Capitán Jenny - Capítulo 36

TREINTA Y SEIS
Le habían proporcionado un par de cubos de agua para adecentarse y ropa limpia. Ya era algo. Se aseó lo mejor que pudo, se afeitó y se cambió de ropa, aunque cada movimiento resultó un suplicio. Al acabar, se sentía un poco más animado. Nick no se engañaba respecto a su suerte, las cosas se habían puesto muy feas. Y que le hubiesen dicho que Jenny había ordenado que lo llevaran a su camarote, no le tranquilizaba el absoluto.
Potter bajó a buscarlo, le echó un vistazo y dijo:
-Las manos a la espalda, Russell.
-¿Me cree tan loco como para saltar por la borda?
-Las manos a la espalda –repitió el otro.
Potter ató sus muñecas con fuerza, como si realmente temiese cualquier artimaña por su parte. Luego, lo empujó hacia la escalerilla.
Era de noche. La brisa azotó el rostro de Nick que inhaló con ansia después de haber estado confinado en las tripas de la nave durante horas. Caminó despacio porque aún le flaqueaban las piernas por la debilidad, obviando las miradas de los hombres de guardia y un salivazo que le alcanzó en una bota. No podía culparlos por mostrarse ariscos con él, y tampoco le preocupaba lo más mínimo. Lo que de verdad le tenía en ascuas era tener que enfrentarse a Jenny.
Cuando traspasó la puerta del camarote, sus ojos se quedaron clavados en la figura de ella. Calzones ajustados y un chaleco oscuro, como siempre. De espaldas, como estaba, parecía un muchacho. Pero delataba su condición femenina unas curvas que le hicieron evocar otros momentos y una brillante cabellera atada en una cola de caballo. No pudo reprimir el deseo de volver a tenerla entre sus brazos. Volver a sentir su boca y…
La voz de Jenny le devolvió a la cruda realidad:
-Potter se ha empeñado en que escuche tu versión -Alex se había acomodado en una esquina de la mesa y le miraba fijamente. Ante su silencio, le hizo un gesto con la cabeza, pero Nick era incapaz de hablar-. Te vieron con una mujer.
La acusación le pilló desprevenido. Porque no había nada más peligroso que una mujer despechada. Cuando ella se volvió y fijó en él sus ojos verdes, a Nick le dio un vuelco el corazón. En ese instante supo que si trataba de engañarla, todo estaría perdido.
-Lady Miriam –asintió.
-De modo que tu amante se llama lady Miriam.
-No es mi amante.
-¿Tu puta?
-Tampoco –repuso, irguiéndose.
-Dejémoslo en entretenida. Bien. De momento, hemos sacado en claro que un vulgar aprendiz de corsario se codea con mujeres de clase alta. ¿Qué más?
-Tampoco es mi entretenida, capitán.
-Entonces ¿qué carajo es, Russell?
-Una conocida.
-¡Bah!
Le dio de nuevo la espalda, tiesa como un palo, con los puños apretados. En cualquier momento podía mandar que lo ahorcasen, pero a Nick se le encendió una lucecita de esperanza. Y se arriesgó a jugar la única baza que le quedaba:
-Estás celosa, Jenny.
Ella se giró como un rayo, se le acercó y le cruzó la cara. El golpe, aunque dado con saña, le resultó a Nick casi una caricia comparado con los de Potter.
-No eres más que un sucio bastardo –le insultó.
Alex, que había estado atento a las reacciones de ambos, decidió intervenir antes de que la muchacha se encolerizase más:
-Explícanos eso, Russell.
-¿Qué cosa?
-¿Qué hacías en esa mansión? ¿Qué fuiste a hacer allí? ¿Qué relación te une, realmente, con esa dama?
-¿También quiere saber si visité el escusado, Potter?
Respingó cuando el otro se incorporó con celeridad y en su mano derecha apareció una daga que alojó bajo su mentón.
-Procura no encenderme, Russell –le advirtió.
-Lo siento. Pero es que nunca me he encontrado en una situación tan ridícula -se tranquilizó viendo que Alex regresaba a su sitio y guardaba el arma-. Conozco Grovers Hill desde que era pequeño y fui allí a visitar a un amigo que me debía dinero. La dama en cuestión es la hija del lord a quien le gustan los hombres de vida licenciosa.
-Ya veo.
-Si alguien me descubrió con ella debió ser en el momento en que me estaba proponiendo irme con ella a la cama –miró a Jenny al confesarse para ver cómo reaccionaba y cuando dio un paso hacia él, con los ojos encendidos de furia, apostilló:- Decliné la oferta, por descontado, porque en el Melody Sea me esperaba otra persona. Una suspicaz y recelosa capitana.
-Una insinuación más, Russell –dijo ella entre dientes-, y acabará el interrogatorio.
Oído, pensó Nick. Trataría de no abusar de su momentánea buena suerte.
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Published on March 05, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.
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