Mushishi
El mundo del anime es lo suficientemente amplio como para que resulte muy difícil no encontrar algo que te guste. Sí, ya sé que estamos acostumbrados a pensar que el anime se reduce a Mazinger Z y Bola de Dragón y sus múltiples derivados e imitaciones, pero lo cierto es que el anime, al igual que el manga, es simplemente un medio para contar historias. Y en ese medio cabe de todo, desde la acción desenfrenada de One piece hasta historias tan intimistas como ARIA. Desde el humor enloquecido de FLCL hasta la comedia desenfadada y con toques surrealistas que es Azumanga Daioh. Desde un slice of life puro como Honey and Clover hasta frikadas como Paranoia Agent. Y más, mucho más. En el anime, como en el cine, como en la literatura, cabe todo.
Y puesto que en el anime cabe todo, también resulta muy difícil señalar un ejemplo concreto y decir: es el mejor anime de todos los tiempos. Si tuviera que dar una respuesta basada en mis gustos personales y limitándome a las series pensadas para ser emitidas en televisión contestaría que Evangelion (de la que ya hablaré en detalle algún otro día) o Steins: Gate. Pero si medito algo más la respuesta, tendré que decir que el mejor anime que he visto en mi vida es Mushishi. Y me lo parece simplemente porque soy incapaz de encontrarle un solo defecto. Virtudes, en cambio, tiene muchas. Muchísimas.
Como tantos animes, Mushishi está basada en un manga que todavía no he tenido la oportunidad de leer. Se trata de una serie episódica, en la que cada capítulo cuenta una historia distinta, aunque todas tengan que ver con un tema general: la existencia de los Mushi y su influencia en la vida de las personas con las que conviven.
Los Mushi son una forma de vida diferente de todas las demás, a medias animales y a medias ectoplasmas, y que a veces exhiben poderes sobrenaturales. Normalmente resultan inofensivos, pero en ocasiones muy determinadas pueden causar graves problemas y en esos caso la única solución consiste en solicitar la ayuda de un Mushishi, una especie de maestros errantes que dedican su vida a recorrer el mundo estudiando a los Mushi.
Como ya nos sugiere el título, el protagonista de la serie es uno de estos Mushishi, de nombre Ginko, que viaja por el Japón rural encontrando diversas clases de Mushi y resolviendo los problemas que estos han causado. Dicho así, la cosa parece simple, pero no lo es, en absoluto. En primer lugar las historias que nos cuentan en cada episodio suelen ser excelentes, demostrando que no se necesitan varias horas de metraje para delinear perfectamente unos personajes o las situaciones en las que se han visto envueltos. En segundo lugar Ginko resulta fascinante a pesar de ser para el espectador un misterio que nunca se aclara. O quizás sea fascinante precisamente por eso. Y en tercer lugar esta serie nos permite asomarnos a un mundo distinto y recreado con exquisito detalle. La animación es maravillosa, la belleza de las imágenes es solo comparable a lo que podemos encontrar en las obras de Miyazaki, y la banda sonora es la guinda perfecta para el pastel.
He dicho antes que Mushishi no tiene defectos y lo que sigue no lo es, para mi gusto, pero conviene avisarlo: quien busque acción frenética que mire en otra parte. Mushishi se toma su tiempo para contar sus historias, para describir ese mundo parecido al nuestro y a la vez muy diferente, haciéndolo tan bien que tenemos la sensación de que hay mucho más que lo que nos estan enseñando. La segunda temporada comenzará a emitirse en Japón el próximo mes de Abril, después de una interrupción de siete años, así que este es el momento perfecto para acercarse a un anime que desde mi punto de vista es una auténtica obra de arte.
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