La revolución fatimí

califato


En marzo del año 909 d.C. el último gobernante del estado aglabí huyó en dirección a Egipto, dejando tras de sí sus palacios, que fueron pronto saqueados por la multitud. Era el último acto de un proceso que convirtió una provincia predominantemente sunita y dependiente del Califato de Bagdad (equivalente a lo que hoy serían Túnez, Algeria y parte de Libia) en un estado chiita que se opuso desde el principio a la autoridad de los califas abasíes.




Los responsables de esta sorprendente victoria fueron Abu Abdallah y su ejército de rebeldes bereberes. Sin embargo Abu Abdallah no reclamó el poder para sí después de derrotar a los aglabíes. Él luchaba en nombre de otra persona que en aquel momento se encontraba bajo arresto en la distante ciudad de Sijilmasa y a la que se apresuró a rescatar. Me refiero al hombre que a continuación sería proclamado califa con el significativo nombre de al-Mahdi (“El mesías”).


Siempre me ha parecido interesante la historia de Abu Abdallah. Durante dieciocho años actuó como misionero entre los bereberes Kutama, encendiendo el fuego de la rebelión contra los aglabíes para lograr la ascensión al poder de un hombre al que ni siquiera había visto. Un hombre que durante todo ese tiempo estuvo esperando tranquilamente, sin apenas exponerse, hasta que Abu Abdallah le entregó el trono en bandeja. Hace falta tener una enorme confianza en alguien para dedicarle tu vida de esa forma. Y aún resulta más sorprendente si tenemos en cuenta que Abu Abdallah solo conoció en persona a al-Mahdi después de haber vencido a los aglabíes.


Ambos venían de muy lejos. Abu Abdallah procedía de Kufa, en la costa este de Arabia. Y al-Mahdi había viajado desde Siria, donde una revolución semejante a la emprendida por Abu Abdallah en el norte de África fracasó por completo. El éxito lo encontraron a una enorme distancia de los lugares donde habían comenzado su andadura, en una parte del Islam completamente periférica hasta entonces pero que gracias a la revolución fatimí y al posterior nacimiento del Califato de Córdoba comenzaría a adquirir una importancia creciente.


dinar fatimí


 Pero, ¿quiénes eran los fatimíes? Una respuesta exhaustiva sería demasiado larga, así que me limitaré a decir que se trataba de una secta chiita cuyos líderes proclamaban ser descendientes de Fátima, la hija del Profeta (de ahí su nombre). Los fatimíes formaban parte de la corriente chií conocida como ismailismo y también como septímanos, debido a que solo reconocían los siete primeros imanes chiíes. Los ismailitas consideraban que el séptimo de estos imanes, Ismael, no había muerto y volvería al final de los tiempos como mahdi, el mesías que conduciría el islam a su perfección. Lógicamente los fatimíes fueron considerados herejes por los abasíes y se vieron obligados a predicar en la clandestinidad durante sus primeros cien años de existencia, hasta que la victoria de Abu Abdallah les permitió alcanzar por fin una posición de poder.


¿Y cuál pensáis que fue la recompensa que obtuvo Abu Abdallah en premio a esta victoria y a los dieciocho años de esfuerzo que la precedieron? No fue la que cabía esperar, desde luego. Dos años después de su victoria fue asesinado a traición junto con su hermano después de que al-Mahdi se convenciese de que estaban conspirando contra él.


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Published on November 03, 2013 11:45
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Ramón Muñoz Carreño
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