George R.R. Martin antes de Canción de Hielo y Fuego (y V)
Para acabar este repaso que no pretende ser exhaustivo a la obra de George R.R. Martin antes de publicar Juego de Tronos en 1996, quisiera dedicarle algunas palabras a la carrera de Martin como guionista televisivo y antologista. Ya comenté en la entrega anterior que el desastre comercial de The Armaggedon Rag obligó a George R.R. Martin a buscarse las habichuelas en otros ámbitos. El primero fue la televisión, después de que Hollywood se interesase por convertir The Armaggedon Rag en una película. La adaptación no llegó a hacerse realidad, pero las gestiones sirvieron al escritor para entrar en contacto con un mundo nuevo.
La primera oportunidad de Martin en el medio televisivo llegó cuando le ofrecieron formar parte del equipo de guionistas de la renovada The Twilight Zone en 1985. El primer episodio rodado a partir de uno de sus guiones fue una adaptación de El último defensor de Camelot de Roger Zelazny (Martin menciona los detalles de esa adaptación en particular en esta interesante entrevista) y a lo largo de las dos temporadas que duró la serie antes de ser cancelada llegaría a escribir cuatro segmentos más.
La siguiente aportación de George R.R. Martin a la TV norteamericana sería bastante más bizarra. Después de la cancelación de The Twilight Zone comenzaría a trabajar en Max Headroom, una auténtica serie de culto, de esas que se adelantaron por mucho a su tiempo y pagaron el precio consiguiente. Solo se rodaron catorce episodios y el cierre definitivo se produjo antes de que el material escrito por Martin llegase a ser adaptado, de modo que no vamos a encontrar nada de su puño y letra en los episodios que se han emitido (Una curiosidad que encaja perfectamente con una serie tan peculiar: A alguien se le ocurrió disfrazarse de Max Headroom y piratear la señal de dos cadenas de televisión americanas en 1987).
No parecía que a Martin le estuvieran yendo demasiado bien las cosas en la pequeña pantalla, pero justo entonces le llegó su gran oportunidad cuando le ofrecieron ser escritor y productor de una nueva serie: La bella y la bestia. Al igual que en el caso de Max Headroom nos encontramos con una serie que sin llegar a tener un éxito abrumador sí que se recuerda con mucho afecto. Estaba hecha con dos duros y se notaba, pero era una serie inteligente y tenía el valor añadido de que los dos protagonistas estaban encarnados por actores más que carismáticos: Un Ron Perlman que empezaba y una Linda Hamilton que aún no se había casado con James Cameron.
La bella y la bestia también acabó siendo cancelada antes de hora. Cuando mejor iba la cosa Linda Hamilton decidió abandonar el proyecto para llevar con más tranquilidad su embarazo, lo que junto con un cambio en la dirección general de la serie condujo a su punto y final. De modo que George R.R. Martin no llegó a convertirse en una gran figura de la televisión norteamericana, pero supongo que su participación en estas series le permitió disfrutar de una cierta tranquilidad económica durante aquellos años, algo que siempre resulta difícil para un escritor profesional y más si se dedica a ciertos géneros. Su época como guionista televisivo también debió influirle a la hora de abordar Canción de Hielo y Fuego, todos esos cliffhangers de final de capítulo y esas escenas de sexo a veces metidas con calzador huelen a escritor que ha aprendido en televisión unos cuantos trucos para llamar la atención de los espectadores y ha decidido aplicarlos a la literatura.
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