nieblas del misterio, preparando laboriosamente, siglo tras siglo desde tiempos antediluvianos, la encarnación del Verbo en la Tierra. Es que el advenimiento del Verbo, del Logos, fué un acontecimiento cósmico extraordinario. Habrán trabajado en ello los maestros desconocidos –algunos encarnados, otros desde “el otro lado”–, junto a las jerarquías espirituales. El Logos Solar habrá descendido, etapa por etapa, desde las más altas cumbres del mundo divino para morar en un cuerpo humano...
A veces da la impresión que muchos teólogos ignoran por completo la magnitud de un acontecimiento como el que describen las Escrituras Sagradas. ¡Estamos hablando de la encarnación de un Dios, de un Espíritu Divino!
Los años oscuros de Jesús, desde los doce hasta los veintinueve según la cronología oficial de su vida, dejan abierto el camino a muchas teorías. Hay leyendas, rastros, documentos antiquísimos que hay que considerar. Nada puede ni debe ser descartado a priori.
Valga lo ya dicho para referirse a una versión de la historia de Jesús muy audaz e interesante que sólo es posible mencionar aquí al pasar, casi susurrándolo a los “oídos” del lector para no escandalizar a los débiles de espíritu. Esto ya ha sido dicho: ocurre que los “cristianos” no entienden la verdadera naturaleza de Cristo Jesús y, por consecuencia, no tienen idea del rol que a los verdaderos seguidores de las enseñanzas del maestro de maestros les cabe en este mundo nuestro, tan lleno de sufrimientos, angustias y zozobras.
Esta versión ha visto la luz a partir de la actividad de uno de los espíritus más luminosos de nuestro tiempo, el gran maestro austriaco Rudolf Steiner. El sólo hecho de que haya sido Steiner la fuente de esta interpretación de los hechos de Palestina obliga a considerarla con el mayor interés.
Veamos: el fundador de la antroposofía plantea que en realidad no existió un sólo niño Jesús, sino dos y, por extensión, dos familias, esto es, dos Marías, dos Josés, etc. Esto explicaría, entre otras cosas, las dos genealogías diferentes presentadas en los evangelios de Lucas y de Mateo y otras tantas incongruencias de las Escrituras, como las dos versiones del nacimiento –en una casa y en un pesebre–, o las visitas respectivas de los Magos y los pastores a uno y otro, o la presentación en el Templo luego de la supuesta huída a Egipto.
Uno de los niños, el de Nazareth, sería hijo de José el carpintero y de una dulce y joven doncella –la Virgen–. Este niño vendría a ser, de acuerdo a esta interpretación, descendiente de Nathan, un profeta de tiempos del rey David. Esto es, el niño de Nazareth sería de ascendencia sacerdotal. El otro, el de Belén, sería hijo de otro José, un sacerdote del Templo descendiente de David a través de Salomón, y de otra María, también de familia dinástica. Por tanto, el niño de Belén sería de la línea sucesora davídica y, por ende, heredero del trono de Israel. Esto explicaría, entre otras cosas, las causas de la ofuscación de Herodes el Grande con la noticia de su nacimiento y revela el origen de la intriga que lo arrastró a querer darle muerte, lo cual, a su vez, impulsó a sus padres a huir a Egipto.
Siguiendo esta línea de pensamiento es lógico pensar que es más que probable que ambas familias formaran parte, de una u otra manera, de esta “conjura”, pues a decir verdad, en toda la historia de estos hechos es posible dilucidar la existencia de un “círculo interior” de iniciados que en todo momento estuvieron concientes de que algo de suma importancia estaba ocurriendo en el mundo.
No cabe duda de que la vida terrenal de Jesús, por lo menos hasta el hecho del Gólgota, siguió una pauta establecida que necesitó, para llevarse a cabo, de la presencia de los ejecutores correctos. Y estos “ejecutores” formaban parte de un puñado de familias hebreas con contactos importantes en Egipto, Mesopotamia y otros lugares del Oriente antiguo.
Seguiremos hablando de este tema...

NOTA: De este y otros temas relacionados hablo en mi libro El Evangelio de la Luz
El Evangelio de la Luz by Javier Orrego C.
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Published on September 18, 2015 13:00 Tags: cristianismo, esoterismo, jesús, misterios-cristianos, rudolf-steiner

July 22, 2015

Sobre el pensamiento de Masaru Emoto




Las palabras son vibraciones de la naturaleza. De esa forma, palabras hermosas crean una naturaleza hermosa, palabras horrendas crean naturaleza horrenda. Esa es la raíz del universo.
El pensamiento humano, las palabras, la música, las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua y ésta cambia a mejor absolutamente. Si el agua lo hace, nosotros que somos 70-80% agua deberíamos comportarnos igual. Debería aplicar mi teoría a su vida para mejorarla.
Citas de Masaru Emoto[1]

Me di el trabajo de buscar artículos donde se descalifica el trabajo de Masaru Emoto y, la verdad, volví a encontrar información sesgada e incluso absurda respecto de las teorías del japonés. La imagen que ofrecen de su planteamiento quienes lo acusan de estafador y califican su pensamiento como de pseudocientífico, es caricaturesca, burlona y, por lo mismo, muy poco objetiva.
Según mi opinión, el tema es simple: nos encontramos aquí con la vieja y trasnochada pugna entre racionalismo y espiritualidad, ciencia y religión.
Sucede que durante siglos el pensamiento religioso y la ciencia ortodoxa se hicieron con el monopolio del conocimiento, dejando de lado la verdadera sabiduría. No había más alternativa que el dogma materialista y el dogma de la fe: o eras creyente o eras ateo. Punto. Por supuesto, por centurias la postura que predominó, llegando a límites de ceguera y de crueldad difíciles de concebir, fue el fanatismo religioso. Pero ese estado de cosas comenzó a desmoronarse con la llegada de la Ilustración, la caída del Antiguo Régimen, la revolución industrial, el crecimiento de las ciudades y todo lo que siguió. El problema es que, una vez terminado el dominio de la Iglesia, el péndulo se movió hacia el otro lado... y el contraataque de la ciencia ha sido feroz. Desde niño me llamó la atención la facilidad con que el fanatismo de algunos “científicos” embiste contra todo lo que huela a religión, magia, misticismo. En nuestros tiempos, los que levantan cadalsos ya no son más los fanáticos de la “fe”, sino los celosos defensores de la ciencia racionalista.
El tema es que existe, le guste o no a esos “defensores de la ciencia”, una percepción espiritual del mundo que la ciencia moderna ha extraviado. Hay que buscar, hoy más que nunca –en un mundo que avanza perplejo hacia un futuro cada vez más incierto–, lo verdadero en el interior de la consciencia humana, aventurándose en las ocultas regiones del espíritu, en ese ancho e inexplorado universo que se despliega más allá de la experiencia sensorial. El conocimiento verdadero no tiene límites. La ciencia verdadera se atreve a formular interrogantes que la ciencia establecida, en su rigidez, no se permite abordar. ¿Qué pasa después de la muerte? ¿Existe el destino? ¿Existe un propósito en la evolución de la vida en la Tierra...?
Es en estos terrenos que se internan –de manera precaria aún, por cierto– trabajos como los de Masaru Emoto. Por supuesto, los inquisidores de hoy rasgan vestiduras frente a tamaño descaro. ¡Qué se ha creído este tipo y todos los de su calaña! ¡No hay nada más allá de lo que podamos observar, medir y pesar con nuestros cinco sentidos!
Pero no, como decía Shakespeare, por boca de su inmortal Hamlet: "Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía."
Para terminar, me permito compartir aquí un fragmento de mi libro El Evangelio de la Luz:
Cuando un hombre sabio oye hablar de los misterios del Universo a un científico que enarbola las banderas del agnosticismo o el ateísmo[2], sólo sonríe con benevolencia como ante los esfuerzos de un niño que recita con dificultad una poesía aprendida de memoria. El sabio no ignora que el fruto del trabajo del científico racionalista lo traerá un día de regreso al solar de la ciencia espiritual. No obstante, lo deja urdir lenta y pacientemente sus argumentos hasta llegar al paroxismo la compleja trama de su armazón intelectual, esperando que emerja en su conciencia el sublime e inexorable momento en que por sí mismo descubra que siempre hubo algo observándolo tras la compleja estructura de los átomos y los planetas, algo que es más que simple materia y que, sin embargo, comprende todo lo material, lo compenetra, lo agita, pues la materia no es otra cosa que un vehículo del espíritu, un instrumento, una sombra, la herramienta a través de la cual éste se expresa. Algo similar le ocurre al sabio con el teólogo poseído por el dogma y la ortodoxia, que da cátedra sobre lo que entiende es la revelación definitiva de los misterios de la Creación en las Escrituras Sagradas de su fe ─que conoce a la perfección─, sin entender nunca que el conocimiento es como el agua de un río que no cesa de fluir hacia el origen.
El sabio sabe que el niño que recita poemas llegará un día a ser un poeta. Y lo deja librado entonces a su propia inspiración; lo deja ser y crecer y ascender, paso a paso, las gradas que conducen al elevado santuario de la ciencia genuina, la ciencia del espíritu, que revela la verdadera naturaleza del Universo en que se desenvuelve la vida humana.
De este modo, en algún momento el simple amor ─o apego─ por la materia o por el dogma se transformará, en el alma del científico y del teólogo, en auténtico amor por la sabiduría, por el conocimiento, por la ciencia suprema, por la gnosis genuina, por la verdadera fe. En ese momento ambos, equipados con la portentosa fuerza mental que habrán desarrollado gracias a sus esfuerzos, se convertirán también en sabios, en filósofos, en iniciados en la alta enseñanza de los misterios trascendentales del Cosmos. ¡Y es que tantos descubrimientos y visiones de la ciencia moderna y la experiencia religiosa han formado parte desde antiguo de las enseñanzas de los iniciados!
Ese es un misterio que deben resolver hoy los verdaderos hombres de ciencia. Y no se trata aquí de renegar de los principios de las ciencias naturales. Es sabido que la religión del futuro nacerá del sustrato de las ideas científicas del presente. La ciencia, el pensamiento científico, ha venido al mundo para quedarse. Es sólo que tendrá que llegar el día, como ha llegado ya para muchos, en que los científicos comprendan que no se debe confundir la realidad con la mera sustancia material del mundo; que la naturaleza, el Universo entero, es sólo una fracción de esa realidad, algo así como un apéndice, una añadidura, pues tal como el cuerpo físico humano es sólo el vehículo inferior del hombre, el Universo es el vehículo inferior de esa suprema realidad que los hombres azorados, temblando de piedad y devoción, embriagados por el misterio, han llamado desde antiguo, Dios. Hay que ser capaces de reconocer en el temblor interior del hombre primitivo frente al fuego, frente al poder del rayo, del viento, del huracán, de la tormenta despiadada, el mismo temblor, el mismo asombro, la misma fascinación, del científico moderno frente a la elusiva naturaleza de la luz o frente a los colosales abismos que conforman el escenario fastuoso de la danza estelar. Es preciso comprender que el mismo impulso produjo el fuego, el calor, la luz, la inteligencia, el amor. Y es a ese impulso, a ese movimiento del Espíritu que se agitaba en el origen de todo, al que los sabios han llamado, extáticos, embelesados, asomándose tímidamente al infinito, Verbo, Logos, Palabra Creadora. Esto lo expresa maravillosamente San Juan en su Evangelio: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios... (Juan 1:1).

©Javier Orrego C.

[1] Masaru Emoto, investigador japonés, autor del libro El poder curativo del agua.

[2] El ateo niega la existencia de Dios, mientras que el agnóstico manifiesta, basando su juicio en su propia inanidad, la imposibilidad de penetrar los misterios de lo absoluto. Ambos se jactan, pues, de darle la espalda al mundo espiritual.
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Published on July 22, 2015 15:05

July 13, 2015

Los "dioses" del dinero controlan los Estados



Desde hace mucho, mucho tiempo, los amos del mundo no son los gobiernos sino los dirigentes de un puñado de instituciones financieras internacionales que tienen el monopolio del control del dinero a escala global. Éstos son secundados por los altos ejecutivos de unas cuantas organizaciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial, la OCDE, la OMC, etc. Desde ese Olimpo difuso y tenebroso los dioses del dinero dirigen los pasos de los bancos centrales de todo el mundo manejando las políticas monetarias de los países y determinando el valor de la moneda y la estabilidad financiera de los Estados.En un escalafón inmediatamente inferior se encuentran los mandamases de las grandes corporaciones transnacionales cuyo flujo financiero supera en mucho la riqueza de la mayor parte de las naciones. Estas empresas son, al mismo tiempo, las principales fuentes de financiamiento de los partidos políticos —de todas las tendencias—, así como de los grandes centros de investigación científica, de las universidades y de los laboratorios de ideas o think tank a escala planetaria. Por lo mismo, el poder político se encuentra absolutamente subordinado a los intereses de estas grandes entidades y corporaciones, lo cual las pone por encima de las leyes a que deben someterse los ciudadanos de todos los países.Más información »
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Published on July 13, 2015 09:00

Australia: Las vacunas obligatorias y el tratado secreto


Por Jon Rappoport El globalismo es el Nuevo Orden Mundial. No hay ningún misterio en ello. La alianza entre las mega-corporaciones, los bancos y los gobiernos se fortalece constantemente a medida que extienden su poder sobre las poblaciones.En este artículo usaremos el ejemplo de lo que sucede en Australia para ilustrar un elemento oculto que se puede aplicar a todas las naciones del mundo: el cártel médico actúa al servicio del Nuevo Orden Mundial.El principio que se aplica es bien simple: si se amplía el grado de obediencia ciudadana en un área concreta, esta obediencia se acabará expandiendo a todas las áreas.Dicho de otra manera: el truco consiste en crear el hábito básico de la obediencia. Esa costumbre de obedecer, entonces se extiende a la mente subconsciente y lleva a los individuos a obedecerlo todo.El globalismo y el Nuevo Orden Mundial necesitan la obediencia de la población porque sus métodos son a menudo tan descarados que sólo los robots programados y obedientes pueden aceptarlos.
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Published on July 13, 2015 08:08

January 14, 2015

FRAGMENTO DE "LOS DIOSES DEL DINERO", CAP. IV

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DE LAS ELITES
Entre los objetivos y metas más claramente discernibles perseguidos por esta casta de soberanos en las sombras podemos mencionar la mantención de un férreo control sobre la economía global sobre la base del manejo del sistema financiero. Obviamente esto no les resulta difícil pues las finanzas son, valga la metáfora, sus aguas jurisdiccionales, por ser precisamente ellos los dueños de la banca internacional –incluidos, como ya se ha dicho, los bancos centrales de todos los países del orbe.
Todos los países del mundo están endeudados con estos dioses del dinero; todas las campañas políticas se pagan con fondos surgidos de sus propios caudales, todos los proyectos de inversión, las investigaciones científicas, los avances tecnológicos, dependen de la asistencia de estos fondos. Nada llega al mercado sin recibir su beneplácito. Y si un investigador independiente hace algún descubrimiento que arruina un negocio u operación, sea en el ámbito que sea, se lo fuerza a vender la patente del invento y se entierra el archivo en el sótano respectivo. Hay muchos ejemplos de ello. En realidad nada puede hacerse sin el concurso del capital que ellos controlan. De este modo, manejando el crédito, manejan el alma de las naciones.
Otro de sus objetivos es mantener la brecha cultural de los pueblos en un rango que les permita controlar lo que piensa la gente de la calle pues es finalmente el hombre ordinario el que conforma las grandes mayorías que eligen o dan legitimidad a los gobiernos. En este sentido lo que hagan o digan los intelectuales “despiertos” –ya que hay muchos “dormidos”– da prácticamente lo mismo. A este respecto el pensamiento de las elites puede ser sintetizado con estas palabras: los libros los escriben ellos –pensadores, intelectuales, filósofos–, pero los medios de comunicación los manejamos nosotros, lo cual nos permite controlar la corriente principal de pensamiento o mainstream, base de la cultura común, rebajada al promedio de lo que es capaz de digerir la masa. La cultura de las masas es, en el fondo, el destilado del gran alambique domesticador de los medios de comunicación.
Casi por regla general el pensamiento independiente queda restringido a los ambientes underground o a los círculos cerrados de cierta marginalidad de carácter elitista, estando disponible sólo para una minoría inofensiva de intelectuales, artistas, escritores y pensadores que no logra jamás ejercer verdadera influencia sobre las mayorías adormecidas. Esto sucede porque la capacidad de penetración cultural de los medios del mainstream es infinitamente superior al impacto del trabajo de los pensadores independientes. Hemos de recalcar una vez más, a este respecto, que la misión fundamental de estos medios es socavar la inteligencia y capacidad crítica de la población manteniéndola desinformada o proporcionándole información falsa o sesgada, restringiendo severamente la capacidad de análisis de los individuos. Por cierto, ayuda mucho a estos propósitos la compulsión de los intelectuales por distinguirse del resto de sus semejantes, propensión que responde muchas veces a cierto impulso primario por destacar sobre la masa, herencia de cierto atavismo de origen animal ligado al instinto reproductivo.
Estas razones explican la causa de que sea cada vez menos frecuente en los sistemas educativos del mundo la existencia de estrategias pedagógicas que enseñen a los niños y a la juventud a pensar por cuenta propia. Mientras más embrutecida esté una sociedad más se parecen sus sistemas educativos a campos de entrenamiento virtual para robots.
Mantener el control de las fuentes de energía es otro de los objetivos de estas elites. Es un hecho universalmente reconocido que quien controla la energía controla el transporte, el comercio, la industria y, finalmente, la vida doméstica de los pueblos. En este punto no es necesario explayarnos demasiado. Si el dinero es la sangre del mundo, la energía es el motor que impulsa todas las actividades humanas.
Otro de los objetivos de los amos del mundo es mantener vigentes en todo momento y lugar los incentivos para la alienación de la juventud. Una juventud alienada facilita la fragmentación, la desorganización social, la soledad, el desenfreno. Los catalizadores son, entre otros medios, los videojuegos violentos, el descontento, la realidad inventada de la “brecha generacional”, el odio de clases, la tentación del anarquismo y el desencanto con unos padres que se han quedado pegados en sus propias adolescencias, todo ello sumado a un mundo que no les ofrece incentivos. Los jóvenes de todas las naciones de la Tierra se encuentran famélicos de experiencias trascendentes... y se vanaglorian de ello. Por tanto, a fuerza de las distintas variantes de la música convertida en ruido de que hablaba Kundera en La insoportable levedad del ser, y en medio de la permanente orgía de sexo, alcohol y drogas en que viven, se han embotado sus mentes y corazones, quedando la mayoría de ellos a merced del vacío, la nada, el sin sentido y la depresión. Esta situación aflige, lamentablemente, a una buena parte de la población juvenil o, al menos, a los grupos que más peso e influencia tienen en los entornos urbanos en que viven. La cifra de jóvenes afectados por esta situación va mucho más allá de la masa crítica.
Por lo demás, las elites se han encargado, por medio de la gestión de clases políticas corruptas e ineficientes, de brindarles una educación sin horizontes llenándoles la cabeza con slogans vacíos de significado (el propósito central no es que piensen por sí mismos, sino que repitan estribillos), empujándolos a buscarse a sí mismos en modelos y guías socialmente disfuncionales que encarnan valores bajo el umbral de toda experiencia humana genuina. Así, tenemos por un lado la irracionalidad desenfrenada, la apatía, la incomprensión, la indisciplina; y, en la vereda contraria, la irreverencia, la rebeldía sin causa –contrastada con la obediencia ciega y sumisa a líderes disfuncionales–, el sentido de pertenencia a la tribu, a la secta, a la religión disfrazada de fanatismo, a las modas y un largo etcétera de opciones deletéreas. En muchos casos las viejas rabias heredadas del pasado por causa de problemas no resueltos por sus propios padres han cobrado nuevas formas, cada vez más irreductibles, más obtusas, con menos razones y más violencia. Pero es siempre el mismo fenómeno el que se manifiesta: han extraviado su alma, los han convertido en masa.

©Javier Orrego C.LOS DIOSES DEL DINERO. HACIA UNA COMPRENSIÓN DE LA METAFÍSICA DEL PODER, EL DINERO Y LA RIQUEZA
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Published on January 14, 2015 14:29 Tags: control, crisis, cultura-de-masas, dinero, dominación, globalización

June 11, 2014

El Preste Juan y la conexión afgana del misterio cristiano

Según algunas fuentes de la tradición cristiana, en 1165 tres importantes y poderosos regentes de la cristiandad, el Papa Alejandro III y los emperadores de Oriente y Occidente, Federico Barbarroja y Manuel Comeno, recibieron una carta de un enigmático soberano que se autoproclamaba “rey cristiano-nestoriano”. En la misiva el misterioso personaje hablaba de la existencia de un verdadero paraíso terrestre en el que, entre otros muchos tesoros, se encontraba la fuente de la eterna juventud y donde sus habitantes vivían en una felicidad perpetua. Luego, la leyenda le atribuyó a este rey, conocido como Preste Juan, la propiedad de una “piedra mágica” capaz de devolver la vista a los ciegos y hacer invisibles a los hombres. Esta “piedra”, obviamente, nos recuerda al Grial, cuyas historias comenzaron a circular por toda Europa aproximadamente por las mismas fechas, el cual para Wolfran von Eschembach –autor del Parzival–, era una “piedra” caída del cielo (o más específicamente, de la frente de Lucifer, el “portador de la Luz”).
También se le atribuyó al Preste Juan el honor de ser el custodio del Arca de la Alianza, otro objeto sagrado (de hecho el más sagrado de toda la historia de Israel), aún más misterioso que el Grial. Recordemos que el Arca, que era para los judíos un símbolo de la Primera Alianza establecida por Dios con los hombres, ha estado perdida para la historia humana desde los tiempos de la caída del Segundo Templo en manos de los romanos en el curso de la segunda mitad del siglo I. El Grial, por contrapartida, es un símbolo –netamente cristiano– que evoca la renovación de esa Alianza instaurada por medio del sacrificio del Hijo de Dios. Y el Preste Juan, el rey misterioso, guardaba ambos en su sede pontificial. Hay que tener presente que en la imaginería medieval el Arca terminó por ser un símbolo mariano por excelencia debido a que María había llevado a en su seno al Cristo, personificación de la nueva Ley (podríamos decir, tomando prestada una noción del budismo tibetano, el Dharmakâya personificado, en tanto que principio espiritual presente en el interior de todo ser viviente). De este modo la intuición artística aunaba ambos significados, en forma alegórica, en una sola representación.    Ahora bien, se puede extraer una muy importante señal en esta auto-proclamación del Preste Juan como rey cristiano-nestoriano. Nestorio fue un patriarca de Constantinopla del siglo V que fue declarado hereje luego de que planteara que nadie debía pensar en María como en la “Madre de Dios” (Theotokos)  puesto que ella no había sido más que un ser humano como todos y el nacimiento de Jesús habría tenido las mismas características de cualquier otro nacimiento humano. De hecho, Nestorio pensaba que más que el calificativo de Theotokos, a María le cabía el de Christotokos (Madre de Cristo). Con esto pretendía que no se confundieran las dos naturalezas de Jesús, la divina y la humana.De todo esto se deducía, evidentemente, que la virginidad de la Virgen no tenía su fundamento en el plano meramente físico y, por lo tanto, que Jesús no vino al mundo como un ser divino. Su planteamiento se basaba en el criterio de la escuela teológica de Antioquia y en la herejía adopcionista según la cual Jesús era un hombre que se convirtió en dios y no un dios que se hizo hombre. De acuerdo con la opinión sustentada por el adopcionismo, que fue predicado por Pablo de Samosata en el siglo III, Jesús era “hijo de Dios” no por naturaleza, sino por gracia. Nestorio fue declarado hereje en el año 431, tras lo cual debió soportar el exilio en el desierto egipcio. Sin embargo, su influencia se extendió enormemente. Sus seguidores formaron un centro de resistencia en Edessa, al norte de Mesopotamia (la actual Urfa, en la Turquía meridional) lo que facilitó, entre otras cosas, el hecho de que la iglesia de Persia se hiciera nestoriana. Otra consecuencia de estas disputas fue el alejamiento de la iglesia de Egipto de la ortodoxia romana lo que facilitó, entre otras cosas, el surgimiento de la forma copta del cristianismo. El nestorianismo, por su parte, se extendió por el Oriente, llegando a tener cierta influencia en Siria, Mesopotamia (actual Irak) y la misma Persia (Irán), e incluso hasta en la India, China y el Tíbet. Hay quien sostiene la opinión que la influencia nestoriana llegó incluso a manifestarse en las creencias religiosas de Gengis Khan. Se cuenta que cuando el gran conquistador mongol ocupó la ciudad de Bokhara en el Asia Central predicó en una mezquita a los creyentes musulmanes –que le hicieron ver que la religión del país exigía una peregrinación a La Meca– lo siguiente: “El poder de los cielos no está sólo en un lugar, sino en los cuatro ángulos de la Tierra”. La religión de Gengis Khan era estrictamente monoteísta y puede ser resumida en los siguientes términos: “Hay un solo Dios, creador del cielo y de la Tierra, que nos concede la vida o la muerte, riquezas o miseria, y que tiene sobre todo un poder absoluto”. Se piensa que en esta forma de pensar del emperador mongol pudiera haber influido cierto contacto mantenido en China con monjes cristianos nestorianos (Historia del Mundo, J. Pijoan, Salvat Editores S. A., Barcelona, 1930, T. III, págs. 431-432). De hecho, hay evidencia de la existencia de enseñanzas cristianas en China desde el siglo V en adelante, hasta más o menos el siglo XI (ver Los Sutras de Jesús, de Martin Palmer, Editorial Edaf, S.A., Madrid, 2002).Este dato no es menor para lo que viene en relación a la tesis central de El Evangelio de la Luz , a saber: que hay un lazo íntimo entre las “enseñanzas hierofánticas” de Jesús y ciertos secretoscustodiados en el seno de las instituciones religiosas fundamentales de los pueblos de Oriente. De hecho el nestorianismo cohabitó sin mayores inconvenientes con el Islam luego de la conquista árabe de Persia producida en el 637, y también con el hinduismo, el budismo y el zoroastrismo, específicamente en el Asia Central. Según Elizabeth C. Prophet, Roerich afirmaba haber encontrado en el Tíbet cruces nestorianas:
No lejos de Leh, sobre una colina pedregosa, hay tumbas antiguas que se cree son prehistóricas y recuerdan a las antigüedades druídicas. Tampoco está lejana la tumba del antiguo mongol Kham, quien trató de conquistar Ladak. Hay también en este valle cruces nestóricas que recuerdan una vez más lo extendidos que estuvieron por Asia el nestorianismo y el maniqueísmo. (Elizabeth Claire Prophet, Los años perdidos de Jesús, Editorial EDAF S. A., Madrid, 1996, p. 201 (citando la obra En el corazón de Asia, de N. Roerich)
Esto es particularmente interesante. De hecho algunos investigadores son de la opinión que los nestorianos mantuvieron un estrecho contacto con los verdaderos herederos de las enseñanzas de Jesús, a los que identifican con el nombre de “nazareos” o nazarenos (ver M. Baigent, R. Leigh, H. Lincoln, básicamente en El enigma sagrado y El legado mesiánico; Laurence Gardner, La herencia del Santo Grial y Hugh Schonfield, El Complot de Pascua, Jesús, ¿Mesías o Dios?, etc.). Y hay quienes ven en cierta comunidad nestoriana consagrada a San Juan Bautista instalada en algún lugar del desierto de Gobi en China, la verdadera fuente de la leyenda del Preste Juan (Historia del Mundo, J. Pijoan, T. III, p. 432). Es posible que esta comunidad, u otra asociada, estuviese emplazada en algún lugar de la enorme meseta del Tíbet o entre los escarpados riscos de los montes Kuen Lun, el Kara Korum o los Himalaya, cerca de Cachemira, lugar donde algunas fuentes señalan que se encuentra la tumba del Santo Issa, como es conocido Jesús en esas regiones. Tendremos la ocasión de volver a ello. El maniqueísmo, por su parte, fue un movimiento religioso de carácter gnóstico fundado en Persia en el curso del siglo III por Manes (o Mani). Éste afirmaba que era un apóstol de Jesús y se consideró a sí mismo un instrumento del Paracletos (Espíritu Santo) prometido por Cristo y, por tanto, un mensajero o enviado en la misma línea sucesoria de los antiguos profetas y mensajeros divinos. Según Manes, los principales entre estos mensajeros fueron Zoroastro, el Buda y el mismo Jesucristo. Y él sería –lo declara a los cuatro vientos– su sucesor legítimo. Su objetivo es fundar una religión universal basada en las enseñanzas de sus antecesores. En esencia, la doctrina maniquea –que ejerció enorme influencia en el movimiento cátaro de los siglos XII y XIII–, se basa en el dualismo mazdeísta que propugna la existencia de dos principios universales de cuya lucha procede toda la Creación. Estos dos principios son el Bien y el Mal (luz y tinieblas, mentira y verdad, etc.). Pero lo específico del maniqueísmo es que asocia de manera radical el principio del Mal a la materia, el mundo físico.Según el dualismo maniqueo, todo el Universo material ha sido creado por un Demiurgo (Creador) tenebroso, enemigo de Dios. El alma humana se haya cautiva en este Universo material. La Gnosis, por su parte –que es el conocimiento de las verdades divinas y es entendida como una iluminación–, tiende un puente entre esta alma cautiva y el principio espiritual. Por tanto, la Gnosis devendría en ser la única vía de salvación para el ser humano.  Hay en una obra del historiador Jean Blum una hermosa descripción de la cosmogonía maniquea:
Junto a los conceptos filosóficos abstractos, la cosmogonía del maniqueísmo no carece de poesía ni de originalidad: al norte se haya el reino de la luz, gobernado por el Padre de la Grandeza. Está rodeado de eones gobernados por arcontes. Al sur se ha perdido el príncipe, convertido en el Príncipe de las Tinieblas. El salió de la Luz y conserva la nostalgia de la misma. Ha intentado organizar un reino, pero sus compañeros se agitan en un perpetuo desorden, se desgarran mutuamente, mueren y renacen sin cesar. En un momento que marca el principio del tiempo, el Príncipe de las Tinieblas vislumbra el reino de la Luz; envidioso, decide atacarlo. El Padre de la Grandeza queda sorprendido por este ataque. Inventa un escudo, un combatiente que será el hombre original. Éste tendrá como aliados el aire, el fuego, la luz, el agua y el viento. Sin embargo, el hombre original es vencido y es llevado prisionero al reino de las Tinieblas. Así, una parcela de la divinidad se halla en las manos del príncipe enemigo.El prisionero dirige a Dios una plegaria y la repite siete veces. El Padre de la Grandeza suscita entonces una serie de creaciones, intermediarias entre el Reino y los dominios de las Tinieblas. Por esta “escalera” desciende el Espíritu vivo que tiende la mano al prisionero y lo libera. Sin embargo, el hombre primordial ha debido abandonar abajo los atributos que le habían acompañado, es decir, su alma. Los demonios, furiosos, aprietan estos vestigios de la luz divina y con ellos moldean a Adán y Eva, seres de materia, a los que logran sustraer el recuerdo de lo que tienen de divino en su origen.Pero lo que pertenece a Dios no podría permanecer prisionero más allá de los tiempos. El germen divino y las fuerzas de lo Alto se han aliado mediante el hilo vivo del Conocimiento (la Gnosis), y éste amor del ser por lo que él es restituye a Dios lo que se hallaba prisionero en el umbral de la Eternidad. (Jean Blum, Misterio y mensaje de los cátaros, Editorial EDAF S. A. Madrid, 1995, págs. 81 y 82).
 Hay que agregar que el dualismo mazdeísta, la religión de Zoroastro, contempla la resolución del conflicto entre el Bien y el Mal para el “fin de los tiempos”, momento en que un Salvador o Mesías –llamado por ellos Shaosyant o Sôshyans, “el Victorioso”–, nacido de una virgen, que está destinado a ser el último profeta, vendrá al mundo para redimir a los mortales, resucitar a los muertos e instaurar un reino de inmortalidad.  Está de más decir que la doctrina de Manes fue no sólo repudiada por Roma, sino también por el zoroastrismo ortodoxo, lo que finalmente lo condujo a la muerte en el año 276 ordenada por un rey de la dinastía sasánida, que reinó en Persia desde principios del siglo III hasta la caída del país en manos de los árabes en el año 652. En relación al maniqueísmo, hay una muy curiosa alusión que Edouard Schuré hizo al pasar, en una nota a pie de página en el segundo capítulo de su Tratado de Cosmogonía, en que habla de la misión del maniqueísmo. En esta nota Schuré señala textualmente: La Fraternidad de los Maniqueos reside en Sudamérica, en la región conocida por la Puna de Atacama, en los límites de Chile, Bolivia y Perú. Está formada por 12 Maestros y su influencia se extiende por todos los países sudamericanos, en los cuales actúan algunos de sus principales discípulos… (Edouard Schuré, Tratado de Cosmogonía, Editorial Humanitas, S. L., Barcelona, 1990, p. 25) Esta línea de pensamiento refuerza la idea de que los centros espirituales del mundo están, en realidad, en constante movimiento. No son pocos quienes han expresado la opinión de que estos centros de enseñanza pudieran estarse desplazando lentamente en dirección a Occidente y cambiando su localización hacia algunas regiones del Hemisferio Sur. También tendremos ocasión de volver tras esta pista. En todo caso, la existencia de tradiciones mesiánicas más allá de las enseñanzas judías sugiere que los acontecimientos de Palestina pudieran ser secuela de una historia paralela que revela la existencia de una religión eterna, de cierta sabiduría perenne a la que habrían tenido acceso sólo unos cuantos iniciados o iluminados en los grandes misterios de la existencia humana. Ernst Scott habla, de hecho, de un “pueblo del secreto” o hermandad de iniciados que estaría detrás de una gran cantidad de enseñanzas que a lo largo de la historia –aun cuando vistieran el ropaje exterior de la cultura en que se desarrollaron– abrevaron de una fuente común de conocimiento oculto. Es en este punto que se tocan las leyendas, las fábulas, las narraciones mitológicas, las tradiciones esotéricas y las enseñanzas religiosas tradicionales (ver Ernest Scott, El pueblo del secreto. Editorial Sirio, 1990). Para Scott, lo que hoy es Afganistán podría ser el foco de muchas de estas enseñanzas: las tradiciones védicas de la India, el budismo lamaísta, el iluminismo, la alquimia, la tradición trovadoresca, la masonería, las enseñanzas de Gurdjieff, el rosicrucianismo, el teosofismo, la antroposofía y otras corrientes estarían relacionadas, a través del sufismo, con el Afganistán antiguo. Según esta concepción de la historia, el sufismo sería una tradición muy anterior al islamismo que sólo se adscribió a este por conveniencia, tanto como el esenismo al judaísmo o el gnosticismo al cristianismo posterior. Dicho sea de paso, según este autor Afganistán es el hogar de una comunidad que dice ser descendiente del Nasara–¿el Nazareno?–, cuyos miembros se autoproclaman “los verdaderos cristianos” y afirman ser descendientes de las tribus perdidas del pueblo hebreo, llamándose a sí mismos los Beni Israel. Esta es una tradición difícilmente comprobable. De ser cierta, se trataría de un grupo muy minoritario de gentes que han de haber mantenido su identidad en reserva por largos períodos de tiempo. En cuanto a su origen es posible que fueran descendientes de judíos desgajados del cautiverio de Babilonia –o tal vez más tardíos, exiliados luego de la caída del Segundo Templo–, que pudieron haber mantenido contactos posteriores  con diversos grupos gnósticos y con monjes nestorianos, entre otros.El mismo Zoroastro, se dice, pasó gran parte de su vida en Balkh, antigua ciudad del Turquestán afgano a la que se le daba el título de “madre de las ciudades”, y que la investigadora Alexandra David-Neil cree estar íntimamente relacionada con Shambhala (tal vez hubiera en la ciudad, o cerca de ella, algún punto de acceso al “mundo interior”). Balkh es en realidad la antigua Bactria, capital de la Bactriana, territorio ubicado al norte del Hindu Kush, al noroeste de Kabul, en el Afganistán actual. El Zend Avesta cuenta que esta región habría sido la cuna de los antiguos arios. Entre otras cosas, Bactria fue un antiguo centro del culto solar a Mithra. Sobre esta antigua ciudad, anota Scott que las tradiciones populares afganas afirman que después de la conquista musulmana fue conocida como la Elevada Vela o Shams-i-Bala, lo cual sería evidentemente una transliteración al persa clásico del término sánscrito Shambhala. Otra explicación para este alcance de nombres es sugerida por el investigador y diplomático J. G. Bennett, discípulo de Gurdjieff, quien explica que el nombre de la mítica ciudad subterránea pudiera ser una derivación del concepto de ciudad eterna o Eterna Balkh (Shams-i-Balkh), donde estuvo el templo del Sol bactrio, lo cual es también sostenido por el escritor sufi Idries Shah (ver John G. Bennett, Gurdjieff, Ed. Sirio).
(Continuará)
Fragmento de El Evangelio de la Luz de Javier Orrego C.
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Published on June 11, 2014 10:50

May 11, 2014

Leyes fundamentales de la estupidez humana, según C.M. Cipolla

La humanidad se encuentra -y sobre esto el acuerdo es unánime- en un estado lamentable. Ahora bien, no se trata de ninguna novedad. Si uno se atreve a mirar hacia atrás, se da cuenta de que siempre ha estado en una situación lamentable. El pesado fardo de desdichas y miserias que los seres humanos deben soportar, ya sea como individuos o como miembros de la sociedad organizada, es básicamente el resultado del modo extremadamente inviable -y me atrevería a decir estúpido- en que fue organizada la vida desde sus comienzos.
Desde Darwin sabemos que compartimos nuestro origen con las otras especies del reino animal, y todas las especies desde el gusano al elefante tienen que soportar sus dosis cotidianas de tribulaciones, temores, frustraciones, penas y adversidades. Los seres humanos, sin embargo, poseen el privilegio de tener que cargar con un peso añadido, una dosis extra de tribulaciones cotidianas, provocadas por un grupo de personas que pertenecen al propio género humano. Este grupo es mucho más poderoso que la Mafia o que el complejo industrial-militar.
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Published on May 11, 2014 15:50

May 6, 2014

La Ciencia Espiritual de Rudolf Steiner (1861-1925)

Rudolf Steiner nació el 27 de febrero de 1861 en Kraljevic, una pequeña ciudad en los límites de Austria y Hungría. Dotado desde su infancia de capacidades clarividentes que le permitieron tener acceso al conocimiento de los mundos suprasensibles, su inmenso genio le capacitó para estructurar y regir su clarividencia mediante el poderoso intelecto del que se hallaba dotado. Toda una cosmogonía, como nunca antes había sido expuesta a la consideración del pensamiento occidental, brotó a partir de la actividad de este gran maestro espiritual de los tiempos modernos. Este saber tomó cuerpo en la enseñanza antroposófica, que dejó sentadas las bases de una verdadera renovación espiritual y cultural de la civilización para los próximos siglos de la historia humana. Steiner comenzó a desarrollar la parte más incipiente de su creatividad en un trabajo de línea filosófica con la obra Verdad y Ciencia, que le valió el doctorado en filosofía por la Universidad de Rostock, a la cual se agregó posteriormente una de sus obras más importantes, la Filosofía de la Libertad. En este libro, postulaba su tesis de que el pensamiento podía llegar a utilizarse como un órgano de percepción del mundo espiritual.
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Published on May 06, 2014 15:36

Seis grados de separación

¿Ha oído hablar de la teoría de los seis grados de separación? La idea, propuesta inicialmente en la década del 30 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy, se basa en la hipótesis de que para cualquier persona es posible acceder a cualquier otro ser humano sobre el planeta en tan sólo seis saltos. Pongamos un ejemplo. Suponiendo que usted sea A y su objetivo sea llegar a Z (el Papa Benedicto XVI, el presidente de China, Leonel Messi, etc.), no necesitará más que seis pasos intermedios del tipo A conoce a B, que conoce a C, que conoce a M, que conoce a P... que conoce a Z. Así de simple. Imagínese las consecuencias de ello. Haga la prueba (sin recurrir a las redes sociales en Internet) y verifíquelo por usted mismo. No falla nunca. Por supuesto, si Z fuese el Dalai Lama y quisiéramos enviarle un libro de regalo tendríamos que convencer a B, a C, a M y a P que se vayan transmitiendo el paquete unos a otros para que éste llegue finalmente al exiliado líder espiritual del Tíbet. Pero ese es otro cuento.
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Published on May 06, 2014 15:34

May 5, 2014

¿Quién sueña a quién, Dios a los hombres o los hombres a Dios?

¿Quién sueña a quién, se preguntan los sabios hoy en día: Dios a los hombres -como han pensado y creído, desde la más remota antigüedad, generaciones y generaciones de seres humanos- o los hombres a Dios, como parece ser que creen (o quieren creer) tantos hombres de ciencia, filósofos y pensadores ilustres del presente? ¿Es la existencia de Dios una creación de la mente humana? Esta es la interrogante que se extiende como una mancha de petróleo por ese vasto océano de incertidumbre en que vive el hombre del presente.  ¿Existe Dios? ¿Es la sola idea de un Ser Supremo únicamente un ardid de la mente humana para procurar encontrarle un sentido a su propia existencia? ¿Representa la idea de Dios sólo el miedo del hombre a morir, a la cesación del ser que representa la muerte? ¿Qué hay detrás, entonces, del cimbreante misterio de la vida? ¿Y qué detrás de las estrellas, del espacio infinito, más allá del tiempo...?La negación de Dios ha llegado a ser un tópico común de innumerables publicaciones alrededor del mundo, especialmente en Occidente. Dios no existe. Dios ha muerto. El hombre ya no necesita a Dios, se basta a sí mismo en este vasto e insondable universo. La sola idea de Dios es un lastre demasiado pesado que el hombre moderno ya no está dispuesto a cargar más. Ya ha pagado la humanidad un costo demasiado alto –dicen- por esa tonta idea de creer en un Ser Supremo. Y fundan esa nueva creencia -esa nueva fe en la falta de la fe- en la hipocresía de los devotos de todos los tiempos.Los ejemplos abundan, por supuesto. Desde las guerras religiosas, pasando por la herencia negra de la Inquisición, hasta el azote moderno del fundamentalismo islámico. Los ateos de hoy basan su negación de la idea de Dios en la constatación de lo que la fe en Dios ha inspirado en los hombres de todos los tiempos.Esta forma de pensar, naturalmente, no carece de cierto fundamento -incluso cristiano- dado el concepto de que todo en el mundo ha de ser conocido y medido por sus frutos. Siendo así, ciertamente puede decirse que los frutos de la fe en Dios no han sido siempre todo lo bueno que cabría esperar de ellos. Pero basarse en el análisis del proceder de los creyentes para negar la existencia de aquello en lo que éstos creen o dicen creer equivale a negar la existencia de los números y de las relaciones numéricas perceptibles en el Cosmos sólo porque a uno pudiera no gustarle el profesor de matemáticas. Incluso si todos los matemáticos del mundo fueran unos psicópatas mal nacidos, esa no sería una razón inteligente para esgrimir la peregrina hipótesis de que los números y las matemáticas no existen.Lo que esos intelectuales y pensadores olvidan -o derechamente no saben- es que la mayoría de las veces la religiosidad humana no tiene nada en común con las religiones establecidas. Confundir la existencia de una Iglesia, de un credo, de una confesión religiosa, con la religión en sí equivale a confundir las leyes de la física con la física misma. Porque sabido es que en la medida que la razón humana se despliega por su entorno inteligible, las leyes de la física y las teorías que explican el ordenamiento y el funcionamiento del Cosmos suelen caer en el descrédito y dejar de ser válidas cuando son reemplazadas por nuevas concepciones globales o nuevos paradigmas. Y no por eso la física deja de ser lo que es, es decir, un intento del hombre por comprender el universo del cual forma parte. Que se sepa la Tierra nunca dejó de girar alrededor del Sol sólo por el hecho de que la mayoría de sus habitantes creyera, en un momento dado de su historia, que su planeta era el centro del sistema solar.      Ocurre con el impulso religioso que puede ser comparado con un huevo que ha de ser incubado por el espíritu humano. La idea de esto es que por medio de ese proceso de incubación al hombre le sea posible adquirir las alas que le permitan remontar por sí mismo el camino del Espíritu que ha descendido a la Tierra para fecundarla. Ese es el sentido profundo de la religiosidad humana: es un intento por parte del espíritu del hombre por remontar un camino al cabo del cual le sea posible sentirse íntimamente unido, ligado, al universo en el que ha nacido.La palabra religión viene del latín re-ligare, volver a unir. De ahí que jamás haya acaecido en la historia de la humanidad que un impulso religioso genuino se haya vuelto excluyente, discriminatorio, arbitrario o violento. Lo que ocurre cuando la religión se vuelve violenta, dogmática y arbitraria es que ese espíritu original ha sido prostituido, envilecido y degradado por los poderes del mundo.  Lo que sucede con las religiones establecidas es que con demasiada frecuencia confunden la cáscara de ese “huevo” con la verdad en sí misma. Es por eso que las iglesias, los credos organizados, se aferran con tanto ardor a la letra escrita y a la interpretación literal de las revelaciones particulares que les han dado origen. Así los creyentes, los devotos de ese tipo de fe descarriada, no hacen otra cosa que adorar la cáscara vacía de aquello que ha descendido al mundo, precisamente, para fecundarlo con las leyes espirituales que explican el ordenamiento y el funcionamiento del universo. Por eso los espíritus genuinamente religiosos jamás prescinden de las leyes de la ciencia, sino que las incorporan a su andamiaje como quien arma un rompecabezas. Para los sabios, los verdaderamente sabios, ciencia y religión son una sola y misma cosa.Así, mientras los devotos de la fe descarriada se dedican a adorar la cáscara vacía de la revelación original –digamos, a venerar las palabras mismas más que el significado profundo de esas palabras–, hay otros que por haber seguido el camino correcto ya han aprendido a volar. Y es que la religión que no da alas, mata. Es por eso que es posible encontrarse por los caminos del mundo con tantos creyentes, incluso sacerdotes, que no son más que cáscaras vacías.Y ante esa realidad desoladora los pensadores que niegan a Dios juzgando los actos de esas cáscaras vacías no hacen otra cosa que luchar con molinos de viento, aunque por causas ciertamente menos nobles que las del hidalgo manchego.¡No es que Dios no exista (sea cual sea la realidad que subyace tras ese concepto)!: Dios existe, pero sólo para los que le salen al encuentro premunidos de las alas de la verdadera religión: la religión del espíritu, no la de la letra muerta; la del la libertad, no la del canon arbitrario y discriminatorio; la del amor, no la del odio.   El hombre religioso, genuinamente religioso, se siente cómodo frente a cualquier concepto que se tenga en el mundo de ese Dios que venera. Sabe que no ha habido uno sólo sino muchos mensajeros divinos. Venera a Alá, lo mismo que a Yahvé, a Brahma, a Krishna, a Ahura Mazda, a Cristo, a Buda, etc. Y no se indigna, no se defiende, frente a lo que denigra su fe, sino que se compadece, pone la otra mejilla, pues sabe que el Camino es largo y no todos caminan al mismo tranco.

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Published on May 05, 2014 07:20