Capitán Jenny - Capítulo 24


VEINTICUATRO 

  
El local se quedó en completo silencio.

Nick hizo intento de moverse, pero la manaza de Potter le devolvió a su asiento.

-Voy a hacer que te tragues tus palabras, Lampierre –escucharon la voz de Jenny en medio de la expectación total.

El francés mostraba un gesto furioso y sus ojos brillaban de rabia contenida.

-Solo digo lo que se rumorea por ahí.

-¡Sucias mentiras!

-Eso es lo que vos decís.

-Es lo que mantengo, Lampierre. No conseguirás mi barco por ese camino, levantando falsas acusaciones de traición.

Desde su posición, Russell observó con atención a ambos contrincantes. El capitán de La Gazzelle era sin duda un hombre acostumbrado a las peleas, pero Jenny estaba colérica como nunca antes la viese. Parecía dispuesta a ensartar al otro en su sable. ¿A qué traiciones se refería?

-En todo caso, señora mía –insistía Lampierre con aire de suficiencia-, no soy yo el que hace las acusaciones. Se ha visto vuestro barco. ¡Su nombre!

-¡Condenado seáis! Si continuáis por ese camino, me veré obligada a mataros.

Lampierre dejó que una ladeada sonrisa estirase sus labios. Se atusó el bigotito y acabo asintiendo.

-¿Me estáis retando, capitán Cook?

-Os estoy retando, sí.

-Y… ¿qué apostamos? ¿Nuestra sangre?

Jenny se irguió. Su rival había buscado la confrontación con un claro propósito y allí, en medio de todos, ella no podía echarse atrás. No, sí quería mantener limpio su nombre y que sus hombres la siguiesen obedeciendo.

Nick intercambió una rápida mirada con Potter. El segundo de a bordo se encogió de hombros y murmuró:

-Se batirán si Lampierre no retira lo que sea que ha dicho.

-Mierda.

El francés esperaba la respuesta de la muchacha. Los que se congregaban a su alrededor también. No era la primera vez que dos capitanes se enfrentaban y, en más de una ocasión, la apuesta pasaba por jugarse el barco y la tripulación. Jenny lo sabía porque así fue como su propio padre consiguiese el Melody Sea.

-De acuerdo –accedió ella por fin-. El barco y el cargamento que tengo depositado en los almacenes de Bubble.

-Una buena carga, según he sabido.

-¿Y vos? ¿Qué habéis atrapado en vuestra última correría, monsieur? ¿Un par de tortugas marinas?

La chanza fue acogida con una risotada general.

-No exactamente –contestó Lampierre-. Un pequeño mercante holandés. Nada tan apetitoso como un galeón español… o un velero inglés, señora.

El brazo de Jenny tembló al escucharle. Nick temió que ella alojase la punta de su sable en la garganta del francés, pero no lo hizo. Si la pelea no era limpia, las tripulaciones se enzarzarían y aquello acabaría en una matanza.

-Armaos, Lampierre –dijo ella, retrocediendo unos pasos.

-Tenéis demasiado ímpetu –se rio él.

-Pondré eso en vuestra lápida.

Nick tenía todos los músculos en tensión. Jenny estaba completamente loca. Vio que Lampierre tomaba distancia y los hombres se abrieron en abanico para dejarles sitio. Algunos se subieron a las mesas para poder ver mejor la pelea.

El rugido de muchas gargantas acogió la primera embestida del francés. Nick cerró los ojos. No quería ver a la muchacha atravesada por el sable de su enemigo. Pero los vítores que siguieron le obligaron a centrarse de nuevo en la contienda y se quedó asombrado al advertir que Lampierre se encontraba en el suelo y la punta de sable de Jenny apuntaba a su garganta.

-¡Jesús! –murmuró para sí- Si sale de esta, voy a retorcerle el cuello.

A su lado, Potter estalló en carcajadas y le palmeó la espalda con tanta fuerza que a punto estuvo de hacerle perder el equilibrio.

Jenny sonreía como un demonio. Lejos de acabar la pelea allí, se retiró, dejando que su oponente volviera a ponerse en guardia. Puesto ya en pie, Lampierre atacó con un golpe maestro haciendo retroceder a la joven. Tenía un estilo depurado, pero a Nick no se le pasó por alto que sus movimientos eran un tanto rígidos. Eso podía darle una oportunidad a Jenny, si sabía aprovecharla. Algunos golpes más y Russell acabó adivinando el punto débil del francés. Levantaba demasiado el brazo cuando atacaba.

La pelea continuó entre mandobles, gritos por parte de una y otra tripulación y alguna maldición apagada de Lampierre cuando se veía obligado a retroceder antes las embestidas de Jenny que, contrariamente a él, se movía de una forma disciplinada y elástica. Ella parecía estar disfrutando; Lampierre mantenía una sonrisa cada vez más forzada.

El capitán del Gazzelle se abalanzó contra Jenny y a Nick se le atascó el aire en la garganta. Hubiese dado un brazo por cambiar su lugar con ella y acabar con aquel estúpido engreído, pero viendo la reacción de la joven, que no solo burlaba el ataque sino que respondía con bravura, supo que sabía lo que estaba haciendo. Intentaba cansar al francés para tenerlo a su merced, y lo estaba consiguiendo.

Sin embargo, durante un segundo, los ojos de Jenny se desviaron para cruzarse con los de Nick. Apenas nada, pero lo suficiente como para hacerle perder la concentración y permitir que el filo del sable enemigo alcanzara su objetivo. Hubo un murmullo general cuando la blusa de Jenny se tiñó de rojo, pero el corte no revestía mayor importancia.

Nick dio un paso hacia delante, y de nuevo le detuvo la mano de Potter agarrando su brazo:

-No compliques las cosas, joder. Si intervienes, esto va a terminar en una batalla campal.

Jenny echó un vistazo a la herida de su brazo izquierdo. Un simple rasguño que ni siquiera escocía aún. Luego, centró su atención en su rival y dijo:

-Me he cansado de perder el tiempo, Lampierre.

Confirmando sus palabras atacó en firme. El francés no pudo sino retroceder mientras intentaba parar el aluvión de mandobles que se le venía encima. Pero aún se guardaba en la manga una carta. Hizo que resbalaba y Jenny cayó en la trampa. Quedaron pegados, cuerpo con cuerpo, midiendo sus fuerzas. En esa posición, era imposible que la muchacha saliese victoriosa.

En la mano izquierda de Lampierre apareció una daga… Jenny vio la jugada, levantó la rodilla, le golpeó entre las piernas y cuando él se dobló en dos aprovechó para distanciarse lo justo. No tembló su brazo al atravesar el pecho de Lampierre.

El francés abrió los ojos como platos, sus manos perdieron fuerza, dejó caer sable y cuchillo y se derrumbó en el suelo. Estaba muerto.

Durante un momento, no se escuchó nada. Luego, la concurrencia estalló en vítores y Jenny, aceptando las felicitaciones, atravesó el local para acercarse a Potter, que la recibió con un abrazo de oso.

Nick por su parte solo la miró fijamente. Sus ojos grises eran dos trozos de hielo. Le dio la espalda y salió del local a pasos largos para evitar hacer lo que había dicho momentos antes: retorcerle el cuello.





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Published on February 15, 2013 15:01
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Reseña. Rivales de día, amantes de noche

Nieves Hidalgo
Preciosa la que ha hecho Lady Isabella de Promesas de amor.

https://florecilladecereza.blogspot.c...
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