Capitán Jenny - Capítulo 39


TREINTA Y NUEVE





Jenny estaba deseosa de algo de acción. Después de bajar a ver a Nick, había permanecido casi todo el día en su camarote, sin ánimo para ver a nadie. Pero ya estaba bien de lamerse las heridas, no podía permanecer ociosa más tiempo. Tenía un barco que gobernar y no podía comportarse como una damisela inconsolable.

El destino iba a proporcionarle más acción de la que deseaba. Apenas pisar la cubierta escuchó la voz de uno de sus hombres:

-¡Barco a babor!

Jenny se volcó sobre la baranda tratando de distinguir la nave. Solo se veía un puntito en el horizonte. Hizo bocina con las manos para ordenar:

-¡Cuando distingas la bandera, informa, Suker! ¡Señor Potter! –Alex ya se dirigía hacia ella a buen paso-. Prepara todo. No nos vendría mal volver a llenar las arcas antes de pisar tierras americanas.

-Ya creí que no volveríamos a verte en cubierta. Me alegra tenerte de nuevo en plena forma.

-¡Dos barcos! –gritó el otro desde la cofa.

-Sin la ayuda de El Gazzelle, es una locura enfrentarse a dos navíos –dijo Potter.

A Jenny se le escapó una palabrota. Su segundo de a bordo estaba en lo cierto. Si se trataban de barcos enemigos, se encontrarían en inferioridad de condiciones. El día anterior, les habían hecho señas desde El Gazzelle: habían sufrido una vía de agua. Los desperfectos no revestían peligro, pero quedaron rezagados. Se encontrarían en Las Azores.

-Si son naves contrarias, es posible que no vayan muy armados.

-Y puede que sí.

-¡¡Bandera inglesa!! –volvió a gritar Sucker.

Potter no disimuló su tranquilidad.

-Está todo dicho, capitán. Son de los nuestros.

-Lástima. Necesitaba un poco de ejercicio.

-Te propongo una partida de naipes a cambio –se rio él.

-Preferiría que entrenásemos con el sable. Deja la partida para cuando lleguemos a las islas.

-Aquí te espero, entonces.

Pero antes de que Jenny pudiera dar siquiera un paso hacia su camarote, volvieron a escuchar la voz del vigía:

-¡Capitán, debería echar un vistazo!

-¿Qué diablos…?

-El catalejo –pidió ella. Enfocó hacia la distancia, se mantuvo durante un largo minuto vigilando y después se irguió. Uno de los barcos lucía la enseña real inglesa y estaba siendo atacado por otro en cuyo palo mayor, en ese instante, se arriaban los colores de la Corona para izar la bandera de la calavera-. Zafarrancho de combate, señor Potter. Todos a sus puestos.

Desde su prisión, Nick no fue ajeno a lo que sucedía. Había escuchado el vozarrón del vigía advirtiendo de la presencia de un barco. También que la nave llevaba bandera inglesa. Las órdenes de Potter le llegaron amortiguadas por el trajín que se organizó en cubierta, pero lo suficientemente claras como para saber que iban a entrar en combate, y se le heló la sangre en las venas. Así que estaba equivocado y el Melody Sea se preparaba para atacar a un barco inglés. Tiró con rabia de las cadenas, aunque su intento de soltarse resultó, una vez más, vano.

Segundos después Potter se personaba en su encierro y, sin darle tiempo al asombró, maniobró con una llave en los grilletes para dejarlo libre.

-Si el barco se va a pique, no me gustaría tener en mi conciencia haberte dejado sin posibilidad de escape, pero te quedas encerrado aquí –le dijo Alex por toda explicación.

-¿Qué se proponen hacer? –preguntó masajeándose las muñecas y dispuesto a pasar por encima del otro con tal de impedir el ataque, aunque le costase la vida-. He oído que son ingleses.

-Uno sí. El segundo barco acaba de izar bandera pirata. Y el que está siendo atacado lleva el estandarte real.

Nick se quedó de una pieza. ¿El barco de la reina Isabel? ¿Significaba que la soberana había decidido aceptar, por fin, reunirse con el rey de España en Las Azores? La petición del embajador español había llegado a Londres hacía meses, pero Isabel parecía remisa a someterse a un cara a cara para limar asperezas entre los dos países. Pidió al cielo que aquel barco fuese un enviado y no la propia reina. Reaccionó antes de que Potter volviera a dejarlo a solas.

-¡Déjeme ayudar!

-Sigues siendo un prisionero. Agradece que no te deje morir como una rata si las cosas salen mal.

-¡Por todos los santos, hombre! –se enfureció, llegando hasta él-. Acaba de decirme que uno de nuestros navíos está siendo atacado. ¿Preferiría usted morir aquí, o en cubierta, defendiendo a nuestros compatriotas?

Potter se lo pensó un momento. En la cubierta, los hombres tomaban posiciones y la voz de Jenny, dando órdenes, exhortaba a todos a estar preparados. No dijo nada, pero subió al exterior dejando la escotilla abierta y Nick se apresuró a ir tras él.

Hubo de cubrirse los ojos por unos instantes cuando la luz del sol lo cegó. Y casi al segundo, escuchó a Jenny que preguntaba:

-¿Qué significa esto, señor Potter?

-Necesitamos un sable como el suyo –repuso a la vez que le lanzaba a Russell uno.

Ella soltó una imprecación, pero se desentendió de ellos para seguir dando instrucciones mientras Alex impulsaba a algunos hombres para acelerar la preparación de la munición de los cañones. El Melody Sea bullía de actividad.

Nick se hizo con un catalejo y estudió las naves a las que se acercaban a toda vela, orientando el instrumento hacia el más cercano. El nombre del barco le confirmó lo que tanto temía: era el que utilizaba Isabel.

-¡Condenación! –barbotó. Fue en pos de Jenny y tomándola por un brazo la hizo prestarle atención – Capitán, la reina Isabel va en ese barco.

-¿Cómo lo sabes?

-Lo sé. Pido permiso para ocupar mi antiguo puesto.



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Published on March 08, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche

Nieves Hidalgo
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.

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