03/09: FRANKENSTEIN, AGENT OF S.H.A.D.E. Vol.2

El tomo arranca con una sorpresa: Jeff Lemire resuelve en apenas 20 páginas el plot del hijo de Frankenstein, que para el final del Vol.1 pintaba para ser el detonante de una saga compleja y extensa. Me comí el amague, mal. Le sigue un unitario bastante intrascendente, en el que Lemire empieza a vincular a esta serie con la otra que escribía en ese mismo momento, Animal Man. Así, Frankenstein y otros agentes de S.H.A.D.E. tienen sus propios escarceos con las fuerzas del Rot, lo cual se verá con más claridad en un arco argumental posterior. El primer arco extenso, el que gira en torno a Leviathan, marca la despedida de Lemire de la serie y la llegada de su amigo Matt Kindt, que lo reemplaza a la mitad de la saga. Y sí, podría haber sido mucho más corta, pero es una buena saga, con un final potente, con cambios grossos en el status quo del protagonista y pequeñas pistas de lo que va a suceder después, sembradas con buen criterio por Kindt.
El siguiente unitario nos lleva al origen de Frankenstein, a explorar sobre todo su relación con Victor, su creador. Se me hizo corto, me enganchó como para querer que durara mucho más. Después sí, vienen los tres episodios en los que el monstruo y sus aliados tienen que hacerle el aguante a Victor y al Rot en la tierra, mientras Animal Man y Swamp Thing combaten uno en el Rojo y uno en el Verde (supongo). Acá hay, como en toda la serie, muchas ideas limadas, conceptos raros, jugados… pero que pierden en la comparación con la machaca. En la saga del Rot se nota que Frankenstein es una serie de monstruos que se cagan a palos, y que ese espacio que ocupan las ideas limadas es un bonus track, algo que está, pero si no estuviera no tendríamos siquiera que quejarnos, porque se supone que uno compraba la revista para ver monstruos que se cagan a palos. El unitario que cierra la serie es lo más flojo del tomo, una aventurita menor, genérica, en la que Kindt no se calienta en explicar por qué están vivos personajes a los que vimos morir en el arco anterior.
A lo largo de todo el tomo y sin faltar nunca, tenemos los dibujazos del maestro italiano Alberto Ponticelli, al que se nota que le encanta la onda de la machaca salvaje y grandilocuente, pero que nunca cae en la tentación de salir a chorear con las splash pages. Ponticelli, además de ponerte los pelos de punta con lo bien que dibuja a los bichos bizarros que le pide el guión, se mata en la narrativa, propone todo el tiempo buenas transiciones, buenas composiciones, puestas arriesgadas, enfoques muy diversos… La verdad que es un placer estudiar la narrativa del tano, porque se nota que la pasó bárbaro y dejó la vida en cada página. Además le ponen un entintador finoli como Wayne Faucher y un colorista exquisito como José Villarrubia, con lo cual los excesos de Ponti, sus coqueteos con el grotesco más cabeza, están muy bien balanceados con la elegancia de sus colaboradores. Obviamente, si esto fuera más oscuro, más denso, más visceral, seguramente se vería mejor y hasta sería más genuino, porque estaría más de manifiesto el estilo de Ponticelli. Pero en ese caso hubiese sido imposible que el tano entregara todos los meses y el TPB estaría lleno de dibujantes suplentes, casi seguro inferiores.
En fin, se terminó Frankenstein. Una serie rara, muy jugada a la estridencia y la espectacularidad, a la que Jeff Lemire y Matt Kindt le lograron meter varias ideas atípicas, interesantes, y bastante desarrollo de personajes. De alguna manera, la fórmula no prendió, y esto que parecía la oportunidad de tener un Hellboy y un B.P.R.D. perfectamente integrados al Universo DC no pasó de una bizarreada efímera, de la que probablemente jamás se haga cargo ningún otro guionista. Es lo que hay.
Published on September 03, 2014 18:29
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