02/09: MIDORI, LA NIÑA DE LAS CAMELIAS

Aclaremos primero lo más importante: salvo por la primera secuencia de 10 páginas, repletas de sangre, tripas, chupadas de pija y minas a las que les salen bichos de la argolla, esto no es muy ero-guro. De hecho, en el contexto global de la obra, esas 10 páginas desentonan bastante. Es como si Maruo hubiese querido marcar territorio, hacerle saber a sus fans (supongo que hace 30 años ya tenía un grupito de fans) que esto mantenía la tónica de sus historietas más bizarras y más extremas. Sin embargo, en las 140 páginas restantes no vamos a ver más de estas imágenes erótico-escatológicas que tan bien conjura el autor. Habrá garches, por supuesto, algunos más explícitos y otros más sugeridos, pero sin sangre, sin tripas, sin soretes y sin insectos.
La historia se centra en una nena de 12 años, que rompe vínculos con sus padres y termina por unirse a una troupe de freaks que recorre el país con una especie de circo, en el que la gente paga por ver a estos personajes extraños y contrahechos realizar proezas físicas, malabares, etc. Desde el inicio, Maruo reparte bien el protagonismo entre cinco o seis personajes, lo cual además le permite no indagar demasiado en la propia Midori, que funciona mejor como arquetipo, como concepto y como “ojo del lector”, como contrapunto entre un personaje supuestamente normal y este rejunte de anormales. El tono es duro, cruel, filoso, con mucha mala leche y la trama está continuamente matizada con las pesadillas de Midori.
Para la página 45, llega un volantazo en forma de un personaje que rápidamente desplaza el eje del relato y se convierte en protagonista casi indiscutido: Wonder Masamitsu, el enano con increíbles poderes mentales, capaz de alterar la percepción de quienes lo rodean. Al igual que los miembros de la troupe, Midori y el público, Maruo se fascina con este enigmático y gentil caballero y durante muchas, muchas páginas, la historia se concentra en la relación entre la jovencita y Masamitsu, que asume el rol de su mentor. Este es el mejor tramo de la obra, sin dudas, y el que Maruo utiliza para sembrar las pistas de un final inesperado pero muy bien ejecutado, perfectamente pulido.
El dibujo de este Maruo ochentoso es barroco, muy sobrecargado de detalles, con unas splash pages gloriosas, un manejo notable de las tramas mecánicas y, ya para la segunda mitad de la obra, algunos riesgos en la composición de la viñeta, donde empieza a aparecer un concepto distinto de la espacialidad. Por ahí no se lo ve tan ajustado en los primeros planos como en las obras posteriores, pero claramente la base está. Esto es 100% Maruo y la mano del maestro se reconoce en cada viñeta, por la complejidad, la elegancia, el realismo y los desbordes de su imaginación.
Si te subiste a ese viaje de ida llamado Suehiro Maruo, esta es una estación en la que sí o sí tenés que parar a ver qué onda. Al tener una película animada, Midori es una de las obras del maestro que más trascendieron por afuera de la módica legión de fans del ero-guro, el gekiga, el seinen, o los mangas que exploran temáticas alternativas, así, en general. Pero además es una de las obras más completas, más logradas, más genuinamente cautivantes de esta bestia del dibujo y la narrativa. Muy recomendable, incluso como puerta de entrada al perturbador universo de Maruo.
Published on September 02, 2014 18:41
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