Capitán Jenny - Capítulo 35

TREINTA Y CINCO
Pitman se retorció las manos a la espalda bajo la atenta mirada de Potter y de su capitana. No comprendía el motivo por el que volvían a interrogarlo, cuando había contado todo lo que sabía.
-Les dije todo lo que sé.
-Vuelve a explicarlo, Pit –pidió Potter.
Carraspeó el aludido y cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro. Empezaba a sentirse nervioso, pero no tenía nada que ocultar, así que dijo:
-Vi a Russel con una mujer. Una dama –aclaró-. En los jardines de la mansión donde trabaja mi tío. Y la estaba besando. Sabiendo que él y… usted, capitán, eran…
-Continúa –exigió ella.
-Bueno, no me pareció normal. Por eso seguí sus pasos hasta esa taberna. Allí se entrevistó con otro sujeto de mala catadura y les escuché hablar. Dijeron algo sobre una misión secreta, sobre que no podía desenmascararse. Russell le confesó al otro tipo que el capitán Cook era una mujer.
-¿Quieres decirme, Alex –interrumpió Jenny-, para qué sirve todo esto?
-Estoy contrastando los hechos.
-¡Estás…! –se atragantó ella, levantándose y palmeando la mesa con fuerza- ¡Condenado seas! ¿Desde cuándo te has convertido en abogado?
Potter la miró con dureza. Desde que era una mocosa, la había cuidado, había hecho de padre tras la muerte de Adrian Cook, la había enseñado casi todo lo que sabía y hasta, en ocasiones, le había propinado algún cachete. También fue el primero en aceptarla como capitán. Iría de cabeza al infierno por ella, pero no la dejaría cometer un error si Russell tenía razón y no era un traidor.
-Siéntese, capitán –dijo con voz dura.
A Jenny se le abrieron los ojos como platos. ¿Le estaba dando una orden? Echó un vistazo al marinero que, incómodo, no se atrevía a levantar la vista del suelo. Se sentó de golpe y ladró:
-¡Sigue de una maldita vez, Pitman, y acabemos!
El aludido dio un bote y la miró. Cuando la capitana se irritaba nunca acarreaba buenas consecuencias. Tragó saliva y consiguió decir:
-Les he contado todo lo que sé.
-¡Lárgate!
A Pit no le hizo falta que se lo repitieran y salió a escape del camarote dejando la puerta abierta. Jenny se levantó, llegó hasta ella y la cerró de una rabiosa patada para volverse hacia Potter hecha un basilisco.
-¡Que sea la última vez que…!
-Calla y siéntate, Jenny.
Ella se tragó las ganas de lanzar una sarta de improperios. Cuando Alex se ponía en plan intransigente, siempre llevaba las de perder, por mucho que ella ostentase el grado de capitán. Retiró una silla de otra patada y tomó asiento.
-Habla.
-Creo que al que deberías dejar hablar es a Russell.
Lo miró con el pasmo reflejado en el rostro.
-¿Has perdido el juicio?
-Puede que le hayamos juzgado precipitadamente.
-¡Por la memoria de mi padre, Alex! –se enfureció de veras la muchacha-. Ya has oído a Pitman. ¡Estaba besando a esa mujer! Tenemos a una repugnante rata en nuestro barco y abogas por ella.
-Estaba besando a esa mujer, sí –remachó Potter, viendo que ella se ponía verde de rabia-. Y es por eso por lo que no quieres ver más allá de tus narices. Recuerda que a Russell lo metimos a la fuerza en este barco.
-Con seguridad él fraguó todo –le rebatió-. Buscar un enfrentamiento contigo, cuando había desaparecido uno de nuestros hombres, era un buen método. ¿Te has preguntado qué le pasó a nuestro marinero? ¿Por qué desapareció tan oportunamente?
-Admito que pudo tratarse de una jugada. Sin duda buscaba formar parte de la tripulación.
-¡Lo que yo digo!
-Pero si realmente buscaba tu caída, fuera por la causa que fuese, ¿por qué arriesgó su vida, salvándote? ¿Puedes contestar a eso?
Jenny bufó como un gato escaldado. No, claro que no podía contestar a Alex. Le carcomía haber mandado que le sacaran una confesión a golpes cuando le debía su vida. Pero es que le resultaba inconcebible la versión que Alex le había contado acerca de que estaba investigando las andanzas de ese otro capitán Cook. No podía tragarse una patraña de tal tamaño y Alex debía estar senil para haberlo hecho.
-Todo formó parte de su juego –acabó por decir, sin otro argumento con el que defender su teoría.
-Demasiado peligroso, ¿no te parece? Mira, Jenny, Russell me pareció, desde el primer momento, un hombre que sabe lo que se hace. Lucha como un demonio, tienes dotes de mando y se arriesgó como el primero. Hube de detenerlo para que no se enfrentase a Lampierre cuando te vio decidida a batirse con ese miserable. Lo menos que puedo hacer es darle el beneplácito de la duda. Y tú deberías hacer otro tanto.
-¡Es un espía! –le gritó.
-¡Pruébalo entonces! –le contestó Potter con el mismo tono irascible.
Jenny suspiró y se masajeó el entrecejo. Luchar contra Alex cuando se empecinaba en algo, era como darse cabezazos contra un muro de ladrillos. Así no llegarían a nada.
-Está bien. Sácalo de la bodega y tráelo aquí. Pero te lo advierto, Alex: si no tiene una explicación convincente, yo misma le arrancaré la piel de la espalda –dijo antes de salir dando un portazo.
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Published on March 04, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.
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